Cuando el fútbol se mete en la cabeza: así reacciona el cerebro de los hinchas ante la victoria y la derrota de su equipo
Un estudio chileno realizado con con resonancia magnética muestra que la pasión futbolera activa los mismos circuitos cerebrales que el placer o la adicción. Sobre todo, cuando nuestro equipo mete un gol. La derrota, en cambio, apaga el control emocional y enciende el lado más visceral del hincha.
Por Enrique Coperías
La neurociencia confirma lo que intuían las gradas: el cerebro celebra y sufre los goles como si fueran propios. Ganarle al rival desata dopamina; perder, desordena las emociones. Imagen de Volodymyr en Pixabay
Pocas experiencias despiertan emociones tan intensas y colectivas como un gol en el último minuto o una derrota humillante frente al eterno rival. Pero más allá de los cánticos, los nervios y los abrazos, ¿qué ocurre dentro del cerebro humano de un aficionado al fútbol cuando su equipo marca o encaja un gol?
Un grupo de investigadores chilenos ha encontrado la respuesta: los hinchas viven las victorias y derrotas literalmente con todo su sistema nervioso, en una montaña rusa cerebral que activa los circuitos de la recompensa o, por el contrario, apaga las regiones encargadas del control emocional.
El estudio, publicado en la revista Radiology y liderado por el neurocientífico Francisco Zamorano, de la Universidad San Sebastián, en Chile, es la investigación más detallada hasta la fecha sobre los mecanismos cerebrales del fanatismo deportivo. Mediante resonancia magnética funcional (fMRI), el equipo analizó cómo sesenta seguidores de los dos clubes más populares de Chile — el Colo-Colo y la Universidad de Chile— reaccionaban al ver goles de su equipo, de su rival o de conjuntos neutrales. La muestra abarcaba desde simples espectadores hasta fanáticos declarados, según una escala de fanatismo especialmente diseñada para medir el grado de identificación emocional con un club.
«El fanatismo futbolístico ofrece un modelo de alta validez ecológica del fanatismo, con consecuencias cuantificables para la salud mental y el comportamiento colectivo —explica Zamorano. Y añade—: Aunque la afiliación social ha sido ampliamente estudiada, los mecanismos neurobiológicos de la identidad social en contextos competitivos siguen siendo poco claros, por lo que nos propusimos investigar los mecanismos cerebrales asociados a las respuestas emocionales de los aficionados al fútbol ante las victorias y derrotas de sus equipos».
La neurociencia del fútbol: cuando la pasión se traduce en actividad cerebral
El resultado fue una radiografía literal de la pasión futbolera. Cuando el equipo propio marcaba un gol contra el rival, se iluminaban en el cerebro las regiones clásicas del sistema de recompensa —el ventral estriado, el núcleo caudado y el lentiforme—, las mismas que se activan al comer, enamorarse o escuchar música placentera.
También se observó una intensa actividad en la corteza prefrontal medial, relacionada con la identidad social y la valoración del propio grupo. «Es una respuesta de placer y refuerzo social —explica Zamorano—. El cerebro está diciéndonos: pertenecer a este equipo, a esta comunidad, nos hace sentir bien».
Pero cuando el rival marcaba un gol, el escenario se invertía. Se activaba la llamada red de mentalización, implicada en interpretar las emociones de los demás, junto con el precúneo, una región asociada al procesamiento del yo y la autoconciencia. A la vez, se desactivaba la corteza cingulada anterior dorsal, un área clave del sistema de control cognitivo y regulación emocional.
En términos simples, los seguidores más apasionados perdían capacidad de autocontrol ante la frustración. «Cuanto mayor era el fanatismo, menor era la activación de esta región durante la derrota —explica el investigador—. Es un patrón similar al que se observa en situaciones de alto estrés o pérdida de control emocional».
🗣 «La rivalidad futbolística reconfigura rápidamente el equilibrio entre valoración y control en el cerebro, en cuestión de segundos —dice Zamorano—. En una victoria significativa, el circuito de recompensa se amplifica con respecto a las victorias ante equipos no rivales; en una derrota significativa, en cambio, la corteza cingulada anterior dorsal —una región crucial para el control cognitivo— muestra una supresión paradójica de las señales de control».
El fútbol moldea la identidad: el hincha vive las victorias y derrotas como propias, porque su equipo forma parte de quién es. Foto de Juliano Ferreira: https://www.pexels.com/es-es/foto/gente-hombres-multitud-muchedumbre-14565750/
El laboratorio de las pasiones colectivas
El fútbol —sostienen los autores— es un modelo ideal para estudiar la identidad social y el comportamiento de grupo. A diferencia de los conflictos políticos o religiosos, las rivalidades deportivas pueden analizarse en un entorno controlado y éticamente aceptable, pero mantienen la misma estructura psicológica: un nosotros frente a ellos, cargado de símbolos, emociones y pertenencia.
