Benzaldehído: el compuesto aromático de las almendras que podría revolucionar la lucha contra el cáncer resistente a tratamientos

Un aroma familiar podría esconder una poderosa arma contra el cáncer más resistente. Un estudio japonés revela cómo el benzaldehído, presente en almendras y albaricoques, frena metástasis y revierte la resistencia a tratamientos.

Por Enrique Coperías

El benzaldehído, una molécula presente en almendras y otras frutas, se perfila como un nuevo soldado en la batalla contra las células tumorales resistentes.

El benzaldehído, una molécula presente en almendras y otras frutas, se perfila como un nuevo soldado en la batalla contra las células tumorales resistentes. Investigadores japoneses revelan cómo este compuesto natural puede debilitar los mecanismos de defensa del cáncer y potenciar tratamientos como la radioterapia. Imagen generada con DALL-E

La lucha contra el cáncer tiene un nuevo aliado inesperado: el benzaldehído, el compuesto responsable del característico aroma de las almendras, los albaricoques y los higos.

Más allá de su atractivo en la cocina o la perfumería, esta molécula natural acaba de revelar un potencial asombroso en la oncología moderna: debilitar las defensas de las células cancerosas más agresivas y revertir su resistencia a tratamientos como la radioterapia y los medicamentos dirigidos, caso de los fármacos micromoleculares y los anticuerpos monoclonales.

Así lo demuestra un reciente estudio publicado en la prestigiosa revista British Journal of Cancer y liderado por el doctor Hideyuki Saya, director del Oncology Innovation Center de la Universidad de Salud Fujita, en Japón. En él, los investigadores han conseguido descifrar cómo actúa el benzaldehído sobre una proteína clave, llamada 14-3-3ζ, que protege a las células tumorales y las ayuda a adaptarse y sobrevivir frente a las terapias contra el cáncer.

Benzaldehído, un agente antitumoral ya conocido

Aunque parezca sorprendente, el potencial del benzaldehído como agente antitumoral ya había sido explorado décadas atrás. En los años 80, investigadores japoneses desarrollaron derivados de esta sustancia que demostraron efectos inhibidores en células cancerosas y en modelos animales de cáncer.

Sin embargo, por razones ajenas a la ciencia —falta de criterios clínicos estandarizados y presiones sociales— estos prometedores ensayos no llegaron a consolidarse.

La historia ha dado un giro poético: la primera autora del estudio actual, la doctora Jun Saito, es hija de uno de aquellos investigadores pioneros. «Crecí escuchando detalles sobre esos estudios, y siempre sentí el impulso de retomar esa línea de investigación con herramientas modernas», dice esta oncóloga. Ese impulso personal se ha traducido en una investigación de vanguardia que combina biología molecular, genética, epigenética y modelos animales.

¿Cuál es el problema? La plasticidad tumoral y la resistencia al tratamiento

Uno de los mayores desafíos en oncología es la capacidad de ciertos tumores para desarrollar lo que se conoce como resistencia adquirida a los tratamientos. Es decir, tras una fase inicial de respuesta, las células tumorales mutan, se reorganizan y se vuelven inmunes a los fármacos o la radiación que antes las dañaba.

Parte central de este fenómeno es la llamada plasticidad epitelio-mesenquimal (EMP), un proceso por el cual las células cancerosas pierden su forma original —organizada y adherida— para adoptar una estructura más móvil, desordenada y evasiva. Así, se convierten en células mesenquimales, capaces de migrar y colonizar otros tejidos, lo que da lugar a las indeseables metástasis.

«El paso de un estado epitelial a uno mesenquimal no solo facilita la diseminación del cáncer, sino que también lo hace más difícil de tratar —explica el doctor Saya—. Estas células ya no responden como antes a la radioterapia ni a terapias dirigidas».

¿Qué han descubierto los científicos sobre el benzaldehído?

Lo que el equipo descubrió es que el benzaldehído interfiere en un punto crítico de esa transformación. En concreto, impide la interacción entre la proteína 14-3-3ζ y una versión fosforilada de la histona H3, llamada H3S28ph. Recordemos que las histonas son proteínas que empaquetan el ADN, y su modificación altera la expresión genética.

Esa interacción entre 14-3-3ζ y H3S28ph había pasado desapercibida durante años, pero ahora se ha revelado como un motor silencioso de la resistencia al tratamiento. Al bloquearla, el benzaldehído desactiva genes clave vinculados a la plasticidad epitelio-mesenquimal, a la supervivencia celular y a la generación de células madre tumorales.

