Los dinosaurios que olvidaron cómo volar: el hallazgo que reescribe el origen del vuelo
Un puñado de fósiles con plumas exquisitamente conservadas revela que algunos dinosaurios desarrollaron alas complejas… pero no para volar. El caso de Anchiornis huxleyi obliga a replantear una de las grandes historias de la evolución.
Por Enrique Coperías
Ilustración científica de Anchiornis huxleyi. Recreación de una pareja de este pequeño dinosaurio emplumado del Jurásico tardío, que vivió hace unos 160 millones de años en los bosques del noreste de China. Estudios recientes sobre la estructura de sus alas y la forma en que mudaba las plumas indican que, pese a tener un plumaje complejo y vistoso, Anchiornis quizá no podía volar, lo que revela que la evolución del vuelo en los dinosaurios y las aves fue más diversa y compleja de lo que se creía. Crédito: IA-DALL-E-©RexMolón-Producciones
Para la inmensa mayoría de los paleontólogos, el origen del vuelo ha sido y es uno de los grandes relatos de la evolución. La imagen clásica es la de dinosaurios emplumados que, poco a poco, transformaron sus extremidades delanteras en alas funcionales hasta conquistar el aire.
Sin embargo, la historia rara vez es lineal. La evolución también avanza a trompicones, con ensayos fallidos, retrocesos y experimentos que no siempre culminan en el éxito.
Un nuevo estudio científico publicado en la revista Communications Biology nos descubre uno de esos caminos olvidados: el de un dinosaurio que, pese a tener alas, probablemente no volaba… y que incluso podría haber olvidado cómo hacerlo.
Qué es el «Anchiornis huxleyi» y por qué importa a los paleontólogos
El protagonista es Anchiornis huxleyi, un pequeño dinosaurio del Jurásico tardío que vivió hace unos 160 millones de años en lo que hoy es el noreste de China. De tamaño similar a un cuervo y cubierto de plumas de colores, Anchiornis ha sido durante años una figura incómoda para los paleontólogos. ¿Era un dinosaurio no aviano? ¿Un pariente primitivo de las aves? ¿Planeaba, volaba o simplemente lucía plumas sin intención aérea?
La nueva investigación aporta una respuesta inesperada: su anatomía alar y, sobre todo, la forma en que mudaba sus plumas indican que no podía volar.
El hallazgo no se basa en huesos fósiles, como suele ser habitual, sino en algo mucho más delicado y raramente conservado en el registro fósil: las plumas y su patrón de renovación. Los autores han analizado 226 fósiles de Anchiornis, de los cuales nueve conservan con una calidad excepcional la coloración del plumaje. Esa riqueza cromática —plumas claras con puntas oscuras— ha permitido detectar algo insólito: plumas en distintas fases de crecimiento repartidas de forma irregular por las alas.
Qué revela la muda de plumas en los pájaros
En las aves actuales, la muda no es un detalle menor. Cambiar las plumas de las alas afecta de forma directa a la capacidad de volar y, por tanto, a la supervivencia. Por eso, las especies voladoras siguen estrategias muy precisas: sustituyen las plumas poco a poco y de forma simétrica, para no perder sustentación en pleno proceso.
En cambio, las aves que no vuelan pueden permitirse una muda caótica, sin orden ni simetría, porque no dependen del aire para escapar de depredadores o buscar alimento.
🗣️ «Las plumas crecen durante dos o tres semanas. Cuando alcanzan su tamaño final, se separan de los vasos sanguíneos que las alimentaron durante el crecimiento y se convierten en material muerto — dice Yosef Kiat, investigador especializado en pluma de la Facultad de Ciencias de la Vida, en la Universidad de Tel Aviv (Israel)— Y añade—: Con el uso y el desgaste, se caen y son sustituidas por nuevas plumas en un proceso llamado muda, que cuenta una historia importante: las aves que dependen del vuelo —y, por tanto, de las plumas que les permiten volar— mudan de forma ordenada y gradual, manteniendo la simetría entre las alas y permitiéndoles seguir volando durante la muda. En las aves incapaces de volar, en cambio, la muda es más aleatoria e irregular. En consecuencia, el patrón de muda nos indica si una criatura alada concreta era capaz de volar».
