Las violaciones de derechos humanos anuncian las atrocidades masivas antes de que comiencen

Los genocidios no comienzan con disparos, sino con silencios: cuando se normaliza la tortura, la censura y la represión. Un nuevo estudio académico identifica un patrón predecible de abusos que puede anticipar genocidios y crímenes de Estado.

Por Enrique Coperías

Niños liberados del campo de exterminio de Auschwitz, en 1945. Perpetrado por el régimen nazi de Adolf Hitler, el Holocausto se cobró más de seis millones de judíos,

Niños liberados del campo de exterminio de Auschwitz, en 1945. Perpetrado por el régimen nazi de Adolf Hitler, el Holocausto se cobró más de seis millones de judíos.

El camino hacia el genocidio no empieza con balas ni con fosas comunes, sino con señales más sutiles. Antes de que lleguen las matanzas, se debilitan los derechos laborales, se compromete la independencia judicial o se generaliza la brutalidad policial.

Poco a poco, el sistema de justicia deja de ser imparcial, y los derechos de ciertos grupos —su libertad de expresión, de reunión o de participación política— comienzan a evaporarse. Cada una de esas violaciones de derechos humanos debería encender una alarma roja.

«Nunca ha habido un genocidio sin múltiples violaciones de derechos humanos ocurriendo al mismo tiempo — explica David Cingranelli, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Binghamton (Estados Unidos), y codirector del Instituto de Derechos Humanos de esta institución. Y añade—: El Holocausto es un ejemplo clásico».

Un patrón global de violaciones de derechos humanos

En un artículo publicado en el Journal of Comparative Policy Analysis, Cingranelli y su colega Skip Mark, profesor en la Universidad de Rhode Island (Estados Unidos), sostienen que las violaciones de derechos humanos siguen patrones previsibles que pueden culminar en atrocidades masivas.

Su investigación parte de los informes anuales del Departamento de Estado de Estados Unidos, una fuente poco consultada fuera de los círculos políticos.

«Siempre pido a mis alumnos que lean informes de países con los que mantenemos relaciones amistosas, pero que supuestamente tienen un historial deficiente en materia de derechos humanos, para ver si somos sinceros al respecto —señala Cingranelli—. Creo que los informes son coherente».

47 atrocidades de Estado registradas en 2022

Los datos muestran que más de treinta países han registrado atrocidades de Estado cada año durante los últimos siete años. En 2022, hubo 47 casos, la cifra más alta jamás documentada. La violencia estatal, advierten los investigadores, siempre tiene un grupo objetivo. «En Estados Unidos, suelen ser minorías raciales; en la India, la minoría musulmana», apunta Cingranelli.

Según la definición del derecho internacional, un genocidio, término acuñado en 1944 por Raphael Lemkin y definido legalmente en 1948 por la ONU, requiere la intención explícita del Gobierno de destruir a un grupo nacional, étnico, racial o religioso «total o parcialmente». Establecer esa intención, sin embargo, es complicado.

🗣️ «Nosotros no entramos en la parte política —aclara Cingranelli—. Simplemente observamos lo que dicen los informes sobre el número de personas asesinadas por el Gobierno sin proceso judicial. Si son ciudadanos del propio país, hablamos de ejecuciones extrajudiciales».

Cómo empieza una secuencia de atrocidades

A partir de la información recopilada por las embajadas estadounidenses desde 1974 —aunque los datos más fiables datan de la era Carter—, el equipo desarrolló un indicador de atrocidades basado en la brutalidad. Este modelo permite predecir la posibilidad de genocidio a partir de una secuencia concreta de violaciones.

El primer derecho en peligrar suele ser el juicio justo. Luego llega la tortura, definida como sufrimiento intencionado infligido por agentes del Estado. Más tarde se pierde el derecho a la negociación colectiva, seguido del debilitamiento del poder judicial y la restricción de la libertad de expresión y de asociación.

Después, el patrón continúa con encarcelamientos políticos, la pérdida de la autodeterminación electoral y, finalmente, las ejecuciones extrajudiciales, el signo inequívoco de que un país ha entrado en la fase de atrocidad masiva.

Una fosa común exhumada en Potocari (Bosnia y Herzegovina), escenario clave de la masacre de Srebrenica de julio de 1995.

Una fosa común exhumada en Potocari (Bosnia y Herzegovina), escenario clave de la masacre de Srebrenica de julio de 1995. Cortesía: Adam Jones

Variables culturales y género: una investigación en curso

De forma sorprendente, los investigadores hallaron que la restricción de la libertad de movimiento no figura entre las señales tempranas, sino que suele aparecer cuando la violencia ya se ha desatado. Tampoco lo hace la pérdida de derechos sociales y económicos de las mujeres, algo que podría deberse a factores culturales.

«Hay cosas en esta secuencia que aún no me cuadran. Queremos refinar el modelo e incorporar mejor la dimensión de género —admite Cingranelli— Es un trabajo en progreso».

El tiempo que tarda en completarse esta escalada varía según el país. En Myanmar, por ejemplo, el proceso se prolongó durante más de una década antes de desembocar en el genocidio contra la minoría rohinyá. El nuevo indicador habría detectado señales de alarma al menos dos años antes en seis de los siete genocidios ocurridos después de 1990, con la única excepción del conflicto entre Serbia y Montenegro, según Cingranelli y Mark.

La gente está más dispuesta a aceptar Gobiernos violentos

Los investigadores están ahora actualizando sus puntuaciones con los datos de 2023. Pero su método podría detenerse ahí: los informes del Departamento de Estado correspondientes a 2024 ya no son comparables ni fiables, según Cingranelli. «Hasta Trump, el proceso de elaboración de los informes era consistente y profesional. No se politizaba, y los aliados de Estados Unidos no recibían un trato de favor», lamenta el politólogo.

Aun así, los académicos cuentan con cuatro décadas de datos y fuentes adicionales, como los informes de Amnistía Internacional, para seguir perfeccionando el modelo. Lo próximo será un libro —junto con la investigadora Deanne Roark, de la Universidad de Cornell— que sintetizará todos estos hallazgos con un propósito claro: ayudar a prevenir atrocidades antes de que empiecen.

🗣️ «Si eres activista en un país y ves ciertas violaciones de derechos humanos, debes saber que el siguiente paso podría ser una matanza a gran escala», advierte Cingranelli.

El investigador confiesa que no tiene respuestas claras sobre por qué las atrocidades están aumentando, pero observa un patrón inquietante: «Creo que algo malo está pasando en el mundo. La gente está más dispuesta a aceptar Gobiernos violentos —dice Cingranelli—. No solo en Estados Unidos; también en Europa Occidental, en países que antes considerábamos respetuosos con los derechos humanos».

El miedo a la inmigración, la polarización política y la creciente tolerancia social hacia la violencia estatal son, a su juicio, ingredientes de esa deriva. «Cuando la mayoría siente que el orden social está por encima de todo, está dispuesta a autorizar al Gobierno a hacer cosas horribles», concluye Cingranelli. ▪️

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