Los monos capuchinos secuestran bebés de otra especie para «entretenerse»
En una isla panameña, un grupo de monos capuchinos ha iniciado una inquietante moda: secuestrar crías de monos aulladores sin razón aparente. Este insólito comportamiento documentado por científicos, quizá impulsado por el aburrimiento, podría renovar lo que entendemos por cultura animal.
Por Enrique Coperías
Un joven macho de mono capuchino o cariblanca carga con una cría de mono aullador. El comportamiento fue captado por una cámara trampa remota en la isla panameña de Jicarón. Cortesía: Brendan Barrett / Max Planck Institute of Animal Behavior
En una pequeña isla frente a la costa de Panamá, un grupo de monos capuchinos (Cebus capucinus) ha desarrollado una extraña y desconcertante tradición cultural.
A lo largo de quince meses, cinco jóvenes machos de esta especie fueron observados secuestrando y cargando crías de monos aulladores (Alouatta coibensis), una conducta nunca antes documentada en la naturaleza.
Este comportamiento, que carece de beneficios aparentes para los capuchinos y que ha resultado mortal para las crías, plantea nuevas preguntas sobre la naturaleza de la cultura animal y los riesgos que puede implicar cuando las tradiciones se desvían de lo funcional.
Un comportamiento nunca antes visto entre primates
Todo comenzó en 2022, cuando Zoë Goldsborough, investigadora doctoral del Instituto Max Planck de Comportamiento Animal (MPI-AB), en Alemania, revisaba las grabaciones de las cámaras trampa instaladas en la isla Jicarón, parte del Parque Nacional Coiba. Lo que encontró fue tan inusual que corrió a mostrarlo a su director de tesis, Brendan Barrett: un mono capuchino cargando en su espalda a una cría de mono aullador.
«Me resultó tan raro que fui directamente a la oficina de mi asesor para preguntarle qué era eso», recuerda Goldsborough. Lo que en un principio parecía un caso aislado, resultó ser solo la punta del iceberg.
Gracias a la cobertura continua de las cámaras instaladas desde 2017, el equipo pudo reconstruir la secuencia de eventos y comprobar que no se trataba de un episodio único, sino del surgimiento de una tradición cultural inédita.
Las cámaras trampa captaron a cinco machos diferentes con once crías de aullador a lo largo de quince meses. Cortesía: Brendan Barrett / Max Planck Institute of Animal Behavior
Joker, el influencer de la selva
Buceando entre decenas de miles de imágenes y vídeos, Goldsborough descubrió que no era una sola cría, sino al menos cuatro diferentes, todas cargadas por el mismo individuo: un macho subadulto al que apodó Joker. Durante varios meses, Joker fue el único capuchino observado transportando crías de mono aullador en su lomo o vientre, mientras realizaba otras actividades, como el uso de herramientas para obtener comida.
La escena era inquietante. Las crías, de apenas unos días o semanas de vida, eran llevadas de un lugar a otro sin ser alimentadas. Algunas intentaban escapar, pero eran retenidas con firmeza. Sus padres, captados en cámaras cercanas, emitían llamadas desesperadas para recuperar a su retoño. Para los investigadores, la situación estaba muy clara: se trataba de secuestros y no de adopciones voluntarias, como se ha documentado en otros casos.
Del individuo a la moda: cómo se propaga la cultura animal
La historia parecía terminar ahí, con un solo individuo experimentando un comportamiento fuera de lo normal. Pero cinco meses después, nuevas imágenes revelaron que el fenómeno no solo continuaba, sino que se había propagado. Durante quince meses, cinco capuchinos jóvenes llegaron a transportar a once bebés de mono aullador durante periodos de hasta nueve días.
«El análisis completo de la línea de tiempo nos cuenta una historia fascinante: un individuo inicia un comportamiento aleatorio, que luego es adoptado cada vez más rápido por otros machos jóvenes», explica Barrett.
Esta difusión del comportamiento entre miembros de un grupo por imitación es lo que los científicos denominan una tradición social o incluso una moda cultural, análoga a fenómenos observados en otras especies, como las orcas, que se ponen sombreros de salmón y los chimpancés, que decoran sus orejas con briznas de hierba.
Innovación sin propósito: el rol del aburrimiento en los primates
Lo más desconcertante es que esta tradición no ofrece ningún beneficio evidente para los capuchinos. No obtienen alimento ni cuidados sociales por cargar a las crías. «No vhemos detectado ninguna ventaja clara para los capuchinos —señala Goldsborough. Y añade—: «Pero tampoco hay un coste inmediato, aunque usar herramientas mientras se carga un bebé lo vuelve más complicado».
