La IA descubre un nuevo tipo de rugido del león y revoluciona su conservación
La inteligencia artificial ha descubierto que los leones no solo rugen de una forma, sino de dos, y desvela un patrón acústico jamás descrito. Este hallazgo abre una nueva era en la conservación: ahora será posible identificar y vigilar a estos grandes felinos sin necesidad de verlos.
Por Enrique Coperías
El rugido de un león puede alcanzar hasta 114 decibelios, similar al sonido del despegue de un avión a 100 metros de distancia, y ee puede escuchar a más de 8 kilómetros bajo ciertas condiciones. Ningún otro felino ruge tan fuerte. Foto: Glen Carrie
El rugido de un león es uno de los sonidos más evocadores de la naturaleza. Retumba en la sabana, alcanza varios kilómetros y anuncia, a la vez, poder, presencia y advertencia. Pero también, y cada vez más, es un mensaje valiosísimo para los científicos y los conservacionistas. No hay que olvidar que en un mundo donde los grandes carnívoros están cada vez más amenazados, escuchar puede ser tan importante como ver.
Un equipo internacional de investigadores de universidades del Reino Unido, Tanzania y Zimbabue, acaba de demostrar algo que nadie había percibido en décadas de estudios sobre leones: su famoso bramido no es uno solo, sino dos.
A su ya conocido rugido a pleno pulmón (full-throated roar, en inglés), han identificado un rugido intermedio, más breve y menos grave, que aparece después de los primeros estallidos de la secuencia y antes de los gruñidos finales. El hallazgo no es una mera curiosidad acústica, ya que podría convertirse en una herramienta decisiva para proteger a una especie en declive.
La IA detecta un tipo de rugido «intermedio»
La investigación, publicada en la revista Ecology and Evolution (2025), combina grabaciones de campo, sensores acústicos y algoritmos de clasificación automática para desentrañar la estructura real de lo que se conoce como roaring bout: una secuencia compleja de bramidos que puede durar entre 30 y 90 segundos y que los leones utilizan para marcar territorio, coordinarse con miembros del grupo o advertir a rivales.
Hasta ahora se creía que esta secuencia tenía tres fases: una serie de gemidos, un conjunto de rugidos a pleno pulmón y gruñidos finales. Sin embargo, al analizar más de 3.000 vocalizaciones procedentes de leones de Tanzania y Zimbabue, los investigadores han descubierto que entre los rugidos plenos y los gruñidos se esconde una cuarta pieza: el rugido intermedio, más corto y con una frecuencia máxima más baja.
En palabras del autor principal, Jonathan Growcott, del Centro para la Ecología y la Conservación de la Universidad de Exeter, en el Reino Unido, la importancia del hallazgo va más allá del aspecto acústico:
🗣️ «Los rugidos de los leones no solo son icónicos: son firmas únicas que pueden utilizarse para estimar el tamaño de las poblaciones y monitorizar a los individuos. Hasta ahora, identificar estos rugidos dependía en gran medida del criterio de los expertos, lo que introducía un posible sesgo humano. Nuestro nuevo enfoque basado en inteligencia artificial promete un seguimiento más preciso y menos subjetivo, algo crucial para los conservacionistas que trabajan para proteger unas poblaciones de leones en declive».
Escuchar sin ver, la promesa del monitoreo acústico
Pero ¿por qué importa tanto distinguir estos matices? Porque, como ya se demostró en 2020, cada león tiene un rugido pleno único, una firma vocal que permite identificarlo sin necesidad de collares GPS, cámaras trampa o seguimiento directo. Esta posibilidad ha despertado enorme interés entre los conservacionistas de África, donde los censos de leones son costosos, difíciles y a menudo imprecisos. En zonas remotas y con vegetación densa, un micrófono puede detectar lo que las cámaras no ven.
Pero para usar estas vocalizaciones como un sistema fiable de conteo, hace falta eliminar un obstáculo clave: la subjetividad humana. Hasta ahora, identificar qué parte del conjunto de llamadas constituye un rugido pleno requería la experiencia del investigador, lo que introducía inconsistencias y errores. Ese problema crece cuando se analizan miles de horas de grabación automática.
El estudio propone una solución elegante: dejar que las matemáticas decidan por los investigadores. Para ello, Growcot y su equipo entrenaron modelos ocultos de Markov, una técnica que permite identificar patrones temporales en señales complejas y que, en el caso de los felinos, permite clasificar automáticamente cada vocalización según su forma acústica. A partir de la curva del tono fundamental (F0), una especie de línea que representa cómo varía la frecuencia del sonido a lo largo del tiempo, los modelos lograron distinguir entre los cuatro tipos de llamada con un 84,7% de precisión global.
