Oxitocina: la hormona del amor que también fortalece la amistad, según un estudio de la UC Berkeley
Un nuevo estudio con campañoles de la pradera revela que la oxitocina, célebre por su papel en el apego de pareja y la maternidad, también acelera y refuerza la formación de amistades duraderas. El hallazgo abre una ventana a la neurobiología de las relaciones sociales y sus implicaciones para la salud mental.
Por Enrique Coperías
Campañoles de la pradera, roedores muy sociales que forman parejas monógamas y amistades similares a las humanas. El estudio de las hormonas implicadas en estos vínculos podría ayudar a comprender nuestras interacciones sociales y los trastornos que dificultan las relaciones cercanas. Crédito: Laboratorio de Annaliese Beery / UC Berkeley / Tratamiento de imagen con DALL-E
La oxitocina, conocida popularmente como la hormona del amor, también podría ser la hormona de la amistad. Un estudio de la Universidad de California en Berkeley o UC Berkeley (Estados Unidos) desvela que esta molécula, célebre por su papel en el apego de pareja y la maternidad, resulta igualmente decisiva para forjar y mantener vínculos entre iguales.
En el campañol de la pradera, un roedor social que forma relaciones estables similares a las humanas, la ausencia de receptores de oxitocina retrasa la formación de lazos de amistad y debilita su persistencia a largo plazo.
La oxitocina se libera en el cerebro durante el sexo, el parto, la lactancia y las interacciones sociales, y genera sentimientos de cercanía y confianza.
El «empuje» de la oxitocina
Sin embargo, investigaciones recientes en estos roedores cuestionaban su papel imprescindible en el apareamiento y la crianza: las parejas pueden formarse sin ella, aunque más lentamente. El equipo de Annaliese Beery, profesora de Biología Integrativa y Neurociencia en Berkeley, ha ido un paso más allá y se ha centrado en la neurobiología de la amistad.
En su laboratorio, Beery y la doctoranda Alexis Black compararon el comportamiento de campañoles con y sin receptores de oxitocina. En condiciones normales, dos roedores que conviven veinticuatro horas suelen mostrar una clara preferencia por su compañero frente a un extraño.
En cambio, los ejemplares modificados genéticamente para no responder a la oxitocina necesitaron hasta una semana para establecer ese vínculo.
«La oxitocina no es imprescindible para tener una relación, pero sí para que surja rápido y de forma eficiente», explica Beery.
El nuevo estudio quizá podría desvelar si la amistad, y no el amor romántico, fue el primer lazo social en aparecer en la evolución de los mamíferos, incluida la del Homo sapiens. Foto: Lauren Richmond
Sin oxitocina, todo cambia
El equipo sometió después a parejas consolidadas a un entorno social más amplio, con varios individuos y habitaciones conectadas. Los campañoles con receptores de oxitocina permanecieron cerca de su compañero antes de interactuar con otros. Los que carecían de ellos se mezclaron con todos, como si olvidaran a su pareja.
En otro experimento, las hembras con oxitocina trabajaban más —presionando una palanca— para acceder a su amigo o pareja, mientras que las carentes de receptores solo mostraban ese esfuerzo con la pareja sexual, no con los amigos.
La ausencia de señalización de oxitocina no solo ralentizó el inicio de las relaciones, sino que redujo la motivación por mantener amistades. Eso sí, también trajo un efecto colateral: los animales se mostraron menos agresivos y menos reacios a interactuar con extraños.
Atracción hacia un conocido y rechazo a un forastero
Para Beery, este doble papel es importante: la oxitocina impulsa tanto la atracción hacia un conocido como el rechazo a un forastero, un paralelismo con la dinámica social de «nosotros contra ellos» que se observa en los seres humanos.
El estudio, publicado en Current Biology, utilizó un sensor de oxitocina desarrollado en la UC Berkeley a partir de nanotubos de carbono y secuencias de ADN capaces de unirse a la hormona y emitir fluorescencia. Con esta herramienta, los investigadores comprobaron que la falta de receptores no aumentaba la liberación de oxitocina como posible compensación; al contrario, se liberaba menos y desde menos puntos en el núcleo accumbens, región cerebral clave para el placer social en múltiples especies.
Para Beery, entender cómo se construyen las amistades en roedores podría iluminar los mecanismos que fallan en trastornos como el autismo y la esquizofrenia. Y, tal vez, desvelar si la amistad, y no el amor romántico, fue el primer lazo social en aparecer en la evolución de los mamíferos.▪️
Información facilitada por la UC Berkeley
Fuente: Black, Alexis M. et al. Oxytocin receptors mediate social selectivity in prairie vole peer relationships. Current Biology (2025). DOI: 10.1016/j.cub.2025.07.042