Las pruebas genéticas de embriones de FIV ayudan a que las mujeres mayores de 35 años conciban más rápido

Gracias a un ensayo pionero en Londres, la selección genética de embriones mediante PGT-A muestra que puede acortar el tiempo hasta el embarazo en mujeres de edad materna avanzada, Así como reducir los abortos y aumentar las probabilidades de éxito en los tratamientos de fecundación in vitro.

Por Enrique Coperías

Imagen microscópica conceptual de un embrión en laboratorio durante un proceso de fecundación in vitro. La selección genética (PGT-A) permite identificar los embriones con mayor probabilidad de éxito en mujeres mayores de 35 años.

Imagen microscópica conceptual de un embrión en laboratorio durante un proceso de fecundación in vitro. La selección genética (PGT-A) permite identificar los embriones con mayor probabilidad de éxito en mujeres mayores de 35 años. Imagen generada con DALL-E

La maternidad después de los 35 años es cada vez más común en muchas sociedades occidentales, pero también más desafiante para los embriólogos. A partir de esa edad, la reserva ovárica disminuye y la proporción de óvulos con alteraciones cromosómicas se dispara: alrededor de un 30%-50 % a los 35 años y más del 80 % a los 42.

Estos fallos en la dotación cromosómica, conocidos como aneuploidías —la célula posee un número de cromosomas superior o inferior al que debería tener—, dificultan la concepción, aumentan el riesgo de aborto espontáneo y reducen las posibilidades de dar a luz a un bebé sano.

En este contexto, la fecundación in vitro (FIV) se ha consolidado como una herramienta clave para sortear este tipo de complicaciones. Sin embargo, incluso dentro de la FIV, seleccionar qué embrión transferir sigue siendo un reto. Durante décadas, la elección se ha basado en la observación morfológica: los especialistas escogen aquel embrión que mejor aspecto presenta bajo el microscopio.

El problema es que la apariencia externa no siempre refleja el estado genético interno. Muchos embriones que parecen viables terminan sin implantarse o resultan en abortos.

Qué es el PGT-A y por qué puede marcar la diferencia en la FIV

Para superar estas limitaciones, la ciencia ha desarrollado el test genético preimplantacional para aneuploidías (PGT-A). Gracias a técnicas de secuenciación de nueva generación, el PGT-A analiza todos los cromosomas de un embrión y permite identificar cuáles son euploides (con la dotación cromosómica correcta) y, por tanto, con mayor probabilidad de desarrollarse en un embarazo exitoso.

Sus defensores aseguran que el PGT-A puede acortar el camino hacia un bebé sano, al evitar transferencias fallidas o abortos por embriones con anomalías cromosómicas. Sus detractores, en cambio, advierten de que no siempre mejora las tasas de nacimiento vivo y que puede llevar a descartar embriones que quizá habrían tenido la capacidad de autocorrección embrionaria. Esta es el don que tienen algunos embriones humanos de eliminar o compensar células con anomalías cromosómicas en sus primeras divisiones, conservando y desarrollando preferentemente las células sanas. Esto puede hacer que un embrión inicialmente anómalo llegue a ser viable.

Hasta ahora, la evidencia era confusa. Buena parte de los grandes ensayos clínicos de fertilidad previos se había hecho en mujeres jóvenes, para quienes la tasa de embriones anómalos es mucho más baja. Eso ha llevado, por ejemplo, a que las guías del NICE en el Reino Unido no recomienden el uso rutinario del PGT-A en FIV, lo que empuja a muchas mujeres a pagarlo de forma privada o a renunciar a él.

El nuevo ensayo: centrarse en las mujeres que más lo necesitan

El estudio piloto publicado en el Journal of Clinical Medicine aporta nueva luz a esta controversia. Se trata del primer ensayo clínico aleatorizado en el mundo que se centra exclusivamente en mujeres de entre 35 y 42 años, el grupo en el que las aneuploidías son más frecuentes y donde la selección de embriones resulta más crítica.

El trabajo, desarrollado por investigadores del King’s College London, del King’s College Hospital y de la King’s Fertility, contó con cien mujeres que iniciaban un ciclo de FIV o de inyección intracitoplasmática de espermatozoides ICSI entre 2021 y 2023. Todas tenían al menos tres embriones de buena calidad en el tercer día de desarrollo, condición necesaria para ser incluidas.

Las participantes fueron asignadas aleatoriamente a dos grupos:

Grupo control: selección de embriones por morfología y transferencia embrionaria fresca en día cinco.