El resultado más llamativo fue que los algoritmos, sin intervención humana y basándose solo en la forma de las señales, separaban consistentemente los rugidos en dos grupos: los plenos, más largos y graves, y los intermedios, más cortos y agudos. En otras palabras, descubrieron un tipo de rugido que la ciencia nunca había definido.
Jonathan Growcott coloca en un árbol sistema de audio para registrar el rugido de los leones. Cortesía: Jonathan Growcott
En modelo se probó para identificar leones desde Tanzania a Zimbabue
Con el finde comprobar si esta clasificación automática podía aplicarse a la identificación individual, los investigadores recurrieron a un conjunto de grabaciones de leones marcados con collares en el Bubye Valley Conservancy, en Zimbabue. Allí, gracias a sensores acústicos adheridos a los animales, se disponía de grabaciones impecables de varios machos.
Compararon dos métodos:
1️⃣ El tradicional, en el que un experto selecciona manualmente qué rugidos son a pleno pulmón.
2️⃣ El automático, en el que los algoritmos deciden qué vocalizaciones pertenecen a ese tipo.
El resultado fue contundente, puesto que, usando las predicciones de los modelos en lugar de la clasificación humana, la capacidad de distinguir entre individuos subió de un 0,80 a un 0,87 en el F1-score, un indicador de precisión y sensibilidad. Es decir, la IA identificó mejor a los leones que los propios expertos.
Además, la clasificación automática permitió utilizar más rugidos por individuo, ya que los algoritmos detectaban señales que los humanos descartaban por incertidumbre. Más datos, mejor discriminación.
Un rugido más complejo de lo que creíamos
La aparición del rugido intermedio no solo mejora la identificación, sino que plantea preguntas nuevas sobre el comportamiento de los leones:
✅ ¿Para qué sirve este tipo de llamada?
✅ ¿Es un desgaste progresivo tras los rugidos iniciales?
✅ ¿Tiene una función social distinta?
✅ ¿Podría transmitir información diferente a otros leones?
El nuevo estudio no responde todavía a estas cuestiones, pero sitúa a los leones en una tendencia más amplia: la de grandes mamíferos cuyos repertorios vocales, antes considerados simples, resultan estar llenos de matices. Ocurre, por ejemplo, con las hienas manchadas, cuyas risas han pasado recientemente de tres tipos reconocidos a cuatro, gracias también a estudios acústicos avanzados.
Esta complejidad abre la posibilidad de que distintas fases del rugido aporten información distinta a quienes lo escuchan, tanto dentro como fuera de la especie. También subraya la dificultad de describir a simple oído lo que es, en realidad, un proceso fisiológico y acústico altamente estructurado.
Un sistema de seguimiento accesible y replicable
Una de las virtudes del método presentado en Ecology and Evolution es su simplicidad. Frente a enfoques más avanzados basados en redes neuronales profundas, que requieren miles de horas de audio para entrenar modelos robustos, los autores optaron por herramientas más ligeras y comprensibles. La clasificación automática solo usa dos parámetros:
✅ La duración de cada llamada.
✅ Su frecuencia máxima.
Con ellos, un algoritmo de k-means —una técnica básica en aprendizaje automático— consiguió clasificar correctamente los tipos principales de vocalización con un 95,4% de precisión en el caso de los leones de Tanzania.
Esto significa que parques nacionales, organizaciones locales y proyectos con recursos limitados podrían adoptar este tipo de monitoreo sin necesidad de grandes infraestructuras computacionales.
¿Tienen los leones acento?
Una observación intrigante surgió al comparar los rugidos de Tanzania con los de Zimbabue: sus parámetros diferían de manera sistemática. Los autores incluso detectaron un caso llamativo: uno de los leones del estudio zimbabuense, originario de Botswana, rugía de manera tan distinta que los algoritmos lo clasificaron mal repetidamente, como si no encajase en el patrón del resto.
Esto abre la puerta a una pregunta fascinante: ¿existen variantes regionales del rugido, algo así como acentos o dialectos?
La idea no es descabellada; se sabe que cetáceos y aves muestran variaciones geográficas en su canto, y algunos estudios preliminares sugieren diferencias entre leones de distintas regiones africanas. Aún falta investigación, pero de confirmarse tendría implicaciones para el uso de modelos acústicos a gran escala.
Una nueva investigación revela que el rugido pleno de cada león es único, una firma sonora que permitirá identificar individuos y ayudar a estimar la población y densidad de la especie.
Relación entre rugidos individuales y estimación de poblaciones de leones
El nuevo tipo de rugido descubierto y la mejora en la identificación individual llegan en un momento crítico: las poblaciones de leones han caído un 75% en las últimas décadas y hoy ocupan solo una fracción de su área histórica. Según la WWF, en un siglo se ha perdido el 90 % de los leones africanos y se han extinguido en veintiséis países; y en los últimos veinticinco años el número de leones salvajes africanos se ha reducido a la mitad.
