Las abejas urbanas actúan como sensores invisibles de la salud de la ciudad

Las abejas silvestres que habitan las ciudades llevan en su interior un mapa microscópico del entorno urbano. Su microbioma puede avisarnos de carencias florales, contaminación ambiental y agentes patógenos ocultos, lo que ofrece una nueva forma de medir la salud ambiental de las ciudades sin sensores ni estaciones de control.

Por Enrique Coperías

Un estudio científico demuestra que el análisis del microbioma intestinal de las abejas silvestres urbanas permite detectar estrés ambiental, escasez floral, agentes patógenos y rastros de actividad humana en las ciudades.

Un estudio científico demuestra que el análisis del microbioma intestinal de las abejas silvestres urbanas permite detectar estrés ambiental, escasez floral, agentes patógenos y rastros de actividad humana en las ciudades. Image by ionel nistor from Pixabay

Las abejas silvestres que viven en las metrópolis no solo polinizan huertos urbanos y jardines: también guardan, en lo más íntimo de su biología, un registro microscópico del estado de salud del entorno de la ciudad.

Un nuevo estudio publicado en la revista Insect Science muestra que el análisis genómico del intestino de estas abejas urbanitas permite detectar presiones ambientales invisibles a simple vista, desde la escasez de flores hasta la presencia de agentes atógenos y genes de resistencia a antibióticos asociados a la actividad humana.

El trabajo, liderado por investigadores de la Xi’an Jiaotong-Liverpool University, se centra en la abeja albañila solitaria (Osmia excavata), una especie común en entornos urbanos del este de China. A partir de muestras recogidas en diez zonas agrícolas urbanas de Suzhou, el equipo, dirigido por Min Tang, aplicó técnicas de secuenciación metagenómica para analizar simultáneamente el polen ingerido, las bacterias intestinales, los virus intestinales y los genes de resistencia a antibióticos presentes en el sistema digestivo de estos insectos.

Qué revela el ADN intestinal de las abejas

Recodemos que la secuenciación metagenómica es una técnica que analiza todo el ADN presente en una muestra —por ejemplo, el intestino de una abeja, el suelo o el agua— sin necesidad de aislar ni cultivar los organismos. Permite identificar qué especies hay, qué funciones cumplen y detectar microbios, virus, patógenos o genes de resistencia, ofreciendo una visión completa del estado biológico y ambiental de un ecosistema.

🗣️ «Nuestro estudio muestra que el intestino de una abeja silvestre puede actuar como un sensor biológico muy sensible de la calidad ambiental urbana —explica Tang. Y añade—: Al integrar dieta, bacterias, virus y resistencia a antibióticos en un único flujo de trabajo metagenómico, captamos presiones ecológicas que los estudios de campo tradicionales suelen pasar por alto».

Dieta limitada y paisajes urbanos empobrecidos

Uno de los primeros mensajes que emergen del ADN intestinal es el de una dieta limitada. El análisis de restos vegetales muestra que las abejas urbanas dependen en gran medida de un pequeño conjunto de plantas, sobre todo cultivos de Brassica y del plátano de sombra (Platanus), un árbol ornamental muy común en las ciudades.

Como este último no suele ser una fuente preferente de alimento para las abejas, su presencia frecuente sugiere que estos polinizadores forrajean de forma oportunista cuando la diversidad floral es escasa.

Las diferencias entre zonas reflejan, además, cómo el diseño del paisaje urbano condiciona de manera directa las oportunidades de alimentación a lo largo del año.

Microbioma, virus y resistencia a antibióticos

En cuanto al microbioma, las abejas mantienen una base sorprendentemente estable de bacterias intestinales, dominada por el grupo de las gammaproteobacterias y, en particular, por el género Sodalis. Este simbionte concentra el mayor repertorio de enzimas necesarias para degradar la resistente pared del polen, lo que subraya su papel clave en la nutrición del insecto.

Sin embargo, en dos de los emplazamientos estudiados los microbios Sodalis prácticamente desaparecen y son sustituidos por bacterias oportunistas, como la Pseudomonas, una señal de posible estrés ambiental o de alteración del equilibrio microbiano.

El estudio también identifica 173 genes de resistencia a antibióticos en los intestinos de las abejas, incluidos algunos asociados a resistencias múltiples. Aunque los niveles generales son bajos, su distribución varía notablemente entre zonas, lo que apunta a exposiciones diferentes a contaminantes o comunidades microbianas influidas por la actividad humana.

«Las abejas silvestres acumulan en silencio señales de estrés ecológico, desde la limitación de recursos florales hasta trazas de resistencia a antibióticos —señala Tang—. Estas pistas microbianas pueden ayudar a identificar amenazas tanto para los polinizadores como para los ecosistemas urbanos».

El componente viral añade otra capa de información. En el intestino de las abejas aparece un viroma diverso, con numerosos bacteriófagos desconocidos y la presencia del virus filamentoso de la abeja de la miel (AmFV), un agente patógeno importante en colmenas gestionadas. Su detección en varios puntos de la ciudad sugiere posibles contagios a través de flores compartidas entre abejas domésticas y abejas silvestres.

Los análisis de redes microbianas indican, además, que los fagos —virus que atacan bacterias— contribuyen a estabilizar las comunidades bacterianas y que los cambios en el repertorio viral coinciden con desequilibrios en el microbioma.

La secuenciación metagenómica del intestino de la abeja silvestre Osmia excavata permite identificar su dieta, el microbioma, los virus y los genes de resistencia a antibióticos, revelando presiones ambientales ocultas en el entorno urbano.

La secuenciación metagenómica del intestino de la abeja silvestre Osmia excavata permite identificar su dieta, el microbioma, los virus y los genes de resistencia a antibióticos, revelando presiones ambientales ocultas en el entorno urbano. Cortesía: Dr. Min Tang

Urbanismo, biodiversidad y salud pública

Cuando bacterias y virus conviven, el ecosistema intestinal resulta más resistente. Por el contrario, una reducción de fagos líticos junto con el aumento de bacterias oportunistas y virus animales marca los lugares sometidos a mayor presión ambiental.

🗣️ «Aunque nuestro trabajo se centra en una sola especie de abeja y en una única ciudad, el enfoque es fácilmente escalable —subraya Tang. Y concluye—: Esperamos que estos métodos sirvan para impulsar un urbanismo más favorable a los polinizadores y para desarrollar biomarcadores microbianos de alerta temprana alineados con el enfoque de Una sola salud».

La urbanización fragmenta hábitats, reduce la diversidad vegetal y expone a la fauna a contaminantes y patógenos. Las evaluaciones clásicas de biodiversidad rara vez captan el estrés fisiológico o los retos microbianos que afrontan especies clave como las abejas silvestres.

Frente a ello, la secuenciación metagenómica —el análisis de todo el ADN presente en el intestino— ofrece una ventana directa a su nutrición, a sus alianzas microbianas y a los impactos ocultos del entorno humano. En el interior de estos pequeños insectos, concluye el estudio, late un diagnóstico precoz de la salud de la ciudad.▪️

  • Información por la Insect Science

  • Fuente: Yiran Li, Chengweiran Liu, Yiran Wang, Muhan Li, Shasha Zou, Xingyu Hu, Zhiwei Chen, Mingrui Li, Changsheng Ma, Chinonye Jennifer Obi, Xin Zhou, Yi Zou, Min Tang. Urban wild bee well-being revealed by gut metagenome data: A mason bee model. Insect Science (2025). DOI: https://doi.org/10.1111/1744-7917.70051

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