Cómo una sequía extrema provocó la desaparición de los hobbits: el caos climático que borró a los humanos diminutos de Flores

Un clima cada vez más árido fue estrechando el acceso al agua hasta expulsar del valle de Liang Bua a los últimos Homo floresiensis, conocidos popularmente como los hobitts de la isla de Flores. La sequía no solo borró a esta especie humana, sino que también reescribió el mapa de nuestra familia evolutiva.

Por Enrique Coperías

Una familia de Homo floresiensis busca agua en el lecho casi seco de un río en Flores, hace unos 60.000 años. Nuevos análisis paleoclimáticos indican que una sequía prolongada redujo drásticamente las fuentes de agua y las poblaciones de Stegodon.

Una familia de Homo floresiensis busca agua en el lecho casi seco de un río en Flores, hace unos 60.000 años. Nuevos análisis paleoclimáticos indican que una sequía prolongada redujo drásticamente las fuentes de agua y las poblaciones de Stegodon, la principal presa de estos homínidos diminutos, precipitando su desaparición del valle de Liang Bua. Crédito: IA-E-DALLE-©RexMolón-Producciones

Durante mucho tiempo, el pequeño valle de Liang Bua, en la isla indonesia de Flores, ofreció agua y cobijo a criaturas tan singulares como el Homo floresiensis, el homínido apodado hobbit por su estatura de a penas un metro, de su peso de unos 25 kilos y de su volumen cerebral de 400 cc.

Pero hace unos 61.000 años, el clima comenzó a cambiar de forma silenciosa y persistente. El resultado puede parecer abrupto visto desde hoy: Homo floresiensis desapareció, y con él también el Stegodon florensis insularis, un elefante enano de hasta una tonelada que fue su presa y su compañía evolutiva durante casi un millón de años.

Un nuevo estudio publicado en la revista Communications Earth & Environment reconstruye ese final con una precisión inédita. Y lo que revela es la historia de una sequía prolongada, estacional y progresiva, que fue estrechando el acceso al agua hasta volver inviable la vida en torno a Liang Bua. La muerte de los hobbits no habría sido resultado de un cataclismo ni de la llegada de los Homo sapiens ―al menos no todavía―, sino del lento cierre del grifo climático.

🗣️ «Nuestros resultados muestran que el ecosistema alrededor de Liang Bua se volvió sorprendentemente más seco justo en el momento en que Homo floresiensis desapareció», explica Mike Gagan, paleoclimatólogo de la Universidad de Wollongon (UOW), en Australia, e investigador principal del trabajo.

La estalagmita que aclara el misterio

Durante décadas, el gran misterio de Flores no era solo quiénes fueron aquellos seres de poco más de un metro de altura que tallaban herramientas de piedra tan bien como nuestros antepasados, sino por qué desaparecieron.

Hubo hipótesis para todos los gustos desde erupciones volcánicas y cambios ambientales hasta depredación humana, pasando por una extinción desatada por una enfermedad. Pero ningún escenario encajaba del todo.

La clave, ahora, ha llegado desde una estalagmita de una cueva vecina: Liang Luar, apenas kilómetro y medio río arriba del refugio del Homo floresiensis. Allí, las gotas que durante miles de años filtraron el agua de lluvia dejaron una firma química precisa del clima antiguo. Interpretarlas ha permitido reconstruir, año a año, cómo fue variando la disponibilidad de agua dulce justo cuando los hobbits vivían en la cueva de Liang Bua.

Cuando el monzón dejó de cumplir

Flores está situada en pleno dominio del monzón indonesio: una región donde el 60% de la lluvia cae entre diciembre y marzo, y donde la supervivencia depende de unos ríos que se alimentan del agua estival. Pero la estalagmita K2 de Liang Luar cuenta otra historia para el pasado remoto: entre 76.000 y 61.000 años atrás, la lluvia anual cayó casi un 40%, de unos 1.560 milímetros a apenas 990.

La estación seca, antes manejable, empezó a dilatarse. Y lo peor estaba por llegar: entre 61.000 y 55.000 años atrás, la lluvia de verano cayó hasta un mínimo de 450 milímetros, casi la mitad que hoy .

🗣️ «Las lluvias de verano descendieron hasta aproximadamente la mitad de los niveles modernos, y las fuentes de agua en el lecho de los ríos se secaron por temporadas, lo que ejerció presión ecológica tanto sobre los hobbits como sobre sus presas», asegura Gagan para subrayar el impacto.

En ese contexto, los investigadores registran un alza en los indicadores de aridez kárstica, que revelan menor infiltración y un agua subterránea cada vez más escasa. Las señales son coherentes entre sí: menos lluvia en verano implica menos recarga de los acuíferos y menos caudal base en los ríos. Y Flores, con su geología permeable, no puede retener el agua superficial durante mucho tiempo.

Si pensamos en sequías modernas, podríamos imaginar grandes zonas desérticas. Pero aquí la clave fue la estacionalidad: la alternancia entre picos de lluvia y largos meses secos, cada vez más secos. Justo lo suficiente para poner en jaque a los animales grandes que necesitan beber a diario.

Reconstrucción paleoartística de un grupo de Homo floresiensis dando caza a un Stegodon florensis insularis en la isla de Flores.