«El hincha no solo apoya a su equipo, sino que incorpora esa identidad a su propio yo. Cuando su club gana, él gana. Cuando pierde, siente que pierde parte de sí mismo», resume Zamorano.
Esta fusión entre identidad personal y colectiva es el núcleo del fanatismo. En su versión moderada —el fan que celebra sin perder la cabeza—, fomenta la cohesión social, la empatía y la pertenencia a un grupo. Pero en su forma extrema, puede desembocar en conductas agresivas o intolerantes.
De la pasión a la violencia
Los autores recuerdan estudios previos que relacionan los niveles de fanatismo con una menor actividad de las áreas cerebrales del control moral y con un aumento de la reactividad emocional ante la frustración. «No se trata de patologizar la afición —aclara Zamorano—. El fútbol genera emociones muy poderosas, y eso es parte de su atractivo. Pero entender sus mecanismos nos ayuda a comprender por qué, en algunos contextos, la pasión puede transformarse en violencia».
El trabajo, desarrollado entre 2019 y 2022, reclutó voluntarios de ambos equipos a través de redes sociales y agrupaciones de hinchas. Todos eran hombres de entre 20 y 45 años, sin antecedentes neurológicos ni psiquiátricos, y vieron una serie de 63 secuencias de goles mientras sus cerebros eran escaneados.
Los vídeos incluían tanto jugadas entre Colo-Colo y Universidad de Chile como enfrentamientos contra otros clubes, lo que permitía aislar el efecto específico de la rivalidad deportiva. Las categorías de análisis se resumieron en dos conceptos clave:
✅ Victoria significativa: cuando el equipo propio marcaba contra el rival.
✅ Derrota significativa: cuando el rival anotaba contra el equipo del participante.
El diseño experimental permitió comparar las respuestas emocionales ante distintos contextos, manteniendo constantes los estímulos visuales y auditivos. Los investigadores usaron análisis estadísticos avanzados y controlaron los movimientos de cabeza y otras posibles fuentes de ruido. «Queríamos captar la experiencia real del hincha, no solo el momento del gol, sino todo el proceso emocional que lo rodea: la anticipación, la tensión y la liberación», explica el coautor Patricio Carvajal-Paredes, sociólogo de la Universidad del Desarrollo, en Chile.
Las derrotas activan regiones cerebrales ligadas a la empatía, pero desactivan el control emocional. Los hinchas más fanáticos pierden capacidad para modular la ira y la frustración. Foto: dodohawe show
El placer del gol y el dolor de la derrota
Las imágenes obtenidas muestran que la victoria sobre el rival no solo activa los circuitos de placer, sino también los de reconocimiento social: el cerebro responde como si la jugada reforzara la posición del individuo dentro de su grupo. Es la alegría compartida que hace abrazar a desconocidos en las gradas o gritar frente al televisor. «El gol contra el clásico enemigo es una recompensa doble: biológica y social», resume Zamorano.
En cambio, las derrotas encendían un conjunto diferente de regiones, relacionadas con la empatía y la interpretación de las emociones ajenas. Curiosamente, los hinchas parecían volverse más analíticos frente al fracaso, como si su cerebro tratara de entender qué había fallado o cómo procesar la pérdida. Sin embargo, esta respuesta se acompañaba de una desconexión en el sistema de control emocional. Los fanáticos más extremos mostraban una desactivación más marcada en la corteza cingulada, lo que sugiere una menor capacidad para modular la ira o la frustración.
🗣 «El efecto es más intenso en los participantes más fanáticos, lo que predice un fallo momentáneo en la autorregulación justo cuando la identidad se ve amenazada —comenta Carvajal-Paredes—. Esto ayuda a explicar la capacidad, a veces desconcertante, de personas por lo demás racionales para ‘perder el control’ durante un partido».
El hallazgo coincide con trabajos previos sobre emociones intensas y dopamina, el neurotransmisor del placer y la motivación. El sistema dopaminérgico, explican los autores, refuerza las conductas que proporcionan placer o recompensa —comer, enamorarse, ganar—, y su activación en contextos deportivos ayuda a entender por qué la afición puede ser adictiva.
En palabras de Zamorano, «el fútbol activa los mismos mecanismos que el sexo, la comida o las drogas, pero sin necesidad de sustancias externas: basta con un gol para que el cerebro se inunde de dopamina»
De la neuroimagen a la prevención social
Más allá del laboratorio, los resultados abren un campo de investigación sobre cómo gestionar las emociones colectivas. Si la derrota apaga el sistema de control y la victoria lo sobreestimula, entender estas dinámicas podría ayudar a diseñar estrategias de prevención de la violencia en los estadios o en las redes sociales.
