¿Las personas tatuadas tienen menos melanomas? Un hallazgo inesperado obliga a replantear los riesgos de la tinta en la piel

Un amplio estudio en Utah desafía la idea de que los tatuajes aumentan el riesgo de melanoma: quienes acumulan más sesiones parecen menos propensos al cáncer de piel. La paradoja abre un debate científico sobre la tinta en la piel, la inmunidad y la protección frente al sol.

Por Enrique Coperías

Un estudio del Huntsman Cancer Institute (Universidad de Utah) pone sobre la mesa una paradoja: las personas con varios tatuajes podrían tener menos riesgo de melanoma.

Un estudio del Huntsman Cancer Institute (Universidad de Utah) pone sobre la mesa una paradoja: las personas con varios tatuajes podrían tener menos riesgo de melanoma. Foto: Steven Erixon

El tatuaje ha pasado de ser un signo marginal a convertirse en un fenómeno cultural y social masivo. Casi un tercio de la población adulta en Estados Unidos y Europa lleva al menos uno, y su normalización es tal que los salones de tatuaje forman ya parte del paisaje urbano con la misma naturalidad que las peluquerías.

Sin embargo, el auge de esta práctica ha venido acompañado de dudas sobre sus posibles efectos para la salud de la piel. Los pigmentos de las tintas de tatuaje, a menudo cargados de metales pesados y compuestos orgánicos potencialmente tóxicos, han levantado sospechas durante años entre dermatólogos y toxicólogos. En la imaginación colectiva, tatuarse equivalía a introducir carcinógenos en la piel.

Por eso resulta tan sorprendente el resultado de un amplio estudio epidemiológico publicado en la revista Journal of the National Cancer Institute: las personas con más tatuajes parecen tener menos riesgo de desarrollar melanoma, el cáncer de piel más letal.

Un estudio epidemiológico con miles de personas en Utah

La investigación, liderada por la epidemióloga Rachel D. McCarty desde el Huntsman Cancer Institute de la Universidad de Utah, tuvo como objetivo aclarar una pregunta que hasta ahora carecía de respuesta sólida: ¿aumenta el tatuaje la probabilidad de padecer melanoma? Para ello, los investigadores recurrieron a un diseño clásico en epidemiología: un estudio de casos y controles.

El equipo comparó a 1.167 personas diagnosticadas de melanoma —601 con tumores invasivos y 566 con lesiones in situ, más precoces— con 5.835 individuos de la población general de Utah sin melanoma, emparejados por edad, sexo y origen étnico. A todos ellos se les preguntó por su historial de tatuajes: cuántas sesiones habían tenido, si se habían hecho tatuajes grandes (mayores que la palma de la mano) y a qué edad habían empezado.

El hallazgo principal fue claro y contraintuitivo: quienes acumulaban más tatuajes, lejos de mostrar un mayor riesgo de padecer melanoma, lo tenían más bajo. Así, las personas que habían pasado por cuatro o más sesiones de tatuaje presentaban un 56% menos de probabilidades de ser diagnosticadas de melanoma respecto a quienes nunca se habían tatuado. En los que tenían tres o más tatuajes grandes, la reducción del riesgo alcanzaba el 74%. Incluso recibir el primer tatuaje antes de los 20 años se asociaba con una menor incidencia de melanoma invasivo.

En cambio, los individuos con un único tatuaje mostraban lo contrario: un riesgo ligeramente superior de cáncer de piel, sobre todo en el caso de mujeres y en lesiones in situ.

Una paradoja difícil de explicar

¿Cómo es posible que la práctica de inyectar pigmentos sospechosos de ser cancerígenos en la piel se vincule con menos melanomas? La respuesta no está clara, y los propios autores insisten en que el resultado debe interpretarse con cautela.

«Que los resultados sugirieran que los tatuajes podrían disminuir el riesgo de melanoma nos sorprendió. Pero no se trata de un caso en blanco y negro de ‘hazte más tatuajes y así reducirás tu riesgo de melanoma”—señala McCarty. Y añade—: Más bien, necesitamos realizar más investigaciones para comprender qué estamos observando y si esta disminución del riesgo se debe simplemente a factores conductuales o físicos, o si podría existir una respuesta inmune beneficiosa asociada al tatuaje que reduzca el riesgo de melanoma».

El hallazgo es contraintuitivo y abre múltiples hipótesis, según los autores del trabajo:

✅ El tatuaje podría inducir una respuesta inmunitaria sostenida en la piel, que al mismo tiempo facilitaría la detección y la eliminación de células precancerosas antes de que progresen a melanoma.

✅ Otra posibilidad es puramente física: en zonas expuestas al sol, la tinta de tatuaje oscura —especialmente la negra— podría actuar como pantalla parcial frente a la radiación ultravioleta, el principal factor de riesgo del melanoma. Un experimento previo en ratones ya había mostrado que los animales tatuados con tinta negra tardaban más tiempo en desarrollar tumores cutáneos tras una exposición solar intensa.

