Alzhéimer y omega-3: cómo las grasas insaturadas podrían proteger la memoria de las mujeres

El alzhéimer tiene un claro sesgo femenino y la pista podría estar en la sangre: un estudio detecta en mujeres con la enfermedad menos lípidos insaturados (omega-3) y más grasas saturadas que en las sanas. Esta diferencia no se observa en hombres, lo que sugiere que reforzar la ingesta de omega-3 podría ayudar a proteger la memoria de ellas.

Por Enrique Coperías

El alzhéimer se escribe en las neuronas, pero también en las grasas de la sangre, según una nueva investigación. Y en esa escritura metabólica, los ácidos grasos omega-3, como el que contiene el salmón, parecen ser un renglón decisivo para la salud cerebral femenina. Imagen generada con DALL-E

La enfermedad de Alzheimer sigue siendo uno de los grandes desafíos de la medicina contemporánea. Afecta a millones de personas en el mundo, roba recuerdos y autonomía, y coloca una enorme carga sobre las familias y los sistemas de salud.

Pero hay un dato que llama la atención desde hace décadas: la enfermedad tiene un claro sesgo femenino. Dos de cada tres personas con demencia son mujeres. Hasta ahora se atribuía principalmente a que ellas viven más tiempo, pero la ciencia comienza a mostrar que la explicación va mucho más allá de la longevidad.

Un nuevo estudio internacional, liderado por investigadores del King’s College de Londres y de la Queen Mary University, en el Reino Unido, arroja luz sobre una pista inesperada: los lípidos, esas moléculas de grasa en la sangre que cumplen funciones esenciales en el organismo, desde almacenar energía hasta mantener la integridad de las membranas celulares.

Alzhéimer en mujeres: el peso de los lípidos en la enfermedad

En concreto, el trabajo advierte de que las mujeres con alzhéimer presentan una notable pérdida de grasas insaturadas, especialmente aquellas que contienen ácidos grasos omega-3, como el ácido docosahexaenoico (DHA), el ácido alfa-linolénico (ALA) y elácido eicosapentaenoico (EPA).

En los hombres con este tipo de demencia, en cambio, dicho patrón metabólico no aparece. Sus niveles de lípidos insaturados no mostraron diferencias significativas entre quienes tenían alzhéimer y los controles sanos.

La conclusión del estudio apunta a que la biología lipídica del alzhéimer parece expresarse de manera distinta en mujeres y hombres. Y esa diferencia podría ser una de las claves para entender por qué ellas son más vulnerables.

Una asociación sólida en las mujeres

El estudio sobre el vínculo entre el alzhéimer y los lípidos analizó plasma sanguíneo de 841 participantes de seis países europeos. El grupo de voluntarios incluía pacientes con esta demencia, personas con deterioro cognitivo leve y controles sanos.

Con técnicas de espectrometría de masas, los científicos midieron alrededor de setencientos lípidos individuales, y, tras controles de calidad, centraron el análisis en 268 de ellos. El objetivo: mapear asociaciones entre estos perfiles lipídicos y la presencia de la enfermedad de Alzheimer, con un enfoque estratificado por sexo.

Los resultados fueron llamativos: en mujeres con alzhéimer, se detectaron hasta 37 lípidos asociados de manera significativa con la enfermedad, la mayoría con un patrón consistente de descenso en grasas poliinsaturadas y aumento en grasas saturadas. En hombres, en cambio, prácticamente no se encontraron asociaciones robustas.

El pistoletazo lipídico de salida

«Las mujeres están desproporcionadamente afectadas por la enfermedad de Alzheimer, y suelen recibir el diagnóstico con más frecuencia que los hombres a partir de los 80 años de edad —explica la doctora Cristina Legido-Quigley, autora sénior del trabajo en King’s College London. Y añade—: Lo sorprendente del estudio fue ver que en los hombres no había apenas diferencias entre los lípidos de los sanos y los enfermos, mientras que en las mujeres el contraste era enorme. El estudio revela que la biología lipídica del alzhéimer es distinta según el sexo, y abre nuevas vías de investigación».

El primer autor del artículo, el doctor Asger Wretlind, añade: «Sabíamos desde hacía tiempo que el número de casos de alzhéimer diagnosticados era mayor en ellas que en ellos. Aunque todavía necesitamos más investigación, logramos detectar diferencias biológicas en lípidos entre sexos en una cohorte amplia».

En palabras del doctor Wretlind, «Es la primera vez que se muestra con esta precisión la importancia de los lípidos que contienen omega-3 en sangre. Los resultados son muy impactantes y ahora queremos ver en qué momento de la vida de las mujeres comienza este cambio».

La relevancia del hallazgo también ha sido bien recibida desde el ámbito de la investigación aplicada. La doctora Julia Dudley, responsable de investigación de Alzheimer’s Research UK, señala : «En el Reino Unido, dos de cada tres personas que viven con demencia son mujeres. Esto podría estar relacionado con la longevidad, pero también con otros factores como el aislamiento social, la educación o los cambios hormonales de la menopausia. Este estudio aporta evidencia de que hay diferencias metabólicas entre sexos, pero necesitamos comprender los mecanismos y explorar si cambios en el estilo de vida, como la dieta, pueden influir».