En palabras de Zamorano, «comprender cómo reacciona el cerebro del hincha no solo tiene valor científico. También puede tener implicaciones para la seguridad pública y para la promoción de un disfrute más sano del deporte».
🗣 «El patrón observado implica una vulnerabilidad dependiente del estado emocional: un breve enfriamiento o alejar al individuo de los estímulos puede permitir que el sistema de control del cingulado anterior y la red de saliencia se recuperen —dice Zamorano—. La misma huella neural —aumento de la recompensa y disminución del control bajo condiciones de rivalidad— tal vez se extienda más allá del deporte, a los conflictos políticos o sectarios».
Visualización de los efectos cerebrales de una derrota significativa: la red de saliencia se desactiva cuando el equipo pierde. Los colores cálidos indican mayor activación y los fríos, desactivación relativa. Cortesía: Radiological Society of North America (RSNA).
Unos impulsos que se forjan en la infancia
Para este experto, «estudiar el fanatismo importa porque revela mecanismos neuronales generalizables que pueden escalar desde la pasión en un estadio hasta la polarización, la violencia y los daños a la salud pública a nivel poblacional». Y sostiene lo siguiente: «Lo más importante es que estos circuitos se forjan en la primera infancia: la calidad del cuidado, la exposición al estrés y el aprendizaje social moldean el equilibrio entre valoración y control que más tarde hace a las personas vulnerables a los discursos fanáticos. Por eso, proteger la infancia es la estrategia preventiva más poderosa. Las sociedades que descuidan el desarrollo temprano no evitan el fanatismo: heredan sus daños».
El estudio, que contó con el apoyo del Ministerio de Ciencia de Chile, reconoce varias limitaciones. La muestra incluía solo hombres —para evitar variaciones por sexo en esta primera fase— y el número de fanáticos extremos era reducido. Además, la investigación se realizó en condiciones de laboratorio, lejos del ruido y la intensidad emocional de un estadio lleno. Aun así, los autores consideran que los resultados sientan las bases para futuras investigaciones con públicos más diversos y en entornos reales.
🗣 «El seguimiento del fanatismo futbolístico ofrece una vía ética y altamente válida para sincronizar estos procesos en el cerebro y probar intervenciones —como el diseño de eventos, los mensajes de equidad o la gestión de multitudes— que puedan trasladarse a otros ámbitos, como la política, el sectarismo o el tribalismo digital», apunta Zamorano.
Fanatismo, política y sociedad: una advertencia del cerebro
El equipo planea explorar cómo estas respuestas cambian durante partidos en directo o en competiciones internacionales, y si existen diferencias culturales en la forma en que los cerebros procesan la identidad deportiva. También quieren comparar los patrones de fanatismo deportivo con otros ámbitos de adhesión extrema, como la política o la religión.
En el fondo, el fútbol es una metáfora perfecta de la condición humana, según los autores del trabajo. Y añaden que «nos enseña cómo se construyen las identidades, cómo nos unimos a los nuestros y cómo reaccionamos ante la derrota».
🗣 «La urgencia es evidente ante los conflictos globales y las narrativas políticas actuales —advierte Zamorano. Y continúa—: El asalto al Capitolio de Estados Unidos, el 6 de enero de 2021, demostró cómo el fanatismo político puede anular las normas democráticas cuando la fusión identitaria alcanza un punto crítico. Los participantes mostraron signos clásicos de control cognitivo comprometido, exactamente lo que observamos en la menor activación del cingulado anterior dorsal. En resumen, investigar el fanatismo no es solo un ejercicio descriptivo: es una forma de prevención informada por el desarrollo, que protege la salud pública y refuerza la cohesión democrática. Cuando hablamos de fanatismo, los hechos hablan por sí mismos».
La pasión, según la neuroimagen
El fútbol, escribió el periodista y escritor uruguayo Eduardo Galeano, «es la única religión que no tiene ateos». Ahora la ciencia confirma que esa devoción se imprime en el cerebro.
Las imágenes obtenidas por los investigadores chilenos muestran que el entusiasmo, la frustración y la pertenencia no son solo metáforas: son descargas neuronales que recorren los circuitos más profundos de la mente social.
Los goles, las derrotas y las rivalidades despiertan los mismos mecanismos cerebrales que impulsan el amor, el deseo o el aprendizaje. Ser hincha de fútbol, concluye el estudio, es también una forma de ser humano: sentir con otros, sufrir con otros y, sobre todo, celebrar juntos la improbable felicidad de un gol.▪️
Información facilitada por la Radiological Society of North America
Fuente: Francisco Zamorano et al. Brain Mechanisms across the Spectrum of Engagement in Football Fans: A Functional Neuroimaging Study. Radiology (2025). DOI: https://doi.org/10.1148/radiol.242595

