Muchas personas que se suicidan no están deprimidas, según sugieren las investigaciones genéticas
Un amplio estudio en Estados Unidos desvela que casi la mitad de las muertes por suicidio ocurren sin señales previas ni trastornos mentales detectables, lo que obligaría a replantear por completo cómo entendemos —y prevenimos— el riesgo suicida.
Por Enrique Coperías
Un estudio genético de la Universidad de Utah revela que la mitad de las personas que mueren por suicidio no padecen depresión ni presentan señales previas de querer quitarse la vida. Foto: Imagen de Victoria
El suicidio sin depresión: lo que revela el mayor estudio genético
Las políticas de prevención del suicidio se han apoyado usualmente en una premisa básica: el mayor factor de riesgo de una muerte por suicidio es haberlo intentado antes. Esa idea sigue siendo cierta, pero es incompleta. La realidad es que la mitad de las personas que se suicidan nunca han comunicado ideas suicidas ni han protagonizado intentos previos. Y, en paralelo, cerca de la mitad tampoco tiene constancia clínica de diagnósticos psiquiátricos. Este enorme grupo, hasta ahora casi invisible para la investigación, plantea una pregunta crucial: ¿qué les diferencia?
Un nuevo estudio genético de la Universidad de Utah, publicado en la revista JAMA Network Open, aporta la primera evidencia contundente de que estas personas —quienes mueren por suicidio sin haber mostrado señales previas (SD-N, en las siglas del estudio)— no solo consultan menos, sino que, en muchos casos, tienen una carga genética notablemente menor asociada a trastornos mentales. El trabajo, que analiza el genoma de 2.769 fallecidos por suicidio y lo compara con casi 20.000 controles poblacionales, cuestiona una de las suposiciones más arraigadas de la psiquiatría: que el suicidio es, esencialmente, la fase final de una enfermedad mental.
🗣️ «Hay muchas personas que pueden estar en riesgo de suicidio y no se trata simplemente de que no hayamos detectado que estaban deprimidas; es probable que, de hecho, no lo estén», explica Hilary Coon, profesora de Psiquiatría en el Instituto de Salud Mental Huntsman, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Utah y primera autora del estudio, que sostiene que el riesgo de suicidio puede estar llegando por caminos muy distintos a los tradicionales.
Dos perfiles genéticos de suicidio
El trabajo de investigación parte de una observación clínicamente conocida pero poco explorada: quienes mueren sin antecedentes de suicidabilidad (SD-N) reciben muchos menos diagnósticos de depresión, ansiedad, trastorno bipolar o esquizofrenia que quienes sí habían mostrado señales previas (SD-S). La duda de los investigadores era esta: ¿se debe a que consultan menos o a que sus vulnerabilidades biológicas son realmente distintas?
Para responder, Coon y sus colegas Andrey Shabalin y Eric Monson utilizaron lo que se conoce como puntuación de riesgo poligénico (PRS), puntuaciones que representan la carga genética asociada a una docena de trastornos psiquiátricos y rasgos psicológicos, desde depresión y ansiedad hasta neuroticismo, trastorno por estrés postraumático (TEPT) o esquizofrenia. Se trata de marcadores estadísticos, no diagnósticos: no indican si una persona tiene o tendrá una enfermedad, pero sí si posee una predisposición genética mayor o menor que la media.
Los resultados del estudio son claros. En comparación con las personas que sí habían presentado suicidabilidad previa, quienes mueren por suicidio sin avisos previos muestran menores cargas genéticas asociadas a la depresión, la ansiedad, el afecto deprimido, el neuroticismo y el trastorno de estrés postraumático. También presentaban menor predisposición genética asociada a la enfermedad de Alzheimer, un rasgo añadido para explorar vínculos con procesos neurodegenerativos.
En varios de estos rasgos —depresión, neuroticismo y alzhéimer—, los fallecidos sin señales previas de querer quitarse la vida no se diferenciaban genéticamente en absoluto de la población general. Es decir: su vulnerabilidad genética no era distinta de la de cualquier persona no suicida. Esto sugiere, según los autores, que estas muertes no pueden explicarse simplemente como casos de enfermedad mental no diagnosticada. Hay algo más.
🗣️ «Eso es importante para ampliar nuestra visión sobre quién puede estar en riesgo. Tenemos que empezar a pensar en los factores que conducen al riesgo de formas distintas», resume Coon.
