¿Por qué nos gusta (tanto) el alcohol? La respuesta la tienen los chimpancés «ladrones de fruta»

Antes de que el ser humano fabricara vino o cerveza, ya había chimpancés y gorilas emborrachándose con las fruta fermentada que recogían del suelo. Un nuevo estudio sugiere que esa antigua costumbre simiesca, bautizada como «scrumping» podría explicar por qué hoy nos gusta tanto el alcohol.

Por Enrique Coperías

Una exploradora brinda con un chimpancé en la selva africana, ilustrando el comportamiento conocido como scrumping: el consumo de frutas fermentadas caídas del árbol por parte de gorilas, chimpancés y, en menor medida, orangutanes

¡Chinchín evolutivo! Una primatóloga brinda con un chimpancé en la selva africana, ilustrando el comportamiento conocido como scrumping: el consumo de frutas fermentadas caídas del árbol por parte de gorilas, chimpancés y, en menor medida, orangutanes, una posible clave evolutiva detrás del gusto humano por el alcohol. Imagen generada con DALL-E

Desde hace tiempo, los biólogos saben que los grandes simioschimpancés, gorilas y orangutanes— son esencialmente frugívoros. Pero una nueva investigación científica liderada por un equipo internacional, encabezado por científicos de la Universidad de Dartmouth, en Estados Unidos, y de la Universidad de St Andrews, en el Reino Unido, nos pone sobre la pista un detalle aparentemente insignificante, pero potencialmente revolucionario, que habíamos pasado por alto sobre esta conducta alimentaria: el consumo por parte de estos primates de la fruta que fermenta en el suelo tras caer de los árboles.

Este comportamiento, al que ahora se le ha dado un nombre formal, scrumping, podría ser la llave para entender no solo el metabolismo del alcohol en los seres humanos, sino también los orígenes de nuestras prácticas sociales en tono al consumo de alimentos y bebidas, especialmente, las alcohólicas.

¿Qué diablos es el «scrumping»?

La voz scrumping no es un invento reciente, sino un rescate lingüístico con historia medieval. Derivado del alemán medio schrimpen —que significa marchito o encogido—, el término fue adoptado en Inglaterra para describir la recolección —o más bien el robo— de manzanas caídas, muchas veces ya fermentadas.

En la actualidad, la palabra scrumpy se refiere a una sidra artesanal, turbia y fuerte, típica del suroeste británico. El equipo de investigadores ha propuesto recuperar este vocablo para definir una conducta muy específica de los grandes primates: comer frutas caídas al suelo, muchas veces fermentadas, en lugar de subirse a las copas de los árboles para recolectarlas frescas y jugosas.

«El problema es que nunca nos molestamos en diferenciar entre las frutas de los árboles y las frutas que están en la tierra —explica Nathaniel Dominy, profesor de Antropología en Dartmouth y autor principal del estudio, que ha sido publicado en la revista BioScience. Y añade—: Sin una palabra para esa conducta, simplemente parece que los simios están comiendo fruta, y se nos escapa algo que podría tener una enorme importancia».

La mutación A294V: ¿el primer brindis evolutivo?

El interés científico por el scrumping no es anecdótico. Un estudio de 2015 ya había identificado una mutación genética — la denominada A294V— en el ancestro común de los simios africanos y los humanos. Esta mutación en el gen que coordina la síntesis de la la enzima alcohol deshidrogenasa de clase IV o ADH4 multiplica por cuarenta la capacidad de metabolizar etanol, es decir, el alcohol etílico que se utiliza comúnmente en bebidas alcohólicas.

La hipótesis que manejan los biólogos es que esta adaptación evolutiva surgió precisamente por el consumo habitual de fruta fermentada, una fuente de alcohol natural en los ecosistemas tropicales.

«Es una idea fascinante —dice Dominy—. Pero nadie había recopilado los datos necesarios para confirmarla. Simplemente no estaba en nuestro radar».

Ahora, gracias al nuevo marco conceptual que ofrece el término scrumping, los investigadores pudieron analizar de forma sistemática el comportamiento alimenticio de primates en libertad: orangutanes en Borneo, chimpancés en Uganda y gorilas, tanto de montaña como occidentales. Cruzaron los datos sobre qué frutas comían, en qué parte del bosque crecían y a qué altura del suelo se encontraban los animales al comerlas. Si la fruta provenía del dosel del bosque, pero era consumida a nivel del suelo, se clasificó como scrumping.

Una forma de empinar el codo para chimpas y gorilas

Los resultados muestran que los simios africanoschimpancés y gorilas— son ávidos scrumpers, mientras que los orangutanes rara vez hacen scrumping.

Esta diferencia es coherente con el hallazgo genético: los orangutanes, que evolucionaron en Asia, no presentan la mutación A294V y su enzima ADH4 es mucho menos eficiente en la metabolización del etanol. Los simios africanos, por el contrario, parecen haber desarrollado esa habilidad como respuesta a una dieta en la que el consumo de fruta fermentada era habitual.

