Tu café matutino realmente te hace más feliz, según la ciencia

Un nuevo estudio confirma lo que muchos intuían: el primer café del día no solo te despierta, también eleva tu ánimo y multiplica tu entusiasmo, sobre todo en las primeras horas de la mañana. La ciencia explica por qué este ritual matutino tiene un impacto emocional medible.

Por Enrique Coperías

El café de la mañana es más que un ritual: según un estudio científico la cafeína tiene un impacto medible en nuestro estado de ánimo, especialmente en las primeras horas del día.

El café de la mañana es más que un ritual: según un estudio científico la cafeína tiene un impacto medible en nuestro estado de ánimo, especialmente en las primeras horas del día. Foto: Artur Tumasjan

Para millones de personas, el día no empieza hasta que la cafetera ha hecho su trabajo. Ese primer sorbo de café o caliente se vive como un ritual casi sagrado, una transición simbólica y química entre la modorra del despertar y la actividad plena.

Ahora, un nuevo estudio científico aporta evidencia sólida para explicar por qué esa sensación no es solo cuestión de costumbre: la cafeína realmente mejora el estado de ánimo, y lo hace de forma más intensa en las primeras horas de la mañana que en cualquier otro momento.

La investigación, liderada por un equipo de científicos de la Universidad de Bielefeld (Alemania) y la Universidad de Warwick (Reino Unido), y publicada en la revista Scientific Reports, se propuso ir más allá de lo que ya sabíamos por experimentos de laboratorio.

Su objetivo: observar, en la vida real y a lo largo de varias semanas, cómo se relaciona el consumo de cafeína con el estado de ánimo, y qué papel juegan factores como la hora del día, el cansancio, la compañía e incluso rasgos personales como la ansiedad o la calidad del sueño.

La cafeína y su mecanismo de acción

Que la cafeína es un estimulante del sistema nervioso central está fuera de toda duda. Actúa bloqueando los receptores de adenosina —una molécula que favorece el sueño y la relajación—, lo que provoca un aumento en la actividad de neurotransmisores como la dopamina y la noradrenalina. El resultado es un cerebro más despierto, con mayor capacidad de atención y, a menudo, de mejor humor.

En palabras de la profesora Anu Realo, coautora del estudio desde la Universidad de Warwick, «la cafeína funciona bloqueando los receptores de adenosina, lo que puede aumentar la actividad de la dopamina en regiones clave del cerebro, un efecto que estudios previos han vinculado con una mejora del estado de ánimo y una mayor alerta».

Hasta ahora, la mayoría de las investigaciones se habían realizado en condiciones controladas, midiendo rendimiento cognitivo y emociones tras dosis predeterminadas de cafeína. Pero faltaban datos con validez ecológica: ¿qué pasa en la vida cotidiana, cuando el café se toma entre reuniones, en un descanso de clase o charlando con amigos?

236 jóvenes no pueden equivocarse (o sí)

Para responder, el equipo realizó dos estudios consecutivos. El primero, con 115 jóvenes de dieciocho a veinticinco años, se desarrolló durante catorce días; el segundo, con 121 participantes de dieciocho a veintinueve años, se extendió a veintiocho días. En total, 236 personas en Alemania, todas con teléfono móvil en mano para participar en un muestreo intensivo: hasta siete veces al día recibían un aviso para contestar un breve cuestionario.

Las preguntas cubrían si habían tomado alguna bebida con cafeína en los últimos noventa minutos, cómo se sentían en ese momento en una escala de emociones positivas (contento, entusiasta, feliz) y emociones negativas (triste, enfadado, preocupado), su nivel de cansancio, si estaban solos o acompañados y si era un día de trabajo o libre.

Cada mañana, además, anotaban a qué hora se habían acostado y levantado, y cómo había sido su sueño.

Este enfoque, conocido como Método de Muestreo de Experiencias (ESM), permite registrar estados emocionales y contextos en tiempo real, reduciendo el sesgo de memoria y reflejando la experiencia cotidiana con gran detalle.

Más felices y entusiastas (sobre todo por la mañana)

Los resultados fueron como mínimo curiosos: después de consumir cafeína, los participantes tendían a reportar un aumento significativo del afecto positivo. En términos prácticos, se sentían más entusiastas y, en el segundo estudio, también más felices y contentos. El patrón se repetía con independencia de cuánta cafeína tomara cada persona habitualmente o de si presentaba síntomas de ansiedad, depresión o problemas de sueño.

«Nos sorprendió no encontrar diferencias entre personas con distintos niveles de consumo de cafeína o grados de síntomas depresivos, ansiedad o problemas de sueño —admite Justin Hachenberger, investigador de la Universidad de Bielefeld y primer autor del estudio. Y añade—: Las asociaciones entre la ingesta de cafeína y las emociones fueron bastante consistentes en todos los grupos».