Para gestionar las poblaciones que quedan de estos felinos de menera eficaz, hace falta contar con precisión cuántos hay, dónde están y cómo se mueven. Las cámaras trampa funcionan, pero dependen de carreteras o senderos; los collares GPS son costosos y requieren capturar a los animales.
En cambio, un micrófono montado en un árbol puede escuchar a varios kilómetros a la redonda, durante semanas, de forma continua y sin interferir con la vida de los animales. El desafío es convertir esas montañas de sonido en información útil; y este estudio demuestra que es posible hacerlo con técnicas relativamente sencillas.
🗣️ «Creemos que es necesario un cambio de paradigma en el seguimiento de la vida salvaje y una transición a gran escala hacia técnicas acústicas pasivas —dice Growcott. Y añade—: A medida que mejore la bioacústica, será fundamental para la conservación efectiva de los leones y de otras especies amenazadas»
Como concluyen los autores en su artículo científico, «la bioacústica de grandes carnívoros está todavía en su infancia», pero su potencial es enorme. Gracias a nuevos algoritmos y sensores cada vez más accesibles, el rugido de un león podría convertirse en una herramienta clave para garantizar que siga habiendo leones que rugen en el futuro… ¡Grgrgrgr!▪️
🦁 15 curiosidades sobre el rugido del león
🔊 Es uno de los sonidos más potentes del reino animal. El rugido de un león puede alcanzar hasta 114 decibelios, similar al despegue de un avión a 100 metros. Ningún otro felino ruge tan fuerte.
📡 Viaja a larguísimas distancias. Se puede escuchar a más de 8 kilómetros bajo ciertas condiciones. Por eso es la principal herramienta de comunicación a larga distancia entre leones.
🗺️ Sirve para marcar territorio. Los machos rugen para advertir a rivales de que un área ya está ocupada. También transmiten fuerza y tamaño del grupo.
👥 Los leones rugen en coro. Un grupo puede rugir de manera coordinada, creando una pared de sonido intimidatoria. A veces hace parecer que son más de los que realmente hay.
🧾 Cada rugido es único: una huella de voz. Al igual que la voz humana, el rugido tiene características individuales. Los científicos pueden identificar a cada león con solo analizar su rugido, como una firma sonora.
👶 Los leones jóvenes apenas rugen. Los individuos menores de dos años y medio casi nunca rugen. Su laringe todavía no está lo bastante desarrollada.
🎤 No todos los rugidos son iguales. Tradicionalmente se pensaba que solo existía un tipo de rugido, pero estudios recientes muestran que hay dos tipos: el rugido a pleno pulmón, más largo y profundo; y el rugido intermedio, más corto y agudo. Este segundo tipo ha sido descrito científicamente por primera vez en 2025.
🦴 El secreto está en la anatomía. La laringe de este felino es enorme, y los ligamentos vocales son planos y cuadrados, no redondos, lo que amplifica la vibración y da ese sonido grave tan característico.
🌙 Rugidos nocturnos. Los leones rugen sobre todo de noche y antes del amanecer, momento en que el aire frío transporta mejor el sonido.
🌊 Escogen dónde rugir. Prefieren lanzar sus bramidos profundos y explosivos cerca de zonas abiertas o del agua, donde el sonido se proyecta más lejos.
🆚 Machos y hembras rugen, pero con diferencias. Ambos sexos rugen, aunque los machos suelen producir rugidos más largos y potentes por su mayor tamaño y su papel territorial.
🐾 El rugido también comunica al grupo. No solo sirve para defender territorios: permite que los miembros dispersos del grupo se localicen entre sí, especialmente durante la noche.
🧠 La IA ya entiende los rugidos. Modelos de inteligencia artificial pueden clasificar tipos de rugidos con más del 95% de precisión, ayudando así a contar leones sin verlos y detectar amenazas en áreas protegidas.
🐈⬛ Los leones no son los únicos felinos que rugen. También rugen los tigres, los leopardos y los jaguares, pero ninguno lo hace con la potencia y profundidad del león. Felinos como el puma, el guepardo y los gatos domésticos no pueden rugir
👂 Los leones reconocen a otros por el rugido. Pueden identificar el sexo, el tamaño, la fuerza e incluso si el rival es un desconocido o alguien de su propio linaje, solo por escucharlo. ▪️
Información facilitada por la Universidad de Exeter
Fuente: Jonathan Growcott, Alex Lobora, Andrew Markham, Charlotte E. Searle, Johan Wahlström, Matthew Wijers, Benno I. Simmons. Roar Data: Redefining a Lion's Roar Using Machine Learning. Ecology and Evolution (2025). DOI: https://doi.org/10.1002/ece3.72474

