Este robot blando no piensa con la cabeza, sino con los «pies»
Un equipo de ingenieros crea un robot blando capaz de caminar, saltar y nadar de forma autónoma sin necesidad de cerebro ni de procesadores ni de inteligencia artificial. Funciona solo con tubos flexibles, una corriente de aire constante y un diseño basado en principios de física «muy ingeniosa».
Por Enrique Coperías
Los tres papás tecnológicos del nuevo robot, uno de los blandos más rápidos del mundo: de izquierda a derecha, Alberto Comoretto, Harmannus A. H. Schomaker y Johannes T. B. Overvelde. Cortesía: AMOLF
Un equipo de ingenieros del instituto de investigación holandés AMOLF, en Ámsterdam, ha desarrollado un robot blando capaz de caminar, saltar y nadar. Hasta aquí nada nuevo. Lo sorprendente de este ingenio es que se mueve de forma autónoma sin necesidad de cerebro, electrónica o inteligencia artificial. Solo emplea tubos flexibles, aire y una dosis de física ingeniosa.
El estudio, publicado en la revista Science, describe uno de los robots blandos más rápidos hasta la fecha, y también uno de los más simples. No cuenta con ordenador, software ni sensores. Aun así, se desplaza con una coordinación y autonomía asombrosas, únicamente gracias a su estructura física y su interacción con el entorno.
¿Qué impulsa realmente su movimiento? Detrás de su acción hay un principio que probablemente ya hayas visto, aunque tal vez no lo hayas notado. Piensa en esas figuras inflables danzantes que se agitan frente a las gasolineras de países como Estados Unidos. La misma física del aire que las mueve podría ser la clave de la próxima generación de robots autónomos.
El secreto detrás de su movimiento: física, no algoritmos
Impulsadas solo por una corriente continua de aire, cada una de las suaves patas tubulares del robot comienza a oscilar, igual que las bailarinas inflables. De forma aislada, cada pata se mueve al azar. Pero cuando se combinan varias, sucede algo inesperado: sus movimientos se sincronizan rápidamente y dan lugar a un patrón rítmico de locomoción.
«De repente, el orden surge del caos —afirma Alberto Comoretto, primer autor del estudio, en un comunicado del AMOLF. Y añade—: No hay código ni instrucciones. Las patas se sincronizan de manera espontánea y el robot despega».
Al igual que las luciérnagas que parpadean al unísono o las células del corazón que laten coordinadamente, de interacciones simples emergen movimientos colectivos complejos.
Sin cables ni chips: al ser impulsadas por aire, las patas del robot blando oscilan como bailarinas inflables. Cuando varias actúan juntas, se sincronizan espontáneamente, generando un patrón rítmico de locomoción autónoma para caminar o nadar. Cortesía: AMOLF
Uno de los robots blandos más rápidos del mundo
Y es veloz. Con solo un flujo de aire como entrada, el robot alcanza hasta 30 longitudes corporales por segundo. En términos relativos, un Ferrari logra solo 20 longitudes por segundo. Esta velocidad supera en varios órdenes de magnitud a otros robots neumáticos, que normalmente requieren control centralizado.
Aún más impresionante: la sincronización se adapta. Si el robot blando encuentra un obstáculo, cambia de dirección. Al pasar de la tierra al agua, su marcha se transforma espontáneamente de un patrón saltarín a un estilo libre de natación. Todo esto ocurre sin procesador central ni algoritmos de control. El movimiento surge del vínculo directo entre cuerpo y entorno.
«En la biología observamos frecuentemente una inteligencia descentralizada similar — explica Mannus Schomaker, coautor del estudio. Y añade—: Las estrellas de mar, por ejemplo, coordinan cientos de pies tubulares usando solo retroalimentación local y dinámica corporal, sin un cerebro central».
Rendimiento superior sin inteligencia artificial
La investigación desafía la idea convencional de que los robots inteligentes necesitan complejos sistemas de control para lograr comportamientos avanzados. «Objetos simples, como tubos, pueden generar acciones funcionales y sofisticadas si sabemos explotar las leyes físicas que los gobiernan», afirma Bas Overvelde, investigador principal. De hecho, este experto en robótica evita llamarlo robot:
«No tiene cerebro ni ordenador. Básicamente es una máquina. Pero con el diseño adecuado, puede superar a muchos sistemas robóticos y comportarse como una criatura artificial».
Aplicaciones futuras de la robótica blanda sin microelectrónica
Las posibles aplicaciones de este robot blando que piensa con los pies —o mejor dicho, con sus patas— son vastas y disruptivas, y abarcan desde píldoras inteligentes hasta tecnología espacial:
✅ Microrobots ingeribles que liberan fármacos tras llegar de forma autónoma al tejido objetivo.
✅ Exotrajes robóticos que se sincronizan con los pasos humanos sin procesadores, reduciendo el consumo energético.
✅ Máquinas autónomas capaces de operar en ambientes extremos, como el espacio, donde los sistemas electrónicos pueden fallar.
En términos más amplios, estos avances muestran cómo es posible crear sistemas mecánicos inteligentes sin necesidad de computación.
En palabras de Comoretto, este trabajo impulsa una nueva filosofía en la ingeniería robótica: crear sistemas más simples, eficientes y adaptativos usando las leyes fundamentales de la física. Una visión que desplaza la dependencia de la inteligencia artificial hacia el diseño mecánico inteligente, más robusto y confiable. ▪️
Este robot blando «piensa» con las piernas: sincronización física de extremidades autooscilantes
Información facilitada por AMOLF
Fuente: Alberto Comoretto et al. Physical synchronization of soft self-oscillating limbs for fast and autonomous locomotion. Science (2025). DOI: 10.1126/science.adr3661