Eso es exactamente lo que muestran los fósiles de Anchiornis. En lugar de una secuencia ordenada, sus alas presentan plumas jóvenes dispersas aquí y allá, sin patrón reconocible y, a menudo, de manera asimétrica entre un ala y otra. Es la primera vez que se documenta este tipo de muda irregular en un dinosaurio no aviano. Y el mensaje que transmite es blanco y en botella: Anchiornis no necesitaba volar.
Fósil de Anchiornis de hace 160 millones de años. Ejemplares excepcionalmente conservados de este pequeño dinosaurio emplumado del Jurásico tardío han permitido a los científicos estudiar no solo sus huesos, sino también la estructura y la muda de sus plumas. Cortesía: Communications Biology (2025). DOI: 10.1038/s42003-025-09019-2
Un experimento evolutivo fallido
El estudio va más allá de la muda. También describe una arquitectura alar única, sin equivalentes claros entre las aves actuales. Anchiornis tenía entre veinte y veintiocho plumas primarias en cada ala, más del doble de las que poseen las aves modernas. Además, estas plumas estaban cubiertas por varias capas de plumas menores —las llamadas coberteras— que se superponían hasta cubrir más del 80% del ala. En las aves voladoras actuales, esa cobertura rara vez supera el 50%.
Este exceso de plumas hacía las alas más gruesas y pesadas, justo lo contrario de lo que exige el vuelo eficiente. En la naturaleza moderna, una estructura semejante solo se observa en linajes que han perdido el vuelo, como los pingüinos, cuyos alas funcionan como aletas para nadar. Pero Anchiornis no nadaba. Su anatomía sugiere un experimento evolutivo distinto, una solución sin descendencia.
Durante años, algunos investigadores habían propuesto que esta acumulación de plumas podía compensar la fragilidad de las alas, reforzándolas para el vuelo. El nuevo trabajo descarta esa interpretación. Volar no es solo cuestión de resistencia: exige ligereza, precisión aerodinámica y un equilibrio delicado entre forma y función. Todo indica que Anchiornis no reunía esas condiciones.
Implicaciones para el origen de las aves
La clave, subrayan los autores, está en comprender la evolución del vuelo no como una escalera recta, sino como un arbusto evolutivo, lleno de ramas que no llegaron a ninguna parte. Algunos dinosaurios desarrollaron alas funcionales; otros, como el Microraptor, que vivió a principios del período Cretácico Inferior, entre 125 a 113 millones de años, parecen haber sido capaces de planear o incluso volar. Anchiornis, en cambio, representa un callejón evolutivo: un animal con alas complejas, pero sin capacidad aérea.
«Este hallazgo tiene una importancia muy a tener en cuenta, ya que sugiere que el desarrollo del vuelo a lo largo de la evolución de los dinosaurios y las aves fue mucho más complejo de lo que se creía anteriormente. De hecho, algunas especies podrían haber desarrollado capacidades básicas de vuelo y haberlas perdido más tarde en su evolución», señala el equipo investigador en la revista Communications Biology.
Este hallazgo tiene implicaciones profundas. Durante décadas, la paleontología ha debatido si el vuelo surgió una sola vez en los dinosaurios terópodos o varias veces de forma independiente. También se discute si el vuelo activo evolucionó directamente o pasó antes por una fase de planeo. La existencia de Anchiornis —con alas desarrolladas, pero inútiles para volar— añade una capa más de complejidad al debate.
Comparación de alas y muda en aves actuales. Las aves voladoras suelen tener dos series de cobertoras primarias que mantienen una ala ligera y aerodinámica, mientras que los pingüinos, incapaces de volar, presentan hasta seis series que engrosan el ala y la convierten en una aleta para nadar. Los patrones de color del plumaje permiten además detectar la muda: en especies voladoras es ordenada y simétrica, mientras que en aves no voladoras, como el cormorán no volador, es irregular y caótica. Cortesía: Communications Biology (2025). DOI: 10.1038/s42003-025-09019-2
Volar para luego desaprender a volar
El estudio sugiere además que Anchiornis podría ser secundariamente no volador, esto es, un linaje que perdió la capacidad de volar después de haberla adquirido, algo relativamente común entre las aves modernas. La avestruz, el kiwi o el cormorán no volador son ejemplos vivos de este fenómeno. Si esta interpretación es correcta, el vuelo habría aparecido muy pronto en la historia de las aves y sus parientes, para luego desaparecer repetidamente.
🗣️ «El linaje de los dinosaurios se separó de otros reptiles hace 240 millones de años. Poco después —en términos evolutivos— muchos dinosaurios desarrollaron plumas, una estructura orgánica única, ligera y resistente, hecha de proteínas y utilizada principalmente para el vuelo y para conservar el calor corporal», explica Kiat.
