El comercio ilegal de vida silvestre en Corea del Norte asfixia a las especies en peligro de extinción
Un nuevo informe denuncia que el régimen norcoreano no solo incumple su propia legislación ambiental, sino que también se beneficia activamente del comercio ilegal de especies en peligro, como osos, nutrias y gorales. La explotación sistemática de la fauna salvaje amenaza la biodiversidad en toda la región.
Por Enrique Coperías
En varios países asiáticos existen granjas de bilis de oso. Esta práctica ha sido denunciada por su impacto en las poblaciones de animales salvajes y en la salud y el bienestar de los animales cautivos. Imagen tomada en una granja de osos en Corea del Sur. Crédito: Joshua Elves-Powell
Mientras Corea del Norte sigue siendo uno de los países más herméticos del planeta, una crisis silenciosa amenaza no solo a su población, sino también a su biodiversidad: la caza y el comercio ilegal de fauna silvestre.
Un estudio sin precedentes, publicado en la revista Biological Conservation, ha conseguido arrojar luz sobre una actividad que hasta ahora apenas había sido documentada, gracias a entrevistas realizadas entre 2021 y 2022 a 42 desertores norcoreanos, que incluye a cazadores, intermediarios de comercio de vida silvestre y compradores.
Sus testimonios ofrecen una ventana inquietante a una realidad donde la necesidad y la falta de recursos empujan a la población —y al propio Estado— a explotar animales salvajes, muchos de ellos protegidos o en peligro de extinción.
Un comercio invisible que arrasa con la vida silvestre
Desde ciervos y jabalíes hasta especies emblemáticas como el tigre del Amur, el oso negro asiático y la nutria euroasiática, el abanico de animales explotados es asombrosamente amplio. Las causas principales: hambre, pobreza y un sistema económico colapsado que desembocó en una hambruna en los años 90, tras la caída de la Unión Soviética.
Desde entonces, el mercado negro creció de forma imparable. En ese entorno, la carne silvestre, los órganos y las pieles se convirtieron en bienes de consumo, medicina tradicional y trueque.
«Muchos norcoreanos recurrieron a la caza como una forma de garantizar la supervivencia. La carne de animales salvajes no era un lujo, sino un recurso para combatir el hambre —explica el doctor Joshua Elves-Powell, autor principal del estudio e investigador en Geografía de la University College de Londres (UCL). Y añade en un comunicado de esta institución—: Pero lo que comenzó como un mecanismo de subsistencia se ha transformado también en un comercio clandestino con implicaciones regionales».
Un comercio que cruza fronteras
China emerge como el principal destino del tráfico de fauna norcoreana. Los productos más codiciados por los chinos incluyen carne silvestre, pieles y partes de animales utilizadas en la medicina tradicional.
Esta exportación, muchas veces ilegal, viola compromisos internacionales como la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas (CITES) y la Resolución 2397 del Consejo de Seguridad de la ONU, que prohíbe explícitamente la exportación de alimentos desde Corea del Norte.
Los investigadores documentaron cómo los cazadores norcoreanos, una vez obtenida la presa —a menudo mediante trampas rudimentarias—, contactan con intermediarios que organizan el contrabando hacia China. «Una piel de ciervo o un par de astas podían venderse por un valor equivalente al ingreso anual de un ciudadano promedio» relata uno de los participantes.
La doble cara del Estado
Más allá de la economía sumergida, el estudio revela que el propio Estado norcoreano participa activamente en este comercio. No solo tolera la caza y recolección de especies protegidas, sino que en muchos casos se beneficia directamente de ella. Animales como el oso negro asiático, la nutria euroasiática y el goral de cola larga —un mamífero artiodáctilo— han sido identificados entre los recursos silvestres recolectados por cazadores estatales o entregados como tributo por la población.
Los animales pueden ser usados para abastecer al Gobierno o enviados a China para generar divisas, de la misma forma que Corea del Norte ya utiliza recursos como el carbón, la madera e incluso drogas y armas en su comercio exterior. «Este uso sistemático de recursos naturales, incluidas las especies protegidas, no es accidental. Forma parte de la estrategia del régimen para obtener ingresos en un entorno internacional de aislamiento económico», señala Elves-Powell.
El tejón asiático (Meles leucurus) es cazado y criado ilegalmente en Corea del Norte para una amplia variedad de usos. Tradicionalmente, ha sido valorado como fuente de carne, piel y aceites empleados en la medicina popular. Sin embargo, en años recientes, su explotación se ha ampliado hacia la industria cosmética, utilizándose en la elaboración de productos como mascarillas faciales, jabones y cremas antiedad, impulsando así una demanda que agrava la presión sobre esta especie. Cortesía: ZSL
Para echar la bilis
Parte de este sistema incluye granjas estatales de animales silvestres. El estudio identificó instalaciones donde se crían osos, ciervos, nutrias y faisanes, entre otros. La cría de osos para extraer la bilis de su hígado y vesícula biliar habría comenzado en Corea del Norte antes que en China y Corea del Sur. Esta práctica ha sido ampliamente criticada por organizaciones conservacionistas y defensores del bienestar animal.
