Los murciélagos espectrales se saludan con «abrazos» y comparten comida, según un estudio con cámaras de vídeo

Una nueva investigación basada en filmaciones en Costa Rica muestra que el murciélago espectral, el mayor depredador alado de América, no solo caza aves y roedores: también abraza a sus congéneres y comparte presas en familia.

Por Enrique Coperías

Refugio con los cuatro individuos de Vampyrum spectrum, presumiblemente un macho, una hembra y dos crías, en un árbol de chicozapote (Manilkara chicle), en plena selva seca de Guanacaste.

Refugio con los cuatro individuos de Vampyrum spectrum, presumiblemente un macho, una hembra y dos crías, en un árbol de chicozapote (Manilkara chicle), en plena selva seca de Guanacaste. Cortesía: Marisa Tietge, Eduardo Artavia, Durán Mirjam Knörnschild

En las noches silenciosas de los bosques tropicales de Centroamérica, un aleteo poderoso rompe la calma. No es un ave rapaz ni un búho, aunque sus alas imponen un respeto semejante. Se trata del murciélago espectral (Vampyrum spectrum), el quiróptero carnívoro más grande del continente americano: un depredador alado de casi un metro de envergadura que se desliza por el aire con la sigilosidad de un fantasma.

A primera vista, su vida podría parecer solitaria, marcada por la caza nocturna de aves y pequeños mamíferos. Pero un nuevo estudio científico ha revelado que detrás de su apariencia feroz late una sorprendente vida social, tejida con gestos de cuidado, juegos y cooperación familiar que rompen muchos de los estereotipos sobre los murciélagos.

Publicado en la revista PLOS One, el trabajo liderado por la investigadora alemana Marisa Tietge y sus colegas de Costa Rica y Panamá constituye la primera descripción detallada de las conductas sociales de esta especie esquiva y poco estudiada.

Mediante cámaras de vídeo instaladas en el interior de un árbol hueco en Guanacaste (Costa Rica), los científicos pudieron observar durante meses lo que ocurre en la intimidad de un grupo familiar de Vampyrum spectrum. Los hallazgos no solo ofrecen escenas inéditas de convivencia entre estos mamíferos nocturnos, sino que iluminan aspectos sorprendentes de su evolución social, su ecología y hasta su futuro en un planeta que amenaza con ponerlos en peligro de extinción.

¿Qué es el «Vampyrum spectrum»?

El vampiro espectral, conocido también como falso vampiro de Linneo, pertenece a la familia de los murciélagos de nariz de hoja, los filostómidos o Phyllostomidae. Su nombre evoca leyendas y temores, pero en realidad no se alimenta de sangre: su dieta se compone de aves dormidas, roedores, ranas y, en ocasiones, incluso otros murciélagos más pequeños.

Con sus dientes afilados y su potente vuelo, representa la cúspide depredadora en el mundo de los murciélagos neotropicales. Sin embargo, su rareza lo hace casi invisible para la ciencia. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) lo cataloga como casi amenazado, con poblaciones en retroceso debido a la pérdida de hábitat y a la persecución humana.

Tradicionalmente, se asumía que estos murciélagos carnívoros cazaban y vivían de forma solitaria o en parejas discretas. Su carácter elusivo y su baja densidad poblacional habían impedido comprobar hasta qué punto interactúan socialmente.

«Los murciélagos suelen ser difíciles de observar: son nocturnos, vuelan rápido y descansan en lugares inaccesibles. Pero eso no significa que no tengan vidas sociales complejas», explica Tietge.

Lo descubierto en este estudio confirma esa sospecha: bajo la penumbra del árbol hueco, el vampiro espectral se revela no solo como un cazador formidable, sino también como un animal capaz de dar ternura y practicar la colaboración.

Un zoom a la vida íntima de los espectrales

El escenario del estudio fue un árbol de chicozapote (Manilkara chicle), en plena selva seca de Guanacaste. En lo alto de su tronco hueco habitaba un pequeño grupo de cuatro individuos: un macho adulto, una hembra, y dos crías de distinta edad. Durante tres meses, una cámara de infrarrojos registró automáticamente cada entrada y salida, cada movimiento, cada roce de alas.

El resultado: más de quinientos videos, de los cuales 73 mostraron interacciones sociales dignas de análisis. A partir de este material, los investigadores construyeron un etograma, una especie de catálogo de comportamientos que revela la riqueza de la vida cotidiana de los murciélagos carnívoros.

Entre las escenas captadas había de todo: desde tiernos abrazos al posarse juntos, hasta juegos curiosos con insectos o con la propia cámara. Pero lo más llamativo fue la evidencia de provisión de presas: adultos que, tras cazar un ave o un roedor, regresaban al refugio y entregaban voluntariamente la pieza a otro miembro del grupo, a menudo a una cría. Un acto de cooperación que hasta ahora apenas se había documentado en murciélagos salvajes.

La mesa está servida: compartir la presa

La provisión de alimento constituye uno de los hallazgos más reveladores, según Tietge. En la mayoría de los doce casos registrados, el murciélago que traía la presa —casi siempre un adulto de mayor tamaño— la entregaba rápidamente al individuo que lo reclamaba, generalmente un ejemplar joven.

A veces, el intercambio de comida iba acompañado de vocalizaciones; otras, se hacía en silencio, como si existiera un pacto tácito sobre quién debía recibir el bocado. Solo en una ocasión la cámara captó una especie de tira y afloja por la posesión de la presa, un recordatorio de que incluso en sociedades cooperativas puede haber tensiones.

Pero ¿por qué compartir comida en un mundo donde cazar cuesta tanta energía? La hipótesis más sólida es que se trata de una estrategia de cuidado parental. Al igual que ciertas aves rapaces, que alimentan a sus polluelos con piezas enteras, los adultos de Vampyrum spectrum facilitan la transición de sus crías desde la leche materna hacia una dieta carnívora.