En palabras de este zoólogo, que también trabaja para el Museo Steinhardt de Historia Natural, «hace unos 175 millones de años surgió un linaje de dinosaurios emplumados llamado Pennaraptora, los antepasados lejanos de las aves modernas y el único linaje de dinosaurios que sobrevivió a la extinción masiva que marcó el final de la era Mesozoica, hace 66 millones de años. Hasta donde sabemos, el clado de los penarraptores desarrolló plumas para volar, pero es posible que, cuando cambiaron las condiciones ambientales, algunos de estos dinosaurios perdieran la capacidad de volar, igual que ocurre hoy con los avestruces y los pingüinos».
En Anchiornis la muda no estaba restringida a una estación concreta del año
La muda irregular detectada en Anchiornis refuerza esta idea. En las aves actuales, los cambios en la estrategia de muda ocurren rápido cuando se pierde el vuelo, incluso en escalas evolutivas cortas. El hecho de que Anchiornis ya presente una muda propia de animales no voladores sugiere que llevaba mucho tiempo sin depender del aire para desplazarse.
Pero hay otro aspecto fascinante: la frecuencia con la que se detecta la muda en los fósiles. En la mayoría de dinosaurios emplumados, encontrar evidencias de plumas en crecimiento es extraordinariamente raro. En Anchiornis, en cambio, es sorprendentemente común. Esto indica que la muda no estaba restringida a una estación concreta, como ocurre en muchas aves modernas, sino que se prolongaba en el tiempo, sin prisas ni limitaciones energéticas. Un lujo que solo puede permitirse quien no necesita volar.
🗣️ «Basándome en mi conocimiento de las aves actuales, identifiqué un patrón de muda que indica que estos dinosaurios probablemente no volaban —subraya Kiat. Y añade—: Se trata de un hallazgo raro y especialmente emocionante: la coloración conservada de las plumas nos brindó una oportunidad única para identificar un rasgo funcional de estas criaturas antiguas, y no solo la estructura corporal que suele preservarse en los fósiles de esqueletos y huesos».
Dinosaurios emplumados
Para Yosef Kiat, uno de los autores del trabajo de la Universidad de Tel Aviv, «el linaje de los dinosaurios se separó de otros reptiles hace 240 millones de años. Poco después —en términos evolutivos— muchos dinosaurios desarrollaron plumas, una estructura orgánica única, ligera y resistente, hecha de proteínas y utilizada principalmente para el vuelo y para conservar el calor corporal».
Por qué este hallazgo cambia la historia del vuelo
Todo ello dibuja la imagen de un animal que usaba sus plumas para otros fines: exhibición, termorregulación, comunicación visual o quizá ayuda en la carrera o el equilibrio. El plumaje, recuerdan los autores, no evolucionó únicamente para volar. Antes de conquistar el cielo, las plumas ya cumplían múltiples funciones en tierra firme.
El caso de Anchiornis también pone de relieve las lagunas del registro fósil. Dos animales muy parecidos a nivel óseo pueden tener plumajes radicalmente distintos y, por tanto, ecologías opuestas. La comparación con Archaeopteryx, tradicionalmente considerado la primera ave, es reveladora: esqueletos similares, alas muy diferentes. La evolución temprana del vuelo fue mucho más diversa y experimental de lo que se pensaba.
En última instancia, este estudio recuerda que la evolución no tiene un objetivo final. No todos los caminos llevan al éxito, y no todas las alas nacen para volar. Algunas, como las de Anchiornis, son vestigios de intentos fallidos, huellas de una historia natural más rica, caótica y fascinante de lo que sugieren los relatos simplificados.
Al observar estas alas fósiles, cubiertas de plumas en distintas fases de crecimiento, los científicos no solo reconstruyen la biología de un dinosaurio extinguido. También desmontan la idea de un progreso inevitable hacia la perfección. La historia del vuelo, como la de la vida misma, está hecha tanto de conquistas como de renuncias.▪️
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Información facilitada por la Universidad de Tel Aviv
Fuente: Kiat, Y., Wang, X., Zheng, X. et al. Wing morphology of Anchiornis huxleyi and the evolution of molt strategies in paravian dinosaurs. Communications Biology (2025). DOI: https://doi.org/10.1038/s42003-025-09019-2

