Cómo el rápido deshielo de la Antártida podría evitar el colapso de la AMOC, una corriente oceánica crucial
El deshielo acelerado de la Antártida Occidental podría desencadenar un efecto inesperado en el clima global: frenar el colapso de la AMOC, la gran corriente oceánica que regula el océano Atlántico. Un hallazgo contraintuitivo que desvela nuevas conexiones entre los grandes sistemas que sostienen el equilibrio del planeta.
Por Enrique Coperías
El deshielo acelerado en la Antártida y Groenlandia amenaza con alterar grandes corrientes oceánicas. El hielo más antiguo de Groenlandia, considerado durante años la última área de hielo, se funde ya al doble de velocidad que el resto del Ártico. Cortesía:NOAA.
En el rompecabezas del clima terrestre hay piezas cuya importancia resulta difícil de exagerar. Una de ellas es la circulación de vuelco meridional del Atlántico, conocida como AMOC, la gran corriente oceánica atlántica que redistribuye calor, nutrientes y sal desde los trópicos hasta el extremo norte del océano. Otra son los gigantes polares de hielo Groenlandia y la Antártida Occidental que, además de sostener ecosistemas enteros, regulan el nivel del mar a nivel planetario.
En los últimos años, los científicos han empezado a verlos no como elementos aislados, sino como fichas de dominó: si una cae, facilita que caiga la siguiente. Este temor, el de los llamados puntos de no retorno o tipping points climáticos, ha sobrevolado prácticamente todos los grandes informes climáticos de la última década.
Por eso resulta tan llamativo un nuevo estudio publicado en la revista Science Advances, que plantea algo contraintuitivo: el colapso acelerado de la Antártida Occidental podría, paradójicamente, evitar que la AMOC se desplome.
Objetivo: cómo respondería la AMOC si Groenlandia y la Antártida Occidental colapsan
Es una conclusión que no dulcifica, ni mucho menos, los riesgos asociados al deshielo antártico —entre ellos varios metros de subida del nivel del mar—, pero sí ilumina una faceta poco explorada de las interacciones entre los elementos críticos del clima.
Los autores del trabajo, Sacha Sinet, Anna. S. von der Heydt y Henk A. Dijkstra, de la Universidad de Utrecht (Países Bajos), han utilizado CLIMBER-X, un modelo climático de complejidad intermedia pero capaz de simular miles de años con un nivel de detalle que modelos más pesados no pueden alcanzar. Su objetivo: explorar cómo respondería la AMOC si Groenlandia y la Antártida Occidental colapsaran —no necesariamente a la vez— y liberaran al océano cantidades ingentes de agua dulce procedente del deshielo.
El resultado es un abanico de escenarios posibles, desde los más temidos —una AMOC que colapsa— hasta otros casi opuestos: una circulación de vuelco meridional del Atlántico que se debilita pero se estabiliza, consiguiendo así evitar un colapso irreversible gracias, precisamente, al aporte de agua dulce procedente del extremo sur del planeta.
🗣️ «En mis experimentos con modelos, cuando el agua de deshielo se libera cerca de la Antártida Occidental, la circulación oceánica puede soportar más deshielo de Groenlandia. A eso lo llamamos una interacción estabilizadora», dice Sinet en un comunicado de la Universidad de Utrecht
¿Qué es la AMOC y por qué preocupa su debilitamiento?
Para entender la relevancia del estudio conviene volver al abecé de la AMOC. Esta circulación oceánica depende de que las aguas del Atlántico Norte se hundan, una vez enriquecidas en sal y enfriadas, impulsando así el gran bucle oceánico. Si esas aguas se vuelven demasiado ligeras, porque se diluyen con agua dulce del deshielo de Groenlandia, el hundimiento se frena o incluso cesa, desatando un efecto dominó que puede llevar al colapso de la AMOC.
Esta posibilidad, aunque no está garantizada, preocupa cada vez más a los oceanógrafos: la AMOC ya muestra señales de debilitamiento y el ritmo del deshielo en Groenlandia no deja de crecer.
El nuevo trabajo reproduce un escenario en el que Groenlandia se acerca a este punto de no retorno. Cuando el equipo introduce solo el flujo de agua dulce groenlandesa, el modelo reproduce lo esperado: la AMOC se debilita durante siglos hasta que, alrededor del año 1.100 de simulación, se desploma abruptamente y entra en un estado colapsado. La circulación solo se recupera siglos después, cuando la entrada de agua dulce comienza a disminuir.
Este comportamiento coincide con lo observado en la mayor parte de modelos climáticos. En otras palabras: el deshielo groenlandés es un golpe directo a la estabilidad de la AMOC.
Simulaciones climáticas que muestran cómo el deshielo de Groenlandia y de la Antártida Occidental afecta de forma distinta a la gran corriente oceánica del Atlántico (AMOC). Los gráficos comparan la entrada de agua dulce, los cambios en salinidad, precipitaciones y temperatura del mar frente al clima preindustrial, revelando cómo cada región polar altera por separado el equilibrio del océano. Cortesía: Sacha Sinet et al
La pieza inesperada: el deshielo acelerado de la Antártida Occidental
La gran novedad llega cuando los investigadores incorporan a la historia una segunda descarga masiva de agua dulce: la procedente del colapso de la Antártida Occidental. Este colapso, que muchos estudios consideran posible en escenarios de altas emisiones, implicaría una liberación continua de agua durante varios siglos, quizá entre quinuentos y mil años, desde plataformas de hielo hoy inestables.