Dominy estima que un chimpancé adulto puede consumir hasta 4,5 kilos de fruta al día, lo cual sugiere una exposición diaria y no trivial al alcohol natural. «La exposición crónica, aunque de bajo nivel, al etanol podría haber sido un componente significativo en la vida de estos animales, y por lo tanto, una fuerza evolutiva importante para los seres humanos», sostiene este antropólogo.

Investigadores de Dartmouth y St Andrews proponen el término scrumping para describir la afición de los simios africanos por consumir fruta fermentada del suelo, un comportamiento que, según estudios recientes, podría haber influido en la capacidad humana para metabolizar alcohol, aunque hasta ahora no se había estudiado por separado. Cortesía: Catherine Hobaiter / University of St Andrews

Las ventajas evolutivas del «scrumping»

Pero ¿por qué sería ventajoso para un primate comer fruta fermentada del suelo? Los beneficios pueden ser múltiples. Dominy cita estos tres:

✅ En primer lugar, está el ahorro de energía y el menor riesgo físico. Trepar a los árboles para recolectar frutas implica un gasto considerable y un alto peligro de caídas. Un estudio previo de los mismos autores demuestra que ese riesgo fue tan relevante que incluso influyó en la evolución de la fisiología humana. Evitar la trepa, entonces, podría haber sido una estrategia eficiente para los simios más grandes.

✅ En segundo lugar, está la cuestión de la competencia. Mientras que los monos arbóreos consumen frutas aún verdes, los simios podrían haber encontrado en el scrumping una forma de evitar la competencia directa, accediendo a las frutas una vez que caían y fermentaban. Esta estrategia alimentaria alternativa habría ofrecido no solo menos conflicto, sino también una fuente calórica extra gracias al alcohol.

✅ En tercer lugar, las frutas con pieles más duras o no comestibles, como algunas estudiadas en Uganda, podrían haber evolucionado para resistir la descomposición en el suelo, favoreciendo la fermentación y atrayendo a los consumidores terrestres, como los chimpancés y los gorilas. Esta interacción entre la biología vegetal y la conducta animal es uno de los aspectos más fascinantes del estudio.

«Scrumping» y vínculos sociales: ¿el origen del banquete?

Pero el scrumping no solo tiene implicaciones biológicas. Podría haber influido también en la dimensión social de los primates —y, eventualmente, en la de los seres humanos. Catherine Hobaiter, primatóloga y coautora del estudio, plantea una hipótesis tan provocadora como plausible:

«Un rasgo fundamental de nuestra relación con el alcohol es que solemos consumirlo en compañía —una pinta con amigos, un brindis, un banquete. La siguiente etapa de la investigación será observar si compartir fruta fermentada entre simios también afecta sus relaciones sociales».

De hecho, ya se ha documentado que los simios comparten alimentos de alto valor, y en el caso de nuestra especie, el consumo colectivo de alcohol tiene un fuerte componente ritual y comunitario. ¿Es posible que ese impulso compartido tenga raíces evolutivas en el comportamiento de scrumping entre los primeros homininos?

Si los ancestros comunes de chimpancés, gorilas y seres humanos ya practicaban el scrumping hace unos 10 millones de años, como sugieren los investigadores, esta conducta podría haber sentado las bases para las primeras formas de banquete, festividad o cooperación social, marcando un antes y un después en la historia de la especie.

¿Por qué importa esta palabra?

El valor del estudio no reside únicamente en los hallazgos científicos, sino en su contribución conceptual. Tal como otras palabras creadas para describir fenómenos emergentes —como simbiogénesis en la biología o meme en cultura digital—, scrumping tiene el potencial de consolidarse como un término útil para futuras investigaciones.

Dominy lo resume con ironía darwiniana: “Si el término scrumping resulta útil, sobrevivirá. Eso es selección natural en acción».

La propuesta también subraya una idea más profunda: que el lenguaje científico condiciona la mirada científica. La ausencia de un término específico había ocultado durante décadas un comportamiento que los primatólogos observaban con frecuencia, pero no registraban con el nivel de detalle necesario. Al nombrarlo, se visibiliza. Y al visibilizarlo, se abre la puerta a nuevas hipótesis.

¿Qué sigue? Próximos pasos en la investigación

El equipo de investigación ya tiene claro cuáles serán sus siguientes metas:

🔬 Medir el contenido de etanol en frutas caídas vs. frutas en el árbol.
📹 Observar el comportamiento social durante el scrumping.
🧬 Analizar más especies para entender la relación entre dieta, genética y conducta.
🌍 Expandir el estudio a diferentes ecosistemas tropicales y zonas geográficas.

En definitiva, scrumping podría ser mucho más que una curiosidad etológica. Podría ser una de las primeras pistas sobre cómo nuestra especie desarrolló no solo un metabolismo especializado, sino una cultura entera alrededor del compartir, la celebración y, sí, también del alcohol. ▪️

  • Información facilitada por el Dartmouth College

  • Fuente: Nathaniel J. Dominy, Luke D. Fannin, Erin R. Vogel, Martha M. Robbins, Catherine Hobaiter. Fermented fruits: scrumping, sharing, and the origin of feasting. BioScience (2025). DOI: https://doi.org/10.1093/biosci/biaf102

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