Hallan fósiles de carnívoros gigantes parecidos a cocodrilos en el Caribe

Durante millones de años, un depredador veloz y temible sembró el pánico las islas del Caribe... y nadie lo sabía hasta ahora. El hallazgo de un fósil sorprendente cambia lo que creíamos sobre la historia prehistórica de la región.

Por Enrique Coperías

Imagínate a un cocodrilo con la complexión de un galgo: pues ese sería el aspecto de un sebécido.

Imagínate a un cocodrilo con la complexión de un galgo: pues ese sería el aspecto de un sebécido. De gran altura, algunas especies de estos arcosaurios alcanzaron los 6 metros de longitud y se erigieron en unos poderosos depredadores superiores hasta su extinción durante el Mioceno. Ilustración: Jorge Machuky

Durante mucho tiempo, se pensó que las islas del Caribe nunca albergaron grandes depredadores terrestres. Con sus ecosistemas actuales dominados por aves rapaces, serpientes y pequeños cocodrilos, parecía un hecho asumido.

Sin embargo, un nuevo descubrimiento paleontológico ha cambiado esa percepción de forma radical. El hallazgo de dientes y vértebras fósiles en la República Dominicana ha revelado la presencia inesperada de un antiguo superdepredador en la región: un sebeco.

Imagina un cocodrilo terrestre con cuerpo de galgo, ágil, veloz y completamente adaptado al entorno seco. Así eran los sebecos o sebécidos (Sebecidae), una familia extinta de reptiles carnívoros prehistóricos que, tras la desaparición de los dinosaurios hace 66 millones de años, dominaron América del Sur como los nuevos reyes de la cadena alimentaria.

Algunos ejemplares llegaban a medir hasta 6 metros de largo, con poderosas patas y dientes serrados diseñados para desgarrar carne. Hasta ahora, se pensaba que desaparecieron hace unos once millones de años. Pero los fósiles caribeños cuentan una historia distinta.

El misterio de los dientes caribeños

El primer indicio de estas criaturas apareció hace más de treinta años en Cuba: dos dientes fosilizados de forma afilada, con pequeñas serraciones en sus bordes. Su aspecto apuntaba a un depredador de alto nivel, pero nadie sabía a qué criatura pertenecían. Más tarde, apareció otro diente similar en Puerto Rico, con una antigüedad de 29 millones de años. Y aunque la evidencia era intrigante, no bastaba para identificar con certeza al animal que los había dejado atrás.

La situación cambió en 2023, cuando un equipo liderado por el paleontólogo Lazaro Viñola López, del Departamento de Paleontología del CNRS, en Francia, encontró no solo un nuevo diente en la República Dominicana, sino también dos vértebras fósiles en el mismo lugar. Esta vez, el conjunto de fósiles era suficiente para identificar al responsable: un sebécido. Y lo más sorprendente fue la fecha: estos ejemplares vivieron en el Caribe al menos cinco millones de años después de que se pensaba que la especie había desaparecido en el continente sudamericano.

«Esa emoción de encontrar el fósil y darte cuenta de lo que es… es indescriptible», confiesa Viñola López, que realizó esta investigación durante su posgrado en la Universidad de Florida. El hallazgo aparece publicado en la revista Proceedings of the Royal Society B.

Imagen conceptual de un ejemplar de Sebecus huilensis

Imagen conceptual de un ejemplar de Sebecus huilensis, generada por DALL-E.

Un depredador que desafiaba la lógica

Los sebécidos pertenecían al grupo de los notosuquios (Notosuchia), un suborden de arcosaurios cocodriloformos extintos que, a diferencia de sus parientes actuales, eran predominantemente terrestres. Tenían patas largas, cuerpos erguidos y un estilo de caza más parecido al de los dinosaurios carnívoros que al de un cocodrilo moderno. Con sus placas óseas de protección bajo la piel y su capacidad para correr detrás de presas, representaban la cima evolutiva de su linaje.

Después de la extinción de los dinosaurios no avianos, los s sebécidos prosperaron en Sudamérica, pero nunca se creyó que hubieran llegado a las islas del Caribe. El hallazgo de fósiles tan antiguos y específicos en lugares como Cuba, Puerto Rico y la República Dominicana ha cambiado esa narrativa y plantea una nueva pregunta: ¿cómo llegaron hasta allí?

¿Un puente entre continentes?

La existencia de sebécidos en las islas caribeñas resucita una vieja teoría geológica conocida como la hipótesis de GAARlandia. Esta sugiere que hace entre 35 y 33 millones de años existió un corredor terrestre —una cadena de islas o puentes temporales— que conectaba América del Sur con las Antillas Mayores. Estas se componen de Cuba, Isla de la Juventud, Islas Caimán, Jamaica, La Española (dividida entre República Dominicana y Haití) y Puerto Rico.