Lo intuitivo sería pensar que más agua dulce implica un daño aún mayor a la AMOC. Pero el sistema climático no siempre responde de forma lineal y, en este caso, las interacciones a escala planetaria dan lugar a un comportamiento sorprendente.
Sinet, Von der Heydt y Dijkstra observan varios regímenes distintos según cuándo comienza el colapso antártico y cuánto dura ese proceso:
✅ Si la Antártida se deshiela tarde, cuando la AMOC ya ha colapsado por culpa de Groenlandia, el agua dulce austral puede acelerar la recuperación de la AMOC.
✅ Si la Antártida comienza a derretirse antes de que colapse la AMOC, los efectos pueden variar: desde acelerar ligeramente la caída hasta retrasarla algunos siglos.
✅ Y en un rango muy concreto de escenarios, con un colapso rápido y temprano de la Antártida Occidental, la AMOC no llega a colapsar en absoluto.
Este tercer caso es el más llamativo y el núcleo del estudio: el deshielo antártico puede actuar como estabilizador climático, un freno temporal que impide que el sistema oceánico cruce un punto de no retorno.
¿Cómo puede el agua dulce del sur «salvar» a una corriente en el norte?
El mecanismo identificado no es sencillo y desmonta algunas ideas previas. Hasta ahora, uno de los pocos procesos conocidos que vinculan ambos hemisferios era el llamado bipolar seesaw o sube y baja polar, una oscilación en la que la formación de aguas profundas en el sur y en el norte actúan como un balancín. Pero el nuevo estudio muestra que, cuando se analizan escalas de varios siglos, este efecto no basta.
«Imagina un océano representado como unas pocas cajas de agua interconectadas. Estos modelos nos ayudan a entender los mecanismos subyacentes, pero solo capturan parte de la física real del clima», advierte Sinet.
El patrón que emerge de CLIMBER-X es más complejo y se desarrolla en tres etapas:
1️⃣ Fase de debilitamiento acelerado: el agua dulce antártica es transportada hacia el norte a través de la circulación oceánica global. Al llegar al Atlántico, contribuye al debilitamiento de la AMOC, que pierde capacidad de hundir agua.
2️⃣ Fase de colapso parcial en latitudes altas: la pérdida de fuerza de los grandes giros oceánicos del Atlántico Norte hace que el agua dulce de Groenlandia se quede confinada en el extremo norte. Esto provoca un colapso local de la convección oceánica.
3️⃣ Fase de estabilización: aquí es donde surge la sorpresa, ya que, al quedar confinado el agua dulce groenlandesa, las zonas algo más al sur, donde también se forma agua profunda, quedan relativamente protegidas.
Mientras tanto, el aporte antártico disminuye y con él el drenaje de densidad. El resultado: una AMOC débil pero estable, capaz de mantener un estado funcional y, con el tiempo, recuperarse.
¿Es una buena noticia climática? No.
Que la Antártida Occidental pueda temporalmente evitar el colapso de la AMOC no significa que su deshielo sea deseable. Un colapso semejante implicaría hasta 4,3 metros de subida del nivel del mar, un escenario devastador para ciudades costeras, deltas y ecosistemas de todo el mundo.
Este estudio no minimiza ese riesgo, pues lo que ofrece es una visión más fina de las interacciones entre capas de hielo, océanos y sistemas climáticos.
Y también lanza una advertencia: los efectos en cascada entre los elementos críticos del clima pueden ser más complejos de lo previsto.
Imagen en alta resolución que muestra los cambios en la masa de la capa de hielo de Groenlandia el 25 de julio de 2005, una instantánea del rápido proceso de pérdida de hielo que afecta al Ártico. Cortesía: NASA / Goddard Space Flight Center Scientific Visualization Studio
¿Es un escenario realista?
La ventana en la que aparece este efecto estabilizador coincide con escenarios de altas emisiones, aquellos en los que el deshielo es rápido y masivo.
No es un futuro inevitable, pero sí posible si no se reducen las emisiones globales.
Los autores reconocen que estos resultados deben verificarse con modelos climáticos más detallados. Aun así, el comportamiento reproducido es coherente con estudios previos, lo que refuerza su relevancia científica.
🗣️ «Estamos hablando de un escenario en el que desaparece una capa de hielo completa, provocando metros de subida del nivel del mar. Por sí solo, eso sería catastrófico —dice Sinet. Y añade—: Mi estudio muestra sobre todo que también necesitamos comprender las interacciones estabilizadoras, porque ellas también determinan cómo puede evolucionar el sistema climático».
Qué significa esto para el futuro del clima
El estudio subraya algo crucial: la velocidad del deshielo puede ser tan determinante como su magnitud. Y en paralelo, recuerda la importancia de medir con precisión el estado actual de la circulación de vuelco meridional del Atlántico, que ya muestra síntomas preocupantes.
Si algo demuestra este trabajo es que, en el tablero del clima, Groenlandia, la Antártida y la AMOC forman un triángulo de interacciones que puede cooperar, competir o producir efectos inesperados.
Comprenderlos, sin confundir un mecanismo estabilizador con una buena noticia, resulta esencial para afrontar un siglo marcado por el calentamiento global, el deshielo y un equilibrio climático cada vez más vulnerable.
Información facilitada por la Universidad de Utrecht
Fuente: Sacha Sinet et al. Meltwater from West Antarctic ice sheet tipping affects AMOC resilience. Science Advances. DOI:10.1126/sciadv.adw3852

