¡Saludos desde 51 Pegasi b!: cómo la NASA convirtió los exoplanetas en atractivos destinos turísticos

Lo que empezó siendo un reto de comunicación científica terminó convirtiéndose en un fenómeno cultural: pósteres retro, mundos imposibles y la idea de que viajar a exoplanetas podría ser tan real como soñar con las vacaciones perfectas.

Por Enrique Coperías

¿Cómo hacer soñar al público con algo tan abstracto como la imagen borrosa de un exoplaneta? Aquí entra en escena el arte.

¿Cómo hacer soñar al público con algo tan abstracto como la imagen borrosa de un exoplaneta? Aquí entra en escena el arte. El equipo de diseñadores y artistas de la NASA, liderado desde el Jet Propulsion Laboratory (JPL), trabajó codo a codo con astrofísicos para imaginar cómo sería poner un pie en esos mundos y ser visitados por turistas espaciales. Imagen generada con DALL-E

¿Buscas unas vacaciones radicalmente diferentes? Si es así, quizá te atraiga la idea de pasar la noche en un planeta sin estrella, donde la oscuridad nunca termina. Eso promete PSO J318.5−22, presentado por la NASA como «el lugar donde la vida nocturna nunca acaba». ¿O prefiere algo más soleado? Puedes entonces optar por Kepler-16b, el planeta de los dos soles, donde su sombra siempre tendrá compañía.

No son ofertas de una agencia de viajes, sino parte de la campaña de divulgación más creativa que la NASA ha puesto en marcha en la última década: el Exoplanet Travel Bureau. Lanzada en 2015, esta iniciativa convirtió a planetas imposibles en destinos turísticos imaginarios, con carteles retro, visitas virtuales en 360 grados e incluso libros para colorear. Una mezcla entre ciencia, arte y humor que pronto se hizo viral en todo el mundo.

No cabe duda de que la astronomía contemporánea vive una auténtica fiebre por los exoplanetas. Desde mediados de los años noventa, cuando se confirmó la existencia del primero orbitando una estrella como nuestro sol, los catálogos no han dejado de engordar. Hoy ya se cuentan más de 5.000 confirmados, y la cifra crece mes a mes gracias a misiones como la Kepler, el TESS y el telescopio espacial James Webb. Pero junto con el entusiasmo científico, surge un dilema: ¿cómo trasladar al público general el asombro por mundos que, en el mejor de los casos, solo podemos detectar como un punto de luz borroso en una gráfica?

La NASA encontró una respuesta tan creativa como inesperada: convertir a esos exoplanetas en destinos turísticos imaginarios. Y lo que parecía un simple recurso de comunicación científica escondía, sin embargo, algo más profundo: un experimento de cocreación entre científicos y artistas que transformó no solo la manera de mostrar los exoplanetas al público, sino también la forma en que los propios investigadores piensan sobre estos mundos lejanos.

El reto de comunicar lo invisible

Ceridwen Dovey, escritora, cineasta y periodista científica, acaba de publicar en el Journal of Science Communication un estudio sobre esta campaña. En él analiza cómo el trabajo conjunto entre artistas y astrofísicos permitió dar forma visual a un campo de la ciencia que, a diferencia de otros, carece de imágenes espectaculares.

«Vivimos en una era de imágenes astronómicas extraordinarias —las del telescopio Hubble, por ejemplo— que todo el mundo reconoce por su belleza, color y precisión —explica Dovey en un comunicado de SISSA Medialab. Y añade—: Pero en la ciencia de los exoplanetas, en este momento, realmente no hay mucho que mostrar. Es un desafío conocido para la comunicación de esta área”.

La razón es sencilla: salvo contadas excepciones, no vemos directamente los exoplanetas. Su presencia se deduce de manera indirecta, a través de leves cambios en la luz estelar o en su órbita. Y cuando por fin se logra una imagen directa, suele ser decepcionante. «Muy pocas veces tenemos imágenes directas de exoplanetas, y normalmente no son muy atractivas visualmente: apenas un punto borroso alrededor de un sol», comenta Dovey.

A esta limitación se suma otro problema nada irrelevante. Hablamos de la inhospitalidad radical de la mayoría de los exoplanetas conocidos. Son mundos abrasados por la cercanía a su estrella, gigantes gaseosos imposibles de pisar o esferas heladas a decenas de grados bajo cero. Nada que recuerde a un paraíso vacacional. Y sin embargo, la NASA se propuso transformarlos en lugares de ensueño.

Al igual que el planeta Tatooine de Star Wars, Kepler-16b orbita dos soles. Es un gigante gaseoso similar a Saturno, sin superficie sólida, y desde una luna cercana podría contemplarse su emblemático “doble atardecer”.

