Contaminación del aire y miopía infantil: un estudio revela cómo el aire limpio protege la visión de los niños

Un estudio con casi 30.000 escolares en Tianjin (China) demuestra que reducir la contaminación del aire mejora la salud visual de los niños y frena la progresión de la miopía. El hallazgo convierte al aire limpio en una herramienta clave de salud pública.

Por Enrique Coperías

La OMS califica la miopía como un problema de salud pública global. En 2050 habrá más de 740 millones de niños y adolescentes miopes en el mundo.

La OMS califica la miopía como un problema de salud pública global. En 2050 habrá más de 740 millones de niños y adolescentes miopes en el mundo. Foto de Pavel Danilyuk

La miopía ya no es un asunto de ópticas y gafas. Se ha convertido en una de las mayores preocupaciones de salud pública entre los niños y adolescentes a nivel mundial. Se estima que, a nivel global, uno de cada tres niños y adolescentes es miope. En España, algunos estudios indican que uno de cada cinco niños en edad escolar ya padece miopía y en Asia Oriental nueve de cada diez jóvenes acaban la escuela secundaria con dificultades para ver de lejos.

Y en 2050 habrá más de 740 millones de niños y adolescentes miopes en el mundo. Durante años, la explicación dominante se centró en la genética y en los hábitos de vida modernos: demasiadas horas frente a los libros o las pantallas, muy poco tiempo jugando al aire libre y una presión educativa asfixiante.

Pero un nuevo estudio científico introduce otro sospechoso de peso en este misterio: la contaminación del aire.

El papel de la contaminación en la visión de los niños

La investigación, publicada en la revista científica PNAS Nexus y coordinada por universidades de China y del Reino Unido, analiza los datos de casi 30.000 escolares de Tianjin, una megaciudad portuaria del norte de China. Con ayuda de algoritmos de aprendizaje automático, los científicos identificaron qué factores pesan más en la agudeza visual de los niños.

Y entre ellos, junto a la herencia genética o la carga de deberes, aparecen dos enemigos invisibles pero omnipresentes en el aire urbano:

✅ El dióxido de nitrógeno (NO₂), ligado al tráfico y la industria y

✅ Las partículas finas PM2,5, esto es, de 2,5 micrómetros de diámetro o menos, capaces de infiltrarse en los pulmones y también de dañar los ojos.

Los resultados no dejan lugar a la duda: menos contaminación equivale a mejor visión. No se trata de un vínculo anecdótic, ya que tras descontar el efecto de otros factores, como el nivel socioeconómico, los hábitos de estudio y los antecedentes familiares, los investigadores demostraron que la calidad del aire influye de forma independiente en la salud ocular. Y lo hace, sobre todo, en los niños más pequeños y en aquellos con miopía leve o moderada. Es decir, en quienes aún están a tiempo de frenar la progresión de un problema que puede condicionar toda la vida.

Una epidemia silenciosa con rostro asiático

Como ya se ha adelantado, la miopía, esto es, la dificultad para enfocar de lejos, se ha disparado en las últimas décadas hasta niveles de auténtica epidemia visual. En países como China, Corea del Sur o Singapur, ocho de cada diez adolescentes terminan la secundaria siendo miopes. En torno a un 20% ya presenta miopía alta, la forma más grave que multiplica el riesgo de ceguera, desprendimiento de retina o glaucoma en la edad adulta. El fenómeno preocupa a la Organización Mundial de la Salud (OMS), que lo califica como un desafío global emergente.

El trabajo chino-británico recuerda que la miopía es un trastorno de causas múltiples: genes, entorno, estilo de vida. Se sabe que tener padres miopes aumenta mucho las probabilidades. También que leer a corta distancia o abusar de las pantallas favorece el problema, mientras que pasar tiempo al aire libre protege la vista.

En ese cóctel, la contaminación había asomado tímidamente en estudios previos, pero faltaban pruebas sólidas. Este nuevo análisis aporta la evidencia más clara hasta la fecha de que el aire sucio es un factor de riesgo modificable.

Tianjin, miopía y contaminación atmosférica

Para llegar a estas conclusiones, los autores aprovecharon un programa masivo de cribado escolar en Tianjin, donde casi 30.000 niños de primaria, secundaria y bachillerato se sometieron a exámenes de agudeza visual entre 2021 y 2023.

Paralelamente, se recopiló información detallada sobre sus rutinas diarias (horas de sueño, tiempo de deberes, actividades al aire libre, alimentación), el historial de miopía en la familia, y los niveles de contaminación en su entorno. Todo ello se integró en un sistema de inteligencia artificial capaz de detectar patrones complejos.