Las mujeres son más vulnerables al Alzheimer: según la Alzheimer’s Association, dos de cada tres diagnósticos corresponden a mujeres, una tendencia que se repite en todo el mundo con ligeras variaciones. En el nuevo estudio, en las mujeres con alzhéimer se hallaron 37 lípidos significativamente asociados a la enfermedad, caracterizados por menos grasas poliinsaturadas y más saturadas, mientras que en los hombres no se observaron asociaciones relevantes. Foto: Johann Walter Bantz

El impacto en la salud de los omega-3

Los ácidos grasos omega-3 están presentes en pescados grasos como el salmón, la caballa y las sardinas; en semillas como las de lino, cáñamo y chía; en frutos secos como las las nueces; en aceites como el de kril y algas (fuente vegetal de DHA); en mariscos como las ostras, los mejillones y los langostinos; y en suplementos dietéticos como el aceite de pescado.

Todos ellos son conocidos desde hace décadas por su papel beneficioso en la salud cerebral y la salud cardiovascular. Son componentes esenciales de las membranas neuronales, facilitan la plasticidad sináptica y tienen propiedades antiinflamatorias.

En este estudio, los investigadores observaron que precisamente los ácidos grasos omega-3 eran los que aparecían en niveles más bajos en las mujeres con alzhéimer, lo que refuerza la hipótesis de que un déficit de estas grasas podría estar relacionado con la enfermedad.

La doctora Legido-Quigley se muestra cauta: «Nuestro estudio sugiere que las mujeres deberían asegurarse de obtener omega-3 en su dieta, a través de pescado azul o suplementos. Pero necesitamos ensayos clínicos para confirmar si modificar la composición lipídica puede realmente influir en la trayectoria biológica del alzhéimer».

Saturados frente a insaturados: un equilibrio alterado

Además del déficit en poliinsaturados, los investigadores se toparon con un aumento en grasas saturadas en mujeres con este tipo de demencia. Las grasas saturadas son un tipo de lípido cuya estructura química se caracteriza por no tener dobles enlaces entre los átomos de carbono de sus cadenas, lo que las hace más estables y sólidas a temperatura ambiente.

Recordemos que estas grasas se encuentran de forma natural en productos de origen animal, como la carne roja, la mantequilla, los quesos curados y la leche entera, así como en algunos aceites vegetales como el de coco y el de palma. Durante décadas se las ha asociado con un aumento del colesterol LDL, conocido como colesterol malo, y por ello con un mayor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.

Pues bien, la combinación de ambos hallazgos sugiere que en el Alzheimer femenino se da un desequilibrio lipídico hacia un estado menos favorable para la salud neuronal.

Plasmalógenos y lisofosfatidilcolinas, otras piezas del rompecabezas lipídico

Además del desequilibrio entre grasas saturadas e insaturadas, la doctora Legido-Quigley y sus colegas encontraron cambios en dos familias de lípidos relevantes para el cerebro:

Los plasmalógenos: fosfolípidos con funciones antioxidantes y antiinflamatorias, que tienden a disminuir con la edad. En la sangre de mujeres con demencia se observaron aumentos, posiblemente como respuesta compensatoria.

Las lisofosfatidilcolinas (LPC): aumentaron en mujeres con alzhéimer. Estas moléculas ayudan a transportar omega-3 al cerebro, lo que podría ser un intento del organismo de compensar el déficit.

La ventana a biomarcadores del alzhéimer

Los autores del estudio coinciden en afirmar que aún es pronto para echar las campanas al vuelo. Para empezar, aseguran, la cohorte estaba compuesta en su mayoría por personas europeas, lo que limita la generalización a nivel global. Además, la técnica no permite precisar todas las características moleculares de los lípidos.

El siguiente paso es comprobar si estas diferencias lipídicas pueden detectarse antes de que aparezcan los primeros síntomas, lo que abriría la puerta a biomarcadores del alzhéimer.

Y como señala la doctora Legido-Quigley también será clave evaluar si una dieta rica en omega-3 o el uso de suplementos de ácidos grasos puede alterar el curso de la enfermedad, especialmente en el sexo femenino.

Demencia con muchas caras

Los hallazgos refuerzan la idea de que la el alzhéimer no es una enfermedad única, sino que tiene múltiples caras biológicas que dependen de factores como el sexo, la genética y la dieta.

Entender esas diferencias permitirá diseñar una medicina personalizada contra esta dolencia neurodegenerativa, con tratamientos y recomendaciones de prevención adaptados a cada individuo.

«Comprender cómo el alzheéimer funciona de manera diferente en mujeres podría ayudar a personalizar tratamientos y consejos de salud en el futuro», concluye la doctora Dudley.

Una historia escrita en la grasa

El alzhéimer es a la postre una enfermedad del cerebro. Pero este estudio demuestra que su historia también se escribe en la sangre, en el equilibrio entre grasas saturadas e insaturadas, entre omega-3 y lípidos más rígidos. Allí parece haber un rastro metabólico que ayuda a explicar por qué las mujeres son más vulnerables al Alzheimer.

Confirmar y aprovechar ese conocimiento podría significar un avance enorme hacia la prevención del alzhéimer. Mientras tanto, los resultados refuerzan un consejo clásico pero más pertinente que nunca: cuidar la dieta con omega-3 y grasas saludables es clave para la salud del cerebro femenino. ▪️

Anterior
Anterior

Los murciélagos espectrales se saludan con «abrazos» y comparten comida, según un estudio con cámaras de vídeo

Siguiente
Siguiente

Supernovas: un protocolo permite detectarlas horas después de la explosión