El lugar donde los primeros mesoamericanos dibujaron el cosmos: Aguada Fénix
En la tierra roja de Tabasco, un pueblo sin reyes ni ejércitos levantó hace tres mil años la mayor construcción de Mesoamérica. Hoy, la ciencia revela que era mucho más que un templo: era un mapa del universo.
Por Enrique Coperías
El arqueólogo de la Universidad de Arizona Takeshi Inomata (izquierda) y la investigadora Melina García excavan en un depósito ceremonial con pigmentos minerales vinculados a los puntos cardinales en Aguada Fénix. «Es el primer caso en que encontramos esos pigmentos asociados a cada dirección específica», explica Inomata. Foto: Atasta Flores
En una planicie del sureste mexicano, un grupo de agricultores y pescadores trazó sobre el paisaje un gigantesco mapa del cosmos o cosmograma, hace más de tres mil años. Aquella gente no tenía reyes ni ejércitos, ni templos de piedra, ni esculturas de gobernantes divinizados. Pero lograron levantar la construcción monumental más antigua y extensa de Mesoamérica.
El yacimiento arqueológico, conocido como Aguada Fénix, ha vuelto a sorprender al mundo científico: bajo la aparente simplicidad de su plataforma principal, los arqueólogos han descubierto un entramado de canales, calzadas y ejes orientados que dibujan una cosmografía de nueve por siete kilómetros y medio, una suerte de cruz monumental que simbolizaba el orden del universo.
El hallazgo, publicado en la revista Science Advances por el arqueólogo japonés Takeshi Inomata, de la Universidad de Arizona (Estados Unidos), redefine el origen de la civilización maya y de la arquitectura ritual en el continente americano. La investigación demuestra que sociedades igualitarias, sin jerarquías visibles ni clases dirigentes, fueron capaces de organizar y ejecutar obras de una escala solo comparable a las de Tikal o Teotihuacán, construidas más de mil años después.
Una ciudad sin reyes: el poder de la cooperación colectiva
Aguada Fénix se extiende en el estado de Tabasco, a orillas del río San Pedro, en la frontera con Guatemala. Desde su descubrimiento en 2020 mediante tecnología LIDAR, que permite ver estructuras bajo la tupida selva, el sitio se convirtió en un enigma. En el centro se eleva una vasta plataforma de tierra compactada, de 1,4 kilómetros de largo por 400 metros de ancho y hasta 15 metros de alto: una explanada artificial más grande que la Gran Pirámide de Egipto en volumen de tierra removida.
Los investigadores ya habían fechado su construcción entre los años 1050 a. C. y 700 a. C., lo que la situaba como el monumento más antiguo y colosal del área maya. Pero lo que ahora emerge es aún más ambicioso: una red de ejes y canales que extendía su simbolismo mucho más allá del recinto principal.
Las nuevas excavaciones revelan que Aguada Fénix no fue una ciudad en el sentido clásico, sino un centro ceremonial y político estacional. No se han hallado viviendas permanentes ni signos de una élite dominante: ningún palacio, ninguna tumba de gobernantes. La comunidad que lo construyó quizá se reunía periódicamente, tal vez durante la estación seca, para levantar, renovar o celebrar en ese espacio monumental.
🗣️ «Lo asombroso es que esta gente sin jerarquías rígidas pudo coordinar obras de enorme complejidad técnica y simbólica. Aguada Fénix demuestra que la cooperación masiva no necesita coerción ni desigualdad —explica Inomata. Y añade—: Lo que estamos descubriendo es que hubo una especie de big bang de la construcción hacia el año 1000 a. C., algo de lo que nadie tenía noticia. Una planificación y una construcción enormes ocurrieron desde el mismo principio».
Artefacto de jade hallado en la excavación de Aguada Fénix, que podría representar a una mujer en el momento del parto. Foto: Takeshi Inomata / Universidad de Arizona
El corazón del cosmos: el Grupo E y la ofrenda sagrada
El eje central del complejo lo marca el llamado Grupo E, una estructura formada por montículos al oeste y una plataforma alargada al este, un patrón recurrente en la arquitectura ritual maya. Su orientación astronómica parece coincidir con los amaneceres del 24 de febrero y el 17 de octubre, separados por 130 días, exactamente la mitad del ciclo ritual mesoamericano de 260 días.
