James D. Watson: nos deja el genio controvertido que descifró la doble hélice del ADN y cambió la historia de la biología

El codescubridor de la estructura del ADN y pionero del Proyecto Genoma Humano muere a los 97 años dejando un legado científico inmenso, pero también una sombra de controversia por sus declaraciones racistas y sexistas.

Por Enrique Coperías

El biólogo estadounidense James D. Watson, uno de los descubridores en 1953 de la estructura de doble hélice del ADN, ha fallecido a los 97 años.

El biólogo estadounidense James D. Watson, uno de los descubridores en 1953 de la estructura de doble hélice del ADN, ha fallecido a los 97 años. La noticia fue confirmada por el Laboratorio Cold Spring Harbor de Long Island, institución en la que trabajó durante gran parte de su carrera científica. Imagen generada con DALL-E

El pasado 6 de noviembre falleció a los 97 años James Dewey Watson, uno de los científicos más influyentes y polémicos del siglo XX. Su nombre quedó asociado para siempre a uno de los mayores hitos de la historia de la ciencia: el descubrimiento de la estructura de doble hélice del ADN. Pero también a una serie de declaraciones racistas y sexistas que empañaron su reputación y lo aislaron en los últimos años de su vida.

Nacido en Chicago en 1928, Watson fue un niño prodigio que ingresó en la universidad con solo quince años. Estudió Zoología en la Universidad de Chicago y obtuvo su doctorado en la Universidad de Indiana, en 1950. Tras una estancia de investigación en Copenhague, llegó al Cavendish Laboratory de la Universidad de Cambridge, donde conoció al físico británico Francis Crick.

Aquel encuentro sería decisivo. Ambos compartían la ambición de desentrañar la estructura química del material genético, el ácido desoxirribonucleico (ADN). Juntos revolucionarían la ciencia moderna.

El descubrimiento del ADN: la doble hélice que cambió el mundo

En 1953, Nature publicó su histórico artículo A Structure for Deoxyribose Nucleic Acid, donde Watson y Crick propusieron un modelo en el que dos cadenas complementarias se enrollaban formando una doble hélice. Watson tenía entonces solo veinticinco años.

Como explicó el bioquímico e investigador del cáncer Bruce Stillman, presidente del Cold Spring Harbor Laboratory, «la elucidación de la doble hélice se sitúa, junto a Mendel y Darwin, entre los tres mayores descubrimientos de la biología». El hallazgo abrió las puertas a la genética moderna, a la comprensión de la herencia biológica y la síntesis de proteínas, y a avances posteriores como la terapia génica, la secuenciación del genoma humano y el desarrollo de anticuerpos monoclonales para tratar el cáncer.

El modelo de la dobel hélice, sin embargo, no estuvo exento de controversia. Parte de los datos cruciales procedían del trabajo de la química y cristalógrafa británica Rosalind Franklin y el biofísico Maurice Wilkins en el King’s College London. Imágenes de difracción de rayos X tomadas por Franklin fueron compartidas sin su permiso, y su contribución no fue reconocida plenamente en su momento. Franklin falleció en 1958, demasiado joven para optar al Premio Nobel de Fisiología o Medicina que Watson, Crick y Wilkins recibieron en 1962.

Dos historiadores de la ciencia, Matthew Cobb y Nathaniel Comfort, escribieron en 2023 que Watson y Crick «podrían —y deberían— haber pedido permiso para usar los datos y dejar claro lo que habían hecho». El propio Watson, en su célebre libro La doble hélice (1968), fue particularmente injusto con Franklin, llegando a hacer comentarios despectivos sobre su aspecto y el papel de las mujeres en la ciencia.

James Watson (izquierda) y Francis Crick, en 1959. La doble hélice de Watson sigue siendo una lectura sorprendentemente buena.

James Watson (izquierda) y Francis Crick, en 1959. La doble hélice de Watson sigue siendo una lectura sorprendentemente buena.

Pionero del proyecto Genoma Humano

Watson no solo descifró la estructura del ADN, sino que también desempeñó un papel crucial décadas después al impulsar el proyecto Genoma Humano. Fue uno de los primeros en imaginar la posibilidad de secuenciar todo el material genético humano y, además, defendió que el proyecto debía incluir un programa sobre las implicaciones éticas, legales y sociales de la genómica, algo que pocos científicos contemplaban en los años 80.

