¿Cómo puede la dieta mediterránea reducir el riesgo de alzhéimer incluso en personas con predisposición genética?

Seguir una dieta mediterránea no solo protege el corazón: un nuevo estudio revela que también puede reducir el riesgo de padecer la enfermedad de Alzheimer, incluso en quienes llevan en sus genes la predisposición más fuerte. La alimentación, lejos de ser un detalle, se convierte en un verdadero escudo contra la pérdida de memoria.

Por Enrique Coperías

Seguir una dieta mediterránea, generosa en frutas, verduras, legumbres y pescado, puede ayudar a contrarrestar el riesgo genético de padecer alzhéimer, especialmente en personas con la variante genética APOE4, según un estudio en Nature Medicine. Foto: Antoni Shkraba Studio

¿Está nuestro destino escrito en los genes? Durante años, el alzhéimer se ha considerado casi una condena inevitable para quienes cargan con ciertas variantes genéticas. Pero la ciencia empieza a demostrar que esa visión es demasiado determinista.

Un estudio recién publicado en la revista Nature Medicine y liderado por investigadores de Mass General Brigham, la Escuela de Salud Pública de Harvard y el Broad Institute de MIT y Harvard revela que la dieta mediterránea puede mitigar e incluso compensar en parte el riesgo genético más fuerte conocido para esta enfermedad: el temido APOE4.

El alzhéimer y otras demencias relacionadas con esta enfermedad neurodegenerativa son una de las principales causas de deterioro cognitivo en las personas mayores. Los estudios de gemelos sugieren que hasta un 80 % del riesgo es hereditario. Entre todos los genes implicados, el APOE se lleva el protagonismo: este contiene la información para fabricar la apolipoproteína E, una proteína vital en el metabolismo de las grasas y en el transporte de colesterol en la sangre y en el cerebro.

El papel de alelos del gen APOE en el riesgo de alzhéimer

Este gen tiene varias versiones o alelos: APOE2, APOE3 y APOE4.

✅ APOE3 es la variante más común y se considera neutra en cuanto a riesgo de padecer alzhéimer.

✅ APOE2 parece ser protectora, ya que reduce la probabilidad de desarrollar la enfermedad.

✅ APOE4, en cambio, es la principal variante genética de riesgo para el alzhéimer de inicio tardío (el tipo más frecuente, no directamente heredado en patrones familiares).

La variante APOE4 multiplica entre tres y cuatro veces la probabilidad de desarrollar alzhéimer cuando se hereda en una copia; en el caso de los homocigóticos (quienes poseen dos copias), el riesgo se dispara hasta doce veces respecto a quienes portan la variante más común, APOE3.

«El APOE4 no es solo un marcador de riesgo, sino un actor activo en el metabolismo cerebral», explican los investigadores. Esta variante interfiere en el transporte de lípidos, altera el metabolismo de la glucosa y favorece la acumulación en las neuronas de placas amiloides y ovillos de tau, las dos huellas patológicas clásicas del alzhéimer.

Además, se asocia con inflamación crónica y con alteraciones en la barrera hematoencefálica, un escudo biológico que protege al cerebro. Por todo ello, en la última década los científicos han empezado a tratar a los portadores de APOE4 como un subtipo genético específico de la enfermedad.

El gran experimento natural: décadas de seguimiento

Para comprobar si la alimentación saludable puede alterar este destino, los investigadores recurrieron a dos de los estudios de cohortes más robustos del mundo:

El Nurses’ Health Study (NHS): más de 4.200 mujeres seguidas desde 1989 hasta 2023 (edad media de 57 años al inicio).

El Health Professionals Follow-Up Study (HPFS): casi 1.500 hombres seguidos desde 1993 hasta 2023 (edad media de 63 años).

Durante más de tres décadas, se recopilaron cuestionarios detallados sobre dieta y estilo de vida, muestras de sangre para análisis genéticos y metabolómicos, y, en un subgrupo de mujeres, evaluaciones cognitivas periódicas por teléfono. En total, se documentaron cientos de casos de demencia, lo que permitió evaluar de manera prospectiva el impacto de la dieta mediterránea y la genética.

