La médula espinal también influye en el sexo: nueva evidencia científica
Un estudio revela que la médula espinal no es una simple autopista de información, sino que participa activamente en la excitación, la cópula y la eyaculación. El hallazgo desafía la visión clásica del sexo como un asunto exclusivo del cerebro.
Por Enrique Coperías
A la luz de los resultados del nuevo estudio, el sexo ya no debe entiende solo como un fenómeno cerebral. La médula espinal, con sus neuronas galaninérgicas, actúa como un centro de integración sexual que conecta sensaciones genitales con excitación, clímax y eyaculación. Foto de Ksenia Chernaya
Durante décadas, la ciencia ha descrito la vida sexual de los mamíferos como un asunto casi exclusivo del cerebro. Allí, en las intrincadas redes de la corteza y el sistema límbico, se pensaba que se regulaban el deseo sexual, la motivación y las conductas de cortejo.
La médula espinal, en cambio, parecía reducida a un papel secundario: un simple interruptor que, llegado el momento crítico, activaba el reflejo de la eyaculación. Una especie de autómata neurológico, desconectado de la orquesta cerebral que marca el ritmo del apareamiento.
No hay que olvidar que la médula espinal es una estructura cilíndrica de tejido nervioso que recorre el interior de la columna vertebral y conecta el cerebro con el resto del cuerpo. Funciona como una autopista de información que transmite órdenes motoras desde el cerebro a los músculos y llevando de vuelta las señales sensoriales. Además de ser un canal de comunicación, contiene circuitos propios que permiten reflejos y respuestas rápidas sin intervención directa del encéfalo.
¿Qué papel juega la médula espinal en el sexo?
Pus bien, un nuevo estudio científico publicado en la revista Nature Communications da la vuelta a esa visión. Investigadores de la Fundación Champalimaud (Lisboa) y de la Universidad de Burdeos (Francia) han descubierto que la médula espinal no es un mero cable de transmisión.
En su interior, un grupo específico de neuronas conocidas como galaninérgicas, identificadas por la presencia del neuropéptido galanina, participa activamente no solo en la expulsión del semen, sino también en la excitación sexual y en la propia dinámica del coito, al menos en los ratones machos.
El hallazgo no solo cuestiona la división clásica entre cerebro y médula espinal como director de orquesta y ejecutor reflejo, sino que abre nuevas preguntas sobre cómo se construye el deseo sexual y cómo se regula la transición entre fases tan distintas como son la excitación, el clímax y el periodo refractario.
Neurociencia clásica del sexo: el cerebro como director y la médula como reflejo
La historia que cuentan los manuales de neurobiología sexual es sencilla:
✅ El cortejo y el coito están regulados por el cerebro, que interpreta estímulos sociales, hormonales y sensoriales, y orquesta los comportamientos necesarios para la cópula.
✅ La eyaculación, en cambio, sería un reflejo medular en dos pasos: primero la emisión (cuando los fluidos y espermatozoides se liberan hacia la uretra prostática) y después la expulsión, que depende de la contracción rítmica de músculos como el bulboesponjoso, situados en la base del pene.
👉 Experimentos en los años 70 y 80 reforzaron esa idea. En ratas anestesiadas, la estimulación eléctrica del nervio peneano podía desencadenar la eyaculación incluso en animales cuya médula espinal estaba desconectada del cerebro. La conclusión parecía clara: el reflejo eyaculatorio era autónomo, y la única función del cerebro consistía en inhibir ese mecanismo hasta que llegara el momento adecuado.
El umbral eyaculatorio sería, según este modelo, el instante en el que el cerebro levantaba la barrera de la inhibición, permitiendo que la médula hiciera su trabajo.
Pero esa explicación tenía fisuras. En humanos, donde los experimentos invasivos son imposibles, y en roedores, donde las técnicas de entonces eran imprecisas, quedaban muchas preguntas sin respuesta. ¿Cómo sabe la médula espinal que el animal ha alcanzado el nivel de excitación sexual necesario? ¿Qué ocurre exactamente en la transición entre la penetración y el clímax? Y, sobre todo, ¿es la médula un mero interruptor, o integra información más compleja?