De esta manera, aseguran que los jóvenes reciban suficiente alimento y, al mismo tiempo, les permiten practicar cómo manipular presas grandes y escurridizas. Se trata de una especie de escuela de la caza, impartida en la seguridad del refugio familiar.

Juegos, saludos y abrazos con las alas

El árbol hueco no solo fue escenario de cenas compartidas. También se registraron momentos de juego. Los investigadores observaron a jóvenes murciélagos persiguiendo cucarachas para atraparlas sin aparente intención de comerlas, o interactuando juguetonamente entre sí en lo que parecía un entrenamiento de lucha.

Incluso uno de ellos llegó a curiosear con la cámara, moviéndola ligeramente mientras emitía chillidos. Estas conductas de juego, comunes en mamíferos con cuidados parentales prolongados, son clave para el desarrollo de habilidades físicas y sociales.

Otra faceta inesperada fue el repertorio de conductas de saludo y contacto físico. En varias ocasiones, cuando un murciélago regresaba de la caza, era recibido por otro con un gesto que recordaba a un abrazo: ambos envolvían sus cuerpos con las alas, quedando acurrucados en una especie de bola durante algunos segundos. Estas muestras de proximidad refuerzan los vínculos dentro del grupo y pueden compararse con el acicalamiento social de los primates.

¿Cazadores solitarios? Tal vez no siempre

Otro mito que el estudio desafía es el de la caza solitaria. Aunque la mayoría de las veces los vampiros espectrales parecían salir y regresar de uno en uno, en al menos cuarenta ocasiones dos o más individuos lo hicieron al mismo tiempo.

En seis de esas salidas conjuntas, los mismos dos murciélagos volvieron juntos tras unos cuarenta minutos, lo que sugiere algún tipo de forrajeo cooperativo. Es posible que los jóvenes acompañen a los adultos para aprender o que en ciertas circunstancias la caza en dúo aumente la eficacia.

«Nos sorprendió lo gentiles y cooperativos que son estos superdepredadores», confiesa Tietge.

Una familia unida en un mundo hostil

Otro dato curioso del espionaje con cámaras a este grupo de quirópteros es que los investigadores identificaron en la familia dos crías de distintas edades, tal vez nacidas con años de diferencia. Esto implica que los jóvenes permanecen en la unidad familiar durante largos periodos, recibiendo cuidados incluso más allá de la lactancia.

Este periodo de dependencia prolongada es inusual en murciélagos y parece estar relacionado con la dificultad de aprender a cazar presas grandes y esquivas.

El hecho de que esta especie forme grupos monógamos y estables de macho, hembra y crías contribuye a reforzar este tipo de cuidado biparental. A diferencia de los harenes o colonias masivas de otros murciélagos, aquí la vida gira en torno a una célula familiar pequeña y cohesionada.

«En lugar de cazar y criar a sus crías de forma aislada, Vampyrum spectrum muestra un comportamiento cooperativo complejo, fuertes vínculos monógamos, así como una inversión parental prolongada y un cuidado biparental, rasgos muy inusuales en los mamíferos carnívoros, especialmente en los murciélagos», explica Tietge.

Secuencia de comportamiento social del murciélago espectral: Ilustración del comportamiento de saludo (A); Ilustración del comportamiento de provisión de presas (B)

Secuencia de comportamiento social del murciélago espectral: Ilustración del comportamiento de saludo (A); Ilustración del comportamiento de provisión de presas (B). Cortesía: Paulo C. Ditzel

Implicaciones para la conservación de murciélagos

Más allá de la curiosidad biológica, estas observaciones tienen implicaciones profundas. Comprender las dinámicas sociales de Vampyrum spectrum ayuda a diseñar estrategias de conservación de murciélagos más efectivas.

Es un secreto a voces que la pérdida de bosques tropicales no solo elimina lugares de caza, sino también árboles maduros con oquedades adecuadas para que estas familias de quirópteros instalen sus refugios.

Desde un punto de vista científico, este trabajo amplía nuestro entendimiento sobre la evolución de la cooperación en mamíferos. Los murciélagos ofrecen un laboratorio natural para estudiar cómo surgen comportamientos altruistas, cómo se transmiten las habilidades a los jóvenes y por qué en algunos casos los machos participan en el cuidado de las crías.

Entre el mito y la ciencia

Los murciélagos siempre han estado rodeados de mitos: desde hace siglos, los vampiros han habitado el imaginario colectivo como criaturas nocturnas que se alimentan de la sangre de los vivos. En Europa oriental, especialmente en regiones como Transilvania, se los concebía como muertos que regresaban de la tumba para aterrorizar a los aldeanos, una mezcla de superstición, miedo a las enfermedades y explicaciones precientíficas de la muerte.

En el caso del murciélago espectal, su tamaño y su nombre evocan imágenes de vampiros góticos y seres fantasmales. Sin embargo, la ciencia nos muestra una realidad muy diferente: la de un animal complejo, con vínculos afectivos y un fuerte sentido de cooperación.

En un mundo donde los bosques tropicales se reducen a pasos agigantados, conocer y proteger al Vampyrum spectrum es también preservar un pedazo de la historia natural de América. Este murciélago carnívoro encarna la paradoja de la naturaleza: puede ser al mismo tiempo un depredador formidable y un cuidadoso progenitor. ▪️

  • Fuente: Marisa Tietge, Eduardo Artavia Durán, Mirjam Knörnschild. Cooperative behaviors and social interactions in the carnivorous bat Vampyrum spectrum. PLOS One (2025). DOI: https://doi.org/10.1371/journal.pone.0321338

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