Metabolómica: la huella de cómo comemos y cómo procesamos

Uno de los aspectos más innovadores del estudio es la incorporación de la metabolómica, es decir, el análisis de cientos de moléculas presentes en la sangre que reflejan cómo el cuerpo procesa los alimentos saludables y regula funciones vitales. Estas moléculas metabólicas actúan como una especie de puente entre lo que heredamos (los genes) y lo que elegimos (la dieta).

Los resultados mostraron que los homocigotos APOE4 presentan un perfil metabólico muy distinto al del resto de la población, incluso décadas antes de desarrollar síntomas. Por ejemplo, tenían niveles más altos de ciertos lípidos, como ésteres de colesterol y esfingomielinas, que se asocian con inflamación y daño neuronal.

Además, lo homocigotos APOE4 mostraban respuestas diferentes a las moléculas que comemos, como azúcares, hidratos de carbono, fibra, grasas o lípidos, minerales, proteínas y vitaminas: compuestos protectores en la mayoría de personas podían ser perjudiciales en ellos.

Qué es la dieta mediterránea

En este escenario, la dieta mediterránea emerge como un modulador metabólico. Este tipo de régimen alimenticio no es una lista de alimentos estricta, sino un patrón flexible basado en:

✅ Frutas y verduras frescas a diario.

✅ Legumbres y cereales integrales como base.

✅ Aceite de oliva virgen extra como principal fuente de grasa.

✅ Frutos secos y semillas.

Pescado y marisco varias veces por semana.

Consumo moderado de vino tinto y lácteos fermentados.

Muy poca carne roja y alimentos ultraprocesados.

Pez cebra con alzhéimer, teñido para la proteína tau (rojo), neuronas (verde), sinapsis y tau patológico (azul).

Pez cebra con alzhéimer, teñido para la proteína tau (rojo), neuronas (verde), sinapsis y tau patológico (azul). El gen APOE4 interfiere en el transporte de lípidos, altera el metabolismo de la glucosa y favorece la acumulación en las neuronas de placas amiloides y ovillos de tau, las dos huellas patológicas clásicas del alzhéimer. Cortesía: Dominik Paquet / Ludwig Maximilian University of Munich / Nikon Small World

La dieta mediterránea como «reseteo» metabólico

El equipo de investigación observó que las personas con mayor adherencia a este patrón dietético presentaban:

✅ Menor riesgo de desarrollar demencia.

✅ Mejor rendimiento cognitivo en las pruebas de memoria y atención realizadas por teléfono.

✅ Cambios beneficiosos en el perfil metabólico, con más lípidos insaturados saludables y menores niveles de grasas saturadas nocivas.

✅ Aumento de moléculas neuroprotectoras, como la piperina, la betaína y el ácido pantoténico.

Y lo más llamativo: los beneficios fueron más fuertes en los individuos con dos copias del APOE4. Dicho de otra forma, quienes estaban genéticamente más condenados al alzhéimer fueron los que más se beneficiaron de la dieta mediterránea.

«Una de las razones por las que queríamos estudiar la dieta mediterránea es porque es el único patrón alimentario que se ha relacionado causalmente con beneficios cognitivos en un ensayo aleatorio —afirma Yuxi Liu autora principal del estudio e investigadora del Departamento de Medicina del Brigham and Women's Hospital. Y añade—: Queríamos ver si este beneficio podía ser diferente en personas con distintos antecedentes genéticos y examinar el papel de los metabolitos sanguíneos, las pequeñas moléculas que reflejan cómo el cuerpo procesa los alimentos y lleva a cabo sus funciones normales».

En palabras de la doctora Liu, «estos hallazgos sugieren que las estrategias dietéticas, concretamente la dieta mediterránea, podrían ayudar a reducir el riesgo de deterioro cognitivo y prevenir la demencia al influir de manera general en las vías metabólicas trascendentales. Esta recomendación es válida en términos generales, pero puede ser aún más importante para las personas con un mayor riesgo genético, como aquellas que son portadoras de dos copias de la variante genética APOE4».