Esta precisión astronómica sugiere que los constructores ya utilizaban calendarios y observaciones solares mil años antes de la escritura de logogramas maya.
En el centro de esa plaza sagrada, los arqueólogos hallaron una ofrenda en forma de cruz excavada en la roca caliza, con escaleras en los cuatro lados y dos niveles de profundidad. En el fondo apareció un depósito ritual compuesto por veinticuatro pequeños objetos de arcilla en forma de hachas, pintados con pigmento rojo, y sobre ellos, otro escondite más pequeño que contenía una mezcla simbólica de colores y materiales: azul de azurita, verde de malaquita, amarillo de ocre y conchas marinas rojizas y doradas.
En el corazón de un cosmograma
Esa disposición, inédita en el registro arqueológico, representa la expresión más antigua conocida del simbolismo direccional y cromático mesoamericano: los colores asociados a los puntos cardinales y al orden del universo. El azul y el verde procedían de minerales de cobre probablemente traídos desde regiones lejanas de México o Centroamérica, lo que revela redes de intercambio prehispánicas mucho antes de los grandes imperios mayas.
«Sabemos que existen colores específicos asociados a direcciones concretas, y eso es algo importante para todos los pueblos mesoamericanos, incluso para algunos nativos de Norteamérica —explicó Inomata al presentar el hallazgo. Y añadió—: Pero nunca antes habíamos encontrado pigmentos colocados de esta manera. Este es el primer caso en el que hallamos esos pigmentos asociados a cada dirección concreta. Fue muy emocionante».
Los arqueólogos interpretan esta ofrenda como el corazón de un cosmograma, una representación ritual del mundo y sus direcciones. Desde ese centro se extendían, a escala colosal, los ejes norte-sur y este-oeste marcados por calzadas ceremoniales y corredores excavados, algunos de más de seis kilómetros de longitud.
Mapa de Aguada Fénix, elaborado a partir de datos LiDAR obtenidos por el National Center for Airborne Laser Mapping (NCALM) y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Las líneas blancas indican los ejes norte-sur y este-oeste del sitio; las mesetas, calzadas, corredores, canales y la laguna se muestran en diferentes colores. Cortesía: Takeshi Inomata et al.
La cruz que se vuelve paisaje: ingeniería y simbolismo
Los mapas LIDAR y las excavaciones posteriores muestran que los ejes de Aguada Fénix no se detenían en la plataforma central. Se prolongaban a través de una serie de canales artificiales y diques, algunos de 35 metros de ancho y hasta cinco de profundidad, que transformaron por completo el entorno natural. El principal, el Canal 5, alcanzaba más de cuatro kilómetros y conectaba una laguna llamada Naranjito con una serie de depresiones y terrazas naturales.
Los constructores llegaron a levantar una presa de más de cien metros de largo, destinada a controlar el nivel del agua del lago y dirigirla hacia los canales. Pero la obra nunca se completó: la excavación se detuvo cuando el terreno exigía cortar la roca caliza más dura. «El proyecto fue tan ambicioso que probablemente superó sus capacidades técnicas», admite Inomata.
Aun inacabados, los canales constituyen el sistema hidráulico más antiguo documentado en el área maya. Su función, sin embargo, no era agrícola ni práctica, sino simbólica: las corrientes y estanques reproducían el flujo del agua sagrada, elemento vital en la cosmovisión mesoamericana. El paisaje entero se convirtió en un mapa viviente del cosmos, una puesta en escena de los mitos de creación y de la relación entre el cielo, la tierra y el inframundo acuático.
Rituales, festines y comunidad: la sociedad igualitaria de Aguada Fénix
Las ofrendas ceremoniales depositadas en el centro de la cruz fueron selladas hacia el año 880 a. C. y, en los siglos siguientes, otras ceremonias añadieron joyas de jade y figuras talladas que representaban animales o mujeres en parto. Nada que ver con las estatuas de reyes olmecas o dioses poderosos: en Aguada Fénix predominan los motivos cotidianos, los símbolos de fertilidad y vida.
«Esto nos indicó que se trataba realmente de un lugar ritual muy importante», recuerda Inomata al describir el momento en que el equipo halló las primeras hachas de jade.