Tampoco hay señales de que se trate de un comportamiento agresivo o predatorio. Ninguna de las crías fue herida por los capuchinos, aunque al menos cuatro murieron, probablemente por malnutrición.
«Los capuchinos no hicieron daño intencional a los bebés —aclara Goldsborough—. Ahora bien, no podían darles la leche que necesitaban para sobrevivir».
Lo llamativo de este comportamiento es que todos los monos secuestradores eran machos jóvenes, lo mismo que los únicos usuarios de herramientas de piedra en esta población. Este dato sugiere que ambas conductas —una adaptativa y otra aparentemente sin sentido— podrían tener un origen común: un entorno que favorece la innovación por exceso de tiempo libre.
Jicarón, el laboratorio natural de la cultura primate
La isla de Jicarón ofrece condiciones únicas para observar la evolución cultural en animales: sin depredadores, con pocos competidores y con abundante alimento, los capuchinos disfrutan de una vida relativamente lujosa para los estándares salvajes.
«La supervivencia parece fácil en Jicarón —afirma Meg Crofoot, directora del MPI-AB y cofundadora del proyecto. Y continúa—: Eso les deja mucho tiempo libre y pocas cosas que hacer. Este estilo de vida puede ser la clave para que estos animales sociales se conviertan en innovadores».
Según Crofoot, este caso de rapto demuestra que la necesidad no siempre es la madre de la invención. En algunos contextos, el aburrimiento puede ser suficiente.
«Este nuevo comportamiento nos muestra que los animales no solo inventan por necesidad. También lo hacen cuando tienen tiempo y espacio para experimentar», explica Crofoot en un comunicado del MPI-AB.
Herramienta de piedra utilizada por los capuchinos para acceder a alimentos en la isla de Jicarón. Cortesía: Christian Ziegler / Max Planck Institute of Animal Behavior
¿Puede una moda animal convertirse en una amenaza de conservación?
Más allá de lo intrigante del fenómeno, la tradición del secuestro de crías podría convertirse en un problema de conservación. Los monos aulladores de Jicarón son una subespecie en peligro de extinción, y si esta moda persiste o se extiende a otros grupos, sus poblaciones podrían verse seriamente afectadas.
«Somos testigos de cómo una tradición cultural, en apariencia inocua, puede tener consecuencias devastadoras para otra especie —alerta Barrett. Y advierte—: Es un recordatorio de que la cultura animal, al igual que la humana, no siempre es positiva».
Además, el caso pone sobre la mesa una nueva línea de investigación: entender no solo por qué surge una tradición, sino por qué lo hace en un lugar y momento determinados. El contexto ecológico y social parece jugar un papel tan importante como el comportamiento individual.
Tecnología y cámaras trampa: cómo se documentó esta tradición
El estudio también representa un avance metodológico. Gracias a la instalación de 86 cámaras trampa entre 2017 y 2023, los científicos no solo pudieron detectar la aparición de una conducta inusual, sino seguir su evolución, transmisión y expansión.
Este tipo de monitoreo longitudinal permite estudiar dinámicas culturales sin necesidad de intervenir ni habituar a los animales, algo especialmente valioso en entornos protegidos.
«Documentar esta tradición fue como observar en directo el surgimiento de una cultura —reflexiona Crofoot. Y añade—: Y eso nos da una enorme responsabilidad para seguir aprendiendo de esta población natural de primates que, hasta donde sabemos, son los únicos en el mundo que practican esta extraña tradición».
Cultura animal y paralelismos con los seres humanos
Lo ocurrido en esta isla panameña tiene ecos inquietantes con nuestra propia historia. Al igual que los seres humanos, los monos capuchinos crean y propagan conductas por imitación, aunque no siempre tengan una utilidad clara. Algunas de nuestras modas, tecnologías o costumbres también nacen del juego, la curiosidad o el simple deseo de pertenecer.
«Este caso demuestra que los animales no humanos también pueden desarrollar tradiciones culturales sin función clara, pero con consecuencias destructivas para su entorno», concluye Barrett. Así como nosotros, los monos capuchinos también pueden dejarse llevar por la moda. Y a veces, esta puede ser letal.
Este relato insólito de secuestros interespecíficos entre primates no solo redefine lo que entendemos por cultura animal, sino que también lanza una advertencia: en la naturaleza, como en la sociedad humana, no todo lo que se transmite merece ser preservado. ▪️
Información facilitada por el Instituto Max Planck de Comportamiento Animal
Fuente: Goldsborough, Zoë et al. Rise and spread of a social tradition of interspecies abduction. Current Biology (2025). DOI: 10.1016/j.cub.2025.03.056