El retrato inicial es preocupante: más de la mitad de los participantes ya eran miopes. La edad media rondaba los diez años, y la gran mayoría vivía en zonas urbanas, donde la polución del aire es más intensa. Las concentraciones medias de partículas PM2,5 eran de 38 microgramos por metro cúbico, por encima de lo que la Organización Mundial de la Salud considera seguro (5 microgramos). El dióxido de nitrógeno se situaba en 33 microgramos, también muy superior al límite recomendado de 10.

Jugar al aire libre reduce el riesgo de que los niños sufran miopía, según apuntan algunos estudios.

Jugar al aire libre reduce el riesgo de que los niños sufran miopía, según apuntan algunos estudios. Foto: Fabian Centeno

Qué dicen los algoritmos

El corazón del estudio es un modelo de aprendizaje automático explicable. En lugar de limitarse a correlaciones simples, los investigadores entrenaron hasta treinta algoritmos diferentes para predecir la visión infantil en función de todas las variables. El que mejor funcionó fue un modelo de gradient boosting, afinado para desentrañar interacciones no lineales. Después, aplicaron una técnica llamada SHAP que permite asignar un peso a cada factor en las predicciones.

El resultado es una especie de ranking de culpables de la mala visión. En lo alto aparecen el tipo de escuela (primaria, secundaria, bachillerato) y la miopía de los padres. No es sorprendente: a más edad y más exigencia académica, peor vista; y la genética marca mucho.

Pero justo detrás emergen los niveles de NO₂ y PM2,5, casi al mismo nivel de importancia que factores clásicos como el sexo, el tiempo de sueño o la práctica deportiva. En otras palabras, el aire contaminado pesa tanto como la herencia o los hábitos diarios.

La miopía escolar frente a la miopía alta

El análisis por subgrupos revela matices decisivos. En los niños con miopía leve o moderada —la llamada miopía escolar—, los factores modificables, como el aire sucio y las rutinas de estudio, explican una cuarta parte del riesgo.

En cambio, en quienes ya sufren miopía alta (más de seis dioptrías negativas), la suerte está casi echada: la genética y la edad explican más del 80% de las variaciones visuales, y el margen de mejora ambiental es mínimo.

Algo similar ocurre con la edad. Los alumnos de primaria son los más sensibles a la calidad del aire: su agudeza visual mejora claramente en escenarios de aire limpio. En secundaria y bachillerato, el peso de los genes y las horas de estudio eclipsa casi todo. Como resume Zongbo Shi, coautor británico del estudio, «los ojos jóvenes aún están en desarrollo y son más vulnerables, pero también más recuperables si reducimos la exposición a contaminantes».

Un experimento virtual con aire limpio

Para cuantificar el efecto, los científicos construyeron un escenario hipotético: ¿qué pasaría si se redujeran los niveles de NO₂ y PM2,5 hasta el umbral que hoy disfrutan los niños menos expuestos de Tianjin? La mejora media en la población sería de 0,04 puntos en la escala de agudeza visual, una diferencia modesta pero significativa a escala colectiva.

Entre los alumnos de primaria, el beneficio sería el doble, con 0,09 puntos de mejora, suficiente para frenar o retrasar la progresión de muchos casos.

Los gráficos del estudio muestran cómo, en ese escenario, la distribución de la visión infantil se desplaza hacia la franja de vista casi perfecta (4,8-5,0 en la escala china). No es una cura milagrosa, pero sí un pequeño empujón en la dirección correcta, que multiplicado por millones de niños puede marcar una diferencia enorme en salud pública.

ir los niveles de contaminación en las ciudades no solo protege los pulmones y el corazón, también puede proteger los ojos de nuestros hijos

Reducir los niveles de contaminación en las ciudades no solo protege los pulmones y el corazón, también puede proteger los ojos de nuestros hijos, señala Hua Yan, oftalmólogo y coautor del estudio. Imagen de kp yamu Jayanath en Pixabay

El lado biológico del problema

La conexión entre contaminación y miopía no es solo estadística. Hay mecanismos biológicos plausibles que la respaldan. El dióxido de nitrógeno provoca estrés oxidativo e inflamación ocular, favoreciendo conjuntivitis y reduciendo el tiempo que los niños pasan al aire libre.

Las partículas finas PM2,5 penetran hasta las células de la córnea, desencadenando la liberación de citocinas inflamatorias que alteran la matriz del tejido ocular y favorecen la elongación anómala del globo ocular, la marca registrada de la miopía.

Todo ello se suma a la reducción indirecta de exposición a la luz solar, clave para la producción de dopamina en la retina, una molécula que frena el crecimiento excesivo del ojo.

Políticas con efecto en la vista

Una de las grandes virtudes del aire limpio, subrayan los autores, es que sí puede modificarse con políticas públicas. A diferencia de los genes o la estructura educativa, los niveles de NO₂ y PM2,5 pueden bajar con decisiones urbanas y tecnológicas:

✅ Restringir el tráfico alrededor de las escuelas.

