¿Puede el sexo aliviar los síntomas de la menopausia? Un estudio revela datos sorprendentes
Un estudio japonés sugiere que mantener relaciones sexuales regulares puede reducir los síntomas vulvares más comunes de la menopausia, como la sequedad, la irritación y el dolor.
Por Enrique Coperías
Mantener relaciones sexuales con más frecuencia durante la perimenopausia y la posmenopausia podría estar vinculado con una mejor salud genital general, afirma un nuevo estudio. Foto: Pablo Heimplatz
Uno de los mitos más arraigados sobre la sexualidad femenina es que la pérdida de interés sexual es una consecuencia inevitable del envejecimiento de la mujer. Sin embargo, la ciencia empieza a ofrecer una mirada más matizada sobre la sexualidad en la madurez, rompiendo tabúes y ofreciendo datos reveladores.
Sin ir más lejos, un nuevo estudio, publicado en la revista Menopause, apunta a una posible conexión entre la frecuencia de las relaciones eróticas y la menor presencia de síntomas genitales durante la menopausia.
La investigación, liderada por el urólogo japonés Yoshikazu Sato y un equipo multidisciplinar, se centró en más de novecientas mujeres japonesas de entre 40 y 79 años. El objetivo era examinar la relación entre la actividad sexual reciente y el síndrome genitourinario de la menopausia, una condición que agrupa síntomas genitales, sexuales y urinarios causados por la caída de los niveles de estrógenos tras el cese de la menstruación.
Qué es el síndrome genitourinario de la menopausia
El síndrome genitourinario en la menopausia fue formalmente definido en 2014 por sociedades médicas internacionales como un conjunto de signos y síntomas relacionados con el descenso de hormonas sexuales propios del periodo menopáusico. Estos son algunos de los signos y síntomas más frecuentes:
❌ Sequedad vaginal.
❌ Picazón o ardor genital.
❌ Dolor durante el coito (dispareunia).
❌ Irritación vulvar.
❌ Estrechamiento y acortamiento de la vagina.
❌ Cambios en el aspecto de la piel genital.
❌ Problemas urinarios, como urgencia e incontinencia.
Estos trastornos no solo afectan a la calidad de vida, sino que también pueden impactar en la salud física y emocional de las mujeres.
Según los autores del estudio, «los déficits hormonales en la menopausia no solo reducen la calidad de vida, sino que podrían influir incluso en la esperanza de vida femenina». Y sin embargo, apenas el 2,9% de las participantes en este trabajo declararon estar recibiendo algún tipo de terapia hormonal.
El estudio japonés que conecta actividad sexual y síntomas genitales
Para establecer comparaciones, las investigadoras dividieron a las 911 mujeres sexualmente activas que se prestaron a parricipar en el estudio en dos grupos:
✅ El denominado grupo de actividad sexual regular, que estaba compuesto por quienes habían tenido relaciones sexuales con penetración en los últimos tres meses.
✅ El denominado grupo de actividad sexual baja, que incluía a las mujeres que solo habían mantenido relaciones durante el último año, pero no en el trimestre más reciente.
Los resultados de la investigación fueron contundentes: las mujeres que habían mantenido sexo reciente presentaban significativamente menos molestias en su vida diaria, especialmente en lo relativo al dolor, la sequedad y la irritación vulvar. Aunque las diferencias en los síntomas sexuales durante el acto, como el dolor o la lubricación insuficiente, no alcanzaron significación estadística, sí lo hicieron en las molestias vulvares experimentadas fuera del contexto sexual.
«Lo que hemos observado es que tener relaciones sexuales con más frecuencia podría estar vinculado con una mejor salud genital general. Es una asociación interesante que, aunque no demuestra causalidad, merece seguir investigándose», explica la doctora Monica Christmas, directora médica adjunta de The Menopause Society, organización científica que respalda el estudio.
En palabras de la doctora Christmas, «lo más importante del trabajo es que estos síntomas vaginales deben tratarse independientemente de la vida sexual femenina. Las molestias existen y han de abordarse, tenga o no actividad sexual la mujer».
Un declive con matices
Uno de los hallazgos más reveladores del estudio es que, aunque funciones como el deseo sexual, la excitación y la lubricación tienden a disminuir con la edad, otras como el orgasmo y la satisfacción sexual permanecen relativamente estables, incluso en mujeres de setenta años.
La herramienta empleada para evaluar estas funciones fue el Female Sexual Function Index (FSFI), un cuestionario validado internacionalmente que explora seis dominios: el deseo, la excitación, la lubricación, el orgasmo, la satisfacción y el dolor. Los resultados mostraron un deterioro progresivo en algunos aspectos fisiológicos de la sexualidad femenina, pero no en el componente emocional o relacional.
