Un nuevo ictiosaurio del Jurásico: paleontólogos descubren la especie «Eurhinosaurus mistelgauensis» en Baviera
Los mares jurásicos de Europa aún guardan sorpresas: en Baviera han aparecido tres fósiles excepcionales que revelan una nueva especie de ictiosaurio, con un hocico desmesurado y una historia evolutiva inesperada.
Por Enrique Coperías
Recreación artística del Eurhinosaurus mistelgauensis sobre un campo de batalla de belemnites. Ilustración de Andrey Atuchin. Licencia CC-BY 4.0.
En una cantera de arcillas a las afueras de Mistelgau, un pequeño municipio de Baviera (Alemania), ha salido a la luz uno de los hallazgos paleontológicos más llamativos de los últimos años: los restos fosilizados de un reptil marino que vivió hace casi 180 millones de años y que acaba de ser reconocido como una nueva especie.
Su nombre, Eurhinosaurus mistelgauensis, rinde homenaje a la localidad donde se encontraron tres esqueletos excepcionalmente bien conservados.
El estudio, firmado por un equipo germanosuizo y publicado en la revista Fossil Record, no solo añade una pieza al rompecabezas de los ictiosaurios, sino que también reabre debates sobre la evolución y diversidad de estos animales que dominaron los mares durante buena parte del Mesozoico.
¿Qué es el «Eurhinosaurus»?
Los ictiosaurios fueron reptiles acuáticos que aparecieron poco después de la gran extinción del Pérmico, hace unos 250 millones de años, y sobrevivieron hasta el Cretácico. Con aspecto de delfín prehistórico pero con un parentesco más cercano a los lagartos, desarrollaron una panoplia de adaptaciones para la vida marina:
✅ Aletas en lugar de extremidades.
✅ Vértebras en forma de anillo para soportar la presión.
✅ Una potente aleta caudal que los impulsaba con la eficiencia de los peces más veloces.
Entre ellos, Eurhinosaurus ocupa un lugar especial en la historia de la paleontología europea. Este género, descrito ya en el siglo XIX, es célebre por su insólita sobremordida: la mandíbula inferior era mucho más corta que la superior, lo que daba al animal un perfil tan extraño que los primeros investigadores dudaron incluso de que se tratara de un rasgo real y no de una deformación fósil.
El descubrimiento en Mistelgau (Baviera)
La comparación con peces actuales como el pez espada ha inspirado desde hace décadas la hipótesis de que Eurhinosaurus utilizaba su hocico alargado para golpear y aturdir bancos de peces, antes de atraparlos con sus finos dientes cónicos. Sin embargo, la biología de este reptil marino sigue siendo un enigma: ¿era un depredador activo o un especialista en presas blandas como calamares? ¿Hasta qué punto su peculiar dentadura condicionaba su dieta?
La falta de ejemplares completos y bien preservados ha dificultado responder a estas preguntas. De ahí la relevancia de los hallazgos de Mistelgau, donde los fósiles no solo se han conservado en tres dimensiones —algo muy poco común en este tipo de yacimientos—, sino que además muestran partes del esqueleto que rara vez aparecen intactas, como las costillas o los huesos del cráneo.
El equipo liderado por Gaël E. Spicher, de la Universidad de Bonn, en Alemania, examinó tres ejemplares recuperados entre 2002 y 2014 en la mina de arcillas. Dos de ellos son esqueletos completos, mientras que el tercero corresponde a un hocico con la dentición aún en su sitio.
¿Qué aporta el «Eurhinosaurus mistelgauensis»?
Tras un análisis minucioso hueso por hueso, los investigadores constataron que, si bien compartían las características típicas del género Eurhinosaurus —hocico extremadamente alargado, mandíbulas desiguales, aletas finas y largas—, presentaban también diferencias suficientemente notables como para merecer la designación de una nueva especie.
