Vacunarte en el mismo brazo potencia la respuesta inmune

¿Brazo derecho o izquierdo? Vacunarse siempre en el mismo brazo no es un asunto baladí: la ciencia acaba de descubrir que puede marcar la diferencia entre una defensa inmune lenta o fulminante. Descubre por qué.

Por Enrique Coperías

Una profesional de la salud administra una vacuna en el brazo de una paciente, un gesto sencillo que, según la ciencia, puede potenciar significativamente la respuesta inmunitaria. Imagen generada con DALL-E

Recibir una vacuna de refuerzo en el mismo brazo que la dosis inicial puede parecer un detalle menor, pero una nueva investigación liderada por científicos de Sídney revela que este pequeño gesto podría tener un gran impacto en la eficacia de la vacunación.

Publicado en la revista Cell, el estudio muestra que este enfoque potencia una respuesta inmunitaria más rápida y robusta, gracias a la acción clave de ciertos macrófagos especializados ubicados en los ganglios linfáticos. Los macrófagos son células del sistema inmunitario que actúan como centinelas: detectan, engullen y eliminan microbios, células muertas y otras amenazas. Además, ayudan a activar otras células inmunes al presentarles fragmentos del agente patógeno.

El trabajo conjunto del Instituto Garvan de Investigación Médica y el Instituto Kirby de la UNSW Sydney, en Australia, pone el foco en los ganglios linfáticos de drenaje, que son los más cercanos al lugar de la inyección. Allí residen los denominados linfocitos B de memoria, que, al recibir un refuerzo en el mismo sitio, tienen más probabilidades de reactivarse rápidamente y generar anticuerpos neutralizantes de alta calidad.

El sistema inmune prefiere el mismo brazo

Los macrófagos de los senos subcapsulares, identificados como piezas clave en este proceso, actúan como centinelas que retienen y reactivan las células B de memoria cuando detectan de nuevo el antígeno que contiene la vacuna.

Estos macrófagos no solo presentan el antígeno, sino que también crean un entorno propicio para que las células B vuelvan a ingresar en los denominados centros germinales secundarios, estructuras temporales dentro de los ganglios linfáticos donde estas células inmunitarias pueden afinar su especificidad y producir anticuerpos incluso más eficaces.

En experimentos realizados en ratones, los científicos observaron que el refuerzo aplicado en el mismo brazo genera un mayor número de células B reactivadas y una participación más significativa en los centros germinales. En cambio, cuando se inyecta en el brazo opuesto, la respuesta es menos intensa y más orientada a la producción de células plasmáticas de corta vida, que secretan anticuerpos sin mejorar su afinidad.

Linfocitos B de memoria (rojas) interactúan con macrófagos (blancos) en el interior de un ganglio linfático (azul). Cortesía

Linfocitos B de memoria (rojas) interactúan con macrófagos (blancos) en el interior de un ganglio linfático (azul). Cortesía: Dr Rama Dhenni

Diferencias entre los linfocitos

Este hallazgo también se confirma en humanos. Un ensayo clínico con treinta voluntarios que recibieron la vacuna de ARNm contra la covid-19, esto es, la Pfizer-BioNTech, reveló que aquellos vacunados dos veces en el mismo brazo desarrollaron anticuerpos neutralizantes de manera más temprana y eficaz frente a variantes como Delta y Ómicron.

Las diferencias en la producción de anticuerpos eran significativas en la primera semana tras el refuerzo, un periodo crítico durante brotes epidémicos.

Los investigadores también exploraron la base molecular de este fenómeno. Usando tecnología de microscopía intravital y análisis transcriptómico unicelular, identificaron diferencias claras entre los linfocitos B de los ganglios linfáticos de drenaje y los de ganglios no drenantes.

Una memoria funcional

En efecto, los linfocitos B de memoria residentes en los ganglios no drenantes expresaban genes que favorecen la adhesión celular, migración dirigida y entrada a centros germinales, mientras que los linfocitos de los ganglios no drenantes mostraban una tendencia hacia la diferenciación en células plasmáticas y expresaban genes asociados a menor movilidad.

La interacción entre las células B de memoria y los macrófagos de los senos subcapsulares está mediada por complejas señales moleculares, como es el caso de los ligandos —moléculas que se unen a receptores específicos en la superficie de las células para activar o regular funciones biológicas— MIF e ICAM-1, que refuerzan la activación y localización de las células B en el nicho subcapsular. Este es una zona especial en la parte externa del ganglio linfático donde macrófagos y células B de memoria se encuentran y colaboran para iniciar una respuesta inmune rápida al detectar un antígeno.

Además, el hecho de que los macrófagos de los senos subcapsulares puedan ser preparados por una primera exposición antigénica sugiere que podrían retener una especie de memoria funcional, optimizando futuras respuestas inmunes.

Micrografía de un macrófago.

Micrografía de un macrófago, con los filamentos de actina que forman su citoesqueleto. Cortesía: Dr. Ana T. Nogueira, Dr. Shiqiong Hu, Jesse Aaron, Dr. Takashi Watanabe / University of North Carolina at Chapel Hill / Department of Pharmacology / https://www.nikonsmallworld.com/

Inmunidad de rebaño a la altura del brazo

En términos prácticos, estos resultados aportan una base biológica para revisar y perfeccionar las estrategias de vacunación, especialmente en contextos donde la rapidez de la respuesta inmune es esencial. Aunque a largo plazo la ubicación de la inyección puede no afectar la eficacia total, los beneficios en las primeras semanas tras la vacunación pueden ser decisivos para contener un brote.

El concepto de que la inmunidad de rebaño puede lograrse más rápidamente con refuerzos aplicados en el mismo brazo introduce una dimensión nueva a la vacunación de precisión, un campo emergente que busca personalizar y optimizar las intervenciones inmunológicas.

«Estos hallazgos podrían ayudar a diseñar vacunas de nueva generación, que aprovechen mejor las interacciones entre células B de memoria y macrófagos», concluye el profesor Tri Phan, coautor del estudio. Al comprender y manipular estos mecanismos, podríamos reducir la necesidad de dosis de refuerzo frecuentes y mejorar la cobertura inmunitaria frente a virus de rápida mutación como el SARS-CoV-2.

En definitiva, algo tan sencillo como elegir el mismo brazo para una segunda inyección podría marcar la diferencia entre una respuesta inmune pasiva y una defensa rápida, eficaz y duradera. ▪️

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