¿Por qué el border collie y otros perros pastores son tan buenos en su trabajo? La genética tiene la respuesta
¿Alguna vez te has preguntado por qué los perros pastores parecen leer la mente del ganado, así como la de sus dueños? Un nuevo estudio confirma que su asombrosa habilidad tiene raíces profundas en su ADN.
Por Enrique Coperías
El border collie, célebre por su inteligencia y habilidades de pastoreo, mostró una fuerte señal de selección en el gen EPHB1, relacionado con memoria espacial y control motor, lo que lo convierte en un ejemplo clave de adaptación genética al trabajo con ganado. Imagen generada con Gemini
Desde hace siglos, los seres humanos hemos criado perros no solo como animales de compañía, sino como herramientas vivas adaptadas a una larga lista de tareas. Una de las más fascinantes es, sin duda alguna, el pastoreo de ganado, donde ciertas razas caninas muestran una asombrosa capacidad para controlar y dirigir rebaños, especialmente ovejas, cabras y, en algunos casos, ganado vacuno, con movimientos precisos, miradas intensas y obediencia casi intuitiva.
Pero ¿un perro pastor nace o se hace? Un nuevo estudio científico publicado en la revista Science Advances apunta a que la respuesta está, en gran parte, escrita en su ADN.
En un trabajo sin precedentes, Hankyeol Jeong y Jaemin Kim, de la Universidad Nacional de Gyeongsang, en Corea del Sur; y Elaine A. Ostrander, del Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano, en Estados Unidos, han comparado el genoma completo de doce razas de perros pastores con el de 91 razas no especializadas en esa tarea.
ADN de perros y lobos
Los investigadores analizaron más de 550 perros y, además, 33 lobos, lo que permitió observar los cambios evolutivos asociados a la domesticación del perro y su especialización para trabajar con humanos.
Para detectar las huellas genéticas dejadas por la selección artificial, los autores emplearon herramientas estadísticas avanzadas como la XP-CLR y la XP-EHH: la primera detecta diferencias en la frecuencia de variantes genéticas entre poblaciones, ideal para identificar selecciones más antiguas; la segunda, más sensible a selecciones recientes, localiza regiones del genoma donde ciertos rasgos —como los vinculados al comportamiento de pastoreo— se han propagado rápidamente sin recombinación.
Juntas, estas técnicas, utilizadas en genética de poblaciones para detectar señales de selección positiva, es decir, regiones del genoma que han evolucionado rápidamente debido a una ventaja adaptativa, en este caso, por la selección artificial aplicada por humanos, permiten señalar con precisión las regiones del ADN que han sido favorecidas por la evolución reciente, particularmente aquellas vinculadas al comportamiento de pastoreo.
Genes relacionados con la inteligencia, la memoria y el comportamiento social
Los resultados son muy interesantes: los investigadores consiguieron identificar más de 2.600 genes con señales de haber sido seleccionados positivamente en al menos una raza de perros pastores. De ellos, 471 aparecían en dos o más razas, y 97 en tres o más, lo que indica que ciertas capacidades, como la atención, el autocontrol y la sociabilidad, han sido seleccionadas reiteradamente por su utilidad en el trabajo con ganado.
Ostrander además hace hincapié en que muchos de estos genes están relacionados también con rasgos cognitivos humanos, como la memoria espacial, el aprendizaje, el control motor e incluso la propensión a padecer enfermedades como el alzhéimer y la depresión. Esto sugiere que los perros pastores han desarrollado rasgos mentales complejos similares a los que los seres humanos valoramos como señales de inteligencia y capacidad de aprendizaje.
El border collie, una joya genética entre los perros pastores
Entre todas las razas estudiadas, el border collie destacó como un caso ejemplar. Conocido por su gran capacidad para aprender órdenes y su asombroso rendimiento en tareas de pastoreo, esta raza mostró una señal genética especialmente fuerte en el gen EPHB1.