Grupo experimental: aplicación de PGT-A a todos los embriones en estado de blastocisto y transferencia diferida de un único embrión euploide, tras congelación y descongelación.

Un aspecto innovador del ensayo es que se incluyeron embriones mosaico, aquellos que contienen tanto células normales como anormales. Aunque son frecuentes en tratamientos de FIV, casi nunca aparecen en los estudios clínicos de reproducción asistida.

El PGT-A se perfila como una herramienta clave en la FIV para mujeres mayores de 35 años: incrementa las tasas acumuladas de nacimientos vivos, reduce el número de intentos y el tiempo hasta concebir, y disminuye el riesgo de embarazos múltiples y complicaciones. Cortesía: Genètikas Centrs

Resultados: más nacimientos vivos acumulados y menos tiempo de espera

Los resultados fueron claros en cuanto a tendencia. En la primera transferencia, el índice de embarazo clínico fue del 50% en el grupo PGT-A, frente al 40% en el grupo control. La tasa de nacimientos vivos tras ese primer intento fue del 50% con PGT-A y del 38% con selección convencional. Aunque la diferencia no alcanzó significación estadística —el tamaño de la muestra era reducido—, la dirección de los datos es consistente.

Lo más llamativo apareció al observar los resultados acumulados tras hasta tres transferencias embrionarias: el 72% de las mujeres con PGT-A lograron un nacimiento vivo, frente al 52% de las embarazadas en el grupo control.

Además, las mujeres del grupo PGT-A necesitaron menos transferencias para lograr el embarazo, lo que en la práctica significa menos tiempo de espera, menos tratamientos hormonales, menos procedimientos invasivos y menos desgaste emocional.

Otro punto a destacar: no se registraron embarazos múltiples en el grupo con PGT-A, ya que la estrategia se centraba en transferir un único embrión con alta probabilidad de éxito.

Voces de los investigadores: eficiencia, alivio emocional y nuevo horizonte

El doctor Yusuf Beebeejaun, primer autor del estudio y especialista en King’s College London y King’s Fertility, subraya la relevancia social de estos hallazgos:

«Cada vez más mujeres deciden formar su familia a partir de los 35 años, pero en este grupo la probabilidad de generar embriones con alteraciones cromosómicas es mucho mayor. Esto se traduce en fallos de implantación y abortos espontáneos. Nuestros resultados sugieren que el uso selectivo del PGT-A en mujeres mayores de 35 años podría ayudar a que más mujeres tengan un bebé más rápido y a reducir el impacto emocional de los ciclos fallido».

Por su parte, la doctora Sesh Sunkara, coautora principal y profesora en King’s College London, destaca la innovación metodológica del ensayo: «Al centrarnos exclusivamente en mujeres de 35 a 42 años e incluir embriones mosaico, hemos abordado cuestiones que los estudios previos no habían explorado suficientemente.

La doctora Sunkara detaca, además, que «aunque necesitamos ensayos multicéntricos más amplios para confirmar los resultados, mejorar la eficiencia de los tratamientos de fertilidad reduciendo el tiempo hasta lograr embarazo y nacimiento vivo podría aliviar de forma considerable la carga física y emocional de la FIV en mujeres de edad materna avanzada».

Por otro lado, el doctor Ippokratis Sarris, director de King’s Fertility y también coautor de este trabajo, resalta el valor del trabajo en equipo y la proyección futura: «Este estudio refleja la dedicación y la experiencia de todo el equipo de King’s Fertility. No solo reclutamos y tratamos a todas las pacientes aquí, sino que también el laboratorio de embriología realizó todo el trabajo técnico. Estamos orgullosos de haber liderado este ensayo pionero, que aborda una de las preguntas más importantes en el tratamiento de fertilidad para mujeres mayores de 35 años. Ahora esperamos ampliar estos hallazgos en estudios multicéntricos de mayor envergadura».

Limitaciones del estudio y próximos pasos

Los propios investigadores advierten de que este ensayo es piloto y que no permite lanzar conclusiones definitivas sobre la eficacia clínica del PGT-A. Su objetivo era comprobar la viabilidad de realizar un ensayo más grande: la capacidad de reclutar pacientes, mantener la aleatorización y completar el seguimiento.

El tamaño reducido de la muestra impide que las diferencias observadas alcancen significación estadística, pero el patrón consistente a favor del PGT-A sugiere que merece la pena invertir en un ensayo multicéntrico más amplio y representativo, según los autores del trabajo.

