«Janjucetus dullardi»: descubren en Australia los fósiles de una nueva ballena depredadora que vivió hace 26 millones de años
Con grandes ojos, dientes afilados y cuerpo compacto, Janjucetus dullardi cazaba en los mares cálidos del Oligoceno. El hallazgo en la Surf Coast australiana aporta un capítulo inédito en la evolución temprana de las ballenas.
Por Enrique Coperías
Madre y cría de Janjucetus dullardi. Ilustración: Ruairidh Duncan. Fuente: Museums Victoria
En los acantilados de la Surf Coast, en el sureste de Australia, la marea y la erosión han vuelto a sacar a la luz un fragmento perdido de la historia de la vida.
Allí, en un estrato de sedimentos marinos de finales del Oligoceno, un residente local llamado Ross Dullard encontró en junio de 2019 un cráneo parcial que, cuatro años más tarde, se convertiría en protagonista de una de las descripciones científicas más relevantes sobre la evolución temprana de las ballenas.
La especie, recién bautizada como Janjucetus dullardi, en honor a su descubridor, acaba de ser presentada en la revista Zoological Journal of the Linnean Society por un equipo de científicos del Museums Victoria Research Institute y varias universidades.
Un depredador marino en miniatura
No se trataba de un gigante apacible como las ballenas actuales, sino de un pequeño cazador: apenas superaba los dos metros de longitud, tenía un cuerpo compacto, grandes ojos orientados hacia adelante y una dentadura afilada y cortante, ideal para atrapar peces y calamares en las aguas templadas que cubrían la región hace unos 26 millones de años.
«Imagina la versión tiburón de una ballena con barbas: pequeña, aparentemente adorable, pero desde luego no inofensiva», explica Ruairidh Duncan, doctorando y autor principal del estudio, en un comunicado de los Museums Victoria.
Janjucetus dullardi pertenece a los Mammalodontidae, una familia extinto de misticetos primitivos —las ballenas que más tarde desarrollarían barbas filtradoras— que conservaron dientes funcionales. Vivieron solo durante el Oligoceno (hace entre 30 y 23 millones de años) y, hasta ahora, solo se conocían tres especies:
🐋 Janjucetus hunderi y Mammalodon colliveri, ambas de Victoria.
🐋 Mammalodon hakataramea, de Nueva Zelanda.
Este nuevo fósil es el tercer mamalodóntido identificado en la región y apenas el cuarto en el mundo.
Halladas estructuras completas del oído de esta ballena
Aunque los restos fósiles de este grupo son relativamente comunes en la zona, casi siempre se encuentran de forma fragmentada —dientes aislados, huesos del oído sueltos— y rara vez asociados a una especie concreta.
El ejemplar de Janjucetus dullardi es excepcional porque preserva, junto a la dentición, estructuras completas del oído interno: el hueso periótico, la bulla o ampolla timpánica y los huesecillos auditivos. Estos elementos son clave para estudiar cómo oían y se orientaban en el agua estos animales.
«El descubrimiento de Ross ha desvelado todo un capítulo de la evolución de las ballenas que nunca antes habíamos visto. Es un recordatorio de que los fósiles que cambian el mundo se pueden encontrar en tu propio patio trasero», afirma Erich Fitzgerald, conservador principal de Paleontología de Vertebrados en el Museums Victoria Research Institute y coautor del estudio.
Un fósil juvenil que habla del crecimiento
Los paleontólogos han confirmado que los fósiles corresponden a un ejemplar juvenil, un bebé de ballena de poco más de dos metros. La prueba está en los detalles óseos: suturas craneales abiertas, cavidades pulpares expuestas en los dientes y ausencia de desgaste dental.
Los fósiles de cetáceos juveniles son extremadamente raros y su valor científico es enorme, ya que permiten diferenciar entre características propias de una etapa de desarrollo y adaptaciones reales de la especie. En el caso de Janjucetus dullardi, su gran tamaño ocular podría deberse en parte a su tierna edad, pero también encajar con hipótesis previas que vinculan este rasgo a posibles adaptaciones para el buceo, similares a las de pinnípedos, como las focas y las morsas.
«Este fósil abre una ventana a cómo crecían y cambiaban las ballenas antiguas, y cómo la evolución moldeó sus cuerpos para adaptarse a la vida en el mar», añade Fitzgerald.
El escenario de hace 26 millones de años
El ejemplar procede de la Formación Jan Juc, un conjunto de sedimentos marinos glauconíticos —depósitos formados en el fondo del mar que contienen glauconita, un mineral verde que se genera en ambientes marinos poco profundos y de sedimentación lenta— que afloran en los acantilados entre Jan Juc Beach y Bells Headland, en el Wadawurrung Country.
Estas capas se depositaron en un ambiente de plataforma continental somera durante un periodo de clima cálido global y mares en ascenso.
En aquel tiempo, la costa australiana albergaba una fauna marina variada: tiburones, peces óseos, aves marinas y varios tipos de cetáceos arcaicos. Entre ellos, los misticetos dentados como el protagonista de este descubrimiento paleontológoco, que cazaban activamente en lugar de filtrar alimento como hacen sus descendientes modernos.
La datación por isótopos de estroncio de las capas sugiere que el ejemplar vivió hace entre 26,05 y 24,67 millones de años, en pleno Chattiense medio.










Anatomía y modo de vida
El cráneo de Janjucetus dullardi muestra un hocico corto (brevirostrino), grandes órbitas y dientes posteriores con raíz doble, con crestas y dentículos pronunciados, tanto en la cara interna como externa. No eran piezas para triturar, sino para cortar y sujetar presas.
El estudio de alta resolución mediante microtomografía computarizada o microCT permitió reconstruir con detalle la cóclea y otros componentes del oído interno, esenciales para la audición subacuática. Esto aporta pistas sobre cómo este pequeño depredador marino detectaba y localizaba a sus presas.
«Es, esencialmente, una pequeña ballena con grandes ojos y una boca llena de dientes cortantes. Un animal rápido y compacto, pero formidable», resume Duncan.
La costa de Victoria: un laboratorio natural de evolución
En palabras de Fitzgerald, el hallazgo refuerza el papel de la costa de Victoria como epicentro mundial para el estudio de la evolución de las primeras ballenas. La concentración de fósiles de cetáceos del Oligoceno en esta franja costera es comparable a la de otros yacimientos paleontológicos de referencia mundial.
«Esta región fue en su día una cuna para algunas de las ballenas más inusuales de la historia, y apenas estamos empezando a descubrir sus historias—afirma Fitzgerald. Y concluye—: Estamos entrando en una nueva fase de descubrimiento: esta costa está reescribiendo cómo las ballenas llegaron a dominar los océanos, con giros de guion sorprendentes».
El estudio también revisa detalles anatómicos relevantes del género Janjucetus y de la familia Mammalodontidae, e incorpora nuevos caracteres de la región auditiva y del cráneo.▪️
Información facilitada por la Museums Victoria
Fuente: Ruairidh J. Duncan, James P. Rule, Travis Park, Alistair R. Evans, Justin W. Adams, Erich M. G. Fitzgerald. An immature toothed mysticete from the Oligocene of Australia and insights into mammalodontid (Cetacea: Mysticeti) morphology, systematics, and ontogeny. Zoological Journal of the Linnean Society (2025). DOI: https://doi.org/10.1093/zoolinnean/zlaf090