Dos sesgos mentales que explican por qué tanta gente cree en las pseudociencias

Dos mecanismos psicológicos tan simples como poderosos están detrás de la facilidad con que millones de personas aceptan terapias sin pruebas y explicaciones mágicas. Un nuevo estudio revela cómo nuestra mente convierte el azar en significado.

Por Enrique Coperías

Un estudio de la Fundación BBVA sobre creencias y prácticas alternativas confirma que un tercio de los españoles cree que los alienígenas han llegado a la Tierra.

Un estudio de la Fundación BBVA sobre creencias y prácticas alternativas confirma que un tercio de los españoles cree que los alienígenas han llegado a la Tierra. La ufología es considerada como una pseudiciencia. Foto: Leo_Visions

¿Por qué hay personas que ven señales donde otros solo ven azar? ¿Cómo es posible que, en pleno 2025, prosperen creencias como la homeopatía, las terapias alternativas o los supuestos principios cuánticos aplicados a la salud?

Un estudio reciente de la Universidad de Barcelona (España) aporta una pieza más al rompecabezas: dos tendencias cognitivas muy simples —y muy humanas— pueden predecir sorprendentemente bien quién es más propenso a abrazar la pseudociencia.

El trabajo, publicado en la revista Applied Cognitive Psychology, examina a fondo la relación entre tres fenómenos:

✅ La capacidad de las personas para interpretar coincidencias.

✅ La forma en que representan la aleatoriedad.

✅ El nivel de adhesión a creencias pseudocientíficas.

Los autores parten de una idea sencilla pero poderosa: para navegar por el mundo necesitamos distinguir cuándo dos eventos coinciden por pura casualidad y cuándo esa coincidencia revela algo significativo. Sin embargo, no todos lo hacemos igual. Y esas diferencias pueden influir, sin que seamos conscientes, en qué tipo de creencias abrazamos.

Coincidencias: cuando el cerebro convierte casualidad en causalidad

El estudio parte de un ejemplo cotidiano: imaginemos a alguien que lleva días con dolores de cabeza y prueba una pastilla homeopática. A los pocos minutos, el dolor remite. Para esa persona, la secuencia “pastilla → alivio” puede convertirse en evidencia de que el remedio funciona, aunque fisiológicamente sea indistinguible de azúcar.

Lo que ocurre con los dolores, claro, es que muchas veces remiten solos. Pero nuestro cerebro no siempre está dispuesto a aceptar lo obvio: si dos eventos coinciden, la tentación de vincularlos es enorme.

Investigaciones anteriores ya habían demostrado que las personas con creencias paranormales —telepatía, premoniciones, ángeles de la guarda— tienden a experimentar más coincidencias significativas en su vida diaria. También suelen evitar repeticiones cuando se les pide generar secuencias al azar, como simular tiradas de una moneda, lo que pone de manifiesto una representación errónea de la aleatoriedad: para muchos, azar significa alternancia constante, cuando en realidad la aleatoriedad real está llena de rachas, repeticiones y patrones aparentes.

El nuevo estudio, coordinado por Javier Rodríguez-Ferreiro, Nia Pangani e Itxaso Barberia, del Departamento de Cognición de la Universidad de Barcelona, se propone ir más allá: ¿ocurre lo mismo entre quienes creen en pseudociencias, un terreno donde, a diferencia del ámbito paranormal, no hay referencias directas a fuerzas sobrenaturales? Si la respuesta es sí, ello reforzaría la hipótesis de que estas creencias comparten raíces cognitivas profundas.

Tres pruebas para medir un mismo sesgo

Para poner a prueba esta idea, los investigadores recopilaron datos de 108 estudiantes de Psicología. Cada participante completó tres tareas:

1️⃣ Una escala de adhesión a las pseudociencias, con afirmaciones sobre homeopatía, energías alternativas o mitos pseudocientíficos sin evidencia científica.

2️⃣ Un cuestionario sobre coincidencias, en el que debían indicar con qué frecuencia experimentaban eventos curiosos, como pensar en alguien y encontrárselo, soñar con un hecho que luego ocurre y tener una corazonada precisa, y qué causas atribuían a esas coincidencias: azar, destino, intervención divina, conexión universal, intuición o percepciones extrasensoriales.