La clave estuvo en detalles del basioccipital, un hueso situado en la base del cráneo, y en la robustez de las costillas, más gruesas y redondeadas que en otras especies conocidas. Estos rasgos, unidos a la excelente preservación de los fósiles, convencieron a los autores de que no se trataba de simples variaciones individuales o deformaciones tafonómicas, sino de una auténtica señal de identidad.
El nuevo nombre, Eurhinosaurus mistelgauensis, ancla la especie a su lugar de descubrimiento, como dicta la tradición paleontológica. Pero su importancia va más allá del bautismo taxonómico. Los ejemplares de Mistelgau provienen de capas del Toarciense superior, una subdivisión del Jurásico inferior, lo que los convierte en los representantes más jóvenes conocidos del género.
Ejemplar de Eurhinosaurus mistelgauensis del Urwelt-Museum Oberfranken, hallado sobre un campo de batalla de belemnites. La placa fósil mide unos 4 metros de longitud. Cortesía: Spicher et al. CC-BY 4.0.
Importancia científica
Hasta ahora, Eurhinosaurus se consideraba limitado a niveles más antiguos del Toarciense. Esto significa que la historia evolutiva del grupo se prolongó más de lo que se pensaba y que, en pleno corazón de Europa, estos depredadores marinos seguían prosperando cuando otras formas de ictiosaurios ya comenzaban a diversificarse.
El hallazgo se enmarca en un contexto geológico muy particular. La cantera de Mistelgau, explotada durante décadas por sus arcillas, conserva una secuencia de sedimentos marinos que abarcan desde el Jurásico inferior al medio. En ella se han encontrado también restos de otros ictiosaurios, como Stenopterygius y Temnodontosaurus, además de plesiosaurios, cocodrilos marinos primitivos y peces.
En algunos niveles se concentran masas de belemnites —parientes de los calamares actuales— que sugieren antiguos cementerios marinos.
Fue precisamente sobre uno de estos campos de belemnites donde apareció uno de los esqueletos de Eurhinosaurus, lo que ofrece pistas sobre el ecosistema jurásico en el que vivió. Los investigadores destacan que la asociación de ictiosaurios y belemnites refuerza la idea de que estos cefalópodos eran una presa frecuente para los reptiles marinos del Jurásico.
Un ictiosaurio diverso
El descubrimiento también reaviva un viejo debate: cuántas especies de Eurhinosaurus existieron realmente. Durante mucho tiempo se consideró que el género era monoespecífico, limitado al Eurhinosaurus longirostris, descrito en Inglaterra a mediados del siglo XIX. Posteriormente se propusieron otras especies, como Eurhinosaurus huenei, en Alemania, y Eurhinosaurus quenstedti, en 2022, pero la falta de diagnósticos claros y la frecuente deformación de los fósiles complicaron la discusión.
El propio holotipo inglés, base de la especie tipo, es un esqueleto incompleto y mal preservado. En este escenario de incertidumbre, los ejemplares bávaros aportan un respiro: su integridad permite describir con precisión estructuras anatómicas hasta ahora desconocidas y, por tanto, sirven de referencia para comparar materiales de otros yacimientos.
La consecuencia es doble: se reconoce una nueva especie con seguridad y, al mismo tiempo, se pone de relieve que la diversidad de Eurhinosaurus era mayor de lo que se había admitido.
Un laboratorio natural
Las dimensiones de los fósiles también impresionan. A partir de la longitud de los húmeros, los investigadores estiman que los individuos de Mistelgau alcanzaban entre cinco y seis metros de largo, con un cuerpo estilizado y aletas delanteras que medían la mitad de la longitud del cráneo.
Los ojos eran desproporcionadamente grandes, como en otros ictiosaurios, lo que sugiere una excelente visión submarina en aguas turbias o en condiciones de poca luz. La imagen que emerge es la de un cazador ágil, capaz de perseguir cardúmenes en mar abierto o de emboscar presas en aguas costeras.
