Infancias digitales: cómo los móviles antes de los 13 años están dañando la salud mental de los adultos jóvenes

Un estudio masivo con más de 100.000 jóvenes advierte de que la posesión de teléfonos inteligentes en la niñez se asocia con un mayor riesgo de padecer graves problemas de salud mental entre los 18 y 40 años, incluidos los pensamientos suicidas.

Por Enrique Coperías

Un estudio global del Global Mind Project, publicado en julio de 2025, concluye que el uso temprano de la tecnología impacta negativamente en el desarrollo mental de niños y adolescentes.

Un estudio global del Global Mind Project, publicado en julio de 2025, concluye que el uso temprano de la tecnología impacta negativamente en el desarrollo mental de niños y adolescentes. Foto: Julia Coimbra

Desde que se popularizaron en la primera década del 2000, los smartphones, móviles o teléfonos inteligentes han dejado, poco a poco, de ser una herramienta opcional para convertirse en parte inseparable del día a día, incluso en la infancia.

Con ellos llegaron también las redes sociales, los algoritmos, la hiperconectividad y, junto a estas, nuevas formas de relacionarse, aprender y construir identidad. Sin embargo, el coste psicológico de este cambio tecnológico puede estar siendo mucho más alto de lo que imaginamos. Un estudio global publicado en el Journal of Human Development and Capabilities lanza una seria advertencia: el uso frecuente del móvil antes de los 13 años de edad está vinculado a un deterioro significativo de la salud mental en la adultez temprana, esto es, entre los 18 años y los 40 años.

La investigación, encabezada por un equipo de expertos del Sapien Labs, en Washington D. C., y basada en más de 100.000 jóvenes de entre 18 y 24 años de edad, señala que quienes tuvieron su primer smartphone antes de los 13 años reportan mayores tasas de pensamientos suicidas, agresividad, desconexión con la realidad, baja autoestima y dificultad para regular sus emociones. Más aún: cuanto más temprano fue ese primer contacto, más graves fueron los efectos reportados años después.

Datos duros y una conclusión inquietante

Los resultados de la investigación provienen del Global Mind Project, la base de datos más grande del mundo sobre bienestar mental, que desde 2020 ha recopilado perfiles y contexto vital de casi dos millones de personas en 163 países. Su herramienta principal, el Mind Health Quotient (MHQ), evalúa 47 funciones sociales, emocionales y cognitivas para ofrecer una radiografía integral del estado de la mente. Los resultados muestran una tendencia clara: los jóvenes que tuvieron su primer móvil antes de los 13 años tienen peores puntuaciones globales de salud mental.

En efecto, la caída del índice MHQ es drástica. Mientras que quienes accedieron al teléfono inteligente a los 13 años promedian una puntuación de 30; esa cifra cae a 1 en aquellos que lo recibieron a los 5 años de edad. Es más, el 48% de las mujeres que obtuvieron su primer móvil a los cinco o seis años reportan pensamientos suicidas graves, frente al 28% entre las chicas que empezaron a manejarlo a los 13 años. En los hombres, la proporción es de 31% y 20%, respectivamente. A estos se suman síntomas como:

Aucinaciones.

Agresividad.

✅ Sensación de desconexión de la realidad.

Baja autoestima y autovaloración.

Deterioro emocional: menor resiliencia y autocontrol.

Deterioro social: más aislamiento y menos empatía.

«Los datos indican que la tenencia temprana del móvil —y el acceso a redes sociales que esto facilita— está vinculado con un profundo cambio en la salud mental en la adultez joven», afirma la neurocientífica y autora principal del estudio, la doctora Tara Thiagarajan. Y añade la también fundadora de Sapiens Lab—: Estas correlaciones están mediadas por múltiples factores como el acoso online, el sueño interrumpido y las relaciones familiares deterioradas».

