La psilocibina muestra más potencial que el cannabis para tratar el trastorno obsesivo-compulsivo resistente
Durante años, los cannabinoides han sido señalados como una posible vía terapéutica para el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), pero la ciencia empieza a matizar ese entusiasmo. Una revisión exhaustiva de la literatura científica apunta ahora a la psilocibina como una opción más prometedora para los casos rebeldes de TOC, aunque con cautela y muchas preguntas aún abiertas.
Por Enrique Coperías
La psilocibina, el principio activo de los llamados hongos mágicos, se perfila como una opción terapéutica prometedora para personas con trastorno obsesivo-compulsivo resistente a los tratamientos convencionales. Foto de Marek Piwnicki
Sin duda alguna, el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) es uno de los grandes retos de la psiquiatría moderna. Se trata de una enfermedad crónica, marcada por pensamientos intrusivos y rituales repetitivos que pueden llegar a ser profundamente incapacitantes.
Aunque existen tratamientos eficaces, como los os inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina y otros antidepresivos, y la terapia cognitivo-conductual, entre un 40 % y un 60 % de los pacientes no mejora lo suficiente. Para ellos, el diagnóstico se transforma en una condena de larga duración. En ese contexto, la investigación científica empieza a mirar hacia territorios hasta hace poco marginales: el cannabis medicinal y los psicodélicos.
Un amplio trabajo de revisión científica publicado recientemente en el Journal of Psychiatric Research por el equipo del psiquiatra Michael Van Ameringen, de la Universidad McMaster (Canadá), ha analizado de forma sistemática toda la evidencia disponible sobre el uso de cannabinoides y psicodélicos en el tratamiento del TOC.
La conclusión es tan prudente como llamativa: mientras que los derivados del cannabis no muestran un respaldo científico sólido, la psilocibina —el principio activo de los llamados hongos mágicos— empieza a perfilarse como una opción terapéutica prometedora, especialmente en los casos de TOC resistente al tratamiento.
Cannabis y TOC: expectativas frente a evidencia científica
El interés por el cannabis medicinal ha fraguado al calor de su legalización en numerosos países y de la percepción social de que se trata de una sustancia natural y, por tanto, segura. Desde el punto de vista neurobiológico, la idea tiene cierta lógica: el sistema endocannabinoide participa en la regulación del miedo, la ansiedad y los comportamientos repetitivos. Todas ellas funciones alteradas en el TOC.
Recordemos que el sistema endocannabinoide es un complejo de comunicación del organismo que regula funciones como la ansiedad, el estado de ánimo, el dolor, el sueño y el apetito. Actúa mediante receptores (CB1 y CB2) distribuidos por el cerebro y el cuerpo, que se activan tanto por sustancias que produce el propio organismo como por cannabinoides del cannabis.
El encéfalo humano está lleno de receptores CB1 en regiones clave como la corteza prefrontal, los ganglios basales o la amígdala, todas ellas implicadas en este trastorno.
La evidencia científica actual no respalda el uso de cannabinoides, ni naturales ni sintéticos, como tratamiento del TOC, resumen los autores del trabajo canadiense. Foto: HighBabe
Rozando el placebo
Sin embargo, cuando se examinan los datos científicos con lupa, el entusiasmo se enfría. La mayor parte de los estudios sobre el cannabis y el TOC son observacionales, basados en encuestas y autoinformes. En algunos de ellos, los pacientes describen un alivio inmediato de la ansiedad o de la intensidad de las obsesiones tras consumir cannabis. El problema es que ese efecto parece ser transitorio y no se traduce en una mejoría sostenida de la enfermedad.
El único ensayo clínico doble ciego y controlado con placebo realizado hasta ahora arroja resultados aún más sobrios. En él, ni el cannabis rico en tetrahidrocannabinol (THC) ni el rico en cannabidiol (CBD) lograron reducir de forma significativa las obsesiones y compulsiones en comparación con un placebo. De hecho, en algunos momentos fue el propio placebo el que produjo una mayor disminución de la ansiedad. Además, una proporción relevante de pacientes informó de un empeoramiento de los síntomas, sobre todo por un aumento de la inquietud y el nerviosismo.
👉 «La evidencia científica actual no respalda el uso de cannabinoides, ni naturales ni sintéticos, como tratamiento del TOC», resumen los autores del trabajo canadiense. Eso no significa que el cannabis carezca de efectos sobre el bienestar —algunos pacientes refieren mejoras en el sueño o el estado de ánimo—, pero sí que no parece actuar sobre el núcleo del trastorno.
