Cuando la regla importa: por qué las lesiones en las futbolistas son más graves durante la menstruación
Un estudio de cuatro temporadas con futbolistas profesionales muestra que las lesiones sufridas durante la menstruación no son más frecuentes, pero sí mucho más serias, con más días de baja y recuperación más lenta.
Por Enrique Coperías
La centrocampista del Barcelona Aitiana, con el balón. Un estudio científico de cuatro temporadas con futbolistas de élite muestra que las lesiones sufridas durante la menstruación no son más frecuentes, pero sí más graves, con más días de baja y una recuperación más lenta, lo que refuerza la importancia de adaptar cargas y prevención en el fútbol femenino profesional. Cortesía: FC Barcelona
El deporte de élite se ha diseñado como si los cuerpos de las mujeres funcionaran igual que los de los hombres. Los calendarios, las cargas de entrenamiento, los protocolos de prevención de lesiones y los tiempos de recuperación se han construido sobre un modelo masculino al que, en el mejor de los casos, se le han hecho pequeños ajustes.
Sin embargo, a medida que el fútbol femenino profesional ha ganado visibilidad, recursos y exigencia física, la ciencia empieza a iluminar una realidad incómoda: ignorar el ciclo menstrual no solo es una cuestión de equidad, sino también de salud y rendimiento deportivo.
Un nuevo estudio científico realizado durante cuatro temporadas con futbolistas profesionales de élite aporta una pieza clave a este debate. La investigación, liderada por Eva Ferrer y sus colegas del Hospital Sant Joan de Déu, en Barcelona, concluye que las jugadoras que se lesionan durante la menstruación no se lesionan más que en otros momentos de su ciclo, pero sí sufren consecuencias mucho más graves: tardan significativamente más en recuperarse y acumulan muchos más días de baja que cuando la lesión se produce fuera del periodo menstrual.
Qué dice la ciencia sobre menstruación y lesiones deportivas
La idea de que la regla puede influir en el riesgo de lesión no es nueva. Desde hace años, distintos trabajos han intentado relacionar las fases del ciclo menstrual con una mayor o menor vulnerabilidad del aparato musculoesquelético. El problema es que los resultados han sido contradictorios.
Algunos estudios señalan la ovulación, otros la fase lútea, otros la fase folicular temprana. La razón de esta confusión es, en buena medida, metodológica: identificar con precisión las fases del ciclo exige análisis hormonales que rara vez son viables en el deporte profesional, donde las competiciones, los viajes y la carga de entrenamientos hacen muy difícil la recogida sistemática de muestras biológicas.
En este contexto, la menstruación es la única fase que puede identificarse con certeza sin recurrir a análisis de sangre o saliva. La presencia de sangrado menstrual marca un periodo bien definido, que se caracteriza por niveles bajos de estrógenos y progesterona. Partiendo de esta premisa, el equipo investigador decidió simplificar el enfoque y comparar solo dos momentos: días con sangrado (menstruación) y días sin sangrado (el resto del ciclo).
Cuatro temporadas siguiendo a futbolistas del Barça
Ferrer y sus colegas siguieron a 33 futbolistas del FC Barcelona Femenino durante cuatro temporadas consecutivas, entre 2019 y 2023. En ese periodo se registraron 852 ciclos menstruales y ochenta lesiones musculoesqueléticas de las extremidades inferiores que obligaron a las jugadoras a perder, al menos, una sesión de entrenamiento o un partido. Todas las lesiones fueron diagnosticadas por el mismo equipo médico y se clasificaron según los estándares internacionales utilizados en el fútbol profesional.
A primera vista, los resultados parecen tranquilizadores: solo el 13,7% de las lesiones se produjeron durante la menstruación, un porcentaje coherente con el hecho de que el sangrado ocupa apenas cuatro días de un ciclo menstrual medio de 31 días.
Cuando se ajustan los datos por horas de exposición —es decir, teniendo en cuenta el tiempo real de entrenamiento y competición—, la incidencia de lesiones durante la regla no fue significativamente distinta de la registrada en los días sin sangrado.
La diferencia entre lesionarse y cuánto cuesta volver
Pero ahí termina la aparente normalidad. Cuando los investigadores analizaron la gravedad de las lesiones, el panorama cambió de forma radical. Las lesiones ocurridas durante la menstruación generaron una carga de lesiones más de tres veces superior: 684 días de baja por cada mil horas de exposición, frente a 206 en los días sin sangrado.
En otras palabras, aunque las jugadoras no se lesionan más durante la regla, cuando lo hacen las consecuencias son mucho más duras.
La diferencia no es marginal ni anecdótica. La media de días perdidos por lesión durante la menstruación fue de 53 días, frente a diecisiete en el resto del ciclo. Además, una parte importante de las lesiones más graves, como las lesiones de ligamentos, que suelen implicar meses de recuperación, se concentraron en este periodo. Dos de las cuatro roturas de ligamento cruzado registradas en el estudio se produjeron durante la menstruación, un dato que, aunque no permite establecer causalidad, resulta clínicamente relevante.
