Nuevas pistas: dónde reside la consciencia y cómo se manifiesta
Un experimento sin precedentes enfrenta cara a cara dos teorías rivales para intentar resolver uno de los mayores enigmas de la ciencia: qué parte del encéfalo da origen a la consciencia, esto es la capacidad de experimentar pensamientos, sensaciones y percepciones de forma subjetiva. Te contamos cuál es la vencedora.
Por Enrique Coperías
Un ambicioso proyecto científico internacional ha enfrentado en una colaboración adversarial la teoría de la información integrada y la teoría del espacio global neuronal, que ofrecen visiones opuestas sobre cómo el cerebro genera la consciencia. Imagen generada con Bing
Uno de los misterios más profundos de la ciencia es entender cómo surge la consciencia: esa vivencia subjetiva de ver, sentir, pensar y ser. ¿Qué hace que algunas experiencias sean conscientes y otras no? ¿En qué lugar del cerebro ocurre esta magia?
En las últimas décadas, diversas teorías científicas han intentado explicar este fenómeno, pero pocas han alcanzado tanta relevancia —y discrepancia— como la teoría de la información integrada y la teoría del espacio global neuronal. Ambas ofrecen visiones opuestas sobre cómo el encéfalo genera la consciencia. Hasta ahora, nadie las había enfrentado cara a cara para determinar cuál de ellas está más cerca de resolver el enigma.
Esto ha cambiado gracias a un ambicioso proyecto científico internacional, publicado en la revista Nature, fruto de una colaboración adversarial que involucró a más de 100 investigadores y 256 participantes humanos. Dicho de una forma sencilla, una colaboración adversarial es un enfoque científico en el que expertos con teorías opuestas trabajan juntos para diseñar y ejecutar un experimento común, con reglas y predicciones previamente acordadas, con el objetivo de reducir sesgos y poner a prueba sus ideas de forma objetiva.
Dos teorías, dos formas de entender la mente
En este caso, el experimento neurocientífico fue diseñado durante siete años y ejecutado con una rigurosidad sin precedentes. El objetivo no era coronar a una ganadora, sino someterlas a prueba con datos objetivos y bajo condiciones controladas, dejando de lado prejuicios o sesgos teóricos. El resultado no solo arroja luz sobre el debate científico, sino que también marca un punto de inflexión en cómo se hace ciencia en áreas controvertidas.
La teoría de la información integrada sugiere que la consciencia surge cuando la información que circula en un sistema, como el cerebro humano, está altamente interconectada e integrada. No basta con procesar datos: es necesario que cada parte del sistema influya sobre las demás en un patrón unificado. Según esta propuesta, la región clave donde esto ocurre está en la parte posterior del cerebro, especialmente en zonas temporales, parietales y occipitales.
Por su parte, la teoría del espacio global neuronal propone que la consciencia surge cuando cierta información es amplificada y difundida globalmente a través de una red de regiones cerebrales interconectadas, con un papel fundamental de la corteza prefrontal. Esta difusión permite que la información sea accesible a funciones como el lenguaje, la memoria y la toma de decisiones, y es lo que transforma una percepción en algo consciente.
Un experimento sin precedentes
Como explica el neurocientífico Christof Koch, del Allen Institute y uno de los líderes del proyecto, «desentrañar este misterio es la pasión de toda mi vida. Esta colaboración adversarial representa el espíritu de la ciencia abierta, colaborativa y rigurosa aplicada al mayor desafío intelectual de la humanidad: el problema mente-cuerpo».
El estudio evaluó tres predicciones centrales de cada teoría: dónde se representa el contenido consciente, cómo se mantiene a lo largo del tiempo y qué tipo de conectividad neuronal lo sostiene.
Para ello, se presentaron estímulos visuales —caras, objetos, letras y símbolos sin sentido— a 256 voluntarios, mientras su actividad cerebral era registrada mediante tres técnicas complementarias: resonancia magnética funcional (fMRI), magnetoencefalografía (MEG) y electroencefalografía intracraneal (iEEG).
Lo novedoso del trabajo fue que todas las hipótesis, condiciones experimentales y criterios de evaluación se definieron de antemano y se registraron públicamente. La idea era reducir el sesgo de confirmación, al permitir que los datos científicos hablasen por sí mismos.
Los participantes en el estudio identificaron objetivos específicos, como una cara o una letra, en secuencias de imágenes de alto contraste. Cada prueba incluyó tres tipos de imágenes: objetivos (rojo), imágenes relacionadas con la tarea (naranja-rojo) e imágenes no relacionadas (morado). Cortesía: Michael J. Tarr / Universidad Carnegie Mellon / Nature
Hallazgo 1: ¿Dónde se manifiesta la consciencia?
La teoría de la información integrada predice que la información consciente se refleja principalmente en las regiones posteriores del cerebro, mientras que la teoría del espacio global neuronal sostiene que la corteza prefrontal es esencial.