Ratones y galanina: descubrimiento de un circuito oculto
El equipo de Constanze Lenschow y Susana Lima decidió mirar más de cerca esa frontera entre cerebro y médula espinal. Eligieron al ratón doméstico, cuyas pautas copulatorias se parecen más a las nuestras que las de la rata: en lugar de varias eyaculaciones rápidas, los ratones —y los hombres— suelen mantener un único episodio que culmina en un periodo refractario prolongado.
El punto de entrada fue el músculo bulboesponjoso, esencial para expulsar el semen. Mediante una combinación de técnicas de trazado neuronal, virus modificados y ratones transgénicos, los científicos identificaron las motoneuronas que controlan ese músculo y buscaron sus conexiones. Lo que hallaron fue sorprendente. Esas motoneuronas reciben señales directas de un grupo de interneuronas en la médula lumbar que expresan galanina.
La galanina es un neuropéptido con múltiples funciones, desde el control del apetito hasta la regulación del dolor. En este caso, parece actuar como un mensajero central entre las sensaciones genitales y la maquinaria motora de la eyaculación.
Cuando la luz enciende el deseo sexual
Para probar la función de estas neuronas, el equipo utilizó optogenética, una técnica que permite activar células nerviosas con destellos de luz azul gracias a proteínas fotosensibles insertadas en su membrana. Al iluminar las interneuronas galaninérgicas, los investigadores observaron que se disparaba la actividad del músculo bulboesponjoso.
El resultado, sin embargo, no era uniforme. En animales espinalizados —es decir, con la médula desconectada del cerebro—, la respuesta era más robusta. En ratones intactos, en cambio, la estimulación solo funcionaba bajo ciertas condiciones, y la respuesta se desvanecía con repeticiones sucesivas. Algo parecido ocurría con la estimulación eléctrica: la primera descarga provocaba contracciones claras, pero las siguientes perdían fuerza.
Esto sugiere que la médula espinal no actúa de manera automática e inmutable, sino que su eficacia depende del estado interno del animal: si ha copulado recientemente, si ha eyaculado, si está en pleno cortejo o en periodo refractario. En otras palabras, la médula sabe en qué fase del ciclo sexual se encuentra el individuo y adapta su respuesta en consecuencia.
La médula espinal tiene memoria sexual
Los experimentos conductuales reforzaron esa idea. Cuando los científicos eliminaron genéticamente estas neuronas galaninérgicas, los ratones machos no solo tardaban más o menos en eyacular: también cambiaban sus patrones de monta, la frecuencia de las embestidas y la duración de la interacción sexual. La manipulación alteraba no un reflejo puntual, sino el estilo completo de la cópula.
La conclusión es contundente: la médula espinal, a través de estas neuronas, no se limita a disparar un acto reflejo. Integra información sensorial del pene, responde al contexto fisiológico y contribuye a moldear la secuencia del comportamiento sexual. Es, de algún modo, una segunda capa de control que complementa la labor del cerebro.
¿Y qué significa esto para los seres humanos? Evidentemente, hay que ser cautos: la investigación se realizó en ratones, y las diferencias con nuestra especie son considerables. Pero la existencia de circuitos homólogos en la médula humana no sería descabellada. De hecho, algunos pacientes con lesiones medulares mantienen la capacidad de eyacular mediante estimulación refleja, lo que apunta a la presencia de mecanismos similares.
El hallazgo también ayuda a entender fenómenos como el periodo refractario masculino, durante el cual resulta imposible alcanzar una nueva excitación tras la eyaculación. En ratones, al igual que en hombres, ese periodo puede durar horas o días, y los datos del estudio sugieren que la médula participa en regular ese apagón temporal del deseo.
El descubrimiento de que la médula espinal también interviene en el deseo y el placer sexual cuestiona la idea de que todo depende solo del cerebro. Foto: We-Vibe Toys
Cambio de paradigma en neurociencia del sexo
Más allá de las implicaciones clínicas, el descubrimiento supone un cambio de paradigma. Durante demasiado tiempo, la neurociencia ha relegado a la médula espinal al papel de segundo cerebro inferior, responsable apenas de reflejos automáticos.
Pero cada vez son más los estudios que muestran que en ese cordón nervioso laten circuitos capaces de integrar información, tomar decisiones rápidas y modular conductas complejas.