Un retrato demográfico: más hombres y más mayores
El estudio también encuentra diferencias marcadas en la composición de ambos grupos. El 82% de los que fallecieron por suicidio sin haber mostrado señales previas eran hombres, frente al 68% entre los que sí habían mostrado indicios previos (SD-S).
Además, quienes mueren sin avisos lo hacen a una edad media mayor (47,5 años frente a 41,4).
En términos socioeconómicos —nivel educativo, estado civil, ocupación— no se observaron diferencias significativas. La brecha no parece social, sino biológica y conductual.
La esquizofrenia genética: el hallazgo más inesperado
Entre los doce rasgos analizados, solo uno rompe la tendencia general: la predisposición genética a la esquizofrenia. Aunque quienes habían mostrado señales previas tenían cargas algo mayores, los fallecidos sin antecedentes también presentaban elevadas puntuaciones genéticas, muy por encima de la población general.
Esto resulta especialmente llamativo porque, clínicamente, solo el 1,5% de los SD-N estaba diagnosticado de esquizofrenia, frente al 12,8% de los SD-S. Es decir, la vulnerabilidad genética existe pero no aparece recogida como diagnóstico.
En este sentido los autores plantean dos hipótesis:
1️⃣ Parte de este grupo podría incluir casos de esquizofrenia no diagnosticada.
2️⃣ La puntuación de riesgo poligénico de la esquizofrenia podría estar capturando otras vulnerabilidades biológicas relacionadas con el riesgo de suicidio, como rasgos cognitivos, alteraciones motoras y perfiles conductuales que no encajan en un diagnóstico psiquiátrico formal.
Aunque muy pocos fallecidos sin señales previas tenían un diagnóstico de esquizofrenia, sus puntuaciones genéticas para esta enfermedad eran sorprendentemente altas, lo que revela una vulnerabilidad oculta que no aparece en la historia clínica. Foto: Evelyn Chong
Impulsividad y consumo: factores compartidos
En cambio, dos rasgos genéticos aparecieron elevados por igual en ambos grupos de fallecidos:
✅ Predisposición genética al trastorno por déficit de atención con hiperactividad oTDAH.
✅ Predisposición a un mayor consumo de alcohol.
Estos resultados coinciden con décadas de investigación en conductas de riesgo: ambos rasgos se asocian con impulsividad, dificultades de regulación emocional y tendencia a la desinhibición, factores que pueden precipitar comportamientos letales incluso en ausencia de un trastorno psiquiátrico mayor.
Diferencias por sexo y edad
Cuando los autores separaron los datos por sexo, emergieron patrones más complejos:
✅ En hombres, aquellos que se quitaron la vida sin haber mostrado señales previa mostraron cargas genéticas significativamente menores para la ansiedad y el trastorno por estrés postraumático, lo que refuerza la idea de que su suicidio se produce sin una vulnerabilidad emocional clásica.
✅ En mujeres, en cambio, las diferencias más marcadas se observaron en el trastorno bipolar, el neuroticismo y el alzhéimer: las mujeres SD-N tenían cargas más bajas que las SD-S en estos rasgos. Y un dato adicional: las primeras mostraron mayor predisposición genética al autismo, lo que sugiere que ciertos rasgos neurodivergentes podrían desempeñar un papel diferencial en los suicidios femeninos sin aviso.
Edad y genética: no todos los caminos al suicidio son iguales
Como apunta Coon, la edad también modulaba el peso de la genética:
✅ Entre los menores de 50 años, las diferencias se concentraron en depresión, afecto deprimido y neuroticismo.
✅ En los mayores de 50 años, las diferencias principales aparecieron en ansiedad y alzhéimer.
Esto apunta a que los suicidios tardíos podrían estar influenciados por factores biológicos y vitales distintos de los suicidios en adultos jóvenes, un área poco explorada hasta ahora.
Más allá de la enfermedad mental: un cambio de paradigma
El mensaje principal del estudio es que la mitad de los suicidios no puede entenderse únicamente como consecuencia de trastornos mentales. Las estrategias de prevención basadas casi exclusivamente en la detección y el tratamiento de la depresión, la ansiedad o el estrés postraumático están dejando fuera a un grupo amplio y muy diferente.
