Reeducar la forma de caminar: un avance no invasivo contra la osteoartritis de rodilla

Un leve cambio en el ángulo del pie al caminar podría aliviar el dolor de rodilla y frenar el desgaste del cartílago, según un innovador estudio internacional. La técnica, no invasiva y sin fármacos, ofrece una alternativa prometedora a la prótesis en pacientes con osteoartritis.

Por Enrique Coperías

Al inicio del estudio, los participantes se sometieron a una resonancia magnética inicial y caminaron sobre una cinta de correr con sensores de fuerza, mientras cámaras de captura de movimiento registraban la mecánica de su marcha.

Al inicio del estudio, los participantes se sometieron a una resonancia magnética inicial y caminaron sobre una cinta de correr con sensores de fuerza, mientras cámaras de captura de movimiento registraban la mecánica de su marcha. Crédito: Utah Movement Bioengineering Lab.

Casi uno de cada cuatro adultos mayores de cuarenta años padece osteoartritis de rodilla, una enfermedad degenerativa que desgasta el cartílago articular y provoca dolor crónico.

La medicina actual no puede revertir este daño: los pacientes dependen de analgésicos y, en fases avanzadas, de prótesis de rodilla. Sin embargo, un equipo de las universidades de Utah, Nueva York y Stanford ha encontrado una vía alternativa que no pasa por fármacos ni cirugía: reeducar la forma de caminar.

El estudio, publicado en la revista The Lancet Rheumatology y codirigido por Scott Uhlrich, ingeniero mecánico de la Facultad de Ingeniería John y Marcia Price, en la Universidad de Utah, demuestra que ajustar levemente el ángulo del pie al andar reduce el dolor tanto como ciertos medicamentos y ralentiza el deterioro del cartílago de la rodilla. Se trata del primer ensayo controlado con placebo que avala la eficacia de una intervención biomecánica en la osteoartritis.

«Sabemos que, en las personas con osteoartritis, las cargas elevadas en la rodilla aceleran la progresión de la enfermedad y que cambiar el ángulo del pie puede reducir esa carga —explica Uhlrich en un comunicado de la Universidad de Utah— La idea no es nueva, pero hasta ahora no había pruebas sólidas en estudios aleatorios con placebo».

Cámaras que registran el movimiento de las piernas y pies

Los científicos centraron su investigación en pacientes con osteoartritis leve o moderada en el compartimento medial de la rodilla —la parte interior—, que soporta más peso que el lateral.

La novedad fue un enfoque personalizado: en lugar de aplicar la misma corrección a todos los voluntarios, Uhlrich y sus colegas determinaron, mediante resonancias magnéticas y análisis de la marcha en cinta equipadas con cámaras de captura de movimiento, si cada persona debía girar los dedos de los pies hacia dentro o hacia fuera, y en qué grado —5º o 10º— para descargar más la articulación de la rodilla.

Quienes no mostraban beneficio con ninguna variación fueron descartados, evitando así uno de los errores de ensayos clínicos previos. Los 68 participantes se dividieron entre un grupo que recibió la corrección óptima de la marcha y otro que mantuvo su ángulo natural del pie, a modo de placebo.

El investigador principal, Scott Uhlrich, registra la marcha de una participante en el estudio. Cortesía: Utah Movement Bioengineering Lab.

Un alivio de resultados

Durante seis semanas, acudieron al laboratorio para entrenar la nueva forma de andar con la ayuda de un sistema de vibración en la espinilla que servía de recordatorio. Luego practicaron en su vida diaria, al menos durante veinte minutos al día, hasta automatizar el gesto.

Un año después, las resonancias magnéticas mostraron que la nueva estrategia terapéutica había funcionado en el grupo que había seguido las pautas de los investigadores:

✅ Reducción el dolor de rodilla con una eficacia comparable a medicamentos como ibuprofeno o incluso a analgésicos más potentes.

✅ Ralentización de la degradación del cartílago, según las resonancias magnéticas realizadas tras un año de seguimiento.

Mejorar de la movilidad y la función articular sin necesidad de dispositivos permanentes.

«Fue muy emocionante ver que no solo aliviábamos los síntomas, sino que también influíamos en la progresión de la osteoartritis», señala Uhlrich.

Paso firme hacia la medicina sin fármacos

El entusiasmo no se quedó en los datos. «No tengo que tomar ningún medicamento ni llevar ningún dispositivo… ahora es simplemente parte de mi cuerpo», celebra uno de los participantes, que prefiere permanecer en el anonimato.

Para Uhlrich, la adherencia a largo plazo es uno de los puntos fuertes de la intervención: «En personas de entre treinta y cincuenta años, la osteoartritis de rodilla puede suponer décadas de tratamiento del dolor antes de plantear una prótesis. Esto podría cubrir esa gran brecha».

Aun así, su aplicación clínica requiere simplificar el diagnóstico inicial, que hoy precisa tecnología de análisis de la marcha cara y laboriosa. El equipo trabaja en sensores móviles y herramientas como el vídeo de un teléfono inteligente o un zapato inteligente para personalizar el tratamiento en una consulta del fisioterapeuta.

Falta investigación antes de que cualquier paciente pueda aprender a caminar para aliviar el dolor de rodilla, pero la posibilidad de frenar la artrosis sin fármacos ni cirugía ya ha dado su primer paso firme. ▪️

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