Cómo la dispersión urbana podría dejar sin agua potable a 220 millones de personas en 2050

La forma en que las ciudades se expanden está definiendo quién tendrá acceso a agua limpia en las próximas décadas. Un nuevo estudio revela que la dispersión urbana, también llamada mancha urbana o urban sprawl, podría dejar sin servicios básicos a cientos de millones de personas para 2050.

Por Enrique Coperías

Vista aérea de Kibera, un barrio superpoblado de Nairobi. El crecimiento urbano ya no es solo una cuestión de tamaño, sino de forma.

Vista aérea de Kibera, un barrio superpoblado de Nairobi. El crecimiento urbano ya no es solo una cuestión de tamaño, sino de forma. Un análisis internacional muestra que la dispersión urbana determina cuánto cuesta llevar agua y saneamiento a la población… y cuántos podrían quedarse sin ellos en 2050. Foto: Evans Dims

El modo en que las ciudades crecen podría decidir si cientos de millones de personas tendrán acceso a agua limpia y saneamiento en las próximas décadas. Un nuevo estudio del Complexity Science Hub (CSH) y del Banco Mundial, que analiza más de un centenar de urbes de Asia, África y América Latina, pone cifras a una realidad que ya se percibe en megaciudades como Nueva Delhi, El Cairo, Lagos y Bogotá: la expansión urbana desordenada amenaza con dejar atrás a quienes viven en los márgenes urbanos.

La dispersión urbana, también conocida como mancha urbana o urban sprawl, describe un patrón de crecimiento en el que la ciudad se expande horizontalmente ocupando grandes extensiones de suelo, con baja densidad y una separación significativa entre viviendas, servicios y centros de empleo.

Este tipo de expansión suele generar barrios periféricos desconectados, más costosos de abastecer con infraestructuras básicas y dependientes del transporte motorizado. A diferencia de los modelos compactos, donde la población y los servicios se concentran en un área más reducida, la dispersión urbana tiende a multiplicar las distancias y dificulta la provisión eficiente de agua potable, saneamiento, transporte y otros servicios esenciales.

El trabajo, publicado en la revista Nature Cities, cruza datos de infraestructuras y indicadores económicos con el análisis de la huella de 183 millones de edificios y 125.000 encuestas domésticas, para comprender cómo la forma urbana condiciona el acceso a servicios básicos. Los investigadores modelaron tres escenarios de crecimiento —compacto, persistente y horizontal— y las diferencias fueron abismales.

🗣️ «Con un crecimiento horizontal, 220 millones de personas menos tendrían acceso al agua corriente y 190 millones menos tendrían acceso a sistemas de alcantarillado para 2050», advierte Rafael Prieto-Curiel, autor principal del estudio en el CSH.

Impacto del «urban sprawl»: más distancia, menos acceso

El análisis confirma que la distancia al centro urbano es determinante. En ciudades más dispersas, las facturas de agua son un 75% más altas que en urbes compactas, y el acceso a agua por tubería cae un 50%, según el estudio. Las poblaciones de los barrios periféricos, además, tienen un 40% menos de acceso a infraestructuras críticas.

Esta desigualdad estructural se observa en decenas de metrópolis, donde el crecimiento hacia la periferia supera la capacidad de los gobiernos para extender redes de servicio.

Para ilustrar estas dinámicas, el CSH ha desarrollado la visualización interactiva Urban Thirst, creada por Liuhuaying Yang, directora del equipo Complexity Science Hub’s Visuals, que muestra cómo la forma urbana influye en los costes del agua y en la cobertura de servicios en cien ciudades de 55 países.

La herramienta representa cómo se distribuye la población en más de 100 ciudades del Sur Global y cómo varía su acceso al agua potable y el coste del suministro. Cortesía: Complexity Science Hub.

África y Asia, los grandes epicentros del crecimiento urbano

Si la tendencia actual continúa, será en África y Asia donde se juegue buena parte del futuro del acceso al agua. La población urbana africana, que era de 550 millones en 2018, podría alcanzar los 1.500 millones en 2050, mientras que la asiática crecerá a un ritmo también acelerado.

