Los hombres nacidos en esta estación pueden tener un mayor riesgo de sufrir depresión
Un estudio canadiense desvela una posible relación entre el mes de nacimiento y los síntomas de depresión en adultos jóvenes, especialmente en hombres. Pero los investigadores advierten: no es el horóscopo, es la biología.
Por Enrique Coperías
Un equipo canadiense ha encontrado que la estación del nacimiento podría estar asociada a una mayor probabilidad de presentar síntomas de depresión en adultos, especialmente en hombres nacidos en verano. Foto: Roman Petrov
La fecha en que nacemos no solo marca nuestro cumpleaños. También podría dejar una huella silenciosa en nuestra salud mental a lo largo de la vida. Esa es la hipótesis que guía un reciente estudio realizado por un grupo de investigadores en Canadá, que han observado una conexión entre la estación del año en que una persona nace y la probabilidad de sufrir síntomas de depresión en la edad adulta.
La investigación, publicada en la revista PLOS Mental Health, se suma a un creciente campo de estudio que examina cómo los factores ambientales durante el desarrollo fetal y los primeros meses de vida pueden influir en nuestra biología, incluso décadas después del nacimiento.
Pero, lejos de las supersticiones zodiacales, los investigadores lo dejan claro desde el principio: esto no va de horóscopos. No se trata de que los nacidos en julio estén predestinados a la melancolía y los nacidos en enero, a la alegría, sino de explorar cómo las condiciones estacionales, como la luz solar, la nutrición materna, las infecciones y otros factores medioambientales, podrían dejar una impronta en nuestro sistema nervioso que se manifiesta, años más tarde, en forma de trastornos del ánimo.
Una pista a nivel del útero
El estudio fue realizado por un equipo de la Universidad Politécnica de Kwantlen (Columbia Británica, Canadá) y liderado por los investigadores Arshdeep Kaur, Mikael Mokkonen y Cayley E. Velazquez. Estos partieron de una premisa bien conocida en medicina: el entorno durante el embarazo y la primera infancia tiene un papel determinante en la salud futura.
Esto incluye desde la exposición a nutrientes, infecciones o contaminantes hasta elementos menos obvios, como la duración del día y el clima. Y todos ellos cambian con las estaciones del año.
La idea de que el mes de nacimiento puede condicionar la salud no es nueva. Desde hace décadas, diversos estudios han relacionado ciertos trastornos con patrones de estacionalidad. La esquizofrenia, por ejemplo, se ha asociado repetidamente con nacimientos en invierno y primavera. También se han observado correlaciones con enfermedades crónicas como el asma, la diabetes de tipo 2 y los trastornos de atención, caso del trastorno por déficit de atención con hiperactividad o TDAH. Este fenómeno ha sido bautizado como efecto estacional del nacimiento.
Sin embargo, el vínculo con trastornos mentales comunes, como la ansiedad y la depresión— había sido menos explorado, y los estudios existentes arrojaban resultados contradictorios. El nuevo trabajo intenta aportar claridad mediante un diseño riguroso y una pregunta muy concreta: ¿nacer en una determinada estación del año influye en la probabilidad de desarrollar síntomas de depresión o ansiedad en la adultez?
¿Existe un vínculo entre el mes de nacimiento y la depresión?
Para responder a esta pregunta, los investigadores recurrieron a una encuesta realizada entre enero y marzo de 2024 a más de cuatrocientas personas adultas, de las cuales se seleccionaron 303 tras un filtrado de calidad.
Los participantes, en su mayoría jóvenes (el promedio de edad fue de veintiséis años) y mujeres (65 %), respondieron de forma anónima a un cuestionario digital donde informaban sobre su salud mental, sus hábitos de vida y las fecha de nacimiento.
Para evaluar los síntomas de depresión y ansiedad, se utilizaron dos herramientas ampliamente validadas en el ámbito clínico: el PHQ-9 y el GAD-7, respectivamente. Estos cuestionarios no diagnostican enfermedades por sí solos, pero permiten identificar la intensidad de los síntomas y si alcanzan niveles clínicamente relevantes.
Los investigadores clasificaron las fechas de nacimiento en cuatro estaciones: invierno (diciembre-febrero), primavera (marzo-mayo), verano (junio-agosto) y otoño (septiembre-noviembre). Luego aplicaron modelos estadísticos para analizar si existía alguna asociación entre la estación de nacimiento y los niveles de ansiedad o depresión, controlando otras variables como edad, ingresos y localización geográfica.
Verano, depresión y hombres
Los resultados del estudio fueron sorprendentes, aunque no concluyentes. En general, un alarmante 84 % de los participantes reportaron síntomas de depresión, y un 66 %, síntomas de ansiedad. Estos porcentajes son superiores a los promedios poblacionales canadienses, lo que podría explicarse por el perfil joven y universitario de la muestra, un grupo que ha mostrado históricamente tasas más altas de malestar psicológico.
