Las tormentas del océano Austral frenan el calentamiento global más de lo que creíamos
Las violentas tormentas que azotan el océano Austral no solo dominan uno de los mares más extremos del planeta: también actúan como un freno clave al calentamiento global. Un nuevo estudio revela por qué este papel ha sido subestimado durante décadas.
Por Enrique Coperías
En el océano más tempestuoso del planeta, el mal tiempo es una buena noticia para el clima. Las tormentas del océano Austral mezclan sus aguas, reducen el calentamiento estival y obligan a replantear cómo se modela el cambio climático. Cortesía: B. Jack Pan / Scripps Institution of Oceanography at UC San Diego
El océano Austral es uno de los grandes reguladores silenciosos del clima del planeta. Rodea la Antártida como un anillo turbulento y remoto, y absorbe más calor que ningún otro océano del mundo. Sin embargo, desde hace años, los modelos climáticos tropiezan siempre con el mismo problema: en verano, las aguas superficiales del océano Austral aparecen sistemáticamente demasiado cálidas en las simulaciones.
La discrepancia no es menor: hasta 2,5 ºC de más en algunos casos, el equivalente a todo el ciclo estacional de temperatura superficial. Un nuevo estudio publicado en la revista Nature Geoscience aporta ahora una explicación clave: las tormentas no solo dominan el tiempo en estas latitudes extremas, sino que también actúan como un freno eficaz al calentamiento del océano.
El trabajo, liderado por investigadores de universidades europeas y africanas, combina observaciones directas de una campaña oceanográfica inédita con datos de satélite y reanálisis climáticos. Su conclusión es clara: las tormentas estivales del océano Austral regulan la temperatura superficial del mar al mezclar las capas superiores del océano y limitar la cantidad de calor que este puede acumular. En otras palabras, cuanto más intensas y frecuentes son las tormentas, menos se calienta el océano en verano.
«Nuestra investigación muestra que los veranos con una actividad tormentosa más intensa generan temperaturas superficiales más bajas en todo el océano Austral. Por lo tanto, un océano más agitado por las tormentas puede absorber más calor de la atmósfera que en periodos de calma», explica Marcel du Plessis, investigador en oceanografía de la Universidad de Gotemburgo y autor principal del estudio.
Un océano hostil muy difícil de observar
Entender este mecanismo no ha sido sencillo. El océano Austral es uno de los entornos más hostiles del planeta: vientos persistentes, oleaje extremo y una lejanía que dificulta las observaciones continuas. Por eso, la mayor parte del conocimiento procede de satélites o modelos, con pocos datos directos del interior del océano.
Para salvar esta carencia, el equipo de investigacion desplegó durante el verano austral de 2018-2019 dos vehículos robóticos:
✅ Un planeador submarino, que se sumergía repetidamente hasta más de 200 metros
✅ Un dron de superficie impulsado por las olas, capaz de medir el viento y los intercambios de calor con la atmósfera.
Durante 79 días, ambos instrumentos siguieron el paso de una sucesión casi ininterrumpida de tormentas al sur del océano Atlántico. Los datos revelan un patrón contundente. En los periodos dominados por tormentas intensas, los vientos fuertes removían el océano como una cuchara en una taza de café, y profundizaban la capa de mezcla —la capa superficial que intercambia calor con la atmósfera— hasta más de 100 metros. Al aumentar el volumen de agua que recibe la radiación solar, el calentamiento se diluye: la temperatura sube más despacio.
En cambio, cuando las tormentas se debilitan durante varios días, la superficie del océano se estratifica. La capa de mezcla se vuelve mucho más somera, de apenas 60 o 70 metros, y el mismo aporte de energía solar calienta el agua con mucha mayor rapidez. En apenas una quinta parte del verano observado, el océano acumuló más del 60% de todo el calentamiento estacional.
Tormentas cruzan el océano Austral el 4 de enero de 2019 en una imagen captada por satélite, un fenómeno clave en la regulación del calentamiento global. Cortesía: NASA Worldview Snapshots.
Por qué las tormentas actúan como un termostato natural del océano Austral
El papel de las tormentas no se limita a frenar el calentamiento. En algunos episodios concretos, los vientos fueron tan intensos que la mezcla arrastró hacia la superficie aguas más frías de capas profundas, lo que provocó descensos bruscos de la temperatura superficial de hasta cuatro décimas de grado en pocos días. Sumados a lo largo del verano, estos episodios de enfriamiento por inmersión redujeron cerca de un grado el calentamiento que habría ocurrido en ausencia de tormentas.