Estos también insisten en la necesidad de ampliar los criterios de inclusión: «En este estudio solo participaron mujeres con al menos tres embriones de buena calidad, lo que excluye a un grupo importante de pacientes con baja respuesta ovárica, que a menudo son las que más necesitan estrategias de selección embrionaria. Permitir la entrada de mujeres con solo dos embriones de calidad podría aumentar la validez de los resultados en la práctica clínica real».

La maternidad después de los 35 años enfrenta mayores desafíos: disminuye la reserva ovárica y aumentan las aneuploidías en los embriones, lo que reduce las probabilidades de un embarazo exitoso y eleva el riesgo de abortos espontáneos.

Una ginecóloga informa a una mujer sobre las técnicas de fecundación in vitro. La maternidad después de los 35 años enfrenta mayores desafíos: disminuye la reserva ovárica y aumentan las aneuploidías en los embriones, lo que reduce las probabilidades de un embarazo exitoso y eleva el riesgo de abortos espontáneos. Cortesía: Dra Lucía Díaz Balbo - Clínica Reproductiva

El debate abierto: coste, acceso y ética

El PGT-A no es una solución mágica y plantea preguntas abiertas. Por un lado, existe el fenómeno de la citada autocorrección embrionaria, por el que algunos embriones anómalos eliminan las células defectuosas y continúan su desarrollo de forma normal. Esto complica la decisión de descartar embriones con resultados alterados.

Por otro lado, está el debate ético y económico. El PGT-A supone un coste adicional significativo, que muchas veces no está cubierto por los sistemas públicos de salud de muchos países. Esto genera desigualdad en el acceso, ya que solo quienes pueden pagarlo de forma privada se benefician de él.

Actualmente, el NICE británico no recomienda su uso rutinario, basándose en estudios previos con mujeres jóvenes. Este nuevo ensayo aporta datos específicamente en el grupo de mayor riesgo, lo que podría reabrir la discusión y llevar a una actualización de las guías clínicas de fertilidad.

Una esperanza para quienes corren contra el reloj biológico

Más allá de los debates técnicos, la relevancia humana de este trabajo es clara. Cada intento fallido de FIV implica tiempo, dinero, inyecciones hormonales, procedimientos invasivos y un fuerte desgaste emocional. Reducir el número de intentos necesarios hasta lograr un embarazo viable significa menos sufrimiento y más esperanza.

El ensayo liderado por King’s College London y King’s Fertility muestra que el PGT-A podría convertirse en una herramienta clave para acortar el camino hacia la maternidad en mujeres mayores de 35 años. Si futuros ensayos confirman estos hallazgos, podría cambiar la práctica clínica internacional, aliviando la carga de miles de mujeres que hoy enfrentan la incertidumbre de tratamientos largos de fertilidad y a menudo infructuosos.

Como resume la doctora Sunkara, el objetivo último es claro: «Se trata de hacer los tratamientos de fertilidad más eficientes y menos duros para las pacientes. Conseguir un embarazo más rápido, con menos intentos, no solo mejora los resultados clínicos, sino también la calidad de vida de las mujeres y sus familias».

Un paso hacia la maternidad más rápida y segura en mujeres de edad materna avanzada

El ensayo piloto sobre PGT-A en mujeres de 35 a 42 años ofrece una primera evidencia alentadora: la selección genética de embriones no solo podría aumentar las probabilidades acumuladas de lograr un nacimiento vivo, sino también reducir el tiempo hasta conseguirlo.

Aunque aún no hay respuestas definitivas, este estudio marca un hito: por primera vez se analiza de manera rigurosa la aplicación del PGT-A en mujeres de edad materna avanzada.

El siguiente paso será confirmar estas tendencias en un gran ensayo multicéntrico de fertilidad. De lograrlo, estaríamos ante un cambio significativo en la forma en que la medicina reproductiva aborda el desafío de la edad materna avanzada. ▪️

  • Información facilitada por el King’s College London

  • Fuente: Beebeejaun Y., Bakalova D., Mania A., Copeland T., Sarris I., Nicolaides K., Capalbo A., Sunkara S. K. Preimplantation Genetic Testing for Aneuploidy Versus Morphological Selection in Women Aged 35-42: Results of a Pilot Randomized Controlled Trial. Journal of Clinical Medicine (2025). DOI: 10.3390/jcm14145166

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