Las botellas de vidrio contienen más microplásticos que las de plástico

Un estudio de la agencia francesa ANSES ha descubierto que las botellas de vidrio de refrescos, cervezas y tés fríos contienen hasta 50 veces más microplásticos que las de plástico o lata. El responsable: la pintura de los tapones metálicos. Aunque aún no se confirma el riesgo para la salud, el hallazgo redefine lo que creíamos sobre los envases sostenibles.

Por Enrique Coperías

Las bebidas envasadas en botellas de vidrio contienen entre cinco y cincuenta veces más fragmentos de microplásticos que las envasadas en botellas de plástico, según un estudio francés.

Las bebidas envasadas en botellas de vidrio contienen entre cinco y cincuenta veces más fragmentos de microplásticos que las envasadas en botellas de plástico, según un estudio francés. Foto: Lacey Williams

Ni los océanos ni las playas. El plástico está en todas partes: en el aire que respiramos, en los alimentos que comemos, y, como acaba de demostrarse, también en lo que bebemos.

Y no hablamos solo de botellas de agua olvidadas al sol, sino de vinos de etiqueta y cervezas artesanas en elegantes envases de vidrio. Un estudio realizado por la Agencia francesa de seguridad alimentaria (ANSES) ha revelado que las bebidas vendidas en botellas de vidrio contienen muchos más microplásticos que las comercializadas en plástico o en latas metálicas.

El hallazgo, publicado en la revista científica Journal of Food Composition and Analysis, desafía las percepciones comunes sobre los envases sostenibles y su impacto en la salud. Contra todo pronóstico, el vidrio —asociado popularmente con lo ecológico y saludable— se posiciona como el envase más propenso a liberar partículas microscópicas de plástico.

El estudio: ¿qué bebidas se analizaron?

El trabajo de investigación evaluó más de un centenar de bebidas vendidas en Francia:

✅ Aguas (minerales y de manantial)

✅ Refrescos (colas, tés fríos, limonadas)

✅ Cervezas (incluidas sin alcohol)

Vinos (blancos, tintos, rosados).

Cada muestra fue analizada bajo estrictas condiciones de laboratorio, y se utilizaron técnicas de análisis como la microscopía y la espectroscopía infrarroja para identificar y cuantificar partículas de plástico de entre 30 y 500 micrómetros. Recordemos que los microplásticos son fragmentos diminutos de plástico, de menos de 5 milímetros, que provienen de la degradación de objetos plásticos más grandes o se fabrican así, como es el caso de las microperlas de cosméticos o fibras sintéticas).

Más vidrio, más plástico

El objetivo, según explica Guillaume Duflos, director de investigación de ANSES y coautor del estudio, era doble: por un lado, investigar la cantidad de microplásticos presentes en distintos tipos de bebidas vendidas en Francia y, por otro, examinar el impacto del tipo de envase sobre esta contaminación.

Los resultados fueron inequívocos: todos los líquidos analizados contenían microplásticos, con niveles muy desiguales según el tipo de bebida y de envase.

Por término medio, las botellas de vidrio de refrescos, limonadas, cervezas y tés fríos contenían entre 86 y 133 partículas de microplástico por litro. En comparación, las mismas bebidas en envases plásticos presentaban entre 1,5 y 2,5 partículas por litro, mientras que las latas no superaban las diez.

Tras el origen de los microsplásticos en las botellas

«Esperábamos encontrar lo contrario —ha confesado a AFP Iseline Chaïb, doctoranda que lideró el trabajo de campo—. Pero enseguida vimos que las partículas tenían el mismo color, forma y composición polimérica que la pintura de la parte exterior de los tapones metálicos que sellan las botellas de vidrio». Es decir, el plástico no venía del líquido ni del propio vidrio, sino del tapón.

Los investigadores analizaron estas cápsulas metálicas con lupa y microscopía, y descubrieron microarañazos invisibles al ojo humano, probablemente provocados por el roce entre tapones durante el almacenamiento industrial. Este desgaste libera fragmentos diminutos de pintura, que se cuelan en la bebida al abrir la botella o incluso durante el embotellado.

La hipótesis fue confirmada con un experimento adicional: los científicos llenaron botellas de vidrio limpias con agua filtrada y las sellaron con tapones nuevos. Cuando lestos no eran pretratados, se hallaron hasta 287 microplásticos por litro. Si se les aplicaba un proceso de limpieza sencillo —soplado de aire seguido de enjuague con agua y alcohol—, el número caía a 86 partículas por litro, una reducción del 60%.

Aguas «cristalinas»

En contraste con las bebidas azucaradas, las aguas, tanto minerales como de manantial, con y sin gas, resultaron tener niveles relativamente bajos de microplásticos.

En las botellas de plástico de agua, el promedio fue de apenas 1,6 microplásticos por litro, y en las de vidrio, de 4,5 por litro. También en este caso, el vidrio mostró más contaminación, pero en cifras mucho más modestas.