El rol clave de las redes sociales

Uno de los hallazgos más relevantes del trabajo es que el acceso prematuro a redes sociales explica alrededor del 40% de esta asociación negativa entre los móviles y la salud mental. En países angloparlantes, como Estados Unidos, el Reino Unido, Canadá y Australia, ese porcentaje asciende al 70%, lo que evidencia una relación particularmente intensa entre la exposición temprana a plataformas digitales y las consecuencias psicológicas a partir de los 18 años de edad.

No es casualidad. Las redes sociales están diseñadas con algoritmos que maximizan el tiempo de permanencia del usuario, explotando de este modo las vulnerabilidades emocionales y fomentando la comparación social. Esto puede impactar especialmente en niños y adolescentes, cuyas estructuras cerebrales aún están en formación y carecen de las herramientas cognitivas y emocionales para gestionar esa exposición.

«Cuando uno se detiene a pensar, tiene sentido que una mente en desarrollo sea más vulnerable al entorno online. Su capacidad crítica aún no está formada y su experiencia del mundo es limitada. Por eso, lo que ven y experimentan online puede tener un peso desproporcionado en cómo se perciben a sí mismos y al mundo», reflexiona la doctora Thiagarajan.

No es la tecnología en sí, sino los algoritmos de redes sociales, impulsados por inteligencia artificial, los que afectan el desarrollo emocional y cognitivo de los pqueños al manipular contenidos y explotar su vulnerabilidad.

No es la tecnología en sí, sino los algoritmos de redes sociales, impulsados por inteligencia artificial, los que afectan el desarrollo emocional y cognitivo de los pqueños al manipular contenidos y explotar su vulnerabilidad. Foto: Sanket Mishra

Una tendencia global con matices culturales

Aunque los efectos nocivos del uso precoz de este aparato se registran en todas las regiones del mundo, el estudio detecta diferencias según el contexto cultural. En países del llamado núcleo anglófono, los jóvenes acceden a los smartphones y las redes sociales a edades más tempranas —en promedio, a los 11 años—, mientras que en regiones como África o el sur de Asia, ese primer contacto suele ocurrir entre los 14 y 16.

No obstante, en todos los casos se observa una relación clara: a menor edad de acceso, mayor deterioro posterior de la salud mental.

La investigación también apunta a otros factores secundarios. Por ejemplo, el 13% de los efectos negativos se relacionan con relaciones familiares pobres, un 10% con el ciberacoso y un 12% con alteraciones del sueño. En regiones anglófonas, incluso el abuso sexual aparece como un factor vinculado, especialmente entre las mujeres, y en gran parte como consecuencia del acceso prematuro a las redes sociales.

¿Correlación o causalidad? ¿Hay motivos suficientes para actuar?

La doctora Thiagarajan y su equipo son cautos a la hora de afirmar la existencia de una relación causal directa, aunque advierten de que los datos, por su magnitud y coherencia global, son lo suficientemente sólidos como para exigir una acción inmediata a escala planetaria

«Sí, necesitamos más estudios para entender mejor los mecanismos causales. Pero esperar pruebas irrefutables puede hacernos perder la oportunidad de actuar a tiempo», advierte la doctora Thiagarajan.

Además, el estudio sugiere que el enfoque tradicional de investigación —centrado únicamente en síntomas como la depresión y la ansiedad— puede estar dejando de lado señales críticas como la desconexión con la realidad, la agresividad y los pensamientos suicidas, que parecen más presentes entre quienes accedieron a esta tecnología de manera temprana.

Recomendaciones de política pública: qué podemos (y debemos) hacer

Ante este panorama, el equipo de Sapien Labs propone una hoja de ruta clara para los responsables políticos. Sus cuatro recomendaciones buscan reducir el impacto de la exposición temprana a entornos digitales sin negar las oportunidades que la tecnología también ofrece:

1. 📘 Educación digital obligatoria y alfabetización emocional

  • Enseñar desde la infancia a gestionar entornos digitales.

