¿Pueden las aves imitar a R2-D2? La ciencia confirma que sí, y los estorninos lo hacen mejor que los loros

Los sonidos de Star Wars han traspasado la pantalla para convertirse en un curioso experimento científico. Un estudio demuestra que varias especies de aves, desde periquitos hasta estorninos, son capaces de imitar los sonidos y efectos vocales del droide R2-D2 con sorprendente precisión. Y lo más asombroso: los estorninos, con su garganta de doble nota, superan a los loros en esta particular «guerra de los sonidos».

Por Enrique Coperías

R2-D2 tiene imitadores en el reino animal. Científicos neerlandeses han comprobado que algunos pájaros pueden reproducir sus característicos pitidos electrónicos con una fidelidad inesperada.

R2-D2 tiene imitadores en el reino animal. Científicos neerlandeses han comprobado que algunos pájaros pueden reproducir sus característicos pitidos electrónicos con una fidelidad inesperada. Lo hicieron con ayuda de vídeos de redes sociales y herramientas de análisis acústico, descubriendo que los estorninos son los verdaderos virtuosos de la galaxia… incluso más que los loros. Imagen generada con Gemini

Si alguna vez has escuchado a un loro imitar el timbre del móvil o a un estornino reproducir sonidos humanos, sabrás que algunas aves tienen un talento natural para la imitación sonora.

Pero ¿hasta dónde llega esa habilidad? ¿Serían capaces de imitar los pitidos electrónicos del droide R2-D2 de Star Wars?

Un grupo de investigadores de la Universidad de Leiden y la Universidad de Ámsterdam, en los Países Bajos, decidió ponerlo a prueba. Lo que descubrieron no solo desvela nuevas fronteras del aprendizaje vocal en aves, sino también sorprendentes diferencias entre especies, e incluso entre individuos. En el proceso, demostraron que las aves imitadoras pueden ser más sofisticados —y distintas entre sí— de lo que pensábamos.

Un experimento digno de una galaxia muy, muy lejana

El punto de partida del desafío fue casi de ciencia ficción: comparar la capacidad de imitación de nueve especies de loros con la de estorninos europeos (Sturnus vulgaris), utilizando como modelo los sonidos y efectos vocales del robot R2-D2.

Al droide creado por George Lucas en los años setenta, le puso voz el diseñador de sonido Ben Burtt mediante un sintetizador analógico ARP 2600 combinado con su propia voz. De este modo, Burtt generó dos tipos de sonidos:

✅ Los monofónicos, simples bips o clics de una sola frecuencia.

✅ Los multifónicos, más complejos, generados por un modulador que mezcla dos señales distintas y crea un espectro de frecuencias espejadas. En otras palabras, pequeños conciertos electrónicos imposibles de confundir con un simple silbido.

Con la ayuda de la ciencia ciudadana, los investigadores recopilaron más de cien vídeos de aves imitando sonidos de R2-D2 publicados en YouTube, TikTok e Instagram, donde aves domésticas reproducían los sonidos del robot. En total analizaron 2.130 imitaciones de diez especies distintas. Cada sonido fue desmenuzado con programas especializados en análisis acústico de aves, como Praat y Luscinia, para medir su fidelidad respecto al modelo original.

Resultados: los estorninos vencen a los loros

Los resultados, publicados en la revista Scientific Reports, son tan curiosos como reveladores. En conjunto, tanto los estorninos como los loros lograron imitar con precisión los sonidos monofónicos del droide, esas notas aisladas y limpias que cualquier loro de salón podría incorporar a su repertorio. Pero las cosas cambiaron radicalmente cuando se trataba de los sonidos multifónicos, los más ricos y difíciles.

Aquí, los estorninos superaron a todos los loros. No solo reprodujeron las frecuencias fundamentales de los pitidos, sino que algunos fueron capaces de emitir dos sonidos a la vez —una proeza conocida como bifonación—, reproduciendo los patrones simétricos de frecuencia que caracterizan los pitidos de R2-D2. Seis de los ocho estorninos analizados lograron hacerlo, mientras que ninguno de los loros lo consiguió.

El motivo no está tanto en la inteligencia como en la anatomía del aparato vocal de las aves. Los estorninos poseen una siringe —el órgano vocal de las aves— con dos pares de labios vibratorios controlados de forma independiente, lo que les permite emitir dos notas a la vez. Los loros, en cambio, tienen un único punto de control sonoro: su voz es potente y versátil, pero monofónica.

Los pequeños ganan: periquitos y cacatúas superan a los loros grandes

Pero el estudio no se detuvo ahí. Dentro del grupo de los loros, los científicos detectaron un patrón inesperado: las especies con cerebros más pequeños imitan con mayor precisión.

Los periquitos (Melopsittacus undulatus) y las cacatúas ninfa (Nymphicus hollandicus) resultaron ser los campeones de la fidelidad sonora. En cambio, los grandes y célebres loros grises africanos (Psittacus erithacus) y los amazonas (Amazona sp.), conocidos por aprender palabras humanas y mantener conversaciones rudimentarias, fueron los que peor replicaron los sonidos del robot.

