¿Cuál es la mejor forma de dejar caer un huevo sin que casque? La ciencia tiene una respuesta «rompedora»
Durante años se creyó que los huevos eran más resistentes si caían de punta. Un nuevo estudio revela que su verdadera fortaleza está en el costado.
Por Enrique Coperías
Comparativa de impacto: el huevo en posición vertical se rompe al caer, mientras que el colocado de lado permanece intacto, evidenciando su mayor capacidad para absorber energía. Imagen generada con DALL-E
Tradicionalmente, los profesores de ciencias han utilizado un experimento tan didáctico como entretenido para sus alumnos: el famoso desafío del huevo. La idea es sencilla: dejar caer un huevo desde cierta altura sin que se rompa. Para lograrlo, los participantes construyen una estructura protectora con materiales cotidianos, como pajitas, algodón, cartón o bolsas de plástico, que amortigüe el impacto y mantenga intacto el huevo.
Pero hay una idea que ha prevalecido sin que nadie o casi nadie la cuestionara: que la cáscara es más resistente cuando el huevo cae parado, es decir, en posición vertical, o sea, apoyado en uno de sus extremos.
Ahora, un grupo de científicos del Instituto Tecnológico de Massachusset (MIT) y otras instituciones desafía esa noción con una contundente mezcla de datos experimentales y simulaciones numéricas. Su hallazgo principal: los huevos son más resistentes cuando caen de costado, es decir, en posición horizontal. La clave no está en su fuerza en el sentido habitual, sino en un concepto algo más técnico pero fundamental en la física de materiales: la tenacidad.
El mito de la resistencia vertical
La idea de que un huevo es más resistente en posición vertical viene, en parte, de una comparación intuitiva con las cúpulas y arcos arquitectónicos. Así como esas estructuras distribuyen el peso eficientemente y resisten mejor la compresión, parecería lógico pensar que lo mismo ocurre con la forma ovalada del huevo. Muchos sitios de divulgación científica y materiales educativos replican este argumento.
Pero el equipo liderado por la ingeniera Tal Cohen y sus colegas del MIT decidió poner a prueba esta creencia con datos duros, esto es, mediante experimentos controlados y mediciones precisas.
Realizaron más de doscientas pruebas físicas y una serie de simulaciones digitales con el fin de medir cómo se comportan los huevos ante diferentes tipos de carga, tanto estática como dinámica.
A igual fuerza, diferente respuesta
En los experimentos estáticos, los investigadores colocaron huevos en una máquina que los comprimía lentamente, tanto en posición vertical, o sea, sobre sus extremos, como en horizontal, esto es, apoyados en el lado más ancho.
Para sorpresa de muchos, descubrieron que la fuerza máxima que puede soportar un huevo antes de quebrarse es prácticamente la misma en ambas orientaciones: alrededor de 46 newtons.
Sin embargo, observaron una diferencia crucial: cuando el huevo está en posición horizontal, resiste más deformación antes de romperse. En otras palabras, aunque soporta la misma fuerza que en vertical, cede un poco más, absorbiendo así más energía. Esta capacidad de absorber energía antes de fracturarse es lo que se conoce como tenacidad.
¿Qué significa ser «duro» o «tenaz»?
Aquí es donde entra en juego una distinción clave. La fuerza o resistencia no siempre implica que algo sea difícil de romper. En ingeniería y ciencia de materiales, lo importante no es solo cuánta carga soporta un objeto, sino cuánto se puede deformar sin fallar.
Usando esta lógica, los autores calcularon cuánta energía puede absorber un huevo antes de cascar. En promedio, los huevos colocados horizontalmente absorbieron un 30% más de energía que los que estaban en vertical.
Esto los convierte, paradójicamente, en más resistentes a impactos en esa posición, aunque sean menos rígidos.
Pruebas dinámicas: caídas reales confirman el hallazgo
Para comprobar si estos resultados se traducen en situaciones más realistas —como el clásico desafío de dejar caer el huevo—, el equipo diseñó un experimento dinámico. Usaron un dispositivo con solenoides para dejar caer huevos desde distintas alturas sobre una superficie fija, y midieron los impactos con sensores de fuerza.
Los resultados fueron contundentes: más huevos permanecieron intactos cuando impactaron de lado. Las simulaciones por computadora confirmaron este hallazgo, al mostrar que en esa posición la forma del huevo distribuye mejor las tensiones del golpe.
Además, observaron que los huevos que no se rompían tenían un tiempo de contacto más largo con la superficie. Esto sugiere que en posición horizontal, el huevo es más complaciente, o dicho de otro modo, responde al impacto de forma más elástica, lo que le permite resistir mejor.
Una lección sobre cómo pensamos la física
Los autores dedican parte del artículo a desmontar con precisión varios errores comunes que suelen repetirse en la divulgación científica sobre este tema. Muchos materiales educativos bienintencionados dan por hecho que una estructura más rígida es automáticamente más resistente, cuando en realidad una rigidez excesiva puede hacerla más propensa a romperse si no logra absorber bien la energía del impacto.
Usan un ejemplo cotidiano para explicarlo: si una persona se cae y aterriza con las rodillas rígidas, el golpe es más fuerte y puede causar lesiones. Si en cambio flexiona las piernas, el cuerpo absorbe mejor la energía del impacto.
Lo mismo ocurre con los huevos: su geometría en posición horizontal permite que se deformen un poco más, lo que los hace más resistentes a la ruptura.
Por qué importa este descubrimiento
Aunque este estudio se centra en el humilde huevo de gallina, sus conclusiones tienen aplicaciones que van mucho más allá. Las estructuras en forma de cáscara o domo son comunes en la naturaleza y la ingeniería: desde caparazones de tortuga hasta cascos de protección y cápsulas espaciales. Comprender cómo y por qué se fracturan puede ayudar a diseñar estructuras más seguras y eficientes.
Los autores esperan que su trabajo no solo corrija un malentendido común, sino que también sirva como una advertencia sobre cómo usamos el lenguaje científico. Palabras como fuerza o resistencia pueden ser engañosas si no se explican con precisión.
La intuición científica puede ser útil, pero debe ponerse a prueba con experimentos y datos.
Así pues, este estudio no solo rompe huevos, también rompe mitos científicos. Demuestra que la orientación del huevo sí importa al dejarlo caer, pero no de la manera que se creía. Al desafiar una creencia ampliamente aceptada, los autores nos recuerdan que la ciencia avanza cuestionando lo establecido con rigurosidad experimental.
Así que la próxima vez que participes en un desafío del huevo —ya sea en clase, en una feria de ciencia o por simple curiosidad—, recuerda este consejo respaldado por la ciencia: si quieres que tu huevo sobreviva a la caída, colócalo de lado… «Ahora vas y lo cascas». ▪️
Fuente: Sutanto, A., Abu-Qbeitah, S., Jeselsohn, A. et al. Challenging common notions on how eggs break and the role of strength versus toughness. Communications Physics (2025). DOI: https://doi.org/10.1038/s42005-025-02087-0