Hormonas, fatiga y capacidad de recuperación
¿Qué explica este mayor impacto de las lesiones durante la regla? La respuesta no es sencilla y, de hecho, el propio estudio subraya que quizá intervienen varios factores a la vez. Desde el punto de vista hormonal, la fase menstrual se caracteriza por niveles bajos de estrógenos, una hormona que tiene efectos protectores sobre el músculo y el tejido conectivo. Diversas investigaciones han mostrado que en periodos de baja disponibilidad de estrógenos aumenta la susceptibilidad al daño muscular inducido por el ejercicio, el dolor muscular tardío y la pérdida de fuerza tras una lesión.
Pero reducir el problema a las hormonas sería una simplificación excesiva. La menstruación conlleva otros cambios fisiológicos que pueden influir en la capacidad de recuperación. El sangrado implica una pérdida de hierro que, si se acumula, puede afectar al transporte de oxígeno y favorecer la fatiga. A ello se suman síntomas menstruales frecuentes como dolor abdominal, cefaleas, alteraciones del sueño o sensación de cansancio, que pueden comprometer la coordinación neuromuscular y la tolerancia a la carga de entrenamiento.
El estudio no midió de forma directa estos síntomas ni variables como la calidad del sueño o el estado nutricional, lo que constituye una de sus limitaciones. Sin embargo, investigaciones previas basadas en cuestionarios y seguimiento de síntomas sugieren que la percepción de fatiga y la sensación de menor rendimiento físico alcanzan su punto máximo durante la menstruación, y que esto se asocia a tiempos de recuperación más largos tras el ejercicio.
Vicky López (a la izquierda) y Clàudia Pina realizan ejercicios de velocidad y potencia con cinturones de resistencia elástica durante una sesión de entrenamiento del Barcelona. Cortesía: FC Barcelona
Deportistas que no pueden bajar el ritmo
Otro elemento clave es el contexto del deporte femenino de élite. Las futbolistas profesionales no pueden bajar el ritmo porque tengan la regla. Los partidos se juegan cuando marca el calendario y los entrenamientos siguen una planificación colectiva. Si una jugadora compite o entrena con síntomas intensos o con una capacidad de recuperación mermada, es plausible que una lesión aparentemente similar tenga consecuencias más graves que en otro momento del ciclo menstrual.
Los autores del estudio insisten en que sus resultados no deben interpretarse como una invitación a alarmar ni a medicalizar el ciclo menstrual. Al contrario, su principal mensaje es la necesidad de individualizar. Cada mujer vive su ciclo de forma distinta, con variaciones importantes tanto entre personas como entre ciclos de una misma persona.
Por eso, proponen el seguimiento menstrual como una herramienta sencilla y asequible para integrar esta dimensión en la gestión de la salud de las deportistas.
Implicaciones para el fútbol femenino
Registrar los días de sangrado, cruzarlos con datos de carga de entrenamiento, síntomas, lesiones deportivas, y utilizarlos para ajustar de forma flexible las cargas y las estrategias de recuperación podría ayudar a reducir el impacto de las lesiones más graves. No se trata de excluir a las jugadoras durante la menstruación, sino de anticipar riesgos y adaptar el entorno a la biología femenina real de quienes compiten.
El estudio también lanza un mensaje a la investigación científica en el deporte. Durante años, la falta de datos específicos en mujeres ha sido la norma en la ciencia del deporte. Este trabajo demuestra que, incluso con herramientas relativamente simples como un calendario menstrual, es posible obtener información valiosa si el seguimiento es riguroso y prolongado en el tiempo. Al mismo tiempo, deja claro que el siguiente paso pasa por incorporar mediciones hormonales, variables de carga interna y externa, y factores psicosociales para comprender mejor un fenómeno complejo y multifactorial.
En un momento en el que el fútbol femenino avanza hacia una profesionalización plena, asumir que la regla no es un detalle menor, sino un factor relevante para la salud de las deportistas y el rendimiento, es una cuestión de ciencia, pero también de cultura deportiva. Entender que las lesiones durante la menstruación pueden ser más graves no significa limitar a las jugadoras, sino protegerlas mejor. Y eso, en el deporte de élite, puede marcar la diferencia entre una carrera deportiva interrumpida y una trayectoria sostenible. ▪️
Fuente: E. Ferrer, N. Keay, L. Balagué-Dobón, A. Cáceres, P. Jarrin, G. Rodas, J. R. González. Menstruation and injury occurrence; a four season observational study in elite female football players. Frontiers in Sports and Active Living (2025). DOI: https://doi.org/10.3389/fspor.2025.1665482