3️⃣ Dos tareas de generación de secuencias aleatorias, una con monedas y otra con dados, diseñadas para medir cuántas repeticiones consecutivas evitaban los participantes.

Este tipo de tareas pueden parecer triviales, pero son muy reveladoras: la mayoría de las personas, cuando intenta imitar el azar, produce demasiada alternancia y muy pocas repeticiones. Una tirada real de moneda produce rachas frecuentes de cara-cara o cruz-cruz, pero muchos participantes tienden a evitarlas porque les parecen poco aleatorias.

El tarot es una práctica adivinatoria que utiliza una baraja de cartas con símbolos y arquetipos para interpretar situaciones personales, explorar emociones o intentar prever eventos futuros.

El tarot es una práctica adivinatoria que utiliza una baraja de cartas con símbolos y arquetipos para interpretar situaciones personales, explorar emociones o intentar prever eventos futuros. Se basa en lecturas simbólicas y subjetivas, no en pruebas científicas, por lo que se considera una práctica esotérica sin evidencia. Foto: Petr Sidorov

El azar no gusta… y se nota

Los resultados confirman que, en general, los participantes mostraron esa típica fobia a la repetición: en la tarea de la moneda, solo un 44% de las elecciones repetían la cara previa, cuando lo esperable por azar sería el 50%.

En el dado, donde las repeticiones reales serían mucho menos frecuentes, también se observó una evitación significativa.

Pero lo realmente llamativo surge al relacionar estas medidas cognitivas con las creencias de cada participante.

Quien cree más enlas pseudociencias ve más coincidencias

Por un lado, quienes obtuvieron puntuaciones más altas en la escala de pseudociencias también afirmaron experimentar más coincidencias significativas en su vida diaria. No solo eso: eran más proclives a atribuir esas coincidencias a causas no aleatorias, como el destino, fuerzas desconocidas o algún tipo de conexión universal.

Y cuanto más rechazaban la explicación de pura casualidad, más alta era su adhesión a la pseudociencia.

Una posible interpretación para esto es que estas personas tienen una mayor tendencia a buscar significado en los acontecimientos, incluso donde no lo hay. Lo relevante, y lo que el estudio enfatiza, es que esta tendencia se da incluso en el ámbito pseudocientífico, donde no se apela explícitamente a entidades sobrenaturales. Es decir: no es que los creyentes en pseudociencia sean espirituales por defecto, sino que su forma de procesar coincidencias es distinta.

El otro predictor: el sesgo en la percepción del azar

El segundo hallazgo clave es que los participantes más inclinados a las pseudociencias tendían también a evitar más las repeticiones en la tarea de la moneda. Es decir, tenían una representación más distorsionada de lo que significa azar.

Este patrón no apareció con la misma claridad en la tarea del dado, tal vez por un efecto suelo, ya que las repeticiones reales en un dado son mucho menos frecuentes y el margen de variación es menor, pero sí fue robusto en la tarea de la moneda.

Lo interesante es que estos dos factores —atribuir coincidencias a causas no aleatorias y evitar repeticiones al simular el azarpredijeron de manera independiente la adhesión a las pseudociencias. Esto significa que no son dos caras de un mismo sesgo, sino dos tendencias cognitivas distintas que convergen en un mismo resultado.

Buscar significado donde no lo hay… y evitar patrones que sí existen

Los investigadores plantean una explicación sugestiva: algunas personas serían más proclives a detectar causalidad ilusoria donde solo hay coocurrencia, mientras que otras —o las mismas— tendrían un modelo erróneo de aleatoriedad que les hace interpretar ciertos patrones como altamente improbables y, por tanto, significativos.

La combinación de ambos sesgos crea un terreno fértil para que arraiguen creencias pseudocientíficas. Pensemos en dos ejemplos cotidianos:

Rachas de mejoría tras un tratamiento inútil. Quien evita mentalmente las repeticiones puede ver como extraordinario que algo «funcione dos veces seguidas», aunque estadísticamente eso sea completamente esperable.