Iniciado oficialmente en 1990 bajo la dirección inicial de Watson en los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de Estados Unidos, el proyecto Genoma Humano tuvo como objetivo descifrar la secuencia completa del ADN humano e identificar los aproximadamente 20.000 genes que lo componen. Su desarrollo impulsó avances tecnológicos decisivos en secuenciación genética y dio origen a la medicina personalizada, la biología computacional y nuevas estrategias para el diagnóstico y tratamiento de enfermedades genéticas, consolidando así uno de los mayores logros científicos de la era moderna. Como él mismo dijo: «Nunca soñé que en mi vida mi propio genoma sería secuenciado».

Según Stillman, que trabajó con él en Cold Spring Harbor, Watson «creía sinceramente en la responsabilidad social de la ciencia» y «se preocupaba por la gente». También destacó que fue «el único profesor en Harvard, en los años 50 y 60, que impulsó activamente la carrera de jóvenes científicas».

El educador y divulgador que inspiró generaciones

Watson fue también un educador carismático. Su manual Molecular Biology of the Gene cambió para siempre la enseñanza de la biología molecular.

El historiador Matthew Cobb lo calificó como «altamente influyente» y Alexander Gann, investigador en Cold Spring Harbor, afirmó que «fue un libro sin precedentes, accesible, directo y que definió el campo».

Además de sus manuales, su libro La doble hélice, posteriormente criticado por su trato injusto con Franklin, cmo ya se ha mencionado, ofreció una visión inédita del proceso científico, con rivalidades, intuiciones y errores incluidos. Fue un éxito de ventas y una rareza en la literatura científica de su tiempo.

Mentor, contradicciones y polémicas

A lo largo de su carrera, Watson inspiró a muchos jóvenes investigadores. Nancy Hopkins, profesora del MIT, recuerda que fue él quien la animó a doctorarse cuando pocas mujeres lo hacían.

«Cuando dudaba de conseguir la plaza de profesora titular, Watson me dijo: “Sigue trabajando, y si las cartas de recomendación son buenas, obtendrás la plaza. Y si no, yo los demandaré”», relató a Nature. Hopkins afirma que le debe su carrera, aunque confiesa sentirse perpleja ante las declaraciones racistas que Watson haría años después.

El declive público

La figura del científico se fue ensombreciendo por sus propias palabras. En una conferencia en 2001 en Berkeley, relacionó el color de piel con la libido sexual y la delgadez con la ambición.

En 2007, durante una gira promocional, afirmó creer que las personas negras eran menos inteligentes que las blancas. El Cold Spring Harbor Laboratory lo destituyó de todos sus cargos y, tras comentarios similares en 2020, cortó definitivamente la relación.

También se le atribuyeron frases antisemitas, como «algo de antisemitismo está justificado». Estas declaraciones generaron un rechazo generalizado en la comunidad científica, que contrastaba con la imagen del mentor brillante y entusiasta que muchos habían conocido.

En 2019, Watson apareció en el documental Decoding Watson, emitido por la televisión pública estadounidense, donde insistió en sus teorías racistas sin base científica.

En 2019, Watson apareció en el documental Decoding Watson, emitido por la televisión pública estadounidense, donde insistió en sus teorías racistas sin base científica. «Entre los blancos y los negros hay diferencias en los resultados de las pruebas de inteligencia. Yo diría que la diferencia es genética», afirmaba en el documental. Cortesía: Cold Spring Harbor Laboratory

Un legado científico inmenso y un debate ético abierto

Watson fue, en palabras de Robert Martienssen, pionero en el estudio de la epigenética y profesor en el Laboratorio Cold Spring Harbor, «un hombre para quien nada era imposible». Su talento para ver conexiones invisibles y su audacia para ir contra el pensamiento establecido transformaron la biología moderna. Pero su incapacidad para comprender el impacto de sus propias palabras lo convirtió en una figura divisiva.

Aun así, su legado científico es indiscutible. La doble hélice del ADN se convirtió en el símbolo universal de la vida, y sus contribuciones al conocimiento genético sustentan buena parte de la medicina moderna.

El propio Stillman lo resumió así: «Dentro de cien años, la gente recordará la doble hélice».

James Dewey Watson murió dejando una huella inmensa: la de un científico que desveló el lenguaje de la vida, pero que nunca logró descifrar del todo el código de la sensibilidad humana.

Su historia nos recuerda que la genialidad y la imperfección pueden coexistir, y que la ciencia, como los genes que estudió, siempre lleva dentro luces y sombras.▪️

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