Al igual que el planeta Tatooine de Star Wars, Kepler-16b orbita dos soles. Es un gigante gaseoso similar a Saturno, sin superficie sólida, y desde una luna cercana podría contemplarse su emblemático “doble atardecer”. Aunque sus frías temperaturas descartan la vida, este hallazgo demuestra que aquel paisaje cinematográfico no es pura ciencia ficción. Cortesía: NASA/JPL-Caltech

La inspiración: los parques nacionales de Estados Unidos

Pero ¿cómo hacer soñar al público con algo tan abstracto? ¿Qué color tendría la vegetación si el sol que los alumbra es más frío y rojizo que el nuestro? ¿Cómo se vería un horizonte sobre un planeta atrapado en un mar perpetuo de lava? ¿Qué transporte haría falta para recorrer una superficie sin suelo firme? El equipo creativo de la NASA, encabezado por el visual strategist Joby Harris —con formación en cine y música—, dio con la tecla echando una mirada al al pasado.

Decidieron inspirarse en los carteles de la Works Progress Administration de los años treinta, aquellas ilustraciones que promovían visitas a parques como Yosemite o Yellowstone. Con colores planos, tipografías nostálgicas y paisajes idealizados, transmitían la emoción de viajar a entornos naturales que muchos estadounidenses no conocían.

Según Dovey, los diseñadores del Exoplanet Travel Bureau replicaron esa lógica: «Harris y su equipo decidieron crear una serie de carteles que imaginasen a los exoplanetas como si estuvieran a la vuelta de la esquina, tu próximo destino de vacaciones. Una forma lúdica de animar al público a concebirlos como lugares reales».

Despertar las ganas de viajar a planetas exóticos

El resultado fueron carteles publicitarios con eslóganes irresistibles. Kepler-186f, el primer planeta del tamaño de la Tierra en zona habitable, se anunciaba con la frase: «Donde la hierba siempre es más roja», aludiendo al tono rojizo que podrían tener sus hipotéticas plantas bajo una estrella más fría. En el caso de 55 Cancri e, un planeta de lava, la propuesta era sobrevolar en globos aerostáticos un océano de magma bajo cielos luminosos: «Los cielos brillan sobre un océano de magma interminable».

De pronto, esos puntos lejanísimos se transformaban en lugares con identidad propia, con detalles casi palpables que invitaban a soñar.

Como reconoce Dovey, el desafío era mayúsculo, ya que «muchos de estos exoplanetas serían lugares terribles para visitar en términos humanos. Así que el equipo tuvo muchas conversaciones interesantes con los investigadores para imaginar estos planetas como lugares. Se creó un proceso creativo muy rico de ida y vuelta constante entre artistas y científicos».

Arte y ciencia: una colaboración que inspira investigación

El artículo de la investigadora y periodista Dovey subraya que este proyecto no fue un simple adorno estético para hacer digerible la ciencia. Se trató de una colaboración genuina en la que los artistas ayudaron a los científicos a pensar mejor sus hipótesis.

Ella misma resume esta colaboración de la siguiente manera: «Lo que no había comprendido hasta que empecé a asistir a talleres de ciencia de exoplanetas fue que los propios científicos también hacen un esfuerzo de imaginación para intentar concebir estos lugares. Traducen datos abstractos en algo concreto sobre un planeta determinado. Ayudar al público a ver el objeto de su trabajo a través de estas prácticas creativas puede orientar nuevas líneas de indagación y mantener el compromiso con la investigación».

En la práctica, eso se tradujo en reuniones en las que astrónomos y artistas debatían sobre qué transporte espacial sería viable en un planeta sin superficie sólida, o cómo representarlo sin sugerir una muerte segura para los turistas imaginarios.

Un ejemplo claro fue la creación del póster de 55 Cancri e. Los diseñadores empezaron imaginando trenes espaciales que recorrían cascadas de lava, pero los astrónomos señalaron que no habría suelo sólido donde apoyar las vías. Luego se probó con barcos flotando en el magma, aunque la idea no convencía visualmente. Al final, una sugerencia sobre la atmósfera de silicato llevó a la solución: globos aerostáticos suspendidos sobre un mar incandescente, con cápsulas protectoras para evitar la muerte segura de los turistas.

Harris describe este trabajo multidisciplinar como «un baile con los científicos». Cada ajuste estético llevaba aparejada una reflexión científica y viceversa.

Para la astrobióloga Morgan Cable, colaborar con artistas desde fases embrionarias de un proyecto tiene un efecto inesperad. «Nos dimos cuenta de que estábamos tan metidos en el concepto que no habíamos pensado que ese instrumento no iba a encajar como esperábamos, o que esa nave parecía demasiado cuadrada y necesitaba ser más aerodinámica porque el planeta tiene atmósfera. Los artistas también opinan sobre esos detalles. Es importante en todas las fases del desarrollo de una misión espacial, no solo al final».

Descubierto en 2013 mediante imagen directa, PSO J318.5-22 pertenece a la extraña clase de los planetas errantes, mundos que vagan solos por la galaxia sin orbitar ninguna estrella.

