El destello más brillante del universo: un agujero negro supermasivo devora una estrella a 10.000 millones de años luz
En los confines del cosmos, un agujero negro supermasivo ha devorado una estrella gigantesca, liberando una luz tan intensa como ¡diez billones de soles! El fenómeno, observado a 10.000 millones de años luz, marca el destello más brillante del universo conocido.
Por Enrique Coperías
En un rincón remoto del universo, un agujero negro supermasivo ha destrozado una estrella colosal, al menos 30 veces más masiva que el Sol, generando el destello más brillante jamás registrado, con la luz de diez billones de soles. El fenómeno representa el evento de disrupción estelar más extremo conocido y uno de los pocos ocurridos dentro de un núcleo galáctico activo. Cortesía: Caltech/R. Hurt (IPAC)
Un equipo internacional de astrónomos ha detectado la erupción más luminosa y lejana jamás registrada procedente de un agujero negro supermasivo. El fenómeno, descrito en la revista Nature Astronomy, fue captado por el Zwicky Transient Facility, un programa de observación astronómica financiado por la Fundación Nacional de Ciencia de Estados Unidos (NSF) y operado desde el Observatorio Palomar del Instituto de Tecnología de California (Caltech).
El estallido, que se encendió a finales de 2018, aumentó su brillo cuarenta veces en cuestión de meses hasta alcanzar una luminosidad treinta veces superior a la de cualquier otro destello de agujero negro observado hasta ahora. En su punto álgido, brilló con la intensidad de diez billones de soles.
El responsable de semejante fogonazo es un agujero negro supermasivo situado a 10.000 millones de años luz, cuando el universo era aún joven. El objeto, designado como J2245+3743, pertenece a una clase de agujeros negros activos en pleno proceso de alimentación cósmica, llamados núcleos galácticos activos (AGN). Según las estimaciones, este monstruo cósmico posee una masa quinientos millones de veces mayor que la del Sol.
🗣️ «La energía que desprende este objeto muestra lo lejano y extraordinariamente brillante que es —explica Matthew Graham, astrónomo del Caltech y autor principal del estudio—. No se parece a ningún otro núcleo galáctico activo que hayamos visto antes».
La observación prolongada del fenómeno ha permitido a los investigadores ver cómo su luz se va desvaneciendo lentamente. Pero, además, el equipo está observando el evento literalmente a cámara lenta, debido a un efecto conocido como dilatación cosmológica del tiempo. «A medida que la luz viaja por el espacio en expansión, sus ondas se estiran y el tiempo también se dilata —detalla Graham—. En este caso, siete años aquí equivalen a dos allí. Estamos viendo cómo el suceso se reproduce a un cuarto de su velocidad rea».
La autodestrucción de una estrella: un evento de disrupción por marea
Los científicos se enfrentaban al reto de explicar una explosión tan descomunal. Tras descartar posibles causas, como una supernova o un chorro de radiación, concluyeron que el origen más probable es un evento de disrupción por marea (TDE). Este fenómeno ocurre cuando una estrella se acerca demasiado a un agujero negro supermasivo y es despedazada por su fuerza gravitatoria. Los restos, convertidos en gas incandescente, caen en espiral hacia el agujero negro, lo que genera un brillo extremo.
🗣️ «El hecho de que el destello de J2245+3743 siga activo sugiere que todavía estamos viendo cómo el agujero negro se traga la estrella —comenta Graham—. Es como un pez que está solo a medio camino dentro de la garganta de una ballena».
Si la interpretación es correcta, el agujero negro se habría devorado una estrella gigante, al menos treinta veces más masiva que el Sol, mucho mayor que las que suelen protagonizar este tipo de episodios. El récord anterior, apodado Scary Barbie —también detectado por el Zwicky Transient Facility—, fue unas treinta veces menos brillante y procedía de una estrella de entre tres y diez masas solares.
Confirmación desde los observatorios más potentes
En los últimos años se han identificado alrededor de un centenar de eventos de disrupción por marea, pero la mayoría no ocurren en núcleos galácticos activos. Estos entornos, dominados por gigantescas acumulaciones de gas y polvo que alimentan al agujero negro central, suelen ocultar otros destellos menores. En este caso, sin embargo, el resplandor cósmico fue tan enorme que destacó incluso sobre la intensa actividad del núcleo galáctico activo.
Cuando el objeto fue detectado por primera vez en 2018, no parecía nada fuera de lo común. Las observaciones con el telescopio Hale de 200 pulgadas (508 cm), también en Palomar, no revelaron nada anómalo. Pero en 2023, al comprobar que el brillo se desvanecía más lentamente de lo esperado, el equipo volvió a observarlo con el Observatorio W. M. Keck de Hawái. Esta vez, el espectro mostró una luminosidad sin precedentes.
«Primero teníamos que confirmar que este objeto extremo era realmente tan brillante —recuerda K. E. Saavik Ford, coautora del trabajo y profesora en la City University of New York (CUNY) y el Museo Americano de Historia Natural. Y continúa—: Podía tratarse de un efecto de orientación, como un chorro de luz apuntando directamente hacia nosotros, pero los datos del satélite WISE de la NASA descartaron esa posibilidad».
La energía liberada es casi inconcebible.
🗣️ «Si transformáramos todo el Sol en energía, según la famosa ecuación de Einstein E = mc², obtendríamos aproximadamente la cantidad de energía que este destello cósmico ha emitido desde que empezamos a observarlo», calcula Ford.
Una nueva era para la observación de agujeros negros
El equipo sospecha que la estrella devorada pudo formarse dentro del propio disco del AGN, donde la densa materia acumulada podría favorecer el crecimiento de astros colosales. «Las estrellas de este tamaño son rarísimas, pero en los discos de los agujeros negros pueden engordar gracias al material que los rodea», señala Ford.
El hallazgo sugiere que fenómenos tan extremos como el de J2245+3743 podrían ser más comunes de lo que se pensaba. Los investigadores planean revisar los datos acumulados por el Zwicky Transient Facility en busca de nuevos eventos cósmicos similares, mientras que el futuro Observatorio Vera C. Rubin, operado conjuntamente por la NSF y el Departamento de Energía de Estados Unidos, promete ampliar aún más el catálogo de explosiones astronómicas.
«Nunca habríamos encontrado este evento tan raro si no fuera por el Zwicky Transient Facility —subraya Graham. Y concluye—: Llevamos siete años observando el cielo cada noche, y eso nos permite ver cómo estos fenómenos cambian con el tiempo. Podemos contemplar el pasado del universo como si se tratara de una película en cámara lenta». ▪️
Información facilitada por el Caltech
Fuente: Graham, M. J., McKernan, B., Ford, K. E. S. et al. An extremely luminous flare recorded from a supermassive black hole. Nature Astronomy (2025). DOI: https://doi.org/10.1038/s41550-025-02699-0

