Cantar a los bebés mejora su bienestar emocional

Un estudio internacional demuestra que cantar a los bebés mejora su estado de ánimo y refuerza el vínculo afectivo. Una intervención musical simple y accesible puede tener efectos duraderos en la salud emocional infantil.

Por Enrique Coperías

Un padre canta con ternura a su bebé durante una rutina diaria. Según un estudio internacional, el canto dirigido a los bebés no solo fortalece el vínculo afectivo, sino que también mejora su estado de ánimo y bienestar emocional.

Un padre canta con ternura a su bebé durante una rutina diaria. Según un estudio internacional, el canto dirigido a los bebés no solo fortalece el vínculo afectivo, sino que también mejora su estado de ánimo y bienestar emocional. Imagen generada con DALL-E

Cantar a los bebés es una práctica tan común como ancestral. Generaciones de madres, padres y cuidadores en todo el mundo lo han hecho sin necesidad de instrucciones ni evidencias científicas.

Lo que antes se intuía, hoy empieza a confirmarse con datos: un estudio internacional liderado por investigadores de las universidades de Yale, Ámsterdam, Auckland, McGill, Hofstra y Princeton ha demostrado que el canto dirigido a los bebés mejora de forma significativa su estado de ánimo. Y todo gracias a una intervención musical simple, barata y accesible para cualquier familia.

Los autores de la investigación, publicada en la revista Child Development, se propusieron explorar si una intervención de enriquecimiento musical podía mejorar la salud emocional de los bebés —e incluso de los cuidadores— de forma semejante a otras prácticas conocidas como el contacto piel con piel. P

Para ello, los científicos diseñaron un ensayo clínico aleatorizado con 110 familias, que contó con la participación de bebés de aproximadamente cuatro meses de edad y sus cuidadores principales, en su mayoría madres.

El estudio: ¿qué se hizo y a quién se estudió?

El estudio se desarrolló a través de plataformas digitales y con la ayuda de herramientas tecnológicas accesibles. Todos los participantes debían tener un teléfono inteligente, ya que los datos se recogían mediante encuestas breves que los cuidadores respondían una a tres veces al día. Estas encuestas permitieron evaluar en tiempo real variables como el estado de ánimo del bebé, el estrés del cuidador, la calidad del sueño y el uso de música en el hogar.

Durante las primeras semanas, los participantes realizaron una evaluación previa, tras la cual se dividieron aleatoriamente en dos grupos: uno de control y otro de intervención. A este último se le ofreció un programa musical que incluía vídeos con canciones infantiles, muchas de ellas poco conocidas y presentadas con formato karaoke; libros musicales con botones interactivos; y boletines informativos semanales con consejos sobre cómo integrar el canto en las rutinas diarias.

Aunque la intervención no instruía directamente a usar el canto para calmar a los bebés, los resultados fueron elocuentes. «Una de las sorpresas del estudio fue lo intuitivamente que los padres incorporaron el canto a las rutinas para calmar a sus hijos —explica el equipo investigador en una entrevista con la Society for Research in Child Development (SRCD). Y añade—: De entre una docena de estrategias para consolar a un bebé, el canto fue la única que aumentó significativamente tras la intervención».

En el tiempo que duró el ensayo, la frecuencia de canto aumentó notablemente. En la última semana, casi nueve de cada diez cuidadores del grupo de intervención cantaban a sus bebés en las horas previas a responder la encuesta. Además, los cuidadores del grupo experimental informaron que cantaban más veces al día (en promedio, 1,5 veces más que al inicio del estudio).

Resultados: cantar mejora el estado de ánimo del bebé

Lo más relevante fue que este incremento en el canto se tradujo en una mejora palpable del estado de ánimo de los bebés. El análisis mostró que los bebés del grupo de intervención fueron evaluados de forma sistemáticamente más positiva en comparación con los del grupo de control, incluso una semana después de haber terminado el programa.

Esta diferencia no se replicó en el estado de ánimo de los cuidadores, lo que sugiere que el efecto observado en los bebés no se debió a una percepción contaminada por el humor del adulto.