La bilis de oso, que contiene un compuesto llamado ácido ursodesoxicólico (UDCA), al que se le atribuyen propiedades antiinflamatorias, hepatoprotectoras y beneficios digestivos, ha sido utilizada durante siglos en la medicina tradicional asiática, especialmente en la medicina tradicional china, coreana y vietnamita.
Los curanderos la prescriben para tratar una amplia gama de dolencias, como problemas hepáticos, fiebre, convulsiones, infecciones e inflamaciones. También se ha usado para aliviar síntomas relacionados con la fiebre y mejorar la función del hígado y la vesícula biliar. Sin embargo, en muchos casos, los supuestos beneficios terapéuticos son anecdóticos o no cuentan con respaldo científico sólido, y hoy en día existen alternativas sintéticas al ácido ursodesoxicólico que ofrecen los mismos efectos sin necesidad de recurrir a animales salvajes.
Crisis económica y mercado negro: un motor imparable
La medicina tradicional coreana, aún muy arraigada en la actualidad, representa una vía importantísima de consumo de vida silvestre, advierte el estudio publicado en Biological Conservation. Desde astas de ciervo utilizadas como tónico, hasta aceites de tejón, la citada bilis de oso y huesos de grandes felinos, los productos animales forman parte del botiquín natural norcoreano, especialmente ante la escasez crónica de medicamentos farmacéuticos.
Uno de los hallazgos más sorprendentes fue el uso de púas de erizo como sustituto de agujas de acupuntura o incluso como palillos. «La creatividad con la que se usan estos recursos refleja tanto la riqueza cultural como la desesperación sanitaria de muchos norcoreanos», comenta Elves-Powell. Y añade—: Un mismo cazador puede vender la piel de un animal al Gobierno y al mercado negro. La carne la guarda para su familia o la vende localmente».
Impacto sobre la biodiversidad: una fauna al borde del colapso
La presión sobre la biodiversidad es enorme. El estudio encontró evidencias de que casi todos los mamíferos nativos que superan los 500 gramos han sido objeto de caza. El caso del sable, un mustélido de codiciada piel, es paradigmático: considerado casi extinto en Corea del Norte, algunos cazadores lo describen como un animal mítico.
Hay también indicios de que las poblaciones de ciervo, goral y oso se han reducido drásticamente, al igual que la de tigres del Amur y de leopardos del Amur. Peor aún, si estos felinos cruzan desde China hacia territorio norcoreano, es probable que sean cazados para el mercado negro. «Los tigres en peligro de extinción que se dispersan hacia Corea del Norte pueden ser abatidos por sus huesos, la piel o la carne, lo que amenaza directamente los esfuerzos de conservación en Asia», advierte Elves-Powell.
La situación también complica las estrategias de conservación surcoreanas, que dependen de la recolonización natural desde el norte.
El tigre del Amur, protegido por convenios internacionales, enfrenta una amenaza crítica en Corea del Norte, donde se sospecha que es cazado ilegalmente por su alto valor en el mercado negro, con fines medicinales, rituales y comerciales. Sus huesos, por ejemplo, se utilizan en medicina tradicional para supuestos tratamientos de dolor articular o impotencia, y la piel se vende como artículo de lujo. Cortesía: Appaloosa
Recomendaciones y futuro incierto
Los autores del estudio llaman a Corea del Norte a cumplir inmediatamente su legislación sobre especies protegidas y a cesar el comercio de especies amenazadas. Además, instan a China, como mercado clave, a reducir la demanda interna de productos de fauna silvestre y ejercer presión diplomática para frenar el comercio ilegal.
«China debe redoblar sus esfuerzos para reducir la demanda y presionar diplomáticamente a Corea del Norte», señala el equipo investigador.
Sin embargo, reconocen que las posibilidades de intervención directa son limitadas. Las sanciones internacionales, aunque necesarias, pueden tener efectos colaterales que agravan la pobreza y, con ello, la presión sobre los recursos naturales. «La explotación de fauna salvaje no solo es un problema de conservación, sino un síntoma de una crisis humanitaria más amplia», resume Elves-Powell.
Llamada a la acción internacional
También advierten que iniciativas bienintencionadas, como el monitoreo de rutas de contrabando, podrían perjudicar a refugiados norcoreanos que utilizan esos caminos para huir del país.
El caso de Corea del Norte pone sobre la mesa una dolorosa paradoja: en un país donde millones luchan por sobrevivir, la naturaleza es saqueada como último recurso, con consecuencias potencialmente irreversibles para el ecosistema de toda la región.
En opinión de Elves-Powell, el estudio aporta una base científica crucial para abordar el problema, pero sus autores insisten en que sin una mejora real en las condiciones de vida dentro del país, y sin cooperación internacional efectiva, la fauna norcoreana seguirá desapareciendo, especie por especie, en la más absoluta oscuridad. «La conservación debe ir de la mano con soluciones sociales y económicas», concluye Elves-Powel.▪️
Información facilitada por la University College de Londres
Fuente: Joshua Elves-Powell, Jan C. Axmacher, John D.C. Linnell, Sarah M. Durant. Unsustainable and illegal wildlife trade during periods of extreme hardship threatens biodiversity in North Korea. Biological Conservation (2025). DOI: https://doi.org/10.1016/j.biocon.2025.111102.