En cuanto al vino, hubo otro hallazgo inesperado: las botellas de vidrio no presentaban la misma carga de microplásticos que en el resto de bebidas. Duflos señala que «la razón de esta discrepancia aún no está clara», aunque sugiere que el uso mayoritario de corcho en lugar de tapones metálicos podría estar protegiendo al vino de la contaminación por pintura.

Las botellas de vino en vidrio mostraron una menor presencia de microplásticos que otras bebidas, un hallazgo inesperado que podría explicarse por el uso de corcho en lugar de tapones metálicos

Las botellas de vino en vidrio mostraron una menor presencia de microplásticos que otras bebidas, un hallazgo inesperado que podría explicarse por el uso de corcho en lugar de tapones metálicos, según los investigadores. Foto: Andrey Foley

¿Qué riesgos hay para la salud?

A pesar de la ubicuidad de los microplásticos en alimentos y bebidas, no existe aún un umbral oficial que determine a partir de qué cantidad podrían ser tóxicos para el ser humano. «Por ahora, no se puede afirmar que estas cifras supongan un riesgo para la salud», admite el informe.

Sin embargo, la comunidad científica lleva tiempo advirtiendo de los posibles efectos acumulativos y de la interacción de los microplásticos con contaminantes químicos adheridos a sus superficies.

Diversos estudios han demostrado que los microplásticos pueden atravesar las barreras biológicas, alojarse en tejidos humanos y actuar como vectores de sustancias tóxicas.

En 2022, investigadores detectaron por primera vez partículas de plástico en la sangre humana. Se sabe también que pueden encontrarse en los pulmones, el hígado y la placenta. Sin embargo, aún no se ha establecido un vínculo causal directo entre esta exposición y enfermedades concretas.

¿Qué pueden hacer las embotelladoras para reducir microplásticos?

Una de las conclusiones más prácticas del estudio es que existe margen de mejora en la cadena de embotellado. «Las empresas pueden reducir fácilmente la cantidad de microplásticos que desprenden los tapones». señala ANSES.

La limpieza previa de los tapones, antes de sellar las botellas, es una solución simple, económica y eficaz que podría reducir significativamente la contaminación plástica en las bebidas.

También se recomienda revisar la composición de las pinturas exteriores, sustituyéndolas por alternativas menos propensas a desprender partículas. O, mejor aún, reconsiderar el uso de tapones metálicos pintados, especialmente en productos que se promocionan como más naturales o ecológicos.

Una advertencia sobre el mito del vidrio

Este estudio desafía uno de los grandes mitos del consumo sostenible: que el vidrio es siempre mejor. Aunque ciertamente es más reciclable y se degrada menos que el plástico en el medio ambiente, su uso no está exento de riesgos.

En términos de seguridad alimentaria, la interacción entre el contenido y el sistema de cierre puede marcar una diferencia crucial.

Como señala Chaïb, «la sostenibilidad ambiental no debe hacernos perder de vista la inocuidad sanitaria». Elegir un envase ecológico no puede equivaler a exponer al consumidor a contaminantes invisibles. La ciencia, una vez más, invita a matizar los dogmas del consumo responsable.

¿Qué dice la regulación en Europa?

El análisis de microplásticos es aún un campo joven y fragmentado. Las metodologías varían, lo que dificulta comparar estudios entre países o establecer estándares internacionales. El propio trabajo de ANSES destaca por su rigor, al analizar seis réplicas de cada muestra y utilizar métodos avanzados de espectroscopía FTIR para confirmar la naturaleza polimérica de las partículas.

En marzo de 2024, la Comisión Europea dio un primer paso al aprobar un protocolo para medir microplásticos en el agua potable, pero la norma no cubre aún las bebidas embotelladas, advierten los autores de este análisis. El vacío normativo persiste, y mientras tanto millones de personas en todo el mundo podrían estar ingiriendo microplásticos sin saberlo.

El estudio de ANSES no solo ofrece datos reveladores, sino que plantea preguntas incómodas. ¿Cuántos plásticos bebemos cada día? ¿Qué impacto tendrá esta exposición a largo plazo? ¿Estamos preparados para rediseñar nuestros hábitos de consumo en función de lo que nos dice la ciencia?

Mientras no haya respuestas definitivas, una cosa queda clara: el plástico está más presente en nuestra vida —y en nuestro vaso— de lo que creíamos. Y el vidrio, que parecía el envase más inocente, podría no ser el aliado que pensábamos. ▪️

  • Fuente: Iseline Chaïb, Périne Doyen, Pauline Merveillie, Alexandre Dehaut, Guillaume Duflos. Microplastic contaminations in a set of beverages sold in France. Journal of Food Composition and Analysis (2025). DOI: https://doi.org/10.1016/j.jfca.2025.107719.

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