✅ No obstante, la explicación también podría ser más prosaica. Tal vez las personas con muchos tatuajes desarrollen hábitos distintos de exposición al sol. Algunos estudios recientes apuntan a que quienes llevan grandes áreas tatuadas usan más protector solar y con mayor frecuencia, conscientes de que el sol degrada y decolora la tinta del tatuaje. En contraste, quienes solo tienen un tatuaje aislado pueden tender a lucirlo más al aire libre y descuidar la protección.

«Los tatuadores ya aconsejan a sus clientes que usen protector solar y protección solar para evitar que los tatuajes se desvanezcan —recuerda McCarty. Y añade—: Sabemos que usar protector solar es un paso de seguridad importante para todos, incluso para quienes no tienen tatuajes. Pero también es importante que quienes sí los tienen tomen precauciones adicionales para evitar que se formen componentes dañinos en la piel cuando los pigmentos se descomponen por la exposición a los rayos ultravioleta».

El posible efecto protector de los tatuajes frente al melanoma fue más evidente en hombres; en mujeres, un solo tatuaje se asoció incluso con más diagnósticos, quizá por el uso de cabinas de bronceado o por sobrediagnóstico

El posible efecto protector de los tatuajes frente al melanoma fue más evidente en hombres; en mujeres, un solo tatuaje se asoció incluso con más diagnósticos, quizá por el uso de cabinas de bronceado o por sobrediagnóstico. Foto: Witchkingblogs

Diferencias entre hombres y mujeres

El análisis desagregado por sexos añade otra capa de complejidad. Entre los hombres, tener tatuajes —especialmente varios— se asociaba de manera más clara con un riesgo reducido de melanoma. Entre las mujeres, la relación era más débil y, en el caso de un único tatuaje, incluso parecía elevar la probabilidad de un diagnóstico.

Los investigadores especulan con que esto podría estar relacionado con diferencias de comportamiento. Las mujeres tatuadas, según encuestas paralelas, son más proclives al uso de cabinas de bronceado artificial, un factor de riesgo potente y bien documentado. También se diagnostican más melanomas in situ en mujeres, algo que podría reflejar una mayor vigilancia médica y, en consecuencia, un sobrediagnóstico de lesiones poco peligrosas.

«Los tatuajes son cada vez más comunes y constituyen una forma poco estudiada de exposición ambiental, especialmente en la gente joven. Realmente necesitamos entender cómo los tatuajes podrían influir en el riesgo de diferentes tipos de cáncer —afirma Jennifer Doherty, coautora del estudio. Y continúa—: En el caso del melanoma, los resultados parecen mixtos. Pero vemos que las personas con dos, tres y cuatro sesiones de tatuajes tienen un riesgo decreciente, y ese patrón es más fuerte que el aumento de riesgo observado con una sola sesión».

Limitaciones y posibles factores de confusión

Uno de los mayores desafíos en este tipo de estudios es el llamado factor de confusión, o sea, la posibilidad de que una tercera variable no medida esté distorsionando la relación observada entre tatuajes y cáncer de piel. En este caso, los investigadores reconocen limitaciones importantes: mientras que a los pacientes con melanoma se les preguntó por factores clásicos de riesgo —antecedentes familiares, número de lunares, facilidad para quemarse al sol—, esa información no estaba disponible para los controles de personas sanas, porque el cuestionario poblacional era limitado.

Así, no se pudo ajustar de forma completa por variables críticas como el uso de camas de bronceado, los hábitos de protección solar o el tipo de piel. Eso abre la puerta a que la aparente protección asociada a los tatuajes sea en realidad el reflejo de diferencias en estilos de vida que no fueron captadas por el estudio.

El propio artículo lo admite: «“Es muy probable que haya factores de confusión no medidos que expliquen en parte nuestros resultados».

Entre la alarma y la calma

Hasta ahora, la literatura científica sobre tatuajes y cáncer de piel era escasa y, en general, apuntaba en la dirección opuesta. Estudios de gemelos en Dinamarca habían encontrado una mayor incidencia de cáncer cutáneo y linfomas entre personas tatuadas. Y existen más de 160 casos clínicos documentados de melanomas que aparecieron dentro de tatuajes.

Sin embargo, esos datos eran fragmentarios, basados en pocos pacientes o en registros anecdóticos. El nuevo trabajo, con más de mil casos y miles de controles, constituye la evidencia más robusta hasta la fecha sobre la relación entre tatuajes y melanoma.

¿Significa esto que los tatuajes son protectores frente al cáncer de piel? No necesariamente. La ciencia funciona por acumulación de pruebas, y un solo estudio, por grande que sea, no basta para derribar sospechas arraigadas ni para dar la vuelta a las recomendaciones médicas.