El equipo de Inomata sugiere que las reuniones masivas para construir y celebrar en este lugar servían tanto para reforzar la identidad colectiva como para establecer alianzas, intercambiar bienes y concertar matrimonios. «Las obras mismas eran actos rituales —explica el investigador—. Participar en la edificación del cosmos era una manera de pertenecer».
Los arqueólogos calculan que la construcción de la gran plataforma requirió mover más de tres millones y medio de metros cúbicos de tierra —unos diez millones de jornadas de trabajo—, una hazaña posible solo si cientos o miles de personas cooperaban de manera voluntaria o ritualizada, y sin esclavos.
🗣️ «Estos líderes no tenían poder para obligar a los demás —comenta Inomata sobre la organización social del sitio. Y añade—: La mayoría de la gente acudía probablemente por voluntad propia, porque la idea de construir un cosmograma era realmente importante para ellos, y trabajaban juntos por ese motivo».
El equipo arqueológico desenterró hachas y ornamentos de jade que tal vez fueron depositados en visitas posteriores al sitio, después de que los constructores realizaran las ofrendas en la cavidad cruciforme y la sellaran con tierra. Foto: Takeshi Inomata / Universidad de Arizona
Los límites de una utopía: cuando la cooperación se agota
Aguada Fénix floreció durante unos 350 años y fue abandonada hacia 700 a.C., dejando inacabadas varias estructuras, entre ellas el Canal 5 y un segundo gran montículo occidental. Esa interrupción revela las limitaciones de las sociedades igualitarias frente a proyectos tan monumentales: sin autoridad coercitiva ni planificación centralizada, la comunidad dependía de la motivación simbólica y la cooperación espontánea.
Con todo, el legado de Aguada Fénix fue profundo. Los patrones arquitectónicos, la orientación astronómica y el simbolismo cromático que allí aparecieron reaparecerían siglos después en La Venta, Tikal o Teotihuacán. Los especialistas creen que los astrónomos y líderes rituales de Aguada Fénix —expertos en calendarios y observaciones solares— fueron los precursores de los sacerdotes y reyes mayas que dominaron la región en la era clásica.
La arqueóloga mexicana Xanti S. Ceballos Pesina, coautora del estudio, confiesa su asombro al observar la magnitud del sitio en los mapas LIDAR: «Me parece increíble que las nuevas tecnologías arqueológicas estén ayudando a descubrir este tipo de disposiciones arquitectónicas. Y cuando lo ves en el mapa, impresiona mucho pensar que, en el periodo Preclásico Medio, personas sin una organización ni un poder centralizado se unieran para realizar rituales y construir una obra de esta magnitud».
Un espejo para el presente: cooperación sin jerarquías
Más allá de su valor histórico, el hallazgo plantea preguntas contemporáneas. ¿Cómo logra una comunidad organizar obras colectivas sin jerarquías ni coerción? ¿Qué motiva a las personas a colaborar a gran escala? Inomata sugiere que la clave estuvo en la cosmovisión compartida: «Construir Aguada Fénix era construir el universo. Era una tarea sagrada que trascendía al individuo».
Y añade una reflexión que trasciende a la arqueología: «La gente tiene la idea de que ciertas cosas sucedieron en el pasado —que hubo reyes, y que fueron los reyes quienes construyeron las pirámides— y por eso piensa que, en los tiempos modernos, también se necesitan personas poderosas para lograr grandes cosas. Pero cuando uno observa los datos reales del pasado, ve que no fue así. No necesitamos una gran desigualdad social para alcanzar cosas importantes».
En una época marcada por la desigualdad y la fragmentación social, el ejemplo de aquellos constructores prehispánicos resuena con fuerza. Su legado, tallado en tierra y agua hace más de tres milenios, nos recuerda que la cooperación y el sentido colectivo pueden levantar estructuras tan duraderas como las piedras de los imperios.
Aguada Fénix fue, literalmente, un mapa del mundo trazado por manos iguales. ▪️
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Información facilitada por la Universidad de Arizona
Fuente: Takeshi Inomata et al. Landscape-wide cosmogram built by the early community of Aguada Fénix in southeastern Mesoamerica. Science Advances (2025). DOI: 10.1126/sciadv.aea2037