Los resultados no solo confirman el valor del canto como estrategia de regulación emocional, sino que también resaltan su accesibilidad.

«Cantar es una práctica universal que no requiere formación previa ni recursos económicos. Es gratuita, está disponible en cualquier momento y puede integrarse fácilmente en la vida cotidiana —dicen los investigadores —. Por eso, sugerimos que se considere seriamente como una recomendación práctica para padres, cuidadores y profesionales de la salud infantil, como los pediatras».

Dado que el bienestar emocional en la infancia temprana está estrechamente vinculado con el desarrollo social y emocional posterior, la calidad del vínculo afectivo con los cuidadores y el nivel de estrés parental, un pequeño cambio como cantar más a los bebés podría desencadenar beneficios en cascada a lo largo del desarrollo.

También sirve que el bebé escuche canciones tipo karaoke en una altavoz. Imagen generada con DALL-E

Más allá del canto: nuevas preguntas y futuros estudios

El equipo investigador reconoce que el estudio tiene algunas limitaciones. La muestra, aunque diversa en nacionalidades, estuvo formada mayoritariamente por madres de raza blanca, con alto nivel educativo y buen estatus socioeconómico. Por otro lado, todos los datos sobre el estado emocional de los bebés se basaron en los informes de los cuidadores, lo que introduce un grado de subjetividad, aunque mitigado por el hecho de que se trataba de evaluaciones en tiempo real, lo que redujo el sesgo de memoria.

Además, la intervención fue de corta duración, pues solo duró cuatro semanas, y de baja intensidad. «Es posible que intervenciones más largas o más estructuradas —por ejemplo, con acompañamiento de profesionales de la música o más recursos pedagógicos— generen efectos aún mayores, tanto en los bebés como en los propios cuidadores» comentan los autores del estudio, como la investigadora Eun Cho (Yale) y el doctor Samuel A. Mehr (Universidad de Auckland).

De hecho, los investigadores ya están trabajando en dos estudios de seguimiento que podrían responder a estas nuevas preguntas.

Uno de ellos es una réplica del experimento original, pero con materiales musicales más elaborados y atractivos, desarrollados profesionalmente. El otro, más ambicioso, es un ensayo aleatorizado de ocho meses de duración en el que se comparan tres tipos de intervención activa: canto (música más interacción directa), escucha de música grabada (sin interacción) y lectura en voz alta (sin música, pero con interacción).

Además, se incluye un grupo de control general. Esta investigación busca entender qué elementos —la música en sí, la interacción entre cuidador y bebé o ambos— son responsables de los beneficios observados.

Ciencia y crianza: una alianza prometedora

Más allá de los datos duros, hay algo profundamente humano en este hallazgo: cantar a un bebé no solo lo calma, sino que lo hace sentir mejor. Y, en última instancia, también puede hacer la vida más fácil y gratificante para quienes cuidan de él. Así lo percibieron también los propios participantes. Al finalizar el estudio, más del 90% afirmó que seguiría cantando a su bebé, y la mayoría describió la experiencia como positiva, tanto para ellos como para sus hijos.

Estos resultados recuerdan que la crianza respetuosa no necesita apoyarse exclusivamente en dispositivos tecnológicos o métodos sofisticados. A veces, basta con algo tan básico como una canción de cuna, una voz familiar y unos minutos de atención genuina.

«Nuestros hallazgos destacan el enorme potencial de intervenciones sencillas para mejorar la vida de las familias con bebés pequeños —concluyen los autores—. El canto dirigido al bebé no es solo una herramienta de entretenimiento: es una forma eficaz y accesible de fomentar el bienestar emocional en la primera infancia».

Así, la ciencia confirma lo que muchas personas han sabido siempre por instinto: cuando una madre o un padre le canta a su bebé, no solo está compartiendo una melodía, sino sembrando salud emocional, vínculo afectivo y bienestar infantil desde los primeros meses de vida. ▪️

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