Los tatuajes y la salud pública: un fenómeno en expansión

El estudio se realizó en Utah, el estado con mayor incidencia de melanoma de Estados Unidos, casi un 80% más alta que la media nacional. Esa circunstancia hace que los resultados sean especialmente relevantes, pero también que puedan no ser extrapolables a otras poblaciones con distinta exposición solar o diferentes patrones culturales de tatuaje.

Lo que sí deja claro la investigación es la urgencia de mirar con lupa un hábito que ya forma parte de la vida cotidiana de millones de personas. En 2023, el 38% de las mujeres y el 27% de los hombres estadounidenses declaraban tener al menos un tatuaje. En España, aunque no hay cifras oficiales tan recientes, las encuestas sitúan la prevalencia en torno al 25% de los adultos jóvenes.

A diferencia de otros productos de consumo, las tintas para tatuajes han estado pobremente reguladas durante décadas. Solo en los últimos años la Unión Europea ha empezado a restringir algunos de sus componentes más tóxicos. El estudio de McCarty no elimina la preocupación: aunque no aumente el riesgo de melanoma, nada impide que ciertos pigmentos puedan causar otros problemas, desde alergias crónicas a toxicidad acumulada en ganglios linfáticos.

Los tatuadores suelen aconsejar a sus clientes que usen protector solar y protección solar para evitar que los tatuajes se desvanezcan. Este es uno de los factores que podrían explicar la menor incidencia de cáncer de piel en personas tatuadas.

Los tatuadores suelen aconsejar a sus clientes que usen protector solar y protección solar para evitar que los tatuajes se desvanezcan. Este es uno de los factores que podrían explicar la menor incidencia de cáncer de piel en personas tatuadas. Foto: Lesia

El contrasentido de la tinta

El trabajo publicado en JNCI deja abiertas más preguntas que respuestas. ¿Son los tatuajes una forma inadvertida de inmunoterapia contra el melanoma? ¿O simplemente un marcador de comportamientos distintos respecto al sol? ¿Podría la tinta negra actuar como un escudo ultravioleta?

Mientras la ciencia busca respuestas, lo que parece más sensato es no extraer conclusiones precipitadas. Ni quienes llevan tatuajes deberían sentirse blindados frente al melanoma, ni quienes no los tienen deberían pensar que se exponen a más riesgos por ello. La recomendación básica de los dermatólogos sigue siendo la misma para todos: evitar las quemaduras solares, usar fotoprotección y vigilar cualquier cambio sospechoso en la piel.

En palabras de los autores, «nuestros hallazgos sugieren que una mayor exposición a tatuajes podría asociarse con un menor riesgo de melanoma, pero los mecanismos biológicos subyacentes son desconocidos y se necesitan estudios más amplios y detallados para confirmarlo».

Una historia en construcción

En definitiva, este estudio marca un hito en el conocimiento científico sobre tatuajes y cáncer de piel. Por primera vez, se dispone de datos poblacionales sólidos que contradicen la idea extendida de que tatuarse eleva el riesgo de melanoma. Pero lejos de cerrar el debate, lo abre de par en par.

Como suele ocurrir en ciencia, las certezas absolutas son esquivas. El resultado más interesante no es tanto la aparente protección que muestran los tatuajes, sino el recordatorio de que las relaciones entre cultura, biología y enfermedad son complejas y a veces inesperadas.

Tal vez dentro de unos años sepamos con más detalle si la tinta en la piel tiene un papel protector, si se trata de un simple espejismo estadístico o si esconde un efecto paradójico aún por desentrañar. Mientras tanto, conviene mantener la prudencia: la piel, tatuada o no, sigue siendo nuestro órgano más expuesto al mundo exterior y, por tanto, uno de los más vulnerables.

«El oeste montañoso y el área que atendemos tienen algunas de las tasas de melanoma más altas del país —advierte Douglas Grossman, codirector del Melanoma Center del Huntsman Cancer Institute. Y añade—: Comprender mejor los factores de riesgo del melanoma nos ayudará a mejorar las estrategias de prevención en toda la región, asesorar a nuestros pacientes sobre los riesgos con mayor precisión y, en última instancia, salvar vidas».▪️

  • Información facilitada por el Huntsman Cancer Institute

  • Fuente: Rachel D.McCarty, Britton Trabert, Lindsay J. Collin, Morgan M. Millar, David Kriebel, Laurie Grieshober, Mollie E. Barnard, Jenna Sawatzki, Marjorie Carter, Valerie Yoder, Jeffrey A. Gilreath, Douglas Grossman, John Hyngstrom, Paul J. Shami, Jennifer A. Doherty. Tattooing and risk of melanoma: a population-based case-control study in Utah. Journal of the National Cancer Institute (2025). DOI: https://doi.org/10.1093/jnci/djaf235

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