«Esto respalda lo que otros estudios han venido sugiriendo: el envejecimiento afecta algunos aspectos de la respuesta sexual, pero no necesariamente la capacidad de disfrute ni la conexión emocional con la pareja —explica el doctor Sato. Y añade—: Muchas mujeres siguen valorando sus relaciones íntimas, aunque sus cuerpos respondan de manera diferente.”
Una realidad silenciada en muchas partes del mundo
El estudio también refleja una situación preocupante en cuanto a la sexualidad femenina en Japón y que es extensible a otras partes del mundo. De las más de 4.000 niponas inicialmente encuestadas, solo un 22% había mantenido relaciones sexuales en el último año.
El porcentaje baja a un 17% si se considera solo el último trimestre. Esta baja frecuencia sexual se ha acentuado en la última década, y no solo en mujeres: otros trabajos muestran que también los hombres japoneses reportan una menor actividad sexual.
Estas cifras japonesas, además de reflejar transformaciones sociales, plantean interrogantes clínicos. «Una vida sexual saludable tiene múltiples beneficios, tanto físicos como psicológicos. Si se convierte en un tabú o se abandona por completo, podemos estar dejando de lado un componente importante del bienestar femenino», apunta la doctora Christmas.
Algunos expertos plantean que la actividad sexual podría funcionar como un ejercicio fisiológico para los tejidos vulvovaginales, favoreciendo la irrigación sanguínea, la elasticidad y la salud de la mucosa vaginal. Foto: Emiliano Vittoriosi
¿Tener relaciones sexuales es una forma de terapia?
Sin caer en simplificaciones, algunos expertos sugieren que el sexo podría actuar como una suerte de ejercicio fisiológico para los tejidos vulvovaginales. La fricción, la irrigación sanguínea aumentada y la respuesta hormonal que genera la actividad sexual podrían contribuir a mantener la elasticidad y salud de la mucosa vaginal.
Sin embargo, también es posible que sea al revés: las mujeres con menos molestias genitales estén más dispuestas a mantener relaciones.
Los propios autores advierten de que su estudio, de tipo transversal, no puede establecer relaciones causales. «No sabemos si es el sexo lo que reduce los síntomas, o si tener menos síntomas permite mantener una vida sexual más activa. Para entender esto se necesitan estudios longitudinales», escriben en su artículo.
Lo que sí parece claro es que el síndrome genitourinario de la menopausia sigue siendo una condición poco diagnosticada y tratada, a pesar de su elevada prevalencia.
«Los síntomas vaginales siguen siendo invisibles. Muchas mujeres no los consultan por vergüenza o porque creen que son normales a su edad —denuncia la doctora Christmas—. Y sin embargo, existen tratamientos eficaces, como los estrógenos vaginales en dosis bajas, que son seguros y altamente efectivo».
Más allá de las hormonas
La controversia en torno a la terapia hormonal sustitutiva ha hecho que muchas mujeres se muestren reticentes a usarla. Pero los especialistas subrayan que los tratamientos locales con estrógenos —en forma de cremas, óvulos o anillos— tienen un perfil de seguridad muy diferente a la terapia sistémica y apenas presentan riesgos.
«La normalización del uso de estrógenos vaginales debería ser una prioridad. Son tratamientos accesibles y con beneficios claros para quienes sufren de sequedad, irritación o dolor genital —recalca la doctora Christmas. E insiste—: No se trata solo de mejorar la vida sexual, sino de reducir molestias que pueden afectar profundamente la calidad de vida diaria».
Además, hay otras opciones no hormonales disponibles, como lubricantes, hidratantes vaginales, láser terapéutico y fisioterapia del suelo pélvico. «Lo importante es que la mujer sepa que no tiene por qué resignarse. El malestar genital no es un peaje obligatorio de la menopausia», concluye la experta.
Un cambio cultural pendiente
Aunque el estudio se ha centrado en mujeres japonesas, sus conclusiones son extrapolables a otras culturas en las que el deseo femenino maduro sigue siendo un tema tabú. A menudo se asume que la sexualidad femenina se apaga con la menopausia, y muchas mujeres no se atreven a hablar de sus necesidades, sus placeres o sus molestias íntimas.
El artículo firmado por Sato y su equipo, más allá de los datos científicos, lanza un mensaje claro: «La sexualidad no desaparece con la edad, y mantenerla puede tener beneficios tangibles para la salud genital femenina. Pero incluso si no hay vida sexual activa, los síntomas vaginales deben ser atendidos. El cuerpo no deja de necesitar cuidados por el hecho de envejecer».
Y en esa tarea, profesionales sanitarios, medios de comunicación y la sociedad en general tienen un papel que jugar: devolver al cuerpo femenino maduro el espacio, la voz y el respeto que merece. ▪️