Ensayo clínico pionero logra prevenir la reaparición del cáncer de mama

Un tratamiento experimental con fármacos ya existentes ha conseguido eliminar las células tumorales «dormidas» responsables de las recaídas. El hallazgo abre la puerta a evitar que el cáncer de mama vuelva a aparecer años después del tratamiento.

Por Enrique Coperías

Los tumores de mama triple negativo y HER2+ tienden a reaparecer a los pocos años, mientras que los ER+ pueden hacerlo décadas después.

Los tumores de mama triple negativo y HER2+ tienden a reaparecer a los pocos años, mientras que los ER+ pueden hacerlo décadas después. Un ensayo clínico pionero ha demostrado que es posible prevenir la recaída del cáncer de mama en pacientes que ya habían completado su tratamiento. Cortesía: National Cancer Institute

Un ensayo clínico pionero abre la puerta a prevenir la reaparición del cáncer de mama. Investigadores de la Universidad de Pensilvania, en Estados Unidos, han demostrado por primera vez que es posible detectar células tumorales latentes en pacientes tras finalizar el tratamiento y eliminarlas con fármacos que están a disposición de los oncólogos.

El estudio, publicado en la revista Nature Medicine, apunta a una estrategia inédita para frenar las recaídas en cáncer de mama, la gran asignatura pendiente de esta enfermedad.

Por qué la recaída del cáncer de mama sigue siendo un reto

Aunque la supervivencia al cáncer de mama ha mejorado en las últimas décadas gracias a los avances en detección y terapias, las recaídas sigue siendo el gran talón de Aquiles en la lucha contra este tumor, del que se diagnosticaron solo en España alrededor de 35.312 nuevos casos en 2023, según las estimaciones del Observatorio del Cáncer de la Asociación Española Contra el Cáncer.

Alrededor del 30% de las mujeres y hombres con cáncer de mama vuelven a desarrollar la enfermedad; en estos casos, la única opción es un tratamiento continuo e indefinido que no puede eliminar el cáncer por completo. Ahora bien, los tiempos de retorno no son iguales para todos los cánceres mamarios: los tumores triple negativo y HER2+ tienden a reaparecer a los pocos años, mientras que los ER+ pueden hacerlo décadas después. La razón está en las células durmientes, dispersas por el organismo, como la médula ósea; metabólicamente inactivas e invisibles a las pruebas de imagen habituales.

Cuando esas células dejan de hibernar y empiezan a expandirse y circular por la sangre, favorecen la diseminación metastásica del tumor, una situación que los médicos asocian con una peor supervivencia. «El miedo persistente a que el cáncer vuelva es una losa para muchas supervivientes tras celebrar el final del tratamiento —explica la oncóloga Angela DeMichele, investigadora principal. Y añade—: No sabemos cuándo ni si regresará: ese es el problema que nos propusimos resolver».

Dos vías biológicas aliadas de las células malignas

Antes de llegar al ensayo clínico, el equipo de Lewis Chodosh, director del Abramson Cancer Center y coautor senior del estudio, demostró en modelos de ratón que dos fármacos ya aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de Estados Unidos para otras indicaciones podían barrer lo que en términos médicos se conoce como enfermedad residual mínima, un término que describe la presencia de un número muy pequeño de células cancerosas que permanecen en el cuerpo durante el tratamiento o después de este. De este modo, se podría prolongar la supervivencia libre de recaída.

La pareja de medicamentos no actúa sobre tumores en crecimiento, pero sí sobre las células dormidas porque atacan vías biológicas distintas: la autofagia, un proceso natural de las células por el cual se comen a sí mismas de forma controlada; y la señalización de mTOR, una vía de comunicación dentro de la célula que, en pocas palabras, regula si la célula debe crecer, dividirse o ahorrar recursos y que en el cáncer suele estar hiperactivada. Estas dos vías son cruciales para que esas células malignas resistan durante años sin ser detectadas.

«La biología de la latencia es muy diferente a la del cáncer activo; ahí está la ventana para intervenir», resume Chodosh.

Tras el tratamiento oncológico, algunas células  del cáncer de mama pueden permanecer dormidas en tejidos del cuerpo, esperando a reactivarse y hacer metástasis. Una nueva estrategia trata de eliminarlas aprovechando este estado de vulnerabilidad.

Tras el tratamiento oncológico, algunas células del cáncer de mama pueden permanecer dormidas en tejidos del cuerpo, esperando a reactivarse y hacer metástasis. Una nueva estrategia trata de eliminarlas aprovechando este estado de vulnerabilidad. Cortesía: National Cancer Institute

Resultados del ensayo clínico CLEVER

Con esa base, DeMichele y su equipo lanzaron un ensayo clínico aleatorizado de fase II (CLEVER). Primero reclutaron supervivientes que habían completado el tratamiento en los últimos cinco años y tenían exploraciones limpias. Se sometieron a un cribado de médula ósea para buscar enfermedad residual mínima en tiempo real.

Las pacientes en las que se detectaron células tumorales dormidas entraron en el ensayo clínico y fueron asignadas al azar a tres posibles tratamientos: seis rondas con uno de los fármacos, seis rondas con el otro o seis rondas con la combinación de ambos.

Los resultados son llamativos. Entre los seis meses y el año de intervención, el tratamiento eliminó las células dormidas en el 80% de las participantes. La supervivencia libre de enfermedad a tres años superó el 90% con uno de los medicamentos y alcanzó el 100% con la combinación. Con un seguimiento mediano de 42 meses, solo dos pacientes han sufrido una recaída.

Qué significa para las pacientes y la investigación futura

«Nuestros datos indican que monitorizar y atacar la enfermedad residual mínima puede evitar recaídas incurables —afirma DeMichele—. “Es una vía que merece la pena ampliarse».

Más allá de las cifras, el enfoque propone un cambio de paradigma: sustituir el antiguo esperar y ver tras la terapia estándar por un seguimiento activo que detecte y trate la latencia antes de que emerja la enfermedad metastásica. Se trata, insisten los autores, de reutilizar fármacos con perfiles de seguridad ya conocidos para un blanco biológico distinto, aprovechando un momento del ciclo tumoral en el que el enemigo está dormido y, por tanto, vulnerable.

Si futuros ensayos confirman estos hallazgos en cohortes más amplias y distintos subtipos, la prevención de la recurrencia podría pasar de ser una aspiración a convertirse en práctica clínica.▪️

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