✅ Instalar filtros de aire en las aulas.

✅ Ampliar las zonas verdes

✅ Limitar el acceso de vehículos contaminantes en horas punta.

Ya existen experiencias piloto en el Reino Unido y China que han probado estas medidas, con beneficios añadidos en el rendimiento escolar y la salud respiratoria.

«Reducir la contaminación no solo protege los pulmones y el corazón, también puede proteger los ojos de nuestros hijos», señala Hua Yan, oftalmólogo y coautor del estudio. Es un mensaje potente en países donde la miopía amenaza con saturar los sistemas sanitarios y reducir la calidad de vida de generaciones enteras.

Una ventana de oportunidad

El trabajo no está exento de limitaciones. Se basa en datos de una sola ciudad, lo que puede restringir su aplicabilidad a contextos diferentes. La información sobre hábitos de vida proviene de cuestionarios, con el riesgo de respuestas inexactas. Y las medidas de contaminación son promedios ambientales, que no reflejan la exposición real de cada niño en casa o en la escuela.

Aun así, los autores realizaron análisis de sensibilidad con distintos modelos y todos apuntaron en la misma dirección: el aire más limpio se asocia con mejor visión infantil.

El mensaje final del estudio es de urgencia, pero también de esperanza. Si se actúa pronto, sobre todo en los primeros años de escolarización, se puede frenar el avance de la miopía y reducir su gravedad en la edad adulta. El aire limpio se convierte así en un aliado inesperado en la lucha contra una epidemia silenciosa que amenaza con dejar a oscuras a millones de personas.

La próxima vez que se hable de zonas de bajas emisiones, carriles bici o filtros en colegios, conviene recordar que no se trata solo de reducir el asma o el cáncer. También está en juego algo tan básico como que los niños puedan seguir mirando con nitidez el horizonte. ▪️

Preguntas & Respuestas: Contaminación del aire y miopía infantil

👀 ¿Qué relación existe entre la contaminación del aire y la miopía infantil?

La contaminación del aire —especialmente el dióxido de nitrógeno (NO₂) y las partículas finas PM2,5— se asocia con peor agudeza visual en los niños. Un estudio con 30.000 escolares de Tianjin (China) demostró que menos contaminación equivale a mejor visión, incluso tras descontar factores genéticos o de estilo de vida.

👀 ¿Por qué los niños son más vulnerables a la contaminación?

Los ojos infantiles aún están en desarrollo, lo que los hace más sensibles a los daños de la contaminación atmosférica. Además, los niños de primaria pasan más tiempo al aire libre, lo que incrementa su exposición. La buena noticia: su sistema visual también es más capaz de recuperarse si se reduce la exposición a contaminantes.

👀 ¿Qué beneficios aporta el aire limpio en la visión de los escolares?

En un escenario de aire limpio, la agudeza visual media de la población infantil mejoraría en 0,04 puntos. En los niños de primaria, el beneficio sería el doble (0,09 puntos), lo que puede ayudar a frenar la progresión de la miopía y reducir el riesgo de alta miopía en la edad adulta.

👀 ¿Cómo afecta la contaminación al ojo a nivel biológico?

  • El NO₂ provoca estrés oxidativo e inflamación ocular.

  • Las PM2,5 penetran en la córnea y alteran el tejido ocular, favoreciendo la elongación del globo ocular, característica de la miopía.

  • La contaminación también reduce la exposición a la luz solar, clave para la producción de dopamina en la retina, que protege frente a la miopía.

👀 ¿Qué medidas de salud pública pueden proteger la visión infantil?

Los autores del estudio proponen políticas ambientales que beneficien la salud visual:

  • Instalar filtros de aire en las aulas.

  • Crear zonas de bajas emisiones alrededor de colegios.

  • Ampliar áreas verdes urbanas.

  • Establecer calles escolares sin tráfico en horas punta.

Estas medidas no solo reducen asma y problemas respiratorios, también ayudan a frenar la miopía infantil.

👀 ¿Qué diferencia hay entre la miopía leve y la alta miopía en relación con la contaminación?

En la miopía leve o moderada, los factores modificables como la contaminación o los hábitos de vida explican hasta un 25% del riesgo. En la alta miopía, la genética y la edad pesan mucho más, y el margen de mejora ambiental es limitado.

  • Fuente: Xi Chen, Yuqing Dai, Ruihua Wei, Bei Du, Congchao Lu, A Robert MacKenzie, Nai-jun Tang, Zongbo Shi, Hua Yan. Benefits of clean air for school children's vision health. PNAS Nexus (2025). DOI: https://doi.org/10.1093/pnasnexus/pgaf279

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