En cuanto a la variable clave del estudio, los autores no encontraron una relación clara entre la estación de nacimiento y los síntomas de ansiedad. Sin embargo, sí identificaron una asociación marginalmente significativa con la depresión, pero solo en los hombres: aquellos nacidos en verano presentaban puntuaciones más altas de síntomas depresivos que los nacidos en otras estaciones. En las mujeres, en cambio, no se observó esta tendencia.
«La interacción entre género y estación de nacimiento fue uno de los hallazgos más interesantes del estudio”, señalan los autores. Esta diferencia sugiere que los efectos estacionales sobre la salud mental podrían estar mediados por factores biológicos específicos al sexo, como las hormonas, la expresión genética e incluso la estructura cerebral.
Un estudio previo citado en el artículo ya había encontrado que la estación de nacimiento afecta de manera diferente al volumen de materia gris en ciertas áreas del cerebro, dependiendo de si el sujeto es hombre o mujer. En concreto, hombres nacidos en otoño e invierno mostraban más materia gris en el surco temporal superior izquierdo, una zona relacionada con la percepción emocional y la cognición social.
Las mujeres, por el contrario, mostraban el patrón inverso. Alteraciones en esta región se han asociado con trastornos del estado de ánimo.
La estación del nacimiento influye en la estructura cerebral de forma diferente según el sexo. Hombres nacidos en otoño o invierno tienen más materia gris en áreas ligadas a la emoción y la cognición social. En las mujeres, este patrón se invierte, según revelan estudios de neuroimagen. Cortesía: Roman Petrov
Pistas valiosas para futuras investigaciones
Los autores también observaron que factores como el sexo femenino, la juventud y los bajos ingresos se correlacionaban con mayores niveles de ansiedad y depresión, algo consistente con la literatura científica. En cambio, no se hallaron patrones claros por grupo étnico, nivel educativo u ocupación. Este resultado destaca la importancia de los determinantes sociales y estructurales de la salud mental, más allá de las predisposiciones biológicas.
El estudio tiene varias limitaciones que los autores reconocen. Al tratarse de una investigación transversal (una foto en un momento concreto), no puede establecer relaciones de causalidad, solo asociaciones. Además, no se pudo acceder a datos ambientales detallados (como niveles de luz, temperatura o polución) durante el embarazo de los participantes, lo que impide afinar el análisis. También hay un sesgo potencial debido a la sobrerrepresentación de estudiantes universitarios, un grupo particularmente vulnerable al estrés y la ansiedad.
Sin embargo, el diseño robusto del estudio, el uso de escalas validadas y el análisis de interacciones complejas, como es la combinación entre sexo y estación, ofrecen pistas valiosas para futuras investigaciones.
Una ventana a la prevención
Más allá de la curiosidad científica, estos hallazgos pueden tener implicaciones prácticas. Si ciertos grupos, como los hombres nacidos en verano, son más susceptibles a la depresión, sería posible diseñar estrategias de prevención más ajustadas. Del mismo modo, comprender cómo factores prenatales y estacionales influyen en el desarrollo cerebral ayudaría a diseñar políticas de salud pública que refuercen el apoyo nutricional o emocional durante el embarazo, especialmente en momentos críticos del año.
«No se trata de que el verano de por sí cause depresión —subrayan los autores—. Sino de que ciertas exposiciones en etapas clave del desarrollo pueden aumentar la vulnerabilidad en combinación con otros factores biológicos y sociales».
El estudio también aporta una llamada de atención sobre la importancia de atender a la salud mental en jóvenes adultos. La alta prevalencia de síntomas observada en esta cohorte, sumada a datos nacionales recientes que reflejan un aumento sostenido de la ansiedad y la depresión en Canadá y otros países, sugiere que estamos ante una epidemia silenciosa que requiere respuestas contundentes desde las políticas públicas, la atención primaria y el ámbito educativo.
¿Nacer en verano es entonces un riesgo para la salud mental?
Por ahora, la estación de nacimiento puede considerarse una pieza más del complejo puzle que conforma nuestra salud mental. No es determinante por sí sola, pero tampoco irrelevante. La ciencia apenas está empezando a descifrar cómo el entorno intrauterino modela nuestro cerebro y nuestras emociones. Y en ese entorno, la luz del sol, la dieta de la madre o la prevalencia de virus también juegan su papel.
En palabras de los propios autores, «la relación entre la estación de nacimiento y los síntomas depresivos no es universal ni sencilla, pero sí es real y merece ser comprendida. Cada hallazgo como este nos ayuda a construir una salud mental más personalizada, más preventiva y más humana».▪️
Fuente: Arshdeep Kaur, Mikael Mokkonen, Cayley E. Velazquez. Investigating the association between season of birth and symptoms of depression and anxiety in adults. PLOS Mental Health (2025). DOI: https://doi.org/10.1371/journal.pmen.0000296