¿Cómo y qué comían los dinosaurios saurópodos? Un hallazgo en Australia resuelve el misterio

Paleontólogos en Australia descubren por primera vez el contenido intestinal fosilizado de un dinosaurio saurópodo. Su análisis apunta a una dieta basada en coníferas, angiospermas y helechos con esporas. Y que estos titanes eran unos auténticos tragones que apenas masticaban la comida.

Por Enrique Coperías

El hallazgo de un cololito —el término técnico para los restos fosilizados del contenido del tracto digestivo— de un saurópodo revela que estos dinosaurios seguían una dieta variada y una estrategia de alimentación generalista.

El hallazgo de un cololito —el término técnico para los restos fosilizados del contenido del tracto digestivo— de un saurópodo revela que estos dinosaurios seguían una dieta variada y una estrategia de alimentación generalista. Imagen generada con DALL-E

Durante más de un siglo, los científicos han debatido sobre la dieta de los saurópodos, aquellos dinosaurios de cuello largo que dominaron los ecosistemas terrestres durante el Jurásico y el Cretácico. ¿Qué comían realmente estas criaturas colosales que podían superar las 30 toneladas de peso?

Hasta ahora, las respuestas no pasaban de las conjeturas. Pero un descubrimiento reciente en el corazón del continente australiano ha proporcionado, por primera vez, una prueba directa: los restos fosilizados del contenido intestinal de un dinosaurio de la especie Diamantinasaurus matildae, un saurópodo herbívoro que vivió entre hace 101 y 94 millones de años.

El hallazgo, liderado por un equipo internacional con sede en la Curtin University, en Australia, y publicado en la revista Current Biology, representa el primer registro indiscutible de un cololito —el término técnico para los restos fosilizados del contenido del tracto digestivo— en un saurópodo.

¿Dónde apareció el contenido intestinal fosilizado?

Y según el paleontólogo Stephen Poropat, autor principal del estudio, esto cambia radicalmente la forma en la que entendemos la ecología de los dinosaurios.

«Nunca se había encontrado un contenido intestinal auténtico de saurópodo en ningún lugar del mundo —estaca Poropat. Y añade—: Y esto a pesar de que se han hallado fósiles de saurópodos en todos los continentes y de que el grupo existió durante al menos 130 millones de años».

La historia comenzó en el verano austral de 2017, cuando un equipo del Australian Age of Dinosaurs Museum trataba de extraer el esqueleto de un Diamantinasaurus matildae subadulto en la Formación Winton, en Queensland (Australia). Al retirar el sedimento, los investigadores se toparon con una capa rocosa inusualmente endurecida, fracturada y localizada justo en la región abdominal del dinosaurio.

En su interior, descubrieron restos de plantas fosilizadas junto a fragmentos de piel escamosa mineralizada, lo que llevó al equipo a sospechar que estaban ante algo extraordinario: el último banquete de este saurópodo.

El contenido del cololito

Las técnicas de análisis aplicadas al cololito incluyeron la tomografía de rayos X, la espectrometría de masas y el rastreo de biomarcadores moleculares. Todo apuntaba en la misma dirección: esta masa fosilizada era, efectivamente, el contenido intestinal del dinosaurio, y los paleontólogos lograron determinar de qué estaba compuesta:

Hojas de coníferas, de Austrosequoia wintonensis y Araucaria, entre otras.

✅ Hojas de angiospermas (plantas con flores).

✅ Estructuras reproductivas de helechos con esporas.

«Los restos vegetales muestran señales de haber sido arrancados o mordidos, pero no masticados —explica Poropat. Y añade—: Esto respalda la hipótesis de que los saurópodos eran comedores por volumen que tragaban grandes cantidades de vegetación sin triturarla».

Mackenzie Enchelmaier, responsable de la colección Australian Age of Dinosaurs, muestra un fósil de contenido intestinal de saurópodo.

Mackenzie Enchelmaier, responsable de la colección Australian Age of Dinosaurs, muestra un fósil de contenido intestinal de saurópodo. Cortesía: Stephen Poropat

Una dieta sin distinciones: el perfil de un comedor generalista

Una de las grandes revelaciones del estudio es que Diamantinasaurus no era selectivo con su comida. Comía lo que tuviera al alcance, desde follaje de coníferas de gran porte hasta brotes tiernos de plantas más bajas. La identificación de biomarcadores de gimnospermas y angiospermas en el cololito indica una dieta variada.

De hecho, según Poropat, este comportamiento alimenticio sugiere que al menos algunos saurópodos eran comedores generalistas que no discriminaban entre tipos de plantas.