Las células resistentes caen derrotadas

En estudios con cultivos celulares, los investigadores demostraron que el benzaldehído era especialmente eficaz en células resistentes a la radioterapia y a fármacos como el osimertinib, un inhibidor de la tirosina quinasa utilizado en cáncer de pulmón. No solo frenaba su crecimiento, sino que, combinado con la radiación, lograba eliminarlas por completo.

Este efecto sinérgico es particularmente valioso, pues apunta a que el benzaldehído podría usarse como complemento de tratamientos oncológicos existentes, fortaleciendo su eficacia sin necesidad de aumentar las dosis.

«La proteína 14-3-3ζ ha sido durante mucho tiempo un objetivo en terapias oncológicas, pero no podíamos inhibirla directamente porque también cumple funciones esenciales en células sanas —dice el doctor Saya—. Lo que logramos con el benzaldehído es bloquear una de sus interacciones específicas en células tumorales, sin afectar a las normales».

Cambios en los genes y el comportamiento celular

El estudio también mostró que el benzaldehído reduce significativamente la expresión de genes asociados con la resistencia y la plasticidad tumoral, como el E2F2, el E2F8, el ID1, el SRSF1 y el LIN28B. Todos ellos están involucrados en la proliferación celular, la autorrenovación de células madre cancerosas y la migración.

Además, el compuesto disminuyó la actividad de rutas moleculares muy activas en el cáncer —como mTOR, AKT y STAT3— sin afectar a las células normales. Y lo más relevante: inhibió la formación de esferoides tumorales in vitro, una característica típica de células madre tumorales.

En cultivos celulares, el benzaldehído detuvo el crecimiento de células que ya no respondían a tratamientos como el osimertinib (cáncer de pulmón) o la radioterapia (cáncer de páncreas).

En cultivos celulares, el benzaldehído detuvo el crecimiento de células cancerosas que ya no respondían a tratamientos como el osimertinib (cáncer de pulmón) o la radioterapia (cáncer de páncreas). Sobre estas líneas, célula de cáncer de próstata. Cortesía: James E. Hayden / The Wistar Institute / Nikon Small World

Modelos animales: menos tumores, menos metástasis

Para probar su eficacia en un organismo completo, los científicos emplearon un modelo murino de cáncer de páncreas, una de las variantes más agresivas y mortales. Usando una formulación mejorada del benzaldehído, llamada CDBA, trataron a los ratones con tumores implantados en el páncreas.

Los resultados fueron claros: los animales medicados mostraron una reducción significativa del volumen tumoral, menos lesiones metastásicas en los pulmones y una menor diseminación pleural. Además, el tratamiento no causó efectos secundarios visibles ni pérdida de peso, lo que indica una buena tolerancia al tratamiento.

Por su parte, los análisis histológicos revelaron que los tumores tratados con CDBA tenían menos células en estado EMP, una menor expresión de H3S28ph y una marcada reducción de genes como el E2F2 y el LIN28B. Incluso se observó una reaparición parcial de la organización epitelial normal en algunas zonas, lo que sugiere una desdiferenciación tumoral inducida por el tratamiento.

Aunque los resultados aún están en fase preclínica, el potencial terapéutico es evidente. El benzaldehído —o sus derivados— podría convertirse en coadyuvante en tratamientos para tumores resistentes, y ayudar a reprogramar las células tumorales para que vuelvan a responder a la terapia.

«El siguiente paso será optimizar las formulaciones y probar su eficacia en más modelos y tipos de cáncer —adelanta el doctor Saya—. También se baraja la posibilidad de acometer ensayos clínicos iniciales, especialmente en combinación con radioterapia o fármacos dirigidos».

Un anillo que se cierra

El hallazgo no solo representa un avance científico. También es un homenaje a quienes, décadas atrás, abrieron una puerta que hoy vuelve a abrirse con más fuerza. Para la doctora Saito, este estudio ha sido una forma de cerrar el círculo familiar y profesional: Mi padre creyó en el potencial del benzaldehído. Hoy, la ciencia lo está confirmando».

En una época donde se buscan soluciones menos invasivas y más precisas frente al cáncer, este aroma conocido podría convertirse, de forma inesperada, en una herramienta poderosa. Porque a veces, la clave no está en lo nuevo, sino en mirar con nuevos ojos lo que siempre estuvo allí: el perfume de una almendra, como señal de esperanza. ▪️

  • Información facilitada por la Fujita Health University

  • Fuente: Saito, J., Onishi, N., Yamasaki, J. et al. Benzaldehyde suppresses epithelial-mesenchymal plasticity and overcomes treatment resistance in cancer by targeting the interaction of 14-3-3ζ with H3S28ph. British Journal of Cancer (2025). DOI: https://doi.org/10.1038/s41416-025-03006-4

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