Tal pasaje habría permitido que animales terrestres prehistóricos cruzaran de un continente al otro sin necesidad de nadar largas distancias en mar abierto.

Este escenario no solo explicaría la presencia de los sebécidos, sino también de otros hallazgos recientes, como el primer registro de mosasaurios en el Caribe o los fósiles más antiguos de perezosos terrestres en la isla de La Española. «El sebécido es solo la punta del iceberg», afirma Viñola López, convencido de que el Caribe prehistórico guarda aún muchos secretos por desenterrar.

Un Caribe muy distinto al actual

Este nuevo capítulo en la historia natural del Caribe demuestra que los ecosistemas de estas islas han sido mucho más diversos y dinámicos de lo que creíamos. La existencia de un superdepredador terrestre como el sebeco habría tenido un profundo impacto en la estructura de la fauna local.

Hoy, en ausencia de tales animales, otras especies más pequeñas han ocupado ese nicho ecológico. Pero durante millones de años, los sebécidos fueron los amos de la región.

«No podrías haber predicho esto mirando los ecosistemas actuales —señala Jonathan Bloch, curador del Museo de Historia Natural de Florida y coautor del estudio. Y añade—: La presencia de un gran depredador cambia por completo nuestra visión del pasado, y es emocionante pensar en lo que podríamos descubrir si seguimos explorando el registro fósil del Caribe».

El paleontólogo Lázaro Viñola López supo que su equipo había encontrado algo excepcional al desenterrar estos fósiles en la República Dominicana. Cortesía: Jonathan Bloch

El paleontólogo Lázaro Viñola López supo que su equipo había encontrado algo excepcional al desenterrar estos fósiles en la República Dominicana. Cortesía: Jonathan Bloch

Los fósiles que casi se pierden

El hallazgo de los restos en la República Dominicana fue posible gracias a una combinación de suerte y rapidez. Mientras se realizaban obras de construcción de una carretera, los trabajadores expusieron un corte en la roca que reveló fósiles incrustados. Elson Core, estudiante de la Universidad de Puerto Rico en Mayagüez, fue quien detectó el sitio durante una investigación de estratigrafía y alertó a sus colegas.

«Los afloramientos fósiles no duran mucho. Hay que ir justo cuando los descubren, porque si esperas unos años, el viento, la lluvia y la vegetación lo habrán cubierto todo», explica Viñola López.

Esta oportunidad única refleja un cambio de paradigma en la paleontología caribeña. Históricamente, los fósiles se han extraído de cuevas y cenotes, lugares donde se acumulan restos relativamente recientes. Aunque valiosos, estos sitios limitaban la visión del pasado profundo. Ahora, los paleontólogos están mirando más allá, buscando fósiles de tiempo profundo que permitan reconstruir la historia evolutiva del Caribe.

Las islas, museos vivientes

Este descubrimiento se suma a una tendencia que los ecólogos han observado en todo el mundo: las islas actúan como museos de biodiversidad. Son refugios evolutivos donde especies pueden persistir mucho después de extinguirse en los continentes.

En el caso del Caribe, los sebecos fueron los últimos notosuquios en pie, que llegaron a sobrevivir al menos 5 millones de años más que sus congéneres sudamericanos.

Este fenómeno no solo ofrece una ventana al pasado, sino también una advertencia para el futuro. Comprender cómo cambian los ecosistemas insulares a lo largo del tiempo puede ayudarnos a proteger la biodiversidad actual y anticipar el impacto de factores como el cambio climático y la intervención humana.

Una región clave para la paleontología

«El trópico es uno de los lugares con mayor biodiversidad del planeta, pero también uno de los más misteriosos en términos de historia natural —afirma Bloch. Y añade—: Por eso, es una de las regiones más importantes —aunque desafiantes— para que los paleontólogos desarrollen su actividad investigadora».

A medida que las investigaciones en el Caribe se intensifican, es probable que salgan a la luz más sorpresas. Las excavaciones paleontológicas locales, el intercambio de conocimientos y la cooperación científica internacional están dando frutos.

Y aunque la historia de los sebécidos parezca sacada de una novela de aventuras, es apenas el comienzo de una nueva era para la paleontología caribeña.▪️

  • Información facilitada por el Museo de Historia Natural de Florida

  • Fuente: Lázaro W. Viñola López, Jorge Velez-Juarbe, Philippe Münch, Juan N. Almonte Milan, Pierre-Olivier Antoine, Laurent Marivaux, Osvaldo Jimenez-Vasquez and Jonathan Bloch. A South American sebecid from the Miocene of Hispaniola documents the presence of apex predators in early West Indies ecosystems. Proceedings of the Royal Society B Biological Sciences (2025). DOI: https://doi.org/10.1098/rspb.2024.2891

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