Al analizar los datos, se encontró que era posible decodificar con gran precisión aspectos del contenido consciente, como la categoría del estímulo o su orientación, a partir de la actividad en la parte posterior del encéfalo. En cambio, la actividad en la corteza prefrontal resultó ser más limitada y transitoria, y añadirla a los modelos de predicción no mejoró los resultados.
Esto refuerza el modelo de la teoría de la información integrada, que ve la consciencia como una propiedad emergente de la integración sensorial, y debilita el papel central que la teoría del espacio global neuronal asigna al lóbulo prefrontal. Como sintetiza el propio Koch, «La inteligencia tiene que ver con el hacer; la consciencia, con el ser».
Hallazgo 2: ¿Cómo se mantiene la experiencia en el tiempo?
Aquí las teorías también divergen. La teoría de la información integrada sostiene que la red neuronal posterior mantiene activa la experiencia consciente mientras el estímulo persiste. Su rival, en cambio, predice que la consciencia se activa brevemente al inicio y al final del estímulo, manteniéndose en silencio entre ambos momentos.
Los datos revelaron señales sostenidas en regiones posteriores que se correlacionaban con la duración del estímulo, como anticipa IIT. Por el contrario, el esperado doble encendido en la corteza prefrontal no se observó. El inicio del estímulo sí generó una activación, pero el final no, lo cual desafía seriamente la propuesta de la teoría del espacio global neuronal.
Este hallazgo es particularmente importante, porque cuestiona la idea de que la consciencia se actualiza en la corteza prefrontal cada vez que un nuevo estímulo aparece o desaparece de la percepción consciente.
Hallazgo 3: ¿Cómo se comunican las áreas cerebrales durante la experiencia consciente?
Según la teoría de la información integrada, la consciencia requiere una sincronización neuronal sostenida entre áreas sensoriales bajas y altas en la región posterior. La teoría del espacio global neuronal, por su parte, propone una comunicación breve y selectiva entre zonas sensoriales y la corteza prefrontal.
Los resultados fueron más ambiguos. Se encontraron algunos patrones breves de sincronización entre las regiones previstas por ambas teorías, pero no se observó la conectividad sostenida ni los patrones específicos que cada una anticipaba.
Esto podría deberse a limitaciones técnicas o a que la consciencia opera con dinámicas cerebrales más complejas de lo que los modelos actuales capturan.
Un resultado sin vencedores ni vencidos
Lejos de coronar a una teoría como ganadora, el estudio reveló limitaciones en ambas. «Era evidente que ningún experimento único refutaría de forma decisiva a una teoría —comenta Anil Seth, profesor de Neurociencia Cognitiva en la Universidad de Sussex, en el Reino Unido, y asesor del proyecto. Y añade—: Las teorías son demasiado distintas en sus supuestos y objetivos, y los métodos experimentales aún demasiado imprecisos. Aun así, se ha aprendido muchísimo: sobre las teorías, sobre los métodos y sobre dónde y cuándo se puede decodificar la experiencia visual en el cerebro».
Más allá de la teoría, estos hallazgos podrían tener aplicaciones clínicas importantes. Por ejemplo, entender dónde y cómo surge la consciencia en el cerebro podría ayudar a detectar lo que se conoce como consciencia encubierta en pacientes que, tras un trauma severo, parecen inconscientes pero podrían estar percibiendo el entorno de forma oculta.
Un estudio en la prestigiosa revista New England Journal of Medicine estima que esto ocurre en alrededor de un 25% de los casos de coma o estado vegetativo.
Una nueva forma de hacer ciencia
Este trabajo no solo avanza nuestro conocimiento sobre la consciencia humana, sino que también redefine cómo se puede investigar un fenómeno tan complejo. La colaboración adversarial, donde científicos con posturas encontradas trabajan juntos con reglas claras y datos compartidos, demuestra ser una herramienta poderosa contra el sesgo, la fragmentación del conocimiento y la confirmación selectiva.
Como destaca Koch, «estas colaboraciones amistosamente adversariales podrían beneficiar enormemente a otros campos de la biomedicina. Pero requieren una enorme dosis de cooperación y trabajo».
En definitiva, aunque seguimos lejos de resolver por completo el enigma de la consciencia, este estudio nos deja un legado doble: datos nuevos y valiosos, y un ejemplo inspirador de cómo el desacuerdo bien gestionado puede hacer avanzar a la ciencia más que el consenso superficial. ▪️
Información facilitada por el Allen Institute
Fuente: Cogitate Consortium., Ferrante, O., Gorska-Klimowska, U. et al. Adversarial testing of global neuronal workspace and integrated information theories of consciousness. Nature (2025). DOI: https://doi.org/10.1038/s41586-025-08888-1