Psicodélicos y salud mental: el regreso de la psilocibina
La historia de los psicodélicos es muy distinta. Tras décadas de ostracismo por su asociación con la contracultura y su prohibición legal, estas sustancias han vuelto a los laboratorios en los últimos diez años. Y lo han hecho con resultados sorprendentes en depresión resistente, adicciones o estrés postraumático. El TOC se ha sumado ahora a esa lista de posibles indicaciones terapéuticas.
Desde el punto de vista cerebral, la hipótesis es sugerente. Los psicodélicos clásicos, como la psilocibina y el ácido lisérgico (LSD), actúan sobre los receptores serotoninérgicos 5-HT2A, lo que provoca cambios profundos en la comunicación entre redes neuronales. En particular, reducen la actividad de la llamada red por defecto, relacionada con la rumiación y el pensamiento autorreferencial, y aumentan la flexibilidad cerebral. En un trastorno caracterizado por la rigidez mental y conductual, este aflojamiento transitorio podría abrir una ventana terapéutica.
Los estudios científicos revisados por Van Ameringen y su equipo apuntan en esa dirección. Encuestas retrospectivas realizadas a personas con TOC que habían consumido psicodélicos de forma recreativa muestran que la psilocibina y el LSD son las sustancias más asociadas a mejoras significativas de los síntomas. En aproximadamente un tercio de los casos, esos beneficios clínicos duraron semanas o incluso meses.
Qué dicen los ensayos clínicos sobre la psilocibina
Más allá de las encuestas, los datos más interesantes proceden de pequeños ensayos clínicos con psilocibina. En uno de los estudios pioneros, publicado ya en 2006, nueve pacientes con TOC resistente recibieron dosis únicas de psilocibina en distintas sesiones. Todos experimentaron reducciones agudas de los síntomas, y algunos mantuvieron la mejoría durante días o semanas. Un paciente llegó incluso a entrar en remisión prolongada.
Investigaciones más recientes han reforzado esa señal terapéutica. En un estudio con psilocibina sintética, una sola dosis moderada redujo de forma significativa las puntuaciones clínicas del TOC durante al menos una semana, con una mejoría claramente apreciable en los síntomas. Lo llamativo es que estas mejorías se observaron incluso con dosis inferiores a las empleadas en la depresión, y sin provocar experiencias psicodélicas intensas ni angustiosas.
«Esto es especialmente relevante para el TOC —señalan los autores—, porque muchos pacientes temen perder el control de sus pensamientos». La posibilidad de obtener beneficios terapéuticos sin una experiencia psicodélica abrumadora podría facilitar la aceptación clínica de este tipo de tratamientos.
Limitaciones, riesgos y cautela científica
Pese a estos resultados alentadores, los investigadores insisten en la cautela científica. En palabras de Van Ameringen, «los estudios disponibles son pocos, con muestras reducidas y seguimientos cortos. En algunos casos, los pacientes ya tenían experiencia previa con psicodélicos o continuaban tomando antidepresivos, lo que dificulta aislar el efecto real de la sustancia». Además, la expectativa de mejora puede jugar un papel importante.
Por eso, los autores subrayan que los psicodélicos no pueden recomendarse todavía como tratamiento estándar del TOC. Antes hacen falta ensayos clínicos más amplios, con mejores controles metodológicos, seguimiento a largo plazo y criterios más estrictos.
También será clave entender mejor por qué algunos pacientes responden de forma espectacular y otros no muestran apenas cambios.
Qué puede cambiar en el tratamiento del TOC en el futuro
Aun así, el mensaje de fondo es claro: no todas las sustancias alternativas son iguales. Mientras que el cannabis, pese a su popularidad, no parece ofrecer una solución real para el trastorno obsesivo-compulsivo, la psilocibina abre una vía de investigación innovadora y potencialmente transformadora.
No como una panacea, sino como una herramienta más dentro de un abordaje integral, que combine farmacología, psicoterapia y acompañamiento clínico.
La psiquiatría moderna se mueve despacio, y con razón. Pero en el caso del TOC resistente, donde las opciones son escasas y el sufrimiento psicológico es intenso, incluso una rendija de esperanza terapéutica merece ser explorada. La ciencia empieza a hacerlo, esta vez con datos sólidos en la mano y sin el ruido ideológico que durante décadas rodeó a estas sustancias.▪️
Fuente: Michael Van Ameringen, Vidhi Patel, Beth Patterson, Paige Hopkinson, Maryam Rahat. New treatments for OCD? Evidence for cannabinoids and psychedelics. Journal of Psychiatric Research (2026). DOI: https://doi.org/10.1016/j.jpsychires.2025.11.021.