Descubierto en 2013 mediante imagen directa, PSO J318.5-22 pertenece a la extraña clase de los planetas errantes, mundos que vagan solos por la galaxia sin orbitar ninguna estrella. Se cree que son estrellas fallidas o planetas expulsados de sistemas jóvenes. Hoy brillan débilmente por el calor de su formación, pero algún día bailarán en la oscuridad absoluta. Cortesía: NASA/JPL-Caltech

Viralidad y cultura pop

La campaña no tardó en hacerse viral. Los pósteres del Exoplanet Travel Bureau, disponibles gratuitamente en la web de la NASA, se descargaron millones de veces. Hoy decoran oficinas, aulas y hogares; se usan como fondos de pantalla y aparecen en series de televisión y películas de ciencia ficción. El estilo retrofuturista evocaba nostalgia y al mismo tiempo proyectaba un futuro excitante, como si se tratara de una campaña de turismo interplanetario de mediados del siglo XX.

Además, la NASA integró el proyecto en un marco mayor, la serie Visions of the Future, que también incluía destinos turísticos dentro de nuestro propio sistema solar. Los diseñadores lo presentaron en festivales como SXSW o Comic-Con, donde lograron conectar con públicos alejados de la astronomía profesional.

«En términos prácticos, creo que para mucha gente los pósters son una puerta de entrada —reconoce Gary Blackwood, director del Programa de Exploración de Exoplanetas—. Hacen que la ciencia de los exoplanetas sea cool, y eso abre la puerta para que el público —especialmente los estudiantes— quiera aprender más».

Lo llamativo del proyecto es que, más allá del éxito mediático, se inserta en una larga tradición de colaboraciones entre arte y ciencia en la NASA: desde el programa artístico que en los años sesenta invitó a Andy Warhol o Norman Rockwell a imaginar el espacio hasta los encargos a ilustradores para concebir colonias orbitales en los setenta. Harris reivindica esa genealogía para desmontar el estereotipo de que el arte en la NASA es un mero adorno.

Imaginación frente a la frustración científica

La distancia sideral impone un límite infranqueable: incluso con cohetes actuales, tardaríamos decenas de miles de años en llegar al sistema más cercano. Para los astrónomos, esta imposibilidad genera cierta frustración. Como recuerda el astrofísico Joshua Winn, «lo más que podemos esperar es producir un puntito diminuto, orbitando alrededor de otro punto apenas mayor». Nada que ver con, por ejemplo Marte, que ya nos ha ofrecido selfis de róveres, puestas de sol azules y hasta el sonido del viento.

El Exoplanet Travel Bureau aprovechó precisamente esa carencia. Frente a la ausencia de imágenes espectaculares, ofreció libertad creativa. Frente a la imposibilidad de viajar al espacio, propuso hacerlo con la imaginación. Y al hacerlo, mantuvo al público emocionalmente comprometido con una disciplina científica que de otro modo podría parecer abstracta o distante.

«Los artistas, cineastas, escritores y visualizadores no tenemos por qué ser un añadido al final de un proyecto para transmitir conocimiento científico —asegura Dovey. Y continúa—: Podemos ser realmente útiles a los científicos: no solo cuestionando sus suposiciones, sino volviendo a los cimientos de su planificación de misiones y mostrando cómo el diseño de la investigación puede enriquecerse si se incorpora un equipo multidisciplinario desde el principio».

Turismo del mañana

A una década de su lanzamiento, los carteles siguen circulando y despertando entusiasmo. Para Dovey, la mayor lección es que este tipo de iniciativas demuestran que la comunicación científica no tiene que ser unidireccional ni fría.

El caso de la NASA demuestra que la comunicación científica no tiene que ser una transmisión unidireccional de datos. Puede ser un espacio de cocreación donde arte y ciencia se potencian mutuamente. Al imaginar los exoplanetas como destinos turísticos, los pósteres no pretendían engañar: eran especulaciones visuales basadas en datos reales, que invitaban tanto a soñar como a reflexionar.

En un mundo saturado de imágenes, el éxito de la campaña revela también algo sobre nosotros: necesitamos historias y metáforas para conectar con lo desconocido. Un punto borroso en una gráfica no despierta la imaginación, pero un cartel turístico que invita a “donde la hierba es más roja” sí.

La lección es clara: al integrar el arte desde el inicio, la ciencia no solo se comunica mejor, sino que se piensa mejor. Y quizá ese sea el verdadero legado del Exoplanet Travel Bureau: mostrarnos que el futuro de la exploración espacial no se mide solo en datos o misiones, sino también en la capacidad colectiva de imaginar mundos más allá del nuestro. ▪️

  • Información facilitada por el SISSA Medialab

  • Fuente: Dovey, C. Imagining exoplanets as destinations: a case study of artist-scientist collaborations on NASA's iconic Exoplanet Travel Bureau posters. Journal of Science Communication (2025). DOI: https://doi.org/10.22323/146020250722090112

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