Más allá de la anatomía, el hallazgo tiene un valor simbólico. En palabras de Spicher, la cantera de Mistelgau, hoy en desuso, se ha convertido en un laboratorio natural donde paleontólogos profesionales y aficionados colaboran en campañas de excavación. Los ejemplares descritos fueron rescatados gracias a la labor del Urwelt-Museum Oberfranken, en Bayreuth, y preparados pacientemente por especialistas locales.
La historia recuerda que la paleontología no es solo cuestión de grandes instituciones internacionales, sino también de comunidades regionales que protegen y estudian su patrimonio geológico. El nombre mistelgauensis reconoce ese esfuerzo colectivo.
Deformaciones «post mortem»
El estudio también destaca la importancia de considerar la tafonomía, es decir, los procesos que afectan a los restos después de la muerte del animal. Muchos ictiosaurios aparecen deformados porque, al hundirse tras morir, impactaban de cabeza contra el fondo marino, lo que comprimía y desplazaba los huesos del cráneo. Este tipo de distorsiones llevó en el pasado a confundir variaciones anatómicas con supuestas diferencias de especie.
Los fósiles de Mistelgau, al conservarse en tres dimensiones, permiten distinguir con claridad lo que es deformación post mortem de lo que son verdaderos rasgos evolutivos, según Spicher. Esta claridad contribuye a resolver parte de la maraña taxonómica en torno a Eurhinosaurus.
El anuncio de la nueva especie ha despertado interés no solo entre paleontólogos, sino también entre quienes siguen de cerca la divulgación científica.
Arriba, primer plano de la cintura pélvica de Eurhinosaurus mistelgauensis. Abajo, ilustración de los huesos ilion (il), isquion (is) y pubis (pb). Cortesía: Spicher G. E. et al
Interrogantes en el aire
Los ictiosaurios, con su silueta de delfín prehistórico y sus enormes ojos, son animales que fascinan al público general. El añadido de un hocico desmesurado y una mandíbula sonriente los convierte en protagonistas perfectos para ilustrar cómo la evolución experimenta con formas insólitas.
El Eurhinosaurus mistelgauensis se suma así a la galería de criaturas del Jurásico que, lejos de ser monstruos uniformes, muestran una diversidad asombrosa de estrategias adaptativas.
No obstante, quedan abiertas muchas preguntas. ¿Qué ventajas conferían unas costillas más gruesas? ¿Podrían estar relacionadas con un estilo de natación distinto, o con la necesidad de reforzar el tórax frente a la presión en aguas profundas? ¿Se trataba de una especie endémica de la región de la actual Baviera, o su distribución era más amplia y simplemente aún no se han encontrado sus restos en otros lugares?
Relevancia para la divulgación
Cada nuevo fósil puede aportar piezas a estas incógnitas. Lo que está claro es que Mistelgau ha ofrecido a la ciencia un tesoro fósil inesperado: la sonrisa enigmática de un depredador marino que surcó los mares jurásicos cuando Europa era un archipiélago tropical.
En tiempos en que la biodiversidad actual atraviesa una crisis sin precedentes, estos hallazgos recuerdan que la vida en la Tierra ha pasado por episodios de transformación radical. Los ictiosaurios prosperaron durante más de 150 millones de años antes de desaparecer, dejando huellas fósiles que todavía hoy nos sorprenden.
Para Spicher, el Eurhinosaurus mistelgauensis es la última incorporación a esa saga de supervivencia y extinción, un recordatorio de que la historia de los océanos está escrita tanto en las aguas presentes como en las rocas jurásicas que guardan los ecos de un mundo perdido.▪️
Fuente: Spicher G. E., Miedema F., Heijne J., Klein N. A new Eurhinosaurus (Ichthyosauria) species from the Lower Jurassic (Toarcian) of Mistelgau (Bavaria, Southern Germany). Fossil Record (2025). DOI: https://doi.org/10.3897/fr.28.154203