EP241021a, el misterioso estallido cósmico que podría anunciar una nueva clase de explosión estelar

Un fenómeno astronómico sin precedentes, detectado por la sonda china Einstein Probe, desafía las teorías actuales sobre explosiones estelares. El evento multibanda EP241021a sugiere la existencia de una nueva clase de transitorios cósmicos de larga duración.

Por Enrique Coperías

Recreación artística del fenómeno EP241021a: una explosión cósmica en una galaxia lejana emite un potente chorro de materia y energía, envuelta en una nube incandescente de gas interestelar.

Recreación artística del fenómeno EP241021a: una explosión cósmica en una galaxia lejana emite un potente chorro de materia y energía, envuelta en una nube incandescente de gas interestelar. Este evento, observado en rayos X, luz visible y radio, podría representar una nueva clase de transitorios astronómicos de larga duración. Imagen generada con DALL-E

Un grupo internacional de astrofísicos ha observado un fenómeno inédito en el cielo: EP241021a, un transitorio astronómico captado en rayos X, luz visible y ondas de radio, que podría redefinir nuestra comprensión de las explosiones estelares

Este evento, detectado por la sonda Einstein Probe el 21 de octubre de 2024, presenta características que lo diferencian de supernovas, estallidos de rayos gamma (GRB) y otros eventos similares conocidos.

A diferencia de otros estallidos de rayos X, que suelen apagarse rápidamente, este mantuvo una emisión sostenida durante más de un mes, con fases de brillo sostenido, caídas abruptas y reapariciones luminosas tanto en el espectro óptico como en ondas de radio. El conjunto de señales detectadas no se parece a nada conocido, y los científicos ya hablan de una posible nueva clase de transitorios astronómicos.

¿Qué es EP241021a? Un nuevo tipo de transitorio de rayos X

El evento EP241021a comenzó como una llamarada de rayos X de alta energía que duró duró unos 100 segundos, con una energía equivalente a la de las fuentes más potentes del universo: alcanzó una luminosidad de 10⁴⁸ erg/s, una cifra solo superada por los brotes de rayos gamma más intensos.

El fenómeno fue registrada por el telescopio de campo amplio (WXT) a bordo de la misión espacial Einstein Probe, que fue lanzada el 9 de enero de 2024 en un cohete Chang Zheng desde el Centro de Lanzamiento de Satélites de Xichang, en China, para explorar el cielo en busca de estallidos de rayos X procedentes de objetos astronómicos como estrellas de neutrones y agujeros negros.

Pero lo sorprendente ocurrió después. La luminosidad de los rayos X cayó mil veces en apenas día y medio, algo ya de por sí inusual. Sin embargo, lejos de desaparecer, el objeto mantuvo un brillo constante durante una semana, y después comenzó un declive lento que se prolongó más de treinta días. Los responsables de la misión logró seguir su evolución hasta que se volvió indetectable incluso con instrumentos ultrasensibles, como el XMM-Newton, un observatorio espacial de rayos X de la Agencia Espacial Europea (ESA.

Un evento multicolor: óptica, radio y rayos X

EP241021a no solo brilló en rayos X. A las pocas horas de su descubrimiento, telescopios ópticos de diversos países apuntaron hacia su localización en el cielo y detectaron una fuente brillante que coincidía con la señal. En menos de una semana, la luminosidad en la banda visible aumentó rápidamente hasta alcanzar un pico similar al de una supernova particularmente luminosa. El objeto, situado en una galaxia lejana a más de 7.000 millones de años luz, se volvió aún más interesante.

En efecto, hacia los veinte días desde el inicio del fenómeno, el objeto experimentó un segundo repunte en luz visible, acompañado de un cambio en el color hacia tonos más rojos. En paralelo, radiotelescopios de alta sensibilidad como el Very Large Array (VLA) de Nuevo México, el MeerKAT de Sudáfrica y el ATCA de Australia confirmaban la emisión intensa en ondas de radio, otra señal inequívoca de que el fenómeno estaba lejos de agotarse.

