Resuelto el misterio de la momia del cura austríaco: fue embalsamado por «vía rectal»
Durante siglos fue un enigma: un sacerdote momificado sin explicación aparente en una cripta austríaca. Hoy, la ciencia revela su identidad y el insólito método que lo ha preservado a lo largo de casi trescientos años.
Por Enrique Coperías
Un estudio publicado en la revista Frontiers of Medicine identifica la momia conservada en la cripta de Sankt Thomas am Blasenstei y conocida como el capellán secado al aire como perteneciente al vicario Franz Xaver Sidler von Rosenegg. Cortesía: A. Nerlich / Frontiers of Medicine
En un pequeño pueblo del norte de Austria, el misterio de una momia humana perfectamente conservada ha fascinado durante siglos a científicos, visitantes y fieles. Conocido localmente como el capellán sado al aire, este cuerpo momificado fue durante mucho tiempo objeto de especulaciones, rumores de milagros y teorías extravagantes.
Ahora, gracias a una investigación interdisciplinaria sin precedentes, la ciencia ha logrado arrojar luz sobre la identidad del individuo, su modo de vida, la causa de su muerte y —sobre todo— el inusual método que permitió su asombrosa conservación.
La momia se encuentra en la cripta de la iglesia de Sankt Thomas am Blasenstein, una localidad del distrito de Perg, en el estado de Alta Austria. Allí yacía, sin ropas y con el torso impecablemente conservado, un cadáver masculino del siglo XVIII. Durante generaciones se pensó que se trataba de Franz Xaver Sidler von Rosenegg, un sacerdote aristócrata que nació en 1709 y que falleció prematuramente en 1746. Sin embargo, hasta hace poco no existía ninguna prueba científica que confirmara esta identidad.
Una técnica de embalsamamiento nunca antes documentada
Todo cambió con la publicación del estudio realizado por un equipo internacional de expertos, encabezado por el patólogo Andreas Nerlich, de la Universidad Ludwig-Maximilians de Múnich (Alemania). «La momia extraordinariamente bien conservada de la cripta de Sankt Thomas pertenece efectivamente al vicario parroquial Franz Xaver Sidler von Rosenegg, que murió en 1746», afirma el doctor Nerlich en declaraciones recogidas por Frontiers in Medicine.
Lo que realmente asombró al equipo no fue solo la conservación del cuerpo, sino cómo se logró esa preservación. A diferencia de las técnicas de embalsamamiento más conocidas, como las del antiguo Egipto, en este caso no se practicaron incisiones externas.
En su lugar, los materiales de conservación fueron introducidos a través del canal rectal, lo que representa un método de embalsamamiento completamente inédito.
«La excelente conservación se logró gracias a una combinación de materiales absorbentes como virutas de madera, ramas y tejidos, y la aplicación de cloruro de zinc, un compuesto con un potente efecto secante», explica el doctor Nerlich. Este procedimiento fue tan eficaz que el tronco del cuerpo se mantuvo intacto durante casi tres siglos, mientras que la cabeza y las extremidades mostraban un deterioro considerable.
Radiografía del abdomen inferior izquierdo de la momia, donde se observa una pequeña esfera de vidrio de unos 1 cm (marcada con flecha). Durante años se pensó que era una cápsula venenosa ingerida antes de morir, pero el análisis reciente demostró que era una cuenta decorativa, posiblemente de un rosario. Cortesía: Dr. F.X. Mayer y Mons. Karl Wögerer (Kirchenstiftung Waldhausen/Strudengau)
Radiografías, tomografías y autopsias: la ciencia entra en la cripta
Para desentrañar el misterio, el cuerpo fue sometido a un exhaustivo análisis científico: escaneos CT, radiografías, autopsias parciales, análisis histológicos y toxicológicos, así como datación por carbono-14. Estas pruebas no solo confirmaron la identidad del sacerdote, sino que también revelaron su edad aproximada al morir —entre 35 y 45 años— y situaron su fallecimiento entre 1734 y 1780, una franja temporal que coincide con los registros históricos de Sidler.
Los estudios de isótopos estables mostraron que Sidler llevaba una alimentación de alta calidad, basada en productos animales terrestres, cereales centroeuropeos y probablemente peces de agua dulce. Era el tipo de dieta reservado a clases altas o miembros del clero, coherente con su origen aristocrático.
Hacia el final de su vida, los valores isotópicos cambian, lo que apunta a un deterioro metabólico grave. Esto podría deberse a una enfermedad crónica o a la escasez de alimentos durante la Guerra de Sucesión Austriaca, que afectó a la región hasta 1748. A nivel óseo, el cuerpo no mostraba signos de desgaste por esfuerzo físico, lo que encaja con su estilo de vida como sacerdote.
Además, los análisis dentales revelaron que era probablemente un fumador habitual de pipa, una práctica común entre religiosos y nobles de la época.