Coincidencias biográficas. «Justo cuando pensé en X, X me llamó». Si la persona infraestima lo probable que es que ocurran coincidencias triviales, tenderá a atribuirlas a causas especiales.

En ambos casos, la cognición hace un atajo que parece intuitivo, pero que conduce a errores sistemáticos.

Más allá de lo paranormal

Un punto especialmente valioso del estudio es que rompe con la idea de que estos sesgos pertenecen únicamente al ámbito de lo paranormal o lo esotérico.

Aquí los investigadores se centran en pseudociencias modernas, con un barniz de lenguaje técnico y apariencia racional, y aun así encuentran exactamente los mismos mecanismos cognitivos que en las creencias paranormales tradicionales.

Esto sugiere que la frontera entre pseudociencia, superstición y pensamiento mágico quizá sea menos clara de lo que creemos. Todas ellas podrían compartir una arquitectura mental subyacente basada en la búsqueda excesiva de patrones y una intuición estadística deficiente.

Todos compartimos estos sesgos (sí, tú también)

Conviene señalar que estos sesgos no son fallos exclusivos de los creyentes en pseudociencias. De hecho, aparecen en la mayoría de las personas. Nuestro cerebro evolucionó para detectar patrones de forma rápida, incluso a riesgo de equivocarse: es mejor asumir por error que un ruido en la maleza indica un depredador que ignorarlo y convertirse en su cena.

El problema surge cuando estas heurísticas cognitivas, adaptativas en muchos contextos, se filtran a áreas donde necesitamos razonamientos más fríos y basados en datos, como la evaluación de riesgos, la valoración de tratamientos médicos y la interpretación de estadísticas.

La terapia floral de Bach es un remedio alternativo creado en los años 30 por Edward Bach que utiliza extractos líquidos de flores silvestres diluidos en agua. Se considera una pseudoterapia

La terapia floral de Bach es un remedio alternativo creado en los años 30 por Edward Bach que utiliza extractos líquidos de flores silvestres diluidos en agua. Según sus defensores, cada esencia ayuda a equilibrar emociones como miedo, ansiedad o tristeza. No tiene evidencia científica de eficacia más allá del placebo y se considera una pseudoterapia. Foto: Ayla Verschueren

¿Cómo combatir la pseudociencia desde la cognición?

Los autores del estudio consideran que sus hallazgos pueden contribuir al diseño de intervenciones educativas contra la pseudosciencia. Señalan dos líneas de acción:

1️⃣ Enseñar a interpretar coincidencias, recordando que la simple coocurrencia no implica causalidad y que nuestras intuiciones sobre la probabilidad suelen ser deficientes.

2️⃣ Entrenar la percepción de aleatoriedad, mostrando cómo las rachas y las repeticiones son parte natural del azar, no señales de manipulación o de energías especiales.

Las campañas de alfabetización científica suelen centrarse en explicar conceptos, desmontar mitos o aportar datos. Pero este estudio recuerda que también hay que atender a cómo pensamos, no solo a qué pensamos.

Entender el azar para entender nuestras creencias

En definitiva, el trabajo de la Universidad de Barcelona ilumina dos tendencias cognitivas aparentemente simples —ver demasiadas coincidencias significativas y malinterpretar la aleatoriedad— que pueden actuar como motores silenciosos de las creencias pseudocientíficas.

Son mecanismos universales, profundamente humanos y, lo más importante, modificables.

Si queremos mejorar la capacidad colectiva para tomar decisiones informadas —desde qué tratamiento seguir hasta qué políticas apoyar—, quizá debamos empezar por algo tan básico como entender mejor el azar… y recordar que no todo lo que coincide, conecta. ▪️

  • Fuente: Javier Rodríguez-Ferreiro, Nia Pangani, Itxaso Barberia. Random Sequences, Experienced Coincidences, and Pseudoscientific Beliefs. Applied Cognitive Psychology (2025). DOI: https://doi.org/10.1002/acp.70133

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