🗣️ «Un principio fundamental en la prevención del suicidio ha sido que simplemente necesitamos hacer mejores cribados de condiciones asociadas como la depresión —apunta Coon. Y añade—: Y si todas las personas tuvieran el mismo tipo de vulnerabilidades de base, entonces intensificar esos cribados podría ser muy útil. Pero para quienes tienen vulnerabilidades subyacentes distintas, aumentar ese cribado puede que no sirva de ayuda».
El hallazgo no resta importancia a los trastornos mentales, que siguen siendo un factor crítico. Pero muestra que no todos los suicidios son iguales.
En las personas que se suicidan sin haber mostrado señales previas, la ausencia de señales previas no parece deberse simplemente a falta de acceso sanitario o a subregistro clínico. Su arquitectura genética es distinta. Esto implica que su riesgo podría estar más vinculado a:
✅ Iimpulsividad.
✅ Consumo de alcohol.
✅ Factores situacionales agudos: acontecimientos repentinos, intensos y estresantes que pueden desencadenar una conducta suicida incluso en personas sin depresión ni trastornos mentales previos, como rupturas sentimentales repentinas y pérdida súbita del empleo.
✅ Crisis vitales repentinas.
✅ Componentes sociales o ambientales.
«Si las personas tienen cierto tipo de diagnóstico clínico que las hace especialmente vulnerables en determinados contextos ambientales, puede que aun así nunca digan que tienen ideas suicidas», asegura la psiquiatra Hilary Coon, una de las autoras del estudio. Foto: Foto de Antoni Shkraba Studio
Implicaciones para la prevención del suicidio
Los autores advierten de que los sistemas actuales centrados en identificar síntomas psiquiátricos son insuficientes para proteger a la mitad de las víctimas potenciales. Hay que recordar que cada año, más de 720 000 personas fallecen por suicidio y que este es la tercera causa de defunción entre las personas de quince a veintinueve años.
Y plantean un reto doble:
1️⃣ La investigación debe abordar el suicidio como un fenómeno heterogéneo.
2️⃣ Las estrategias de prevención deben diversificarse e integrando factores no clínicos, como son las armas de fuego, el consumo de sustancias ilegales, el estrés financiero, el aislamiento, la violencia doméstica y los cambios vitales súbitos.
🗣️ «Esperamos que nuestro trabajo empiece a definir subconjuntos de personas en riesgo y también los contextos en los que estas características de riesgo pueden ser relevantes —señala Coon—. Si las personas tienen cierto tipo de diagnóstico clínico que las hace especialmente vulnerables en determinados contextos ambientales, puede que aun así nunca digan que tienen ideas suicidas».
Coon espera que su trabajo ayude a identificar rasgos y contextos asociados a un alto riesgo, «de modo que los médicos puedan ofrecer una atención más eficaz y específica». Y hace hincapié en que la conclusión central del estudio es bastante nítida: existen al menos dos grandes vías biológicas hacia el suicidio, una ligada a la enfermedad mental y otra mucho menos dependiente de ella.
Y entender ambas no sólo es un avance científico: es una oportunidad para prevenir muertes por suicidio que hoy parecen imposibles de anticipar. ▪️
PREGUNTAS & RESPUESTAS: Depresión y suicidio
🧠 ¿Es posible que alguien se suicide sin estar deprimido?
Sí. El estudio demuestra que cerca de la mitad de las muertes por suicidio ocurren sin depresión ni otros diagnósticos psiquiátricos, y con menor carga genética asociada a dichos trastornos.
🧠 ¿Qué diferencia genéticamente a las personas sin señales previas de suicidio?
Presentan menor predisposición genética a depresión, ansiedad, rastorno por estrés postraumático (TEPT), neuroticismo y alzhéimer, pero puntuaciones elevadas en genética asociada a esquizofrenia, alcohol y trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH).
🧠 ¿Por qué es importante para la prevención del suicidio?
Porque las estrategias basadas solo en detectar depresión dejan fuera a la mitad de las víctimas potenciales.
🧠 ¿Qué factores de riesgo deben vigilarse en estos casos?
Impulsividad, consumo de sustancias, estrés agudo, factores sociales, crisis vitales y vulnerabilidades biológicas no psiquiátricas.
Información facilitada por la University of Utah Health
Fuente: Coon H., Shabalin A. A, Monson E. T. et al. Genetic Liabilities to Neuropsychiatric Conditions in Suicide Deaths With No Prior Suicidality. JAMA Netw Open (2025). DOI: 10.1001/jamanetworkopen.2025.38204