Reconstrucción paleoartística de un grupo de Homo floresiensis dando caza a un Stegodon florensis insularis en la isla de Flores. El nuevo estudio sugiere que estos elefantes enanos fueron una de sus principales fuentes de alimento hasta que una larga sequía redujo el acceso al agua y dispersó a las presas, contribuyendo al declive y desaparición de los hobbits en Liang Bua hace unos 60.000 años. Crédito: IA-E-DALLE-©RexMolón-Producciones

Los últimos elefantes enanos, ¿qué dicen sus dientes?

Los dientes fosilizados de Stegodon florensis insularis completan el retrato. Su esmalte conservó la composición isotópica del agua que bebieron, y esa señal va en paralelo con la de la estalagmita: el diente elefantino registra lluvias abundantes hacia los 90.000 años, un declive progresivo después, un pequeño respiro entre 70.000 y 65.000 años… y luego otra caída abrupta .

Para cuando la lluvia estival marcó su nivel más bajo, también lo hicieron los restos fósiles de los Stegodon: el 92% de los hallados en Liang Bua se concentran entre 76.000 y 62.000 años, y casi desaparecen después de esa fecha. El último ejemplar registrado tiene unos 57.000 años. El patrón coincide milimétricamente con la gran sequía.

Los elefantes modernos toleran mal la falta prolongada de agua. El Stegodon florensis insularis seguramente no era diferente. El estudio sugiere que la aridez estival extrema habría obligado a estos animales a migrar hacia otras zonas más húmedas, abandonando el valle. Y el Homo floresiensis fue detrás: seguía su rastro como fuente alimenticia, ya fuera cazando o carroñeando.

Un éxodo inevitable

La sequía no solo redujo el número de grandes presas: también obligó tanto a los hobbits como a sus fuentes de alimento a moverse por zonas distintas, lo que dificultó encontrarse y disminuyó la población. Las señales arqueológicas lo confirman: después de 60.000 años, las herramientas líticas y los restos óseos se vuelven escasos. El valle ya no era el centro de vida que había sido.

No hubo un colapso repentino: fue una retirada lenta, en paralelo con la reducción gradual del agua disponible. Los investigadores describen tres fases climáticas:

1️⃣ 92.000–76.000 años: lluvias abundantes, escasa estacionalidad, baseflujos persistentes.

2️⃣ 76.000–61.000 años: clima más variable, sequías más intensas, pero con episodios húmedos que amortiguan el golpe.

3️⃣ 61.000–47.000 años: estiaje grave, aridez máxima y pérdida casi total de presas y de agua accesible.

«La disminución simultánea del agua dulce superficial, el Stegodon y el Homo floresiensis hace 61 000 años marca los efectos combinados del estrés ecológico —afirma Gert van den Bergh, miembro honorario de la Facultad de Ciencias de la UOW. Y añade—: La competencia por el agua y los alimentos, cada vez más escasos, probablemente obligó a los hobbits a abandonar Liang Bua por completo».

Trabajos de excavación en la cueva de Liang Bua en 2007, realizados por el Centro Nacional de Investigación Arqueológica de Indonesia (ARKENAS) en colaboración con el equipo del fallecido profesor Michael J. Morwood

Trabajos de excavación en la cueva de Liang Bua en 2007, realizados por el Centro Nacional de Investigación Arqueológica de Indonesia (ARKENAS) en colaboración con el equipo del fallecido profesor Michael J. Morwood, de la Universidad de Wollongong. Cortesía: Garry K. Smith

¿Y que hay de los «Homo sapiens»?

La gran pregunta queda inevitablemente en el aire: ¿llegaron los humanos modernos a Flores a tiempo de interactuar con los hobbits?

La cronología más aceptada sitúa la llegada de Homo sapiens al sudeste asiático insular hacia los 75.000–63.000 años, y la evidencia directa en Liang Bua lo sitúa alrededor de 46.000 años. Por tanto, sí pudo haber un solapamiento temporal en la isla, pero no en el propio valle de Liang Bua, ya casi vacío cuando llegaron los recién llegados.

Nada indica, de momento, que los Homo sapiens exterminaran a los hobbits. Pero sí pudieron ocupar los mismos corredores ecológicos, los mismos oasis de agua dulce, y competir por recursos en un mundo ya bajo estrés hídrico. El clima habría preparado el terreno: poblaciones disminuidas, dispersas y vulnerables antes incluso del posible contacto.

🗣️ «Es posible que, al desplazarse los hobbits en busca de agua y presas, encontraran a los humanos modernos en otras partes de la isla. En ese sentido, el cambio climático podría haber preparado el escenario para su desaparición final», reflexiona Gagan.

Una lección desde el Pleistoceno

El final de los hobbits no es solo una historia fascinante de nuestra familia evolutiva. Es también una advertencia estremecedora para el presente. Ninguna especie es inmune a cambios ambientales graduales, y la sequía estacional puede ser tan letal como un cataclismo, si se prolonga lo suficiente.

Aunque el planeta de hoy es otro, la relación entre clima, acceso al agua dulce y supervivencia sigue siendo crítica.

Flores nos recuerda que las extinciones no siempre llegan con estruendo. A veces avanzan gota a gota, hasta que ya no queda nada por beber.▪️

  • Información facilitada por la Universidad de Wollongon

  • Fuente: Gagan, M. K., Ayliffe, L. K., Puspaningrum, M. R. et al. Onset of summer aridification and the decline of Homo floresiensis at Liang Bua 61,000 years ago. Communications Earth & Environment (2025). DOI: https://doi.org/10.1038/s43247-025-02961-3

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