En el caso del sexo, esa reivindicación es aún más llamativa. El placer, el deseo, el clímax… palabras cargadas de significado cultural y psicológico, suelen vincularse al cerebro consciente. Saber que la médula espinal también participa en esa coreografía nos recuerda que el cuerpo distribuye la inteligencia de formas insospechadas.
Aplicaciones médicas: hacia nuevas terapias sexuales
El conocimiento de estos circuitos podría tener aplicaciones médicas en el futuro. Trastornos como la eyaculación precoz, la aneyaculación (incapacidad para eyacular) o las disfunciones sexuales tras lesiones medulares podrían beneficiarse de terapias neuromoduladoras dirigidas a estas neuronas galaninérgicas.
Herramientas como la estimulación eléctrica o incluso la optogenética —aunque de momento sea ciencia básica— podrían inspirar tratamientos innovadores para la salud sexual.
Pero también plantea dilemas: ¿hasta qué punto queremos manipular circuitos tan íntimamente ligados a la experiencia del placer? ¿Qué significa alterar la coreografía natural del deseo sexual? La neurociencia, al acercarse al terreno de la sexualidad, siempre despierta debates que trascienden lo puramente médico.
La médula como protagonista inesperada del sexo
En definitiva, este estudio científico revela que la médula espinal es mucho más que un reflejo eyaculatorio. Sus neuronas galaninérgicas actúan como un centro de integración sexual que conecta las sensaciones genitales con la dinámica del coito, modula la excitación sexual y determina la transición hacia el clímax.
La visión clásica, que confinaba el sexo al cerebro y reservaba a la médula un papel casi mecánico, queda así cuestionada. Y la historia se enriquece: el deseo sexual no es solo una sinfonía cerebral, sino una partitura que también se escribe en el cordón nervioso que recorre nuestra columna.
Un recordatorio, quizá, de que el placer sexual es una experiencia más distribuida de lo que pensamos, y que el cuerpo entero —del cerebro a la médula espinal— participa en esa danza compleja que llamamos sexo.▪️
Fuente: Lenschow, C., Mendes, A.R.P., Ferreira, L. et al. A galanin-positive population of lumbar spinal cord neurons modulates sexual arousal and copulatory behavior in male mice. Nature Communications (2025). DOI: https://doi.org/10.1038/s41467-025-63877-2
Preguntas & Respuestas: Médula espinal y su papel en el sexo
🫂 ¿Qué es la médula espinal?
La médula espinal es una estructura del sistema nervioso central que conecta el cerebro con el resto del cuerpo. Transmite órdenes motoras, recoge información sensorial y contiene circuitos que generan reflejos y respuestas automáticas.
🫂 ¿La médula espinal influye en el sexo?
Sí. Un estudio reciente muestra que la médula espinal no solo activa el reflejo eyaculatorio, sino que también participa en la excitación sexual, el coito y el control del clímax.
🫂 ¿Qué descubrieron los científicos sobre la eyaculación?
Investigadores identificaron neuronas específicas en la médula lumbar —llamadas neuronas galaninérgicas— que integran señales genitales y modulan la actividad del músculo bulboesponjoso, clave para la expulsión del semen.
🫂 ¿Qué significa “neuronas galaninérgicas”?
Son neuronas que producen galanina, un neuropéptido. En este caso, permiten que la médula espinal procese señales sensoriales del pene y regule la respuesta sexual.
🫂 ¿Qué aplicaciones médicas tiene este hallazgo?
Podría ayudar a desarrollar tratamientos para la eyaculación precoz, la aneyaculación o las disfunciones sexuales asociadas a lesiones medulares, mediante estimulación eléctrica o nuevas terapias de neuromodulación.
🫂 ¿Estos resultados se aplican a los humanos?
El estudio se realizó en ratones, pero existen similitudes con la fisiología humana. Por ejemplo, algunos pacientes con lesiones medulares aún pueden eyacular mediante estimulación refleja, lo que apunta a mecanismos compartidos.
🫂 ¿Qué cambia en la visión de la neurociencia sexual?
Se rompe el paradigma de que el sexo depende únicamente del cerebro. Ahora se reconoce que la médula espinal también actúa como un centro de integración sexual clave.