Además de remover el océano, las tormentas alteran los intercambios de energía con la atmósfera. La nubosidad asociada a los frentes tormentosos refleja parte de la radiación solar entrante, lo que reduce el principal motor del calentamiento estival. Es cierto que, al mismo tiempo, el aire cálido y húmedo que llega desde latitudes más bajas puede transferir calor al océano mediante turbulencias. Pero el balance final es negativo: el efecto sombrilla de las nubes pesa más que ese aporte adicional, y el océano gana menos calor del esperado.
Este doble efecto —mezcla vertical y reducción de la radiación solar— explica por qué las tormentas actúan como un termostato natural del océano Austral durante el verano.
Cuál es influjo de la oscilación antártica
Lo más novedoso del estudio es que demuestra que estos procesos, que ocurren en escalas de días, tienen consecuencias en escalas de años. Al analizar casi cuatro décadas de datos, los investigadores comprobaron que los veranos con vientos más intensos dentro de las tormentas coinciden de manera sistemática con temperaturas superficiales más bajas en todo el océano Austral. Y viceversa: veranos más tranquilos tienden a ser más cálidos.
La clave está en la profundidad media de la capa de mezcla. Años con tormentas más fuertes presentan capas de mezcla más profundas, una mayor capacidad térmica y, por tanto, un calentamiento superficial más débil. Esta relación explica buena parte de la variabilidad interanual de la temperatura máxima del verano, un indicador crucial porque está estrechamente ligado a las olas de calor marinas y a la estabilidad de los ecosistemas.
Este comportamiento, además, se conecta con uno de los grandes patrones de variabilidad atmosférica del hemisferio sur: el modo anular del sur. Cuando la también llamada oscilación antártica (AAO) se encuentra en fase positiva, los vientos del oeste se intensifican y se desplazan hacia el polo, aumentando así la actividad tormentosa sobre el océano Austral. El estudio muestra que estos cambios a gran escala se traducen, finalmente, en más mezcla oceánica y menos calentamiento superficial.
El Wave Glider, un vehículo de superficie no tripulado, fue clave para medir los intercambios de calor y viento durante el estudio en el océano Austral. Cortesía: Sam Fredriksson.
Un reto para los modelos climáticos
Estos resultados ayudan a entender por qué los modelos climáticos tienden a sobreestimar el calentamiento estival del océano Austral. Muchas simulaciones infravaloran la frecuencia o la intensidad de las tormentas, o no representan de forma adecuada cómo sus vientos profundizan la capa de mezcla. El resultado son capas superficiales demasiado someras, que se calientan con excesiva facilidad bajo la radiación solar.
Corregir este sesgo no es un detalle técnico menor.
🗣️«Por eso, nuestros resultados son importantes, porque una mejor representación de los procesos asociados a las tormentas es esencial para obtener proyecciones climáticas futuras más precisas», subraya Marcel du Plessis, experto en Oceanografía de la Universidad de Gotemburgo (Suecia) y autor principal del estudio.
El océano Austral desempeña un papel central en la absorción de calor y de dióxido de carbono, en la formación del hielo marino y en la circulación oceánica global. Si los modelos no captan bien cómo las tormentas modulan su temperatura, las proyecciones de calentamiento global pueden estar desviadas.
El futuro: comprender mejor cómo se está calentando el océano
El estudio plantea, además, una paradoja de cara al cambio climático. Por un lado, las proyecciones apuntan a tormentas más intensas y desplazadas hacia el sur, lo que podría reforzar este mecanismo de enfriamiento estival. Por otro, el océano Austral también está mostrando señales de mayor estratificación, lo que podría dificultar que la mezcla inducida por el viento alcance capas profundas. El equilibrio entre ambos efectos aún es incierto.
Resolverlo requerirá más observaciones directas, de alta resolución y durante largos periodos, en uno de los océanos menos accesibles del planeta. Pero el mensaje central ya es claro: las tormentas del océano Austral no son solo un fenómeno meteorológico extremo.
🗣️ «Es la primera vez que podemos vincular claramente las tormentas del océano Austral con los cambios en el calentamiento del océano y con la variabilidad climática durante los últimos veinte años —señala Sebastiaan Swart, profesor de Oceanografía en la Universidad de Gotemburgo. Y concluye—: Resultados como estos nos permiten comprender mejor cómo se está calentando el océano hoy y, de este modo, predecir cómo podría cambiar el clima de la Tierra en el futuro».
Son una pieza clave del sistema climático, capaces de amortiguar el calentamiento global desde una de las regiones más remotas de la Tierra.▪️
Información facilitada por la Universidad de Gotemburgo
Fuente: Du Plessis, M. D., Nicholson, S. A., Giddy, I. et al. Southern Ocean summer warming is regulated by storm-driven mixing. Nature Geoscience (2025). DOI: https://doi.org/10.1038/s41561-025-01857-3