Este gen está vinculado a la memoria espacial, el comportamiento hiperactivo y el desarrollo de conexiones neuronales. En los border collies, una variante específica de esta pieza de ADN se encontró en el 76% de los ejemplares analizados, pero estuvo completamente ausente en las 91 razas que no son pastoras. Este hallazgo apunta a una clara selección genética para las tareas de pastoreo.
Dentro de la misma raza, los científicos distinguieron entre los border collie de trabajo, criados para pastorear, y los de exposición, seleccionados por su apariencia física para concursos. La variante del gen EPHB1 era mucho más común en los ejemplares de trabajo.
Esto revela que, incluso en pocas generaciones, la presión selectiva ejercida por los humanos puede generar diferencias genéticas significativas dentro de una misma raza, dependiendo del objetivo del criador: la funcionalidad o la estética.
Un mismo haplotipo dentro del gen EPHB1, asociado al pastoreo, fue hallado tanto en border collies de trabajo como en boyeros de Entlebucher —arriba—, pese a ser razas distantes. Los investigadores apuntan a un posible caso de introgresión, fruto de cruces selectivos para conservar genes útiles en el trabajo con ganado. Foto: Julian Zwengel
¿Y cómo se comportan estos perros según sus dueños?
Una sorpresa del estudio fue descubrir que un haplotipo —esto es, un grupo de variantes genéticas— específico dentro del gen EPHB1, presente en los border collie de trabajo, también aparece en otra raza pastora, el boyero de Entlebucher, originario de Suiza.
Ambas razas son geográficamente distantes y genéticamente distintas. Los investigadores sugieren que esto puede deberse a un proceso de introgresión, es decir, un cruce intencionado entre razas para incorporar genes deseables, algo relativamente común en la historia de la crianza canina.
Para comprobar si estas diferencias genéticas afectan realmente al comportamiento observable, se utilizaron encuestas a más de 2.000 propietarios de perros (incluidos mestizos), que evaluaban aspectos como la sociabilidad, la obediencia y la reacción ante juguetes.
Los perros portadores de la variante del gen EPHB1 mostraron un comportamiento más activo, especialmente una mayor tendencia a jugar con objetos, perseguir y morder —acciones típicas del instinto de pastoreo—. Este efecto se observó también en perros mestizos, lo que reduce la posibilidad de que sea una simple percepción basada en estereotipos de raza.
El ADN del pastor ideal
Este estudio es un avance fundamental en la comprensión de cómo la genética moldea el comportamiento de los perros domésticos. Aunque ya se intuía que los perros de trabajo eran fruto de una cuidadosa selección, ahora sabemos que características complejas como el pastoreo tienen una base genética clara.
Genes como el EPHB1 representan un punto de partida para futuras investigaciones sobre la conexión entre genética y comportamiento animal, no solo en perros, sino potencialmente también en humanos.
Jeong, Kim y Ostrander reconocen que hay muchos estilos de pastoreo, como los arreadores, guardas de límites o perros de conducción, cada uno con sus propias exigencias. Será necesario ampliar la muestra y hacer estudios más específicos para entender si diferentes estilos requieren adaptaciones genéticas distintas.
¿Un gen, un comportamiento?
Además, aunque las señales de selección son fuertes, demostrar que un gen causa directamente un comportamiento requiere estudios funcionales más profundos. Aun así, este trabajo ofrece un mapa claro de los genes más prometedores a explorar.
En resumen, los perros pastores no solo han sido moldeados por el entrenamiento, sino también por siglos de evolución dirigida que ha dejado huellas en su genoma.
Su habilidad para entender órdenes de sus dueños, mantener el control del ganado y adaptarse a entornos complejos es el resultado de una combinación única de genética, inteligencia y cooperación, todo ello seleccionado a lo largo de generaciones para servir al ser humano. ▪️
Fuente: Hankyeol Jeong et al. Genomic evidence for behavioral adaptation of herding dogs. Science Advances (2025). DOI:10.1126/sciadv.adp4591