A primera vista parece una paradoja. En teoría, los loros de mayor cerebro y estructura neural más compleja —con una zona adicional en su cerebro llamada región de la concha o envolvente, asociada al aprendizaje vocal— deberían ser más diestros en la imitación. Sin embargo, los resultados sugieren una compensación entre cantidad y precisión: las especies con grandes cerebros podrían aprender más sonidos diferentes, pero con menor exactitud; las pequeñas, en cambio, dominan pocos sonidos, pero los ejecutan con una precisión casi quirúrgica.

Infografía que resume la investigación realizada por investigadores neerlandeses.

Infografía que resume la investigación realizada por investigadores neerlandeses. Cortesía: Dam, N. C. P., Honing, H. & Spierings, M. J.

El secreto está en la anatomía

Los investigadores explican que esta diferencia podría estar relacionada con el papel evolutivo de la imitación en aves. En algunas especies, como los loros grandes, reproducir sonidos humanos u otros ruidos podría servir como herramienta de cohesión social: una forma de comunicarse y reforzar vínculos dentro del grupo, incluso con humanos en el entorno doméstico.

En otras aves, como los periquitos o los estorninos, la imitación precisa podría tener un valor sexual o competitivo. En los machos de muchas especies, cantar con exactitud o complejidad es una manera de atraer pareja o de impresionar rivales.

La habilidad para copiar sonidos extraños —aunque sean pitidos galácticos— podría ser el equivalente aviar de una serenata afinada.

De los pitidos al lenguaje

Más allá de las curiosidades, el estudio aporta pistas sobre cómo evoluciona la comunicación compleja en los animales, y sobre los orígenes del lenguaje y la música en los humanos.

El aprendizaje vocal es un fenómeno raro en el reino animal. Además de las aves cantoras y los loros, solo unos pocos mamíferos, como los delfines, las focas y algunos murciélagos, pueden modificar conscientemente los sonidos que emiten para imitarlos. Comprender cómo lo hacen los pájaros podría arrojar luz sobre cómo nuestro cerebro desarrolló la capacidad de hablar, cantar y componer melodías.

🗣️ «Las diferencias entre estorninos y loros no parecen deberse a la inteligencia, sino a la estructura de sus órganos vocales —señala Nick C. P. Dam, autor principal del trabajo. Y añade—: Esto sugiere que la evolución de la comunicación compleja no depende solo del cerebro, sino también del cuerpo que la produce».

Ciencia ciudadana y datos digitales: la revolución del conocimiento colectivo

Otra de las novedades del trabajo es su enfoque metodológico. En lugar de criar o entrenar aves en laboratorio, los investigadores aprovecharon el poder de la ciencia ciudadana y las redes sociales.

En efecto, analizaron vídeos de aves imitando sonidos subidos espontáneamente por propietarios de loros y estorninos, un recurso que, aunque informal, permitió comparar especies, edades y entornos imposibles de reunir en condiciones experimentales tradicionales.

Este método, explican los autores, abre una vía de investigación más democrática y diversa: «Los dueños de loros pueden convertirse en colaboradores científicos sin moverse de casa», dice Dam. Iniciativas como el Bird Singalong Project y el Many Parrots Project, ambas impulsadas por las mismas universidades, buscan precisamente eso: conectar a investigadores con comunidades de aficionados para estudiar cómo aprenden las aves, qué sonidos prefieren y hasta si son capaces de seguir el ritmo de una canción.

Lo que revela un pitido

Más allá de la anécdota —aves imitando a un robot de Star Wars—, el trabajo plantea preguntas de fondo:

✅ ¿Qué determina que una especie aprenda sonidos de otras?

✅ ¿Hasta qué punto el entorno humano está moldeando la evolución del canto de los loros y estorninos?

✅ ¿Podría la exposición constante a ruidos electrónicos, alarmas o voces sintéticas dar lugar a nuevas formas de comunicación animal?

Los investigadores reconocen que aún falta mucho por entender. Cada vídeo analizado representa una historia distinta: aves con más o menos entrenamiento, dueños pacientes o fortuitos, y contextos acústicos variables. Pero, pese a esas limitaciones, el conjunto ofrece un retrato fascinante del talento imitativo del mundo alado.

Del laboratorio al salón: cuando un loro suena como un droide

Quizá la próxima vez que oigas a un periquito silbar una melodía o a un loro emitir un beep-beep-boop digno de R2-D2, estés presenciando algo más que un truco simpático: una ventana al proceso evolutivo que, millones de años después, haría posible que una especie —la nuestra— inventara el lenguaje humano.

Porque, como concluyen los autores, cada pitido imitado o cada clic electrónico reproducido con precisión milimétrica es una pequeña pista sobre cómo la naturaleza experimenta con la comunicación, sobre cómo la biología, la tecnología y la cultura pueden cruzarse... incluso en el canto de un pájaro que sueña con ser un robot. ◾️

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