«Los hallazgos corroboran ideas previas sobre la enorme influencia que debieron tener los saurópodos en los ecosistemas del Mesozoico —sostiene Poropat. Y añade—: Eran animales capaces de modificar el entorno a través de su comportamiento alimentario, igual que lo hacen hoy los grandes herbívoros, como los elefantes y los rinocerontes».

¿Los saurópodos comían angiospermas?

La presencia de angiospermas —plantas con flores— fue una sorpresa adicional. Aunque se sabía que estas plantas comenzaron a diversificarse en el Cretácico, su consumo por parte de dinosaurios saurópodos no estaba confirmado.

«Las angiospermas se volvieron tan diversas como las coníferas en Australia entre hace 100 y 95 millones de años —dice Poropat. Y continúa—: El hecho de que este saurópodo las comiera indica que ya se habían adaptado para incluir estas plantas relativamente nuevas en su dieta, apenas unos 40 millones de años después de su aparición en el registro fósil».

De abajo hacia arriba: una dieta cambiante con la edad

Otra dimensión fascinante del estudio es cómo el hallazgo puede reflejar cambios en la dieta a lo largo del desarrollo del animal. El ejemplar estudiado era un dinosaurio subadulto, lo que implica que aún estaba en crecimiento.

Como los saurópodos jóvenes no podían alcanzar la vegetación alta, se alimentaban necesariamente de plantas cercanas al suelo. A medida que crecían, su capacidad para acceder a vegetación de altura aumentaba, ampliando su dieta potencial.

La mezcla de restos de plantas altas (como coníferas) y bajas (como angiospermas) en el cololito sugiere que este Diamantinasaurus se alimentaba en múltiples niveles del ecosistema vegetal, un comportamiento conocido como mixed-level browsing.

«La abundancia de brotes, brácteas y vainas de semillas en el cololito sugiere que este individuo consumía partes tiernas de las plantas, que son más fáciles de digerir», explica Poropat.

La digestión, una cuestión microbiana

La composición del cololito y la ausencia de piedras gástricas (gastrolitos) indican que estos dinosaurios no trituraban su comida ni usaban órganos similares a un molino gástrico. En su lugar, confiaban en una potente microbiota intestinal para descomponer la materia vegetal mediante fermentación, un sistema similar al de los rumiantes actuales.

«Sabíamos que los saurópodos no masticaban, pero ver esta evidencia directa es impresionantw—dice Poropat—. Es un sistema digestivo que funcionaba como una gran cámara de fermentación móvil».

El autor principal del estudio, Stephen Poropat, en la excavación de Judy, en Australia, en junio de 2017. Cortesía: Stephen Poropat

¿Puede un solo hallazgo representar toda la dieta saurópoda?

Aunque el hallazgo es monumental, los investigadores reconocen sus limitaciones. Este cololito proviene de un solo individuo, y por tanto puede no reflejar la dieta habitual de todos los Diamantinasaurus, ni mucho menos de todos los saurópodos.

«Este contenido intestinal nos habla de la última comida —o quizás de las últimas— de un solo dinosaurio saurópodo subadulto —matiza Poropat. Y puntualiza—: No sabemos si se trata de su dieta habitual, de una comida poco representativa o de los hábitos de un animal enfermo. Tampoco sabemos cómo influía la estacionalidad en su dieta».

Los autores sugieren que la estrategia de alimentación generalista fue una de las claves del éxito evolutivo de los saurópodos. Su capacidad para consumir distintos tipos de plantas y adaptarse a cambios en la flora a lo largo de millones de años tal vez les permitió sobrevivir en una amplia variedad de hábitats y resistir eventos de cambio climático y extinciones locales.

«El hecho de que una estrategia como el consumo indiscriminado de vegetación funcionara tan bien durante 130 millones de años nos dice mucho sobre la flexibilidad ecológica de estos animales», concluye Poropat.

Una hoja de la paleontología en el estómago de un titán

El fósil del cololito de Diamantinasaurus es mucho más que el último almuerzo de un dinosaurio. Es una ventana microscópica a los ecosistemas del Cretácico, una oportunidad excepcional de comprender cómo se alimentaban, crecían y sobrevivían los mayores animales terrestres que hayan existido.

Y, como todo buen descubrimiento científico, plantea nuevas preguntas que los paleontólogos esperan poder responder en futuras excavaciones.

Mientras tanto, este coloso australiano nos recuerda que incluso en el reino de los gigantes, son los pequeños detalles —una hoja mordida, una semilla sin digerir— los que nos permiten reconstruir el pasado con precisión asombrosa.▪️

  • Fuente: Poropat, Stephen F. et al. Fossilized gut contents elucidate the feeding habits of sauropod dinosaurs. Current Biology (2025). DOI: 10.1016/j.cub.2025.04.053

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