Los moáis de la Isla de Pascua «caminaban»: la física y la arqueología confirman cómo se movían los gigantes de piedra

Investigadores de universidades estadounidenses confirman que los antiguos rapanui de la isla de Pascua usaron cuerdas y un movimiento en zigzag para desplazar los moáis erguido. La física respalda por fin una de las teorías más fascinantes de la arqueología del Pacífico.

Por Enrique Coperías

Durante siglos, los gigantes de piedra de la Isla de Pascua han alimentado todo tipo de teorías: desde civilizaciones perdidas hasta fuerzas sobrenaturales. Pero la respuesta a cómo los antiguos rapanui lograron mover sus colosales moáis, de hasta 10 metros de altura y más de 80 toneladas de peso, parece mucho más simple —y elegante— de lo que se pensaba.

Un nuevo estudio publicado en el Journal of Archaeological Science confirma que las estatuas caminaban gracias a un ingenioso sistema de cuerdas, física básica y trabajo colectivo.

El equipo liderado por Carl Lipo, profesor de Antropología en la Universidad de Binghamton, en Estados Unidos, y Terry Hunt, de la Universidad de Arizona, ha combinado modelos 3D de alta resolución con experimentos de campo para demostrar que los moáis podían desplazarse en posición vertical, balanceándose de un lado a otro, como si se tratara de enormes caminantes de piedra.

Pasito a pasito…

Los experimentos de campo demostraron que, con cuerdas y un pequeño grupo de personas, los antiguos habitantes de Rapa Nui pudieron hacer caminar las estatuas moái. Cortesía: Carl Lipo

Un experimento que hace «caminar» a los moáis

«Una vez que se ponen en movimiento, no cuesta casi nada: la gente tira con un solo brazo, se conserva energía y el movimiento es rápido —explica Lipo. Y añade—: Lo difícil es lograr que empiece a balancearse. La cuestión era saber si, desde el punto de vista físico, los experimentos eran coherentes con lo que esperaríamos en una estatua de mayor tamaño».

El grupo diseñó una réplica de moái de 4,35 toneladas con una base ancha en forma de D y una ligera inclinación hacia delante, rasgos que, según sus modelos, facilitaban el movimiento en zigzag. Solo dieciocho personas consiguieron trasladar la figura cien metros en cuarenta minutos, una mejora notable respecto a intentos previos de transporte vertical.

«La física tiene sentido —sostiene Lipo—. Lo que vimos experimentalmente funciona, y cuanto más grande es el moái, más coherente resulta este método. Es la única manera posible de moverlos».

Diagrama del método del caminar: los moáis se desplazaban por caminos preparados mediante tirones laterales alternos de cuerda, manteniendo una inclinación frontal de entre 5 y 15 grados.

Diagrama del método del caminar: los moáis se desplazaban por caminos preparados mediante tirones laterales alternos de cuerda, manteniendo una inclinación frontal de entre 5 y 15 grados. Cortesía: Carl Lipo

Las carreteras de Rapa Nui, parte del mecanismo

Las antiguas carreteras de Rapa Nui o isla de Pascua también parecen respaldar esta hipótesis. Con una anchura media de 4,5 metros y una forma cóncava, las vías habrían servido para estabilizar las estatuas durante su desplazamiento.

«Cada vez que movían un moái, construían una carretera —detalla el antropólogo—. Vemos cómo se superponen unas a otras, en paralelo. Probablemente despejaban un tramo, movían la estatua, y volvían a despejar el siguiente. Pasaban mucho tiempo en la parte del camino».

Para Lipo, ninguna otra explicación encaja con las evidencias arqueológicas. «El reto para cualquiera es demostrar lo contrario. Que encuentren alguna prueba de que no caminaban. Porque nada de lo que hemos visto lo refuta; de hecho, todo refuerza la hipótesis», dice Lipo.

El investigador lamenta que laisla de Pascua sea terreno fértil para las teorías sin fundamento. «Se han contado muchas historias plausibles, pero pocas se han puesto realmente a prueba —critica el experto—. Este trabajo demuestra que sí podemos explicar el pasado de forma científica».

Más allá del hallazgo técnico, Lipo subraya que su investigación reivindica el ingenio de los antiguos habitantes de Rapa Nui. «Los rapanui fueron increíblemente inteligentes. Descubrieron un método que se ajustaba a sus recursos y les permitió lograr una proeza monumental. Este estudio es también una forma de rendirles homenaje», concluye Lipo.

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