Para conservar el cadáver de este religioso, los embalsamadores introdujeron los productos momificantes por el recto del difunto. Cortesía: A. Nerlich
Tuberculosis: la enfermedad que lo llevó a la tumba
El examen del pulmón derecho, conservado en la cavidad torácica, reveló calcificaciones, cavidades con inflamación activa y signos de adhesión pleural, compatibles con un caso avanzado de tuberculosis pulmonar. Esta infección era letal en el siglo XVIII y, en ausencia de tratamiento, podía desencadenar una hemorragia masiva, como probablemente ocurrió en este caso.
«Los hallazgos son consistentes con una infección tuberculosa activa que causó una hemorragia pulmonar aguda, una causa frecuente de muerte en la época», detalla el doctor Nerlich. Aunque no se extrajo ADN antiguo para detectar la bacteria, la evidencia radiológica e histológica es concluyente.
Uno de los aspectos más sorprendentes del caso fue el hallazgo de materiales embalsamadores dentro del abdomen del cadáver: virutas de abeto y pino, fragmentos de ramas, y tejidos de lino, cáñamo y seda. Todos estos materiales eran comunes en la región en el siglo XVIII. Además, se detectó la presencia de cloruro de zinc, que, como ya se ha mencionado, actúa como secante y conservante.
Entre la devoción y el misterio
Según el doctor Nerlich, «estos materiales absorbieron gran parte del líquido corporal, lo que contribuyó a la conservación interna del cuerpo». Lo notable es que todo fue introducido a través del recto, lo cual no se había documentado hasta ahora. “Este tipo de embalsamamiento interno por vía anal podría haber sido más común de lo que pensamos, pero no ha sido reconocido porque los cuerpos se han deteriorado o los métodos pasaron inadvertidos”, añade este forense.
También se halló una esfera de vidrio con orificios, posiblemente un adorno textil de origen monástico o parte de un rosario. Al tratarse de una única cuenta, se cree que fue introducida accidentalmente durante el proceso de conservación.
El doctor Nerlich plantea una hipótesis adicional: “Es posible que el cuerpo de Sidler estuviera destinado a ser trasladado a su abadía de origen, pero por alguna razón el traslado nunca se concretó. En ese contexto, el embalsamamiento pudo haberse realizado para preservar el cadáver durante el transporte”.
Durante décadas, la momia fue motivo de veneración popular y leyendas locales. Se celebraban misas anuales en su memoria hasta principios del siglo XX, y muchos consideraban su estado incorrupto como señal de santidad. La ciencia, sin embargo, ha demostrado que su preservación tiene una explicación técnica y química, no milagrosa.
(A) Durante la apertura de la pared abdominal dorsal se extrajo una mezcla compuesta por fragmentos de tela blanca, astillas de madera y restos vegetales, junto con residuos orgánicos de aspecto amorfo y color pardo. (B) También se recuperó una misteriosa esfera de vidrio hallada en la pelvis izquierda, con un pequeño orificio y un reborde elevado, posiblemente parte de un adorno textil.
Imágenes: A. Nerlich.
Un caso único en la historia de la momificación europea
El caso del capellán secado al aire representa un hito en la arqueología forense europea. Es la primera vez que se documenta un embalsamamiento interno de este tipo, que conjuga técnicas rudimentarias con un conocimiento empírico de sustancias conservantes como el cloruro de zinc.
La combinación de elementos accesibles —aserrín, tejidos y compuestos minerales— permitió conservar un cuerpo durante más de 270 años, y desafiar las condiciones climáticas del centro de Europa. Como señala el doctor Nerlich, «aunque no existen manuales detallados de la época, hay evidencia de que los cuerpos eran preparados para exposiciones prolongadas o traslados. Este podría ser uno de esos casos».
En palabras del forensse, este caso demuestra el potencial de la ciencia moderna para resolver enigmas históricos y desmontar mitos que han perdurado durante siglos. Gracias a herramientas como la tomografía computarizada, el análisis de tejidos y la datación por carbono, hoy sabemos con certeza quién fue Franz Xaver Sidler, cómo murió y por qué su cuerpo se ha mantenido intacto hasta nuestros días.
Este descubrimiento también abre la puerta a nuevas investigaciones de momias europeas, cuyas técnicas de conservación podrían haber pasado desapercibidas hasta ahora. El capellán seco al aire ya no es un misterio, pero sí un recordatorio de que el pasado aún tiene mucho por contar. ▪️
Fuente: Andreas G. Nerlich, Peter Hofer, Stephanie Panzer, Christine Lehn, Judith Wimmer, Nowak Oskar, Frank Musshoff, Oliver K. Peschel. The mystery of the “air-dried chaplain” solved: the life and “afterlife” of an unusual human mummy from eighteenth century Austria. Frontiers in Medicine (2025). DOI: https://doi.org/10.3389/fmed.2025.1560050