  • Concientización sobre algoritmos, fake news, grooming y límites saludables.

2. 🧑‍⚖️ Regulación efectiva y responsabilidad corporativa

  • Obligación de verificación de edad real en las redes sociales, como TikTok e Instagram.

  • Multas y sanciones a plataformas que incumplan restricciones.

3. 🚫 Prohibición real del acceso a redes sociales para menores de 13 años

  • Aplicación técnica de bloqueos por edad, no solo legales.

  • Filtros por sistema operativo y acuerdos con fabricantes.

4. 📵 Restricción de móviles con internet en menores de 13 años

  • Promover teléfonos infantiles con funciones limitadas (llamadas, SMS, apps educativas).

  • Evitar dispositivos que permitan acceso libre a navegadores, apps sociales y plataformas de vídeo.

La doctora Thiagarajan hace hincapié en que estas medidas deben aplicarse a escala social, no solo individual: «No podemos esperar a que los padres luchen solos contra el sistema. Incluso quienes intentan restringir el acceso, se enfrentan al riesgo de aislar socialmente a sus hijos. Este es un problema colectivo que requiere soluciones colectiva».

Entre las medidas para proteger la salud mental de los menores en relación al uso de móviles, el equipo de Sapien Labs propone promover los teléfonos infantiles con funciones limitadas.

Entre las medidas para proteger la salud mental de los menores en relación al uso de móviles, el equipo de Sapien Labs propone promover los teléfonos infantiles con funciones limitadas (llamadas, SMS, apps educativas) y evitar dispositivos que permitan acceso libre a navegadores, apps sociales y plataformas de vídeo. Foto: Vitaly Gariev

Casos reales y precedentes internacionales

Algunas regiones ya han comenzado a reaccionar. Francia, Italia, Países Bajos, Nueva Zelanda y España han implementado restricciones al uso de móviles en las escuelas. Recientemente, el estado de Nueva York se convirtió en el más grande de Estados Unidos en prohibir los móviles en centros educativos, sumándose a Alabama, Arkansas, Nebraska y otros estados que han aprobado leyes para limitar el uso de móviles entre estudiantes.

En España existen diversas medidas normativas y educativas para regular el acceso de menores a móviles y entornos digitales, combinando legislación, directrices escolares, control parental y estrategias de protección global, como la Nueva Ley de Protección de Menores en Entornos Digitales, aprobada en marzo 2025 y la regulación del uso de móviles en centros educativos. Por ejemplo, la Comunidad de Madrid eliminará, a partir del próximo curso, el uso individual de dispositivos digitales en los colegios públicos y concertados para los alumnos de Educación Infantil y Primaria. A partir de entonces, su utilización solo estará permitida de forma compartida, siempre bajo supervisión docente y con un límite máximo de dos horas semanales.

Si bien aún es pronto para medir el impacto de estas políticas, un estudio del Gobierno neerlandés ya reportó mejoras en la concentración de los alumnos.

Un reto colectivo y urgente

El desafío que plantea esta investigación va más allá del debate entre tecnofilia y tecnofobia. No se trata de demonizar los dispositivos ni de idealizar un regreso a la era analógica.

Se trata de pensar políticas sensatas, basadas en la ciencia, que protejan la salud mental en las etapas más vulnerables del desarrollo humano.

Como concluye Thiagarajan, «la propiedad infantil de smartphones, puerta de entrada temprana a entornos digitales impulsados por inteligencia artificial, está disminuyendo profundamente la salud mental y el bienestar en la adultez. Tiene implicaciones profundas para la agencia individual y el florecimiento de la sociedad. No podemos ignorarlo más». ▪️

  • Fuente: Tara C. Thiagarajan, Jennifer Jane Newson & Shailender Swaminathan. Protecting the Developing Mind in a Digital Age: A Global Policy Imperative. ournal of Human Development and Capabilities (2025). DOI: https://doi.org/10.1080/19452829.2025.2518313

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