Nutrición de precisión: hacia recomendaciones personalizadas

La doctora Liu y sus colegas identificaron 57 metabolitos cuya relación con el riesgo de demencia variaba según el genotipo. Eso significa que la forma en que un alimento impacta en el organismo depende en gran medida del ADN. El mismo nutriente puede ser beneficioso para unos e inocuo o incluso dañino para otros.

Este hallazgo abre la puerta a la llamada nutrición de precisión, un campo emergente que busca personalizar las recomendaciones dietéticas en función del perfil genético y metabólico de cada individuo.

«En futuras investigaciones esperamos explorar si es posible dirigirnos a metabolitos específicos mediante la dieta u otras intervenciones para lograr una prevención más personalizada del alzhéimer», explica la doctora Liu.

Predicción precoz: la dieta como pieza clave

Los científicos también evaluaron cómo mejorar los modelos de predicción del alzhéimer, que suelen incluir factores como la edad, los antecedentes familiares y el nivel educativo.

Al añadir datos genéticos, el rendimiento del modelo mejoró de forma moderada. Pero cuando se incorporaron los perfiles metabolómicos —esos cientos de moléculas que circula en la sangre—, la capacidad de predicción aumentó de manera significativa, sobre todo en el riesgo a corto plazo (quince años).

Esto sugiere que, en el futuro, un simple análisis de sangre podría ayudar a identificar a las personas con alto riesgo de desarrollar demencia décadas antes de que aparezcan los síntomas, permitiendo intervenciones más tempranas.

«Los resultados ofrecen un mensaje esperanzador: incluso en quienes tienen un riesgo genético muy alto, las elecciones de estilo de vida saludable pueden marcar la diferencia», dice la doctora Liu.

Limitaciones del estudio

Como en toda investigación, también hay sombras. Como podemos leer en el estudio, los participantes eran en su mayoría profesionales de la salud de ascendencia europea y alto nivel educativo. Eso limita la generalización a otras poblaciones más diversas en origen étnico o nivel socioeconómico, advierte la doctora Liu.

Además, aunque los cuestionarios dietéticos usados han sido validados, siempre existe el riesgo de errores de recuerdo o subestimación. Y, por último, aunque el estudio sugiere relaciones causales a través de la genética estadística, todavía no se puede afirmar que la dieta mediterránea cure o prevenga por completo el alzhéimer.

Libertad frente a la herencia

Pese a las cautelas que manifiestan los propios investigadores, el mensaje es poderoso: los genes no son un destino inmutable. Aunque no podamos cambiar el ADN con el que nacemos, sí podemos cambiar lo que ponemos en el plato y que la elección sea saludable.

La dieta mediterránea, respaldada por múltiples evidencias en salud cardiovascular y longevidad, suma ahora un argumento más a su favor: proteger la mente y ralentizar el avance del deterioro cognitivo, incluso en las personas más vulnerables genéticamente.

En un contexto de envejecimiento poblacional y aumento de los casos de demencia (cada año se diagnostican en el mundo casi diez millones de casos nuevos), este hallazgo tiene un enorme valor social y sanitario. Implementar políticas públicas que faciliten el acceso a alimentos frescos y saludables, y promover la educación nutricional desde edades tempranas, puede ser tan relevante como el desarrollo de fármacos.

La gran lección del estudio es clara: aunque los genes carguen los dados, la alimentación saludable puede cambiar la partida. El APOE4 seguirá siendo un marcador de riesgo muy potente, pero no es un veredicto inapelable.

Con cada elección diaria —un plato de verduras frescas, un puñado de frutos secos, un chorrito de aceite de oliva— estamos dando a nuestro cerebro herramientas para defenderse. Y en el caso de la dieta mediterránea, esas herramientas parecen especialmente eficaces para quienes más lo necesitan: los portadores del APOE4, los más amenazados por la sombra del alzhéimer. ▪️

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