🗣️ «Las ciudades africanas se enfrentan a retos particulares, ya que se prevé que su población pase de 550 millones en 2018 a casi 1500 millones en 2050 —señalan los investigadores. Y añaden—: Las ciudades africanas ya son casi el doble de extensas que las asiáticas, con solo un 12 % de los residentes viviendo en zonas céntricas, frente al 23 % en Asia».

La brecha en el acceso empieza a dibujarse ya en la estructura de estas ciudades. Mientras urbes como Yakarta (Indonesia) concentran a más de la mitad de sus 33 millones de habitantes en zonas centrales, otras como Kigali (Ruanda) dispersan a su población: solo un 15% de sus 2,2 millones de residentes vive cerca del núcleo urbano. Esta medida de dispersión, denominada sparseness por los autores, permite comparar realidades urbanas muy diferentes bajo un mismo criterio.

La planificación urbana como herramienta para ampliar el acceso al agua

Uno de los mensajes centrales del estudio es que la planificación urbana es una herramienta poderosa y asequible para garantizar el acceso universal al agua.

🗣️ «La escasez de agua recibe mucha atención, pero la forma urbana es algo que realmente podemos controlar mediante la planificación y las políticas —explica Prieto-Curiel. Y añade—: Nuestro análisis muestra que una planificación eficaz puede mejorar significativamente el acceso al agua y al saneamiento. Los barrios compactos, transitables y con una densidad adecuada no solo son sostenibles desde el punto de vista medioambiental, sino que también garantizan que todos puedan acceder a los servicios básicos».

Esa idea se refuerza con otro matiz clave: no se trata necesariamente de invertir más. «Básicamente, nuestro trabajo demuestra que, al construir ciudades mejores, podríamos aumentar el acceso a los servicios de agua y saneamiento. Esto se puede lograr simplemente teniendo en cuenta la forma de una ciudad, sin necesidad de invertir más dinero ni construir más infraestructuras, sino solo considerando la ubicación en la que se produce»., añade el investigador.

El equipo recuerda, sin embargo, que la densificación no es una solución automática. Barrios superpoblados como Kibera, en Nairobi; Rocinha, en Río de Janeiro; y ciertas zonas de Iztapalapa, en Ciudad de México, siguen sin recibir servicios adecuados pese a su alta densidad. Pero el estudio concluye que, aunque no basta con densificar, la expansión horizontal multiplica por mucho las dificultades para desplegar redes de agua y saneamiento.

Ciertas zonas de Iztapalapa, en Ciudad de México, sigue sin recibir servicios adecuados pese a su alta densidad población (más de 1,8 millones de habitantes), según un nuevo estudio. Foto: HumbertoFotoMX

Tres escenarios de crecimiento urbano: qué futuro elegimos

Para estimar cómo será el acceso al agua en 2050, los científicos imaginaron tres trayectorias de crecimiento para ciudades que duplicarán su población.

Crecimiento compacto: en este escenario, la construcción se adensa y rellena los huecos dentro del tejido urbano.

Crecimiento persistente: en él, se mantiene la tendencia actual.

Crecimiento horizontal: la ciudad se desparrama por la periferia.

«Supusimos que el único elemento que cambiaba era el lugar donde se producían los nuevos desarrollos dentro de la ciudad», detalla Prieto-Curiel.

La forma de las ciudades será clave para garantizar agua en 2050

Las conclusiones son inequívocas: un desarrollo más redondo y denso permitiría que 220 millones de personas más accedieran a agua por tubería y 190 millones más a sistemas de alcantarillado, en comparación con el crecimiento horizontal.

La expansión persistente mantendría las tasas actuales, mientras que la mancha urbana reduciría aún más la proporción de población con acceso a estos servicios esenciales.

En un mundo donde las ciudades crecen más rápido que nunca, el estudio plantea una pregunta urgente: ¿seguirá ampliándose la brecha en torno al agua potable o se apostará por formas urbanas que la cierren? Según los autores, la respuesta está en la planificación, un terreno donde, a diferencia del clima o la geología, los gobiernos todavía tienen margen para actuar.▪️

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