En cuanto a los estados negativostristeza, enfado, preocupación—, la relación fue más débil y menos constante. Solo en el segundo estudio se observó una ligera disminución de la tristeza y el enfado tras tomar cafeína, y este efecto no dependía de la hora del día. La preocupación, en cambio, no se vio afectada.

El pico matutino

Uno de los hallazgos más llamativos fue la influencia de la hora: el subidón de ánimo era más intenso en las dos horas y media posteriores al despertar. Después, el efecto se atenuaba y, en muchos casos, desaparecía hasta repuntar ligeramente hacia la tarde-noche.

Los autores barajan varias explicaciones para este fenómeno cafetero:

✅ Por un lado, la primera dosis de cafeína del día revierte los síntomas de abstinencia acumulados durante la noche, incluso en consumidores moderados. «Es posible que la primera taza de café o de la mañana elimine esos síntomas leves de abstinencia, mejorando así el estado de ánimo», apunta Realo.

✅ Por otro lado, factores psicológicos como la expectativa y el ritual matinal podrían amplificar la respuesta emocional. También es posible que la cafeína actúe como zeitgeber o sincronizador, una señal externa que ayuda a sincronizar el reloj biológico, especialmente eficaz cerca del momento en que el cuerpo aún está ajustando su ritmo circadiano.

Ni la ansiedad ni la depresión cambian la ecuación

El equipo esperaba que las personas con más ansiedad mostraran reacciones negativas —como nerviosismo— tras consumir cafeína. No fue así. Hachenberger matiza que esto no significa que esos efectos no existan: «Es probable que las personas que reaccionan mal a la cafeína tiendan a evitarla, y nuestro estudio no incluyó a quienes se abstienen por completo».

Por otro lado, hay que decir que el contexto también influyó. En el segundo estudio, el impacto positivo del café era mayor cuando la persona estaba más cansada de lo habitual, lo que encaja con su función como estimulante.

Por el contrario, el efecto era menor si el café se tomaba en compañía. Esto podría deberse a que las interacciones sociales ya afectan al ánimo, reduciendo la percepción del efecto de la cafeína, o a que la atención se dispersa y no se percibe tanto el cambio.

La cafeína actúa bloqueando los receptores de adenosina, una molécula que induce somnolencia y relajación.

La cafeína actúa bloqueando los receptores de adenosina, una molécula que induce somnolencia y relajación. Al hacerlo, aumenta la actividad de neurotransmisores como la dopamina y la noradrenalina, mejorando la alerta mental y el estado de ánimo. Foto de Andrea Piacquadio

Una costumbre casi universal (y no solo humana)

«Alrededor del 80 % de los adultos en todo el mundo consumen bebidas con cafeína, y el uso de estas sustancias estimulantes se remonta muy atrás en la historia humana», recuerda Sakari Lemola, profesor en la Universidad de Bielefeld y autor senior del estudio.

Lemola no deja pasar por alto el hecho de que «incluso los animales salvajes la consumen: las abejas y los abejorros prefieren el néctar de plantas que contiene cafeína».

La omnipresencia de esta sustancia no impide que tenga riesgos. El equipo advierte de que un consumo excesivo puede derivar en dependencia y en problemas de salud, y que ingerirla a última hora del día puede afectar al sueño. Como toda herramienta potente, conviene usarla con conocimiento de causa.

El influjo de la pandemia

Algunas diferencias entre los dos estudios podrían explicarse por el contexto social. El primero se realizó en plena fase de confinamientos y restricciones severas por la pandemia de covid-19 en Alemania, lo que redujo las interacciones y alteró rutinas. El segundo, con medidas más relajadas, registró más observaciones y quizá captó mejor la diversidad de contextos.

El estudio es observacional y depende de autoinformes, lo que impide afirmar con certeza que la cafeína cause los cambios en el ánimo. La muestra, además, estaba formada por jóvenes adultos y mayoritariamente mujeres, lo que limita la generalización. Tampoco se registró de forma sistemática si la bebida tomada era la primera del día o una más, ni la intensidad de posibles síntomas de abstinencia previos.

Para futuras investigaciones, los autores proponen un seguimiento más detallado del momento exacto y el contexto del consumo de cafeína, mediciones objetivas del ritmo circadiano —como temperatura de la piel o frecuencia cardiaca— y un análisis específico del primer café del día.

Un empujón químico

En conjunto, el trabajo confirma que la cafeína está asociada a un aumento del ánimo positivo en la vida diaria, con un efecto especialmente marcado poco después de despertarse.

No parece reducir de forma consistente las emociones negativas, y su impacto depende de factores como el cansancio y la compañía.

En palabras de Lemola, «la cafeína puede desempeñar un papel importante en la modulación de los estados de ánimo en la vida diaria». Y aunque el estudio no despeja del todo si ese impulso matutino se debe a la química pura o a la magia del ritual, sí ofrece una certeza para los devotos del café: ese primer sorbo de la mañana no es solo un placer sensorial, sino un catalizador medible de entusiasmo y energía para encarar el día. ▪️

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