Todo este comportamiento conjunto —emisión intensa en rayos X, óptico y radio, con múltiples fases de reactivación— constituye un patrón inédito. «No hay un modelo único que explique todos estos datos al mismo tiempo», reconocen los autores del estudio, firmado por más de setenta investigadores y publicado en el repositorio en línea de acceso abierto arXiv.

Imagen de EP241021a registrada por uno de los detectores de WXT CMOS.

Imagen de EP241021a registrada por uno de los detectores del telescopio de campo amplio (WXT). Crédito: arXiv (2025). DOI: 10.48550/arxiv.2505.07665

Las hipótesis: supernova, magnetar o disrupción estelar

Desde su descubrimiento, EP241021a ha sido objeto de múltiples interpretaciones. Ahora bien, ninguna de las tres más plausibles logra encajar todas las piezas del puzzle:

Supernova con chorro fallido. Una primera hipótesis plantea que podría tratarse de una supernova atípica, en la que un chorro de materia colapsa en un entorno denso y queda ahogado sin emitir los rayos gamma habituales. Esta explicación encajaría con algunos de los picos de brillo, pero no con la duración del fenómeno ni con la reaparición tardía en óptico y rayos X.

Magnetar tras una fusión de estrellas de neutrones. Otra posibilidad es la formación de una estrella de neutrones altamente magnetizada, conocida como magnetar, tras la fusión de dos estrellas compactas. En este escenario, el objeto recién nacido emite energía durante semanas o meses, lo que explicaría tanto la meseta inicial en rayos X como el brillo sostenido en radio y óptico. Pero incluso esta opción requiere condiciones extremas: velocidades de expansión inusuales, masas de eyección pequeñas y una opacidad altísima que rara vez se observa en la naturaleza.

Chorro estructurado o fuera de eje. Un tercer modelo sugiere que el fenómeno esté causado por un chorro estructurado, con distintas zonas de energía. Si el ángulo desde el que se observa el chorro cambia con el tiempo, diferentes regiones pueden hacerse visibles en distintos momentos, lo que explicaría las fases de reactivación. Esta idea, aunque plausible, tampoco explica del todo la falta de emisión gamma ni el patrón exacto de brillo.

Disrupción parcial por agujero negro intermedio. Finalmente, algunos astrónomos no descartan que se trate de una disrupción estelar parcial, en la que una estrella pasa cerca de un agujero negro intermedio y es desgarrada solo parcialmente, lo que generaría estallidos episódicos. Pero los datos de radio y la forma en que evoluciona la luz visible hacen difícil sostener esta explicación sin reservas.

¿Un nuevo tipo de explosión cósmica?

Frente a tantas incógnitas, los investigadores se inclinan por una conclusión más general: EP241021a podría representar una nueva clase de fenómenos transitorios en el universo, más lentos que los brotes típicos de rayos gamma y con una evolución más compleja. La clave de este hallazgo ha sido la capacidad de detección temprana y seguimiento multibanda que ofrece la sonda Einstein Probe, una herramienta que promete revolucionar el estudio del cielo cambiante.

«Nunca habíamos visto algo así. Podría tratarse de un tipo completamente nuevo de explosión cósmica», explica el equipo, que incluye científicos de China, Estados Unidos, Europa y Australia.

Para poder comprender mejor qué es exactamente EP241021a, será necesario encontrar más objetos similares. La esperanza está puesta en que, en sus próximos años de funcionamiento, la Einstein Probe descubra más fenómenos con estas características.

Mientras tanto, EP241021a se suma a la lista creciente de enigmas cósmicos que el universo plantea a los astrónomos. Su estudio no solo permite ampliar los límites de lo que se conoce sobre las muertes estelares y las explosiones energéticas, sino que también podría revelar nuevas formas de interacción entre materia y energía en el universo primitivo.

Una vez más, el cielo ha demostrado que todavía guarda secretos que no somos capaces de explicar del todo. Y